jueves, 30 de marzo de 2017

Los caminos de la conciencia

Tomar conciencia es comprender los patrones que repetimos en muchos ámbitos sin saber por qué.

1. La conciencia: sistema operativo de la mente.

En muchas ocasiones, hemos podido experimentar cómo nuestro ordenador rinde más lentamente, o incluso directamente cómo hay programas que no funcionan o que no responden como deberían. Tras analizarlo con la ayuda de un técnico o un anti-virus, hemos podido comprobar que la causa de estas anomalías eran procesos en segundo plano que, al no saber que existían, seguían ejecutándose fuera de nuestro control.

En el momento en que nos damos cuenta de que están sucediendo, es cuando podemos terminar o cambiar ese proceso. Siguiendo esta analogía, la mayoría de la información que procesamos lo hacemos de forma inconsciente. Cuando percibimos conscientemente ciertas partes de nosotros que no funcionan como deberían -situaciones bloqueantes o patrones repetitivos-, es muy importante comprender que es posible que haya una información funcionando en un segundo plano que afecta a todo aquello que vemos. El proceso de “toma de conciencia” sería hacer consciente dicha información para poder influir en ella si así lo deseamos.

2. La sincronicidad de Jung

Según el psicólogo Carl G. Jung, la sincronicidad es la relación que existe entre un un estado psíquico y uno o varios acontecimientos externos que aparecen como resultado de ese estado.

El principio de sincronicidad afirma que, entre el estado psíquico de cada persona y los acontecimientos que experimenta, hay un vínculo de significado que los hace relacionarse simultáneamente; ocurren en el mismo espacio-tiempo y representan la misma información de distintas formas. Al identificar la relación entre nuestro estado interior y nuestro entorno, podemos elegir voluntaria y libremente una nueva forma de interaccionar con el mundo. Esto es tomar conciencia.

Jung se refiere a que, una vez se ha tomado conciencia, se llega a un estado de comprensión en el que se reconoce que todo está entrelazado, que no existe la casualidad y que todo se mueve por leyes muy precisas de carácter universal.

3. Herencias inconscientes

La forma en la que nos relacionamos con el ambiente viene en gran parte definida por las herencias transgeneracionales, las cuales nos condicionan a la hora de interpretar y reaccionar frente al mundo. Estas predisposiciones operan en nuestra mente inconsciente de forma automática.

Nuestro inconsciente familiar guarda la información que considera necesaria para la supervivencia del clan. Nosotros, como individuos, nos nutrimos de esta memoria para construirnos de la forma más adaptativa posible dentro de nuestra familia y de la sociedad.

Tomar conciencia supone comprender que nuestra herencia inconsciente tuvo una función de adaptación en situaciones anteriores vividas por miembros de nuestra familia. La comprensión de esta función biológica -o toma de conciencia- nos permite poder elegir de nuevo las acciones que consideremos oportunas y adecuadas en nuestro presente.

4. Deshacer la experiencia para tomar conciencia.

La conciencia solo ocupa un 3-5% de toda la actividad cerebral. El inconsciente es un nivel donde registramos información sin darnos cuenta, y representa el 95-97% de la actividad cerebral.

El Camino al Inconsciente es una de las principales herramientas que utiliza la Bioneuroemoción para acceder a la información almacenada en nuestro inconsciente. Se inspira en el método desarrollado por el Dr. Albert Ellis, que nos permite acceder a estados emocionales ocultos reprimidos y asociados a situaciones concretas.

El proceso del Camino al Inconsciente es inverso al proceso de la experiencia. De hecho, en el Camino al Inconsciente deshacemos el camino porque la primera impresión siempre es la emoción oculta.

Todas nuestras creencias, pensamientos, sentimientos y sensaciones físicas se originan a partir de una emociones, de las que la mayoría de las ocasiones no somos conscientes. En Bioneuroemoción, al utilizar el camino al inconsciente, se pretende identificar la emoción base sobre la que se forma el estado interno de la persona, y que se manifiesta en su realidad.

Al tomar conciencia de los procesos internos que crean nuestra experiencia, podemos comprenderlos e integrarlos, para poder realizar los cambios de una forma consciente.

No hay muchos caminos. Hay muchos nombres para el mismo camino, y este camino es conciencia.

Osho


martes, 28 de marzo de 2017

Tomar conciencia

Con el tiempo nos damos cuenta de que repetimos patrones en las relaciones, en el trabajo o 
en cualquier otro ámbito y no sabemos por qué. 

Tomar conciencia es comprender los sinsentidos de la vida. Más de una vez nos hemos visto atrapados en situaciones que nos parece haber vivido antes. 

Sin embargo, las repetimos. Es como si hubiera un mecanismo interno que nos lleva a vivir en un bucle, haciendo las mismas cosas, generando los mismos pensamientos. 

No nos sirve de nada saber que no nos beneficia.O, al contrario. Tenemos un familiar o un amigo atrapado en una situación en la que le  vemos sufrir y le insistimos en que resuelva de alguna manera porque nos cuesta soportar verle en una circunstancia que nos parece perjudicial. 

