Antes de nacer, cuando cada Ser decidió venir a la Tierra a vivir la experiencia 3D hubo un acuerdo de almas. Primero cada alma
seleccionó minuciosamente con sus maestros de Luz, todas las experiencias que deseaba vivir en esta encarnación.
Algunos eligieron aprender a través del desapego, otros de la soledad, otros de la enfermedad, otros a través de las pérdidas,
otros decidieron aprender de la relación de pareja. Algunos se atrevieron a experimentar la riqueza material, y así sucesivamente,
como si eligieran las materias para matricularse en la Universidad, todos decidieron sus misiones.
Y hubo una gran reunión entre ellas para pactar cómo se interrelacionarían sus almas. Como cuando se reparten los roles en una
obra teatral, cada cual recibió su papel en la obra de su vida… y nacieron. Algunas de estas almas se encontraron desde su naci-miento y son hermanos. A otras les tocó ser compañeros del colegio, para
llegar a ser amigos en la adultez. Otros no se encontraron hasta cuando mayores, pactaron conocerse en una esta y enamorarse.
Y hubo quienes tendrían roles mínimos en la vida del otro: serían el médico que lo revisó cuando estuvo internado por apendicitis.
Otro sería quien le rompería la nariz en la disco porque le robaría la novia. Otro sería quien le ofrecería la oportunidad de ganarse el
dinero fácil. Otro el taxista que lo llevaría al aeropuerto aquel día en que le avisaron que su madre se moría, etc.
Nada, absolutamente nada es casual en la vida de ninguno. Nos hemos repartido los papeles, pero no hay guión. Cada uno crea sus
propios diálogos y sus acciones y requiere también asumir la responsabilidad de las consecuencias.
Así que ponte a pensar: ¿Por qué tienes a ese jefe tan exigente y perfeccionista? ¿Será que acordaron que él sacaría lo mejor de ti y
te puliría cual diamante? ¿O será que tienes que aprender la tolerancia? ¿Y si lo que debes hacer es renunciar?
Difícil saber lo que viniste a vivenciar con cada persona, pero el alma lo sabe y el alma sólo sabe comunicarnos mensajes a través de
lo que llamamos: Intuición
Comprendes ahora que esa persona que está allí como un Pepito Grillo es porque quizás tú se lo pediste, le rogaste que fuera la voz
de tu conciencia y tú mismo le suplicaste.
No importa que te odie, pero no me dejes realizar algunas acciones que me dejarán
atorado en esta encarnación.
Y entiendes porqué te bastó con ver a esa persona para que sintieras retorcijones en la panza, tu alma te estaba avisando todo el
dolor que te causaría. ¿La escuchas?
No recordamos. No sabemos qué nos une a todo el elenco que nos apoya a representar la obra
de nuestras vidas, pero hay un acuerdo tácito entre todos de permanecer juntos para apoyarnos mutuamente a crecer, a
evolucionar.
Entre todos formamos un verdadero equipo sanador porque nos ocupamos tanto de nuestro propio desarrollo como del de los
demás. Pero también podemos cerrar abruptamente la relación con algunas personas por problemas meramente terrenales.
Tenemos libre albedrío.
Todo este camino iniciado en nuestra primera encarnación hace millones de siglos atrás tiene como objetivo la iluminación. Cada
encarnación agregamos gotas de luz a nuestra conciencia y así evolucionamos.
A veces, llega a nuestra vida alguien que nos enseña
algo y quien al mismo tiempo recibe enseñanza nuestra y luego se va, desaparece de nuestra vida, pues ya se cumplió el trato
pactado en el llamado Plano Sublime o Cielo.
Luego, avanzamos despacio en términos terrenales o mundanos, pero vamos a la velocidad de la luz en términos estelares o
cósmicos. Así que no podemos mirar ninguna relación y juzgarla como un triunfo o fracaso. Estamos aprendiendo, y el solo hecho
de poder interactuar con otros, de conocerles, descubrir sus diferencias, llegar hasta lo profundo de su alma vuelve cualquier
relación un éxito.
Así que no te atores con ese jefe maltratador, con esa pareja infiel, con esa persona envidiosa, con el familiar desleal, con la vecina
chismosa, con ese profe abusivo, el almacenero gruñón, ese pretendiente meloso, esa hija rebelde. Solo mírales directamente al
alma y diles: “Muchas gracias por respetar el pacto”.
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