domingo, 31 de enero de 2021

Marchemos por la vida

 Marchemos por la vida.

Con los dos pies.
Alternadamente derecho-izquierdo.
Uno da lugar al otro.
Uno da existencia al otro.
Uno es la razón de ser del otro.
El paso izquierdo crea el paso derecho.
El pie izquierdo le da la fuerza al derecho.
Porque lo impulsa hacia la existencia.
Calificar a uno de cierto y al otro de errado.
Es eliminar a ambos del juego de la vida.
Ambos son esenciales.
Porque fueron creados simultáneamente.
Así son la debilidad y la fuerza.
La prosperidad y la pobreza.
La alegría y la tristeza.
El ascenso y el descenso.
El último y el primero.
La pérdida y el encuentro.
La salud poderosa y la enfermedad crónica.
Porque nadie puede quedarse mucho tiempo apoyado en un solo pie.

-Martín Macedo-

Yo no soy mi cuerpo

 Yo no soy mi cuerpo.

Mi voluntad infinita usa mi cuerpo.
Hará maravillas con mi cuerpo.
Si se lo permito.
No importa las limitaciones físicas.
No importa la edad.
O si faltan partes anatómicas.
La voluntad es así...... infinita.
Aun si el cuerpo está gravemente enfermo.
La voluntad infinita lo llevará a la cima del mundo.
Porque no hay poder más grande que la voluntad infinita.
Cuando estamos "bajos de energía".
Con gripe o cansancio.
Eso es ego.
La voluntad infinita no enferma nunca.
La voluntad infinita no se cansa nunca.
No pone excusas.
Es pura pasión.
Pura energía explosiva.
Pura felicidad.
Puro coraje
Puro amor.
La eternidad explotando en todas partes del universo.
Ahora mismo.
Aquí mismo.
Y tú eres eso.

-Martín Macedo-

La función del sufrimiento

 Sufrir es completamente inútil. Tan solo engorda el victimismo y el afán de culpa del ego. Sin embargo, la saturación de sufrimiento nos motiva a salir de nuestra zona de comodidad para iniciar un proceso de cambio.

Al vivir limitados por nuestros miedos y carencias, al entrar en la edad adulta solemos marginar nuestros sueños, construyendo una vida siguiendo las directrices establecidas por el statu quo. Y como resultado, nos vamos alejando de nuestra verdadera esencia, convirtiéndonos en alguien que no somos y cosechando interminables problemas y frustraciones. De ahí que exista la creencia generalizada de que «la desconexión es lo normal» y que «lo raro es ser feliz».

Eso sí, aunque pueda parecer lo mismo, hay una enorme diferencia entre existir y estar vivo. Muchos seres humanos han tenido que estar a punto de morir para comprenderlo. No en vano, la «zona de comodidad» en la que muchos nos hemos instalado se caracteriza por llevar una existencia alienada, monótona y gris, en la que nos sentimos seguros, pero no satisfechos. Y puesto que nuestro nivel de malestar es inferior a nuestro miedo al cambio, solemos acomodarnos y resignarnos.

De esta manera posponemos indefinidamente tomar medidas alternativas orientadas a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos. Lo último que queremos es complicarnos la vida. Llegado el caso, seguramente tampoco sabríamos qué hacer. Y al carecer de una brújula interior que nos indique nuestro propio camino, solemos escondernos tras una máscara del agrado de los demás, entrando en una rueda que nos va atrapando y de la que nos es muy difícil salir. Eso sí, por más que nos hayamos acostumbrado, el sufrimiento no es nuestra verdadera naturaleza. Por eso tarde o temprano llega un día en que el sinsentido y el vacío devienen insoportables. Sólo entonces nos atrevemos a cambiar.

Llegados a este punto, es importante diferenciar el dolor del sufrimiento. Más que nada porque el dolor suele ser una experiencia física que aparece como resultado de una acción determinada, como por ejemplo que nos demos un golpe contra una mesa, nos cortemos con un cuchillo o que de pronto nos duela el estómago por haber comido demasiado. De hecho, su función es la de protegernos, advirtiéndonos de que estamos dañando a nuestro cuerpo. Si no existiera el dolor, podríamos lesionarnos e incluso destruirnos sin darnos cuenta. Por medio de su molesta presencia tomamos consciencia de la importancia de cuidar mejor nuestra salud física.