En ambos casos, tanto si nos pasa a nosotros como si les pasa a otros, encontramos a algo o a alguien para echarle la culpa. Creemos que lo que nos molesta está fuera de nosotros.Nuestras experiencias nos son casuales, no estamos mal de la cabeza por hacer cosas ilógicas e irracionales. 

Estamos procesando una información que es propia de nuestro clan.Las situaciones que vivimos están directamente relacionadas con situaciones que ya hemos vivido en algún momento anterior de nuestra vida y con situaciones que vivió alguno de nuestros ancestros. 

Es como si sintiéramos el mismo sufrimiento que nuestros antepasados en algún momento en el que temieron por su supervivencia cuando, en realidad, nosotros no estamos en una situación que ponga en peligro nuestra vida. Vivimos la misma emoción en un escenario distinto.

Tomar conciencia es hacer emerger esa información que está en nuestro interior y comprender que estamos viviendo igual que lo hacían nuestros padres y nuestros abuelos. A pesar de que nuestra circunstancia es diferente resolvemos las situaciones de la misma manera. Cuando comprendemos dejamos de posicionarnos, perdonamos y nos liberamos del victimismo. 

Alcanzamos una madurez emocional.Comprender no es lo mismo que entender. Comprender es una sensación que va más allá de lo racional, es dar sentido a algo, aparentemente, ilógico.Al tomar conciencia comprendemos para qué vivimos lo que vivimos. Lo único que tenemos que hacer es aprender que las situaciones que vivimos en nuestra vida son una oportunidad para crecer en nuestra experiencia de vida. 

Al tomar conciencia dejamos de pensar y empezamos a hacer. Comprender lo que no tiene explicación nos da paz y esa paz contribuye de forma muy clara a nuestro bienestar emocional.

sábado, 25 de marzo de 2017

El agua siente y es sensible a las palabras y a la música.

Se estima que la edad del océano es de unos 4.000 millones de años. El agua siente y es sensible a las palabras y a la música.



El maestro Masaru Emoto lo dejó bien asentado antes de dejar este mundo. Vino a cumplir una misión y la realizó magistralmente. Nos hizo tomar conciencia de lo sagrada que es el agua. El agua tiene una inteligencia maravillosa. Porque es un ser viviente.



El agua acumula la información vibratoria que se imprime sobre ella.El océano tiene los registros de eventos geológicos durante 4.000 millones de años. Conoce íntimamente todos los secretos de la vida del planeta. El mar es la sangre de la Tierra y la salud de la Tierra.


Es tan poderoso que a pesar de las aberraciones de la civilización que no ha dejado de contaminar durante siglos, sigue joven y fuerte.



El agua oceánica no es sólo agua con sales minerales. El agua oceánica conoce todos los secretos de la salud del planeta. Cuando absorbemos pequeñas cantidades de agua marina absorbemos esta información que ingresa a la inteligencia celular para que los humanos y el océano se unifiquen en una poderosa conjunción llamada salud absoluta.


Los que temen absorber agua o su sal por evaporación directa por sus eventuales contaminantes o bacterias nocivas quedan huérfanos y desconectados de la esencia del planeta.


Si rechazamos a la Tierra, ella nos rechazará a nosotros.Si rechazamos al océano por no tener la pureza que deseamos.El océano nos rechazará a nosotros. Y vagaremos por la corteza terrestre como un viajero que espera su avión de lujo para viajar a otro mundo más digno de su pureza. Y con esta actitud podrá recibir todas las terapias del mundo y jamás experimentará la gloriosa sensación de ser parte de algo inmenso que nunca envejece y que nunca se enferma.

-Martín Macedo-

viernes, 24 de marzo de 2017

Aunque tengas miedo, hazlo igual

En la primera parte “Aunque tengas miedo, hazlo igual”.  Antes de empezar: ¿Todos tenemos claro cuándo tenemos miedo? ¿Todos sentimos miedo ante los mismos estímulos? ¿Todos reaccionamos de la misma manera? ¿El miedo es per se un problema? ¿Qué es el miedo….?
El miedo es una emoción muy popular: compartimos frases y vídeos en nuestras redes sociales en los que hablamos sobre esta emoción, y además nos repetimos constantemente que no debemos sentirlo, no debemos tener miedo, apostamos por una vida sin miedos, le consideramos como el peor de nuestros enemigos… ¿Pero qué pasaría si el miedo no existiera?
El miedo es una de las emociones más básicas del ser humano y además cumple un papel fundamental: la supervivencia. ¿Qué pasaría si viviéramos sin miedo? Solo existe una posibilidad: nos extinguiríamos. De hecho, si alguna especie en algún momento de la evolución no sentía miedo, se extinguió sin lugar a dudas.  Sin miedo, viviríamos de forma tan temeraria que pondríamos en peligro nuestra vida y moriríamos a los pocos días de no tener miedo. El miedo tiene una utilidad muy importante en nuestra vida. Nuestro gran problema con el miedo, es que convivimos con miedos “desadaptativos”: el miedo solo es un problema cuando le tienes miedo a tus miedos.
El miedo es un mecanismo adaptativo cuando nos advierte que un entorno o un estímulo es potencialmente peligroso. Gracias a esta emoción, tendremos la capacidad para reaccionar rápidamente ante situaciones peligrosas, ya que gracias a él nos retiramos cuando existe una amenaza. Esta amenaza puede ser para nuestra vida, o para nuestra  autoestima, nuestra seguridad (según nuestras creencias sobre lo que es seguro o no) o para nuestro autoconcepto.  Así que el miedo sólo es una emoción que reacciona en función de nuestros patrones mentales, de nuestras creencias y pensamientos. El miedo en sí mismo es positivo, nos ayuda a alejarnos de un suceso para el cual todavía no estamos preparados.
El problema con el miedo es cuando entran en juego nuestras creencias e interpretaciones de los estímulos que recibimos, ya sean externos o internos (pensamientos). Si gestionamos de forma inadecuada nuestro miedo, nos frenará demasiado, no nos dejará actuar, nos sentimos paralizados… El problema  no es el miedo, sino es lo que hacemos con el miedo. Pregúntate qué te gustaría hacer realmente y no haces. Qué te gustaría vivir y no vives. Cómo te gustaría que fuera tu vida y no haces lo necesario para llegar a ello. Todos esos miedos: ¿en qué se basan? ¿En tus creencias? ¿En un hecho del pasado? ¿Qué pudieras hacer tú para que ese hecho no te afectara nunca más?
Por ello, debemos cambiar esos anuncios de “Vive sin miedo” por “Vive plenamente a pesar de tus miedos”.  Y volvemos a la primera parte de la frase del sr Corbera:  “Aunque tengas miedo, hazlo igual”
¿Serías capaz de hacer hoy algo con miedo? Éste es tu reto: hay que comenzar a hacer pequeñas cosas que me den miedo. Porque el no ya lo tienes. Porque si no lo intentas, no lo consigues. Porque quiero que mis días sean bonitos y curiosos. Elige aquella acción que vas a hacer hoy, a pesar del miedo. Y para que lo consigas, echa un vistazo a los siguientes tips:
  1. Piensa que la mayoría de miedos son infundados. Estamos anticipando hechos futuros que en un alto porcentaje no se van a cumplir. Analiza tu miedo, empieza por algo pequeñito, y valora la probabilidad de que se llegue a cumplir el peor de tus pensamientos.
  2. Focalízate en lo positivo, reorienta tu atención a lo que puede salir bien y dale la importancia que merece: pon tu foco en aquellas cosas que te agradan. Vive el momento y rodéate de experiencias y personas positivas.
  3. Comparte tus miedos con otras personas. Tener gente alrededor tuyo siempre será un aspecto positivo.
  4. Otra opción es cuidar a tu niño o niña interior: Piensa en ti como ese niño pequeño que fuiste y necesita tu protección. Cuida de ti como si fueras un niño. Habla interiormente contigo. Será una conversación entre un adulto fuerte, responsable, alegre, poderoso y exitoso, y un niño pequeño indefenso y temeroso ante la vida. Quiérelo y hazlo fuerte.
  5. Haz lo que creas justo. No anticipes hechos. Vive el momento y cuando tengas que actuar, actúa sin miedo, con firmeza y con justicia. Seguro que tienes unas convicciones fuertes. Aférrate a ellas y no dejes que nadie pase encima por ellas. Crece como persona afrontando con valentía las situaciones cuando se presenten, no antes.
Vamos a por la segunda parte de la frase: “Estás "condenado" a re-aprender”. Si ya lo decía Quevedo: “Bien acierta quien sospecha que siempre yerra” Los errores son parte de la vida, somos humanos y los cometemos, cuanto antes lo aceptemos mejor, lo que marca la diferencia es saber gestionarlos (igual igual que pasa con el miedo… qué casualidad… o no?) A lo largo de la vida, desde que eres niño, te vas equivocando en múltiples ocasiones y eso te da la oportunidad de aprender. El problema es que cuando somos pequeños no tenemos miedo a equivocarnos (miedo adquirido), y conforme vamos creciendo es algo que nos importa más y más.
En relación con “la gestión del error”, lo importante es ser conscientes que somos proclives a cometerlos y, si caemos en él, debemos ser capaces de tomar las medidas para revertir sus consecuencias o, en caso contrario, sacarles el máximo partido. Los errores, aunque no nos gusten y aunque queramos evitarlos, constituyen la oportunidad de aprendizaje más valiosa que tenemos. Lo importante es aceptarlos, entenderlos y aprovechar la oportunidad que nos brindan para mejorar, sin evadir nuestra responsabilidad. De hecho, creer que eres inmune a los errores puede llegar a convertirse en tu peor enemigo. Quizás no hay que llegar al punto de celebrar los errores, pero sí es interesante respetarlos, valorarlos, darle el lugar que se merecen, reconocerlos y asumir su responsabilidad: de esta manera, y sólo así, generaremos aprendizaje a partir de ellos. Es decir, pasando a la acción y dejando atrás el inmovilismo paralizante del miedo.