Por dolor también nos referimos al poso que dejan los conflictos emocionales en nuestro corazón. Es decir, a las consecuencias fisiológicas que tienen los chupitos de cianuro que nos tomamos cada vez que discutimos (ira), nos lamentamos (tristeza) o nos pre-ocupamos (miedo). Así es como de forma inconsciente vamos acumulando una bola de malestar en nuestro interior. Y por más que lo neguemos y lo rechacemos, el dolor forma parte de la vida. No hay manera de escapar de él.

TODO EL SUFRIMIENTO ESTÁ EN LA MENTE
«Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos»

Buda

El sufrimiento es otra cosa. Se trata de una experiencia mental que creamos por medio de nuestros pensamientos cuando no aceptamos lo que nos sucede. Por ejemplo, frente al dolor que sentimos al darnos un golpe contra una mesa o cuando nos duele el estómago, el sufrimiento sólo aparece en el caso de que adoptemos una actitud victimista, quejándonos o lamentándonos por lo que nos ha ocurrido. Así, el sufrimiento no tiene nada que ver con lo que nos pasa, sino con la interpretación que hacemos de los hechos en sí.

Lo cierto es que nada ni nadie tiene el poder de herirnos emocionalmente sin nuestro consentimiento. Es imposible. Sólo nosotros –por medio de nuestros pensamientos– podemos hacernos daño frente a personas conflictivas y situaciones adversas. Al aceptar que somos la única causa de nuestro sufrimiento, podemos decidir dejar de autoperturbarnos, tomando las riendas de nuestro diálogo interno. Si bien en un primer momento no podemos controlar ni cambiar nuestras circunstancias, siempre podemos aprender a modificar la forma en que nos afectan, cambiando nuestra manera de mirarlas y de interpretarlas. Esta es la razón por la que Buda afirmó que «el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional».

Y entonces, ¿qué función cumple el sufrimiento en nuestra existencia? Por un lado, es completamente inútil. Imaginemos que nuestra pareja decide finalizar nuestra relación sentimental. O que nuestra empresa rescinde nuestro contrato laboral. Frente a este tipo de circunstancias solemos pensar de forma negativa y destructiva. Principalmente porque son situaciones que atentan contra de nuestros deseos, necesidades, aspiraciones y expectativas. Sin embargo, por más que nos quejemos y protestemos, esta actitud victimista no sirve para nada. No promueve ningún cambio constructivo. Por más que suframos, seguiremos sin pareja y sin empleo. De hecho, en ocasiones sufrimos para llamar la atención de los demás o de la vida, creyendo –al igual que cuando éramos niños– que así conseguiremos arreglar las cosas.

MOTOR DE CAMBIO Y TRANSFORMACIÓN
«El sufrimiento es lo que rompe la cáscara que nos separa de la comprensión»
Khalil Gibran

Sin embargo, el sufrimiento tiene una función muy importante. Al destruirnos por dentro –envenenando con cianuro nuestra mente y nuestro corazón– nos hace tomar consciencia de que nuestra manera de pensar y de comportarnos es ineficiente. También es una invitación a cuidar nuestro diálogo interno. Es decir, los pensamientos con los que hablamos con nosotros mismos y etiquetamos constantemente la realidad. Y dado que el bienestar es nuestra verdadera naturaleza, el sufrimiento nos motiva a salirnos de nuestra zona de comodidad, iniciando un viaje de aprendizaje para crecer y evolucionar como seres humanos.

De hecho, el salto a la «zona de incertidumbre» suele llegar como consecuencia de haber experimentado una saturación de malestar. Es decir, cuando nos es imposible aguantar más en el lugar físico y psicológico en el que nos encontramos. Así es como finalmente nos armamos de coraje para aventurarnos a lo nuevo y a lo desconocido. De pronto nos sentimos con fuerza y motivación para asumir ciertos riesgos. Es entonces cuando empezamos a diseñar una estrategia orientada al cambio.

Al entrar en la zona de incertidumbre iniciamos un proceso de aprendizaje, crecimiento y evolución personal. No nos queda más remedio que conocernos mejor, descubriendo algunas verdades acerca de nosotros mismos. Por medio de este proceso, finalmente accedemos a la «zona de bienestar», en la que nos sentimos en paz con nosotros mismos, percibiendo que nuestra vida es perfecta tal y como es. Es decir, que aunque pudiéramos no modificaríamos –a grandes rasgos– nada de lo que forma parte de nuestra existencia.

Por más que muchas veces tomemos decisiones relacionadas con cambios y modificaciones externas, la zona de bienestar no tiene tanto qué ver con nuestras circunstancias, sino con nuestra manera de verlas e interpretarlas. Y es precisamente este cambio de percepción y de actitud el que nos permite descubrir quiénes somos y qué dirección queremos darle a nuestra vida. Y dado que todo está en permanente evolución, con los años nuestra zona de bienestar puede mutar, convirtiéndose en una nueva zona de comodidad. De ahí la necesidad de abrazar la filosofía del cambio y del aprendizaje permanente.

Este artículo es un extracto del libro «El sinsentido común», publicado por Borja Vilaseca en octubre de 2011.

sábado, 30 de enero de 2021

Has venido a servir

 Has venido a servir.

Entonces haz un buen trabajo.
¿Qué es lo que más te gusta hacer?
Dedícate a lo que más te apasiona.
Dedìcate a perfeccionar aquello para lo cual tienes un don natural.
Porque tu talento es para compartirlo con el mundo.
Si ese don es la literatura conviértete en un gran escritor.
Si ese don es el deporte entrena hasta ser una estrella de ese deporte.
Si tu don es la cocina prepárate para hacer felices con tu arte a miles de personas.
La vida es simple.
Es servicio.
Ya estamos dotados desde que nacemos.
Sólo necesitamos practicar con una pasión arrolladora..
Hasta brillar con una luz infinita.
Para el beneficio de todos los seres.
Como lo hace el sol.
Y todas las estrellas del universo.

-Martín Macedo-

miércoles, 27 de enero de 2021

Nadie puede quedarse mucho tiempo apoyado en un solo pie

 Marchemos por la vida.

Con los dos pies.
Alternadamente derecho-izquierdo.
Uno da lugar al otro.
Uno da existencia al otro.
Uno es la razón de ser del otro.
El paso izquierdo crea el paso derecho.
El pie izquierdo le da la fuerza al derecho.
Porque lo impulsa hacia la existencia.
Calificar a uno de cierto y al otro de errado.
Es eliminar a ambos del juego de la vida.
Ambos son esenciales.
Porque fueron creados simultáneamente.
Así son la debilidad y la fuerza.
La prosperidad y la pobreza.
La alegría y la tristeza.
El ascenso y el descenso.
El último y el primero.
La pérdida y el encuentro.
La salud poderosa y la enfermedad crónica.
Porque nadie puede quedarse mucho tiempo apoyado en un solo pie.

-Martín Macedo-

martes, 26 de enero de 2021

Tú no te enamoras de Juan o María.

 Tú no te enamoras de Juan o María.

Te enamoras de la salud absoluta que temporalmente habita en los templos físicos de Juan o María.
Así como la bella flor del cerezo que es tan hermosa como breve, así es la experiencia de la salud absoluta en nuestras vidas.
Cuando está con nosotros habitamos en el Reino de los Cielos.
Pero cuando se va la nostalgia es abrumadora.
Todas las chicas se enamoraban de Brad Pitt; pero ahora es sólo un veterano que tiene muchas historias que contar.
La salud absoluta ya no habita en Brad Pitt; los años pasaron y sus abusos con el alcohol hicieron que la salud absoluta volara hacia otros destinos biológicos.
Tú no te enamoras de María, te enamoras de la salud absoluta que temporalmente habita en María.
Y crees que si tienes a María tendrás a la salud absoluta para siempre.
Si ella es sabia la cuidará para que se quede muchos años.
Pero la mayor parte de la gente no tiene tanta comprensión y hace todo lo posible para alejarla de sus templos; se complacen con bebidas fuertes, comidas sin calidad y contaminan su alma con palabras duras y ofensivas contra sí mismas y contra otros.
Cuando se es muy joven y se tiene una genética fuerte uno cree que la fuerza, la belleza y las grandes oportunidades seguirán allí por toda la eternidad.
Estas grandes facilidades se deben a la salud absoluta que es una llave mágica que abre cualquier puerta.
La mayor parte de la gente la pierde al llegar a los 35-40.
Luego se desesperan por recuperarla y van al gimnasio y se someten a todo tipo de terapias, cirugías y torturas físicas para intentar recuperarla.
Y piensan que se ha ido porque ya no son jóvenes.
Lo que se fue no es la juventud.
Lo que se fue es la salud absoluta.
Porque cuando ésta regresa, la juventud también regresa.
Pero la ganancia será mucho mayor porque a la belleza de la nueva juventud se le suma la belleza de la sabiduría.
Y sólo la macrobiótica es capaz de este milagro.
Ninguna otra teoría que ignore el orden del universo podrá traer de regreso a la salud absoluta.
Y por esa razón nuestro club es tan importante.
Porque es el único club del mundo que te permite tener el amor infinito a cualquier edad, en cualquier momento y en cualquier parte del mundo.

-Martín Macedo-

Bifurcación de caminos

 Si estamos frente a una bifurcación del camino y no sabemos cuál camino escoger.

La persona yin quedará petrificada por la duda y esperará pacientemente hasta que su intuición le diga qué hacer.
Pero como su intuición está nublada, por mucho que piense no conseguirá nada.
La persona yang no lo pensará dos veces y tomará uno de los dos caminos con la certeza de que si se equivocó pronto lo verá claro y volverá a la zona de la encrucijada.
La sabiduría popular nos enseña: "frente a la duda abstente".
Es decir que si no estás seguro no hagas ningún movimiento.
Pero si pasa mucho tiempo y la duda persiste, la duda se convierte en desesperación.
El miedo a tomar una mala decisión es tan grande.
Que puede resultar paralizante.
Entonces las personas yin sienten que necesitan ayuda.
Y consultan a consejeros, maestros, oráculos, el tarot, el I ching.
La duda es muy yin, y la duda crónica es aún más yin.
La certeza es yang, y la claridad absoluta es aún más yang.
La clave para convertir a la duda en claridad es la calidad de la sangre.
Una sangre ácida, o demasiado aguada o demasiado dulce, contribuirá a esa sensación de inseguridad, de temor a equivocarse.
Una sangre de gran claridad, producirá un pensamiento claro y un fuerte sentido de dirección.
"No sé que hacer".....es una sangre de poca calidad.
" La tengo re-clara" .....es una sangre de buena calidad.
Entonces unos días de dieta estricta, masticando muy bien y haciendo suficiente actividad física aclararán la mente y permitirán transformar la duda en certeza absoluta.
Por eso la duda es útil.
La enfermedad es útil.
El fracaso es útil.
La tristeza es útil.
La carencia es útil.
Porque nos obligan a tomar de las reservas de la sabiduría infinita.
Que forman parte de nuestra herencia original.
Como un príncipe que ha sufrido un ataque de amnesia.
Y pide monedas en el pórtico de la Iglesia.

-Martín Macedo-

jueves, 21 de enero de 2021

Hay una Presencia de vida que nos escucha

 Hay una Presencia de vida que nos escucha.

Cualquier cosa que le pidamos nos la concede.
Si le pedimos poco nos dará poco.
Si le pedimos mucho nos dará mucho.
Se trata de un nivel de realidad muy sutil, muy yin.
Como es muy yin, no se puede ver, ni oir.
Los órganos de los sentidos no sirven en ese mundo yin.
Estos órganos sólo sirven en el mundo de las formas físicas.
Y los que juzgan algo como real en base a estos órganos viven en una estrechez mental absoluta.
Ohsawa lo llamaba el juicio sensorio.
Este mundo de los sentidos es muy grande; hay tantas cosas para ver, para oír, tantos alimentos para degustar, tantos olores, tantas sensaciones.
Pero como este mundo tiene limitaciones, no hay suficiente para todos y las personas pelean y compiten con violencia para acaparar y asegurar su cuota.
Las personas demasiado yang se aferran a las formas, a las cosas y desarrollan técnicas y dialécticas para acumular cosas.
Pero como no pueden percibir este mundo sutil donde se halla la realidad espiritual siente que deben esforzarse y luchar para obtener las cosas que desean.
Pero las personas avanzadas espiritualmente sienten esa realidad, esa presencia de amor infinito, que escucha siempre lo que le decimos.
Como un padre que tiene muchos hijos y está siempre atento a todas sus necesidades y dificultades.
Así es la inteligencia infinita; así la percibo yo.
Ella es puro amor; no se cansa de apoyar todo aquello que deseamos.
Tiene todos los recursos inimaginables y eso es lo que algunos denominan abundancia.
Lo que sea que le pidas te lo dará.
Por esta razón y desde esta perspectiva, no hay pobres.
Todos somos inmensamente ricos porque todos los tesoros son nuestros.
Basta pedirlos a la fuente de la inteligencia infinita.
Pero muchas personas experimentan una profunda pobreza.
Eso se debe a que son demasiado yang.
No toman en cuenta esta presencia y dicen cualquier palabra e imaginan cualquier cosa.
Usan las peores palabras y no se aman a si mismos ni a los animales ni a la naturaleza.
No lo sienten a Dios, ni adentro ni afuera.
No creen en Dios o en la presencia o en la matriz inteligente.
El infierno es muy yang, pues hace calor, mucho calor y sus habitantes son despojados de todo su poder.
Ohsawa decía que había que dejar de comer tantos derivados animales yang para entrar al Reino de los Cielos.
Este es muy yin, porque las alturas son yin y allí sus habitantes complacen instantáneamente todos sus deseos.
Si quieren salud la obtienen instantáneamente.
Si quieren felicidad la obtienen enseguida.
Si quieren amor lo encuentran en todo momento.
La salud infinita requiere una saludable relación con esta presencia que escucha y atiende.
Aprender a hablar su lenguaje.
A sentir su amor, su dulzura, su devoción por nuestro bienestar.
Ello requiere una preparación, un desarrollo del nivel de consciencia.
Pero cuando se consigue es la mayor de las delicias.
Te conviertes en un rey, en una reina.
Todo el poder apoya tus deseos.
Y éstos se satisfacen inmediatamente.
Y te sientes tan feliz, tan agradecido.
Entonces no es necesario ir al cielo.
Porque no hay ningún lugar a dónde ir.
Sólo disfrutar de tu nuevo descubrimiento.

-Martín Macedo-

martes, 19 de enero de 2021

En mi debilidad está mi fuerza.

 En mi debilidad está mi fuerza.

Esto es lo que dijo Pablo de Tarso hace casi dos milenios.
Entonces era un ser iluminado porque para Él ambas caras de la moneda tenían el mismo valor.
Cuando me siento débil encuentro mi fuerza; entonces no me preocupa la debilidad.
En las redes todos quieren los "like"....cuantos más like mayor es la alegría del que ha publicado.
Pero nadie quiere que lo califiquen como "no me gusta".
Eso no, por favor.
La filosofía de los cambios enseña lo mismo: todo frente tiene su dorso.
Nadie puede avanzar sino retrocede primero.
Nadie puede inhalar si primero no exhala.
Nadie puede tener éxito si primero no ha fracasado.
Nadie puede pararse si primero no ha caído.
Cuando alguien está en prisión tiene claro que quiere la libertad.
Cuando alguien está enfermo tiene claro que quiere la salud.
Cuando alguien no tiene dinero tiene claro que necesita recursos con urgencia.
Pero la mente no disciplinada se enfoca en la prisión, en lo terrible que es y en la cantidad de años que tendrá que pasar privado de libertad.
El enfermo que ha recibido un diagnóstico piensa todo el día sobre su problema de salud y siente que debe perseverar en la revisión de los síntomas porque así tal vez halle una salida.
Pero es al revés.
La salud se consigue enfocándose con máxima atención y entusiasmo en la obtención de la salud, en fortalecer el cuerpo y en aumentar la energía.
No se puede poner vino nuevo en odres viejos (Mt 9:14)
No puedo buscar la salud (vino nuevo) revisando los síntomas de la enfermedad y en las estadísticas de la enfermedad (odres viejos).
Si tengo un sueño debo mirar hacia el futuro, concentrar todas mis energías, voluntad, tenacidad y visión interior hacia ese sueño.
Porque si miramos hacia atrás, si revisamos el pasado, es como la mujer de Lot que cuando huían de Sodoma miró hacia atrás y quedó convertida en una estatua de sal.
Esta enseñanza tiene un significado místico.
La enfermedad es el pasado, y la salud infinita es el futuro.
Pero si en tu avance revisas los síntomas y recuerdas el dolor y la tristeza eres como la mujer de Lot.
Quiere avanzar con su cuerpo y retroceder con su mente.
Y eso no es posible porque son indivisibles.

- Martin Macedo-

Te conviertes en aquello que piensas

 Te conviertes en aquello que piensas nos enseñó Siddhartha.

No es tan fácil como parece porque la mente agitada salta de un pensamiento al otro.
Esa inestabilidad la experimenta la gran mayoría de la personas.
Entonces no hay paz.
Hay agitación y conflicto.
La mente se llena de miedos y el ego intenta calcular todos los posibles movimientos para evitar sufrir algún perjuicio.
Como un soldado en el campo de batalla calculando los posibles movimientos del enemigo intentando emboscarlo.
La mente dividida no encuentra ni paz ni estabilidad.
Entonces el miedo controla todo el proceso creativo.
Y así podemos atraer lo que más tememos.
Encontramos muy difícil quitar la negatividad de nuestra mente.
Pero Siddhartha nos da una llave para escapar de la trampa del ego y todas sus preocupaciones.
Respirar profundamente y conscientemente.
Practicar el silencio y mantener la postura del cuerpo que se necesita para crear la paz en la mente.
El arte de la meditación.
No es una práctica para ascetas o místicos.
Es lo más natural para los orientales.
En India, China, Japón todos meditan a todas las edades todos los días.
Siendo culturas muy antiguas han aprendido a calmar la mente.
Porque si la mente no se aquieta es como querer pintar un cuadro en un tren en movimiento.
Por más talentoso que sea el artista.
Por más calidad que tenga la tela y las pinturas.
Por mucha experiencia que tenga en su arte.
Y aunque halla estudiado con los más grandes maestros de la pintura.
Hasta que no obtenga la quietud perfecta de la tela no podrá imprimir sobre ella lo que desea plasmar con el ojo de la mente.
Del mismo modo, hasta no alcanzar la quietud perfecta del cuerpo y el control sereno de la respiración, será imposible que los pensamientos más elevados dejen una profunda impresión en la gran matriz universal.

-Martin Macedo-
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La medicina cuerpo-mente

 La única medicina que puede curar del todo, es la medicina mente-cuerpo.

La medicina occidental actúa sobre el cuerpo; lo trata químicamente con sustancias o remueve o reemplaza partes en un block quirúrgico.
Ahí termina todo su arte.
Y por eso tenemos a la humanidad más enferma de la historia.
Lo sutil, lo que no se vé, no es tomado en cuenta.
Todo se arregla con exámenes, análisis, estadísticas y más fármacos.
Controles y más revisiones, y luego se vuelve a ajustar el fármaco.
La mente no se ve pero es tan grande, tan infinita que de sólo pensar nos asusta.
Las mentes lógicas, hiper yang, nutridas con dietas de alta proteína prefieren lo que se puede medir, comprobar.
Y exigen evidencias palpables.
Somos infinitos, todos sin excepción.
Y como somos infinitos somos poderosos.
El infinito no se ve, pero desea jugar y bailar en el mundo finito.
Entonces toma un cuerpo denso, visible, comprobable, palpable.
Lo infinito necesita a lo finito para que su gran poder pueda experimentar toda su belleza, toda su grandeza, toda su fuerza.
Esa es la mayor felicidad del infinito.
Necesita de un cuerpo finito.
La mente individual tiene muchos deseos; desea una casa, desea un plato de alimento, desea una familia.
Y como tiene todo el poder de crear, simplemente forma una imagen y la envía al corazón del universo.
Los alimentos muy yang aceleran los procesos fisiológicos.
Los alimentos yin los enlentecen.
Las dietas de alta proteína, al ser yang imprimen velocidad al cuerpo y a la mente debido a esa íntima conexión.
Y como la mente es gigantesca es muy difícil controlar al gigante.
Porque está agitada; y cada día más alimentos yang que perpetúan esta agitación.
Todo esfuerzo fracasa.
Se concluye que la mente es incontrolable y su gran poder queda reducido a resolver asuntos básicos vinculados a la supervivencia.
Como los leones y los leopardos.
El ser infinito queda reducido a la condición de bestia.
Una bestia que pelea y compite, porque es incapaz de imaginar otras formas de satisfacer sus deseos.
Pero los sabios enseñaron el cultivo de la mente porque cuando ésta está en calma crea fácilmente todo lo que deseamos sin peleas y sin violencia.

-Martín Macedo-

sábado, 16 de enero de 2021

Es tan fácil curar las alergias

 Es tan fácil curar las alergias......

Y sin embargo hay millones de personas que las padecen.
Según datos oficiales 1 de cada 3 personas padece de algún tipo de desorden alérgico.
O sea que hay más de 2.5 mil millones de alérgicos en el mundo.
Alérgicos al polen, alérgicos a las plumas, alérgicos al pescado, alérgicos a la soja.
La lista es enorme.
Los alergistas han estudiado el problema, lo han diagnosticado con éxito pero no consiguen una cura, porque no se comprende la causa profunda y sólo se tratan los síntomas lo que reporta enormes beneficios a la industria farmacéutica.
La alergia es el resultado de una respuesta inadecuada del sistema inmune que reacciona frente a un estímulo que no constituye una amenaza para la salud.
El pescado no es una amenaza para la salud, pero si un alérgico al pescado lo come puede tener una reacción muy severa que incluso puede requerir hospitalización.
Entonces la cura “consiste” en evitar el pescado y tomar anti alérgicos cuando aparecen los síntomas.
Y el individuo se convence de que es alérgico al pescado y lo proclama a los cuatro vientos y finalmente se convierte en creyente de su propia cronicidad.
Nosotros los estudiantes del orden del universo consideramos que la alergia es un desorden de tipo yin extremo que produce una profunda debilidad en el sistema inmune.
Y la causa está en esa creencia errónea, en esa autoimagen de “enfermo” y en una dieta antifisiológica.
Los cinco venenos blancos....lácteos, harinas blancas, arroz blanco, sal refinada y azúcar.
Y en particular los lácteos que vuelven hipersensible al sistema inmune que reacciona frente a las proteínas de la leche de vaca.
Cuando se evitan estrictamente los cinco venenos blancos la alergia se cura sola y sin gastar dinero.
Pero la mayoría de los alérgicos prefieren seguir padeciéndola antes que renunciar a sus cinco adicciones blancas.

-Martín Macedo-

En mi debilidad está mi fuerza

 En mi debilidad está mi fuerza.

Esto es lo que dijo Pablo de Tarso hace casi dos milenios.
Entonces era un ser iluminado porque para Él ambas caras de la moneda tenían el mismo valor.
Cuando me siento débil encuentro mi fuerza; entonces no me preocupa la debilidad.
En las redes todos quieren los "like"....cuantos más like mayor es la alegría del que ha publicado.
Pero nadie quiere que lo califiquen como "no me gusta".
Eso no, por favor.
La filosofía de los cambios enseña lo mismo: todo frente tiene su dorso.
Nadie puede avanzar sino retrocede primero.
Nadie puede inhalar si primero no exhala.
Nadie puede tener éxito si primero no ha fracasado.
Nadie puede pararse si primero no ha caído.
Cuando alguien está en prisión tiene claro que quiere la libertad.
Cuando alguien está enfermo tiene claro que quiere la salud.
Cuando alguien no tiene dinero tiene claro que necesita recursos con urgencia.
Pero la mente no disciplinada se enfoca en la prisión, en lo terrible que es y en la cantidad de años que tendrá que pasar privado de libertad.
El enfermo que ha recibido un diagnóstico piensa todo el día sobre su problema de salud y siente que debe perseverar en la revisión de los síntomas porque así tal vez halle una salida.
Pero es al revés.
La salud se consigue enfocándose con máxima atención y entusiasmo en la obtención de la salud, en fortalecer el cuerpo y en aumentar la energía.
No se puede poner vino nuevo en odres viejos (Mt 9:14)
No puedo buscar la salud (vino nuevo) revisando los síntomas de la enfermedad y en las estadísticas de la enfermedad (odres viejos).
Si tengo un sueño debo mirar hacia el futuro, concentrar todas mis energías, voluntad, tenacidad y visión interior hacia ese sueño.
Porque si miramos hacia atrás, si revisamos el pasado, es como la mujer de Lot que cuando huían de Sodoma miró hacia atrás y quedó convertida en una estatua de sal.
Esta enseñanza tiene un significado místico.
La enfermedad es el pasado, y la salud infinita es el futuro.
Pero si en tu avance revisas los síntomas y recuerdas el dolor y la tristeza eres como la mujer de Lot.
Quiere avanzar con su cuerpo y retroceder con su mente.
Y eso no es posible porque son indivisibles.

-Martín Macedo-