El argumento de Tolstoi para volverse vegetariano

Entre las decisiones de vida de León Tolstói, sin duda una de las más interesantes es aquella que le llevó a renunciar a los privilegios de su clase. Quizá no muchos sepan que Tolstói era miembro de la nobleza rusa y que por mucho tiempo ostentó el título de conde, el cual heredó de su padre. Con todo, aparentemente harto de la frivolidad de la aristocracia, dio la espalda a su posición y sus riquezas y abrazó una vida mucho más sencilla, pero llena de sentido; él, que atestiguó los horrores de la guerra y escribió sobre ellos, suscribió una ideología pacifista e incluso argumentó a favor de cierto anarquismo civilizado, en donde el individuo derruyera la enajenación que genera el Estado a favor tanto de su propia persona como del trabajo colectivo con sus coetáneos (abundamos sobre dichas ideas en esta nota).

En su obra también es posible encontrar efectos de este cambio de vida, por ejemplo, un libro dedicado a comentar los Evangelios, además de otros escritos en torno a ideas filosóficas, espirituales e incluso teológicas orientadas a liberar al ser humano de la obediencia, los vicios y otros males que nos impiden desarrollar nuestro potencial, individual y colectivamente.

Como parte de esa forma de vivir (o, mejor dicho, de la congruencia natural que surge cuando una persona toma conciencia de su vida), Tolstói adoptó también una dieta libre de carne, una decisión lógica una vez que optó por combatir toda forma de violencia.
Como sabemos, salvo por los tiempos primitivos o en las épocas remotas de espiritualidad profunda, la historia del consumo de carne ha estado asociada casi siempre con distintos grados de sufrimiento hacia los animales, en prácticamente todas las etapas de su producción.

En “El primer paso”, un ensayo de 1891, Tolstói escribió:
Si alguien buscar real y seriamente vivir una buena vida, lo primero de lo cual tendría que abstenerse por siempre es de consumir carne, porque, sin mencionar toda la excitación de pasiones que provoca ese tipo de alimento, su consumo es simplemente inmoral, en la medida en que involucra la realización de un acto que va en contra de todo sentido moral: matar.
No se puede fingir ignorancia, porque no somos avestruces; no podemos creer que, si no miramos, no sucederá lo que no queremos ver. Más imposible aún es no querer ver lo que comemos.
Personas jóvenes, amables, intachables –especialmente mujeres y niñas, sin saber cómo esto se sigue lógicamente, sienten que la virtud es incompatible con los filetes de ternera y, tan pronto como desean ser buenas, abandonan el consumo de carne.

Como podemos ver, Tolstói enmarca esa elección de dieta en una forma de vida mucho más amplia que, brevemente, podemos caracterizar por su orientación hacia la virtud, una “vida moral”, según dice en esa misma sección de su ensayo. Él mismo, por otro lado, acepta que no se requiere dejar de comer carne para ser buenos, pero al mismo tiempo sugiere que una vez que se toma conciencia de ciertos aspectos de la existencia, la coherencia misma de este “despertar” conduce a modificar la manera en que vivimos, en pequeñas acciones quizá, y en otras de mayor trascendencia, pero en cualquier caso guiadas por esa voluntad moral del bien vivir. Nos dice Tolstói:
¿Qué quiero probar? ¿Acaso que los hombres, para ser buenos, deben cesar de comer carne? No.
Quiero solamente demostrar que, para conseguir llevar una vida moral, es indispensable adquirir progresivamente las cualidades necesarias, y que de todas las virtudes, la que primero hay que conquistar es la sobriedad, la voluntad de dominar las pasiones. Tendiendo hacia la abstinencia, el hombre seguirá, necesariamente, cierto orden bien definido, y en el tal orden, la primera virtud será la sobriedad en la alimentación, el ayuno relativo.

Para cerrar esta nota quisiéramos decir que cada persona es libre de hacer lo que le plazca con los alimentos que consume; sin embargo, eso no es cierto. La libertad no es algo que se nos da en el mundo, que tenemos de facto, sino más bien algo que se construye personalmente, en función de las propias circunstancias. ¿Te has preguntado cuántos de tus hábitos alimenticios están determinados por los intereses de una empresa, por ejemplo? ¿De dónde nos viene la idea de que el desayuno es la comida más importante del día o que el cuerpo humano necesita comer carne para mantenerse saludable? No es sencillo hablar de libertad cuando hay tantos factores inmiscuidos en un “simple” hábito alimenticio.

Más allá del vegetarianismo, el argumento de Tolstói también puede tomarse como una invitación a reflexionar sobre el curso de nuestra existencia, si está orientado a lo que de verdad queremos para nuestra vida.

lunes, 20 de marzo de 2017

Transformar la vida



Y empezar a vivir sin identificarnos con nuestro personaje y conectar con nuestra esencia.

Es posible dejar de creer que tenemos que vivir comparándonos con otros, compitiendo con los demás, defendiendo nuestras ideas y recuperar la paz interior reconociéndonos parte de la naturaleza. Tratar a las cosas como cosas sin permitirles que nos traten como cosas. Comprender la necesidad de los opuestos sin catalogarlos de buenos o malos sino comprendiendo que los ciclos de la vida se necesitan unos a otros. Como la noche y el día, como el agua y el fuego.

Alan Watts (Londres, 1915 – California, 1973), fue filósofo, sacerdote anglicano, escritor y conferenciante experto en religión. A través de sus numerosos libros y artículos popularizó las filosofías asiáticas en occidente. Se interesó por el budismo Zen, el taoísmo, el cristianismo, el hinduismo y obtuvo un doctorado honoris causa por la Universidad de Vermont en reconocimiento a su contribución al campo de las religiones comparadas. En su libro El Camino del Tao nos dice: “El hombre del Tao vive en el Tao como el pez en el agua. Si intentamos enseñarle al pez que el agua está físicamente compuesta por dos partes, una de hidrógeno y otra de oxígeno, éste se ahogará de risa”.

Watts nos recuerda que vivimos ignorando que todos compartimos un espacio igual que los peces comparten su medio, el agua, sin saber nombrarla. Para el autor “el espacio y mi conocimiento del universo son lo mismo”. Sin embargo, al intentar analizar cómo vivimos descomponemos cualquier objeto de estudio en partes y, en consecuencia, proyectamos una imagen mecánica de su estructura. “La naturaleza no posee ‘partes’ excepto las que determinan los sistemas humanos de clasificación”. El Tao es todo y es nada, no se puede nombrar igual que “no oímos a la naturaleza jactarse de serlo”.

Si la naturaleza no tiene partes en las que dividirse todo forma parte de ella. Lo que en el Tao se llama “el principio yin-yang no es, por tanto, lo que corrientemente llamamos dualismo sino, en todo caso, una dualidad explícita que expresa una unidad implícita”. El mundo natural “no es un sistema lineal” sino que “implica una infinidad de variables interactuando simultáneamente”. Es decir, el principio ying-yang “afirma, pues, que los algo y los nada, los adentro y los afuera, lo lleno y lo vacío; las vigilias y el sueño así como las alternancias de existencia y no existencia, son mutuamente necesarios”.

Sin embargo, vivimos poniendo adjetivos a esta dualidad y clasificando lo que nos sucede como bueno o malo según se corresponde con la convención establecida. El siguiente cuento taoísta lo ilustra perfectamente: “Había un campesino cuyos caballos huyeron. Aquella tarde, los vecinos se reunieron para compadecerse de él puesto que había tenido tan mala suerte. Él dijo: «Puede ser». Al día siguiente los caballos regresaron trayendo consigo seis caballos salvajes y los vecinos lo felicitaron por su buena suerte. Él dijo: «Puede ser». Entonces, al día siguiente, su hijo intentó ensillar y montar uno de los caballos salvajes, fue derribado y se quebró un brazo. Nuevamente los vecinos fueron a expresar su compasión por la desgracia. Él dijo: «Puede ser». Un día más tarde, los oficiales de reclutamiento llegaron al pueblo para llevarse a los hombres jóvenes al ejército; pero como tenía un brazo roto, su hijo fue excluido. Cuando los vecinos le comentaron cuán favorable se había tornado la situación, él dijo: «Puede ser». La concepción yin-yang del mundo es serenamente cíclica.

La Bioneuroemoción® sugiere que el observador establece un estado inicial de partida, el observador percibe desde un estado de conciencia determinado y en su vida manifiesta el complementario. Podemos ver lo que estamos proyectando si ponemos atención en lo que estamos recibiendo. Es decir, de cada situación que vivimos podemos aprender más sobre nosotros mismos. Cuando calificamos un suceso como negativo tenemos una oportunidad para integrar nueva información.

El objetivo de la consulta en Bioneuroemoción es la toma de conciencia que propicia un cambio de percepción que facilita una nueva comprensión de la situación de dificultad o estrés. Se trata de relacionarnos de forma distinta con el conflicto para poder trascenderlo. Transformar la vida no quiere decir que nada externo cambie sino cambiar nuestra percepción sobre lo que sucede, es decir, comprender que nuestras vivencias son el resultado de interpretaciones subjetivas que están directamente relacionadas con interpretaciones que ya hicimos en el pasado y que ya hicieron nuestros ancestros durante sus vidas. Para seguir el ciclo de la naturaleza, igual que el campesino del cuento, debemos vivir la vida sin posicionarnos.

sábado, 18 de marzo de 2017

Cuando te permites lo que crees merecer, atraes lo que quieres

Cuando eres consciente de lo que mereces, y por fin, te lo concedes, y aprendes a priorizarte un a ti mismo, llegará todo lo que requieras. No es magia, ni es el universo tejiendo sus leyes de atracción. Es nuestra propia voluntad para ser plenos, para tomar las riendas de nuestra vida. Empezaremos proponiéndote una pequeña reflexión… ¿Qué es lo crees que te mereces a día de hoy?

Puede que hayas pensado en un descanso. En permitirte que el tiempo discurra un poco más despacio para poder así, apreciar todo lo que te rodea. Disfrutar del “aquí y ahora”, sin estrés, sin ansiedad.

Todos, en nuestro interior, sabemos qué es lo que merecemos. No obstante, el reconocerlo es algo que a veces nos cuesta porque pensamos que puede llegar a ser una actitud egoísta.

Las actitudes limitantes

Muchos de nosotros solemos desarrollar a lo largo de nuestra vida muchas actitudes limitantes. Son creencias en ocasiones inculcadas durante nuestra infancia, o incluso desarrolladas posteriormente en base a determinadas experiencias.

Es esa forma de pensar expresadas en frases como “no valgo para nada”, “yo no soy capaz de hacer eso, fracasaré”, “¿Para qué intentarlo si siempre me salen las cosas mal?”…

Una infancia complicada con unos progenitores que nunca o pocas veces nos dieron seguridad, o incluso relaciones afectivas basadas en la manipulación emocional, suelen limitarnos casi de un modo determinante. Nos volvemos frágiles por dentro y vamos poco a poco, deshilachando nuestra autoestima.

Reestructura tus creencias. Tú eres más que tus experiencias, no eres quien te hizo daño o quien alzó muros para privarte de tu libertad. Mereces avanzar, mereces leer en tu interior y reconocer tu valía, tu capacidad para ser “apto” en la vida y sobre todo, feliz. Lo que merecemos y lo que requerimos está tan unido como el eslabón de una cadena. 

Si "necesitamos" algo para ser plenos nos volvemos cautivos de nuestras propias emociones

Empieza por ti mismo/a. Sé tú la persona que quisieras tener a tu lado… La que merece caminar los pasos de tu vida. Al final, conectaras con alguien que se reflejará en ti. No obstante, empieza también con estas importantes dimensiones:

-Libérate de tus miedos.

-Disfruta de tu soledad, aprende a leer en tu interior, a empatizar contigo a la vez que con los demás.

-Cultiva tu conciencia, disfruta de tu presente, de lo que eres y de cómo eres.

-Aprende a ser pleno con humildad, desactivando el ego, madurando emocionalmente.

En cuanto te conectes a ti mismo y vivas todo aquello que mereces, convirtiéndote en la mejor versión de ti, llegará lo que quieras.

Rincón del Tibet

jueves, 16 de marzo de 2017

El misterioso secreto de las Almas Gemelas

En la India Dios es hombre y mujer; Radha y Krishna. Los padres originales de toda la creación. Esta energía dual existe en todas las cosas de este mundo. Masculino-femenino, positivo-negativo, frío-calor, ying-yang, día-noche, cuerpo-alma, etc.
Sin embargo en el mundo espiritual, al que pertenecemos, hay unidad entre estas energías. Por lo tanto es natural sentir que nos falta esa otra parte, y vivimos buscándola en cada una de nuestras acciones: trabajando, estudiando, buscando un amor, en todo. Y nos sentimos vacíos cuando no la encontramos en algún otro que esté cerca nuestro.
Por lo tanto si nuestro origen es Masculino y Femenino, el alma gemela no es algo diferente a nosotros, sino que es nuestra otra mitad. Lo que se siente cuando uno se encuentra con esta persona es algo que no se puede describir con palabras. Es un amor más allá de toda dimensión. El Alma Gemela es un ser con el cual sentimos una profunda afinidad y armonía.
Existe una compenetración en los planos físico, emocional, intelectual y espiritual. Por lo tanto, con el alma gemela podemos tener un encuentro amoroso ideal, donde se comparte un amor incondicional y desinteresado. Saca lo mejor de nosotros, nos permite crecer, evolucionar e irradiar esa armonía a los demás.
Además existen metas, propósitos comunes y se comparten los anhelos más profundos. No obstante, para llegar a generar el alma gemela se requiere resolver asuntos kármicos, generados en vidas anteriores. Ella es como un premio al aprendizaje y la evolución.
Al no tenerla próxima experimentamos una nostalgia en el espíritu, deseamos inconscientemente un encuentro, ya que la conexión viene de otras vidas, desde el origen mismo del Alma.
La unión nos promete lazos irrompibles que seguramente pueden afrontar las más diversas circunstancias. La compatibilidad y el apego emocional tendrían que sobresalir a cualquier otra relación de amor que tengamos.
No es una relación romántica. Aquí no hay romance, hay algo que lo rebasa. El romanticismo suele ser exageración sentimental, generado por el ego. Cuando dos almas gemelas se encuentran, hay algo superior que las une, es sin lugar a dudas, el Amor incondicional, que ha atravesado las capas del ego y es el Único Amor Auténtico.
No es una relación que se deba buscar. De hecho no se busca, simplemente se encuentra.
No es una relación cuyos parámetros de comportamiento se puedan entender o designar por medio de los nombramientos o etiquetas sociales conocidos. En la basta sociedad común, sustentada en el ego con sus tipos de relaciones legales o formales, no existen las palabras para designar a estas relaciones. No son amigos, no son amantes, no son concubinos, no son novios, no son matrimonio, no son pareja. Son Almas Gemelas.
Con tu Alma Gemela no se compite nunca, por nada, ni por familias, ni por posición social, ni por estatus ni por logros. No "necesitan" determinado tiempo o espacio para saber que están en contacto. Las Almas Gemelas no se ven limitadas únicamente al espacio físico o temporal para comunicarse.
No es una relación que se pueda disolver. Una vez que encuentras a tu alma gemela, es indisoluble en su máximo grado, incluso luego de las pruebas de separación que en cualquier otra relación terminaría con el nexo.

La relación entre Almas Gemelas

Es una relación de dos personas donde ambas encuentran su propia alma en sí mismas y en el otro u otra al mismo tiempo. El hallazgo marca la vida como una referencia difícil de explicar a quien no la ha vivido.
Al principio es una relación donde frente a un desconocido como persona, descubres que su alma o espíritu te es perfectamente conocido. Te sientes a ti mismo en esa persona. La confianza se sucede en automático.
Hay una franca e innegable sensación de ya haber conocido a esa persona, a ese perfecto desconocido. La atracción no es de cuerpos, el enamoramiento no es de la forma de ser, ambos, atracción y enamoramiento son del alma.
Suele ser la única compañía que se siente como necesaria y al mismo tiempo no serlo. Esta paradoja sólo se sucede en Almas Gemelas porque uno es el otro al mismo tiempo que uno es uno mismo y así se puede necesitar y no, del otro.
Es la relación con quien se experimenta el más puro amor que rebasa toda "necesidad" corpórea o "necesidad" alguna, alcanzando y disfrutando juntos varios momentos de plenitud de vida.
Nunca compiten por nada, colaboran en todo lo que puedan para apoyar al otro a crecer. Las Almas Gemelas siempre se están dando todo, en una entrega total, sin miedos, ni medidas, sin condiciones, y sin expectativas, para colaborar en el desarrollo del otro.
No se razona, se abre la intuición y comprenden por medio de ella que todo así debía suceder. Por ello es una relación que ellos intuyen así debe ser, y que al mismo tiempo los demás no entienden. Los demás razonan, ellos intuyen.
Es una relación donde uno siente lo que siente el otro, tanto cuando comentan y comparten los hechos que les sucedieron… como si no. Es una relación donde hay un profundo y sostenido interés por la vida del otro, donde llegan a descubrir que uno de sus más preciados e invaluables tesoros es la amorosa atención que se brindan constantemente.
Las facultades de telepatía, paraempatía, clariaudiencia y percepciones extrasensoriales en general, se ven francamente incrementadas en su posibilidad de suceder entre Almas Gemelas.
“Sé que me esperas en alguna parte porque mi Corazón va a tu encuentro…Sé que vienes hacia mi…Sé que nuestras almas ya están unidas…Sé que te amo desde y por siempre.”
El encuentro de las almas gemelas sucede mucho antes de ocurrir el conocimiento en el plano físico. Ese encuentro se va realizando a través de estadios, que una vez ocurridos, permanecen latentes y se van encadenando unos con otros.
Ideal Espiritual: También llamado de misión. Sabemos que éste se logra, cuando juntas, las almas gemelas alcanzan un desarrollo que jamás lograrán alcanzar por separado. Ambas son invadidas por una inmensa felicidad. Si se pelean o se separan, parecen decaer o marchitarse. Llegan a sentir que de ahí en adelante no les interesa nada más.
Simpatía Intelectual: En este estadio las almas gemelas gustan de los mismos temas, intercambian ideas que a su vez son constructivas. Ambas desean una elevación cultural e intelectual. Los compañeros se incentivan mutuamente en el estudio, en caso contrario entrarían en la esfera de la individualidad y del egoísmo.
Deseo: El hombre y la mujer se entregan a la pasión, la buscan. Requieren de conversaciones prolongadas, que durarán horas. Se respetan los largos diálogos y los planes para el futuro.
Físico: Es el periodo en el cual el abrazo, el beso y el acto sexual son intensos, cuando existe una elevación del kundalini para la liberación kármica de cualquier obstáculo que vaya contra la evolución de los dos.
El Rincón del Tibet 

Resaca emocional

Muchas veces recordamos momentos o situaciones sin saber muy bien por qué. Otra veces, no sabemos que nos acordamos de un instante concreto hasta que algo o alguien nos despierta ese recuerdo.


En otras ocasiones nos gustaría olvidar un hecho y no lo conseguimos y, al revés, queremos acordarnos de algo y nos quedamos ‘en blanco’. Nuestra memoria funciona como un sistema de interconexiones neuronales que” tiene relación con nuestro mundo externo y con el interno”.

Lila Davachi es profesora asociada del Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York y del Centro de la Ciencia Neural. Es también la investigadora principal del estudio que se presenta en el artículo “Los estados emocionales del cerebro mantienen y mejoran la formación de la memoria futura” publicado por la revista Nature Neuroscience en diciembre de 2016. Los resultados de la investigación indican que “las medidas neuronales de una experiencia emocional pueden persistir en el tiempo” e influyen en cómo nueva información “es codificada y recogida”.

Es decir, las experiencias emocionales se recuerdan mejor que las experiencias no emocionales, y el estudio demuestra que “incluso las experiencias no emocionales que suceden inmediatamente después de eventos emocionales se recuerdan mejor”. Lo que pone de manifiesto que “nuestra cognición está muy influenciada por las experiencias anteriores y, específicamente, que los estados emocionales puede persistir durante largos periodos de tiempo”. Además la forma en que recordamos las situaciones que hemos vivido está fuertemente influenciada por nuestros estados internos que permanecen durante el tiempo y colorean las experiencias futuras.

Para realizar la investigación se tomaron dos grupos de individuos y se les mostraron dos conjuntos de imágenes. La combinación de estímulos visuales relacionados con estados emocionales dio como resultado una clara relación entre la memoria y la carga emocional puesto que “los sujetos que fueron expuestos a los estímulos evocadores primero tuvieron un mejor recuerdo a largo plazo”. Las personas participantes fueron monitorizadas para medir la excitación fisiológica, la conductancia en la piel y la actividad cerebral, es decir, para obtener datos concretos de que el impacto emocional había existido y que permanecía latente hasta unos 30 minutos más tarde de haber sucedido.

A este efecto lo llaman “resaca emocional” y se refiere a los estados cerebrales provocados por la actividad emocional que persiste durante unos 20 o 30 minutos después de la experiencia y, por lo tanto, afectan la forma en que los sujetos de la prueba se relacionan y recuerdan acontecimientos no emocionales que siguieron poco después. En otras palabras, constatan que existe una especie de inercia emocional que persiste después de un impacto y que influyen en la capacidad de memoria de los eventos siguientes en el tiempo.

Desde la Bioneuroemoción® sugerimos que la emoción es un vehículo que nos permite adentrarnos en el laberinto de nuestras vidas. A través de las emociones vividas podemos bucear en nuestra experiencia y reinterpretar situaciones concretas para alcanzar el bienestar emocional.

Como nos dice Enric Corbera en el libro Yo soy tú: la mente no dual: “Sin emoción no hay vivencia, no hay experimentación, no hay recuerdo; la emoción relaciona mi inconsciente con mi consciente, une ambos aspectos de mi psique; en el ámbito del tiempo, une mi pasado con mi presente y me impulsa a la vivencia de un futuro”. Y nos invita a poner atención a lo que sentimos cuando nos dice “sentir nuestros estados emocionales, es lo mismo que ser conscientes de nuestras emociones y sentimientos, nos ofrece la flexibilidad de la respuesta basada en nuestra historia particular”.

lunes, 13 de marzo de 2017

Victimismo Crónico: Personas que funcionan en "modo queja"

Todos, en algún que otro momento, hemos asumido el papel de víctimas. Sin embargo, hay personas que se convierten en víctimas permanentes, sufren lo que podríamos considerar como un “victimismo crónico”. Estas personas se disfrazan de falsas víctimas, ya sea de forma consciente o inconsciente, para simular una agresión inexistente y, de paso, "culpar" a los demás, liberándose de toda responsabilidad.

En realidad, el victimismo crónico no es una patología, pero podría desembocar en un trastorno paranoide, cuando la persona insiste en "culpar" continuamente a los demás de los "males que padece". Además, esta forma de afrontar el mundo, de por sí, conduce a una visión pesimista de la realidad, que produce malestar, tanto en la persona que se queja como en quien recibe la "culpa".

En muchos casos, la persona que abraza el victimismo crónico termina alimentando emociones limitantes, como el resenti-miento y la ira, que desembocan en un victimismo agresivo. Es el típico caso de quien no se limita a lamentarse sino que ataca y acusa a los demás, mostrándose intolerante y vulnerando continuamente sus derechos como personas.

- Deforman la realidad. Este tipo de personas creen firmemente que la "culpa" de lo que les "sucede" es de los demás, nunca es suya. En realidad, el problema es que tienen una visión deformada de la realidad, poseen un locus de control externo, y creen que tanto las cosas que suman como las que restan que se generan en su vida no dependen directamente de su voluntad, sino de las circunstancias externas. Además, sobredimensionan los aspectos "negativos", desarrollando un pesimismo exacerbado que les llevan a centrarse solo en las cosas que limitan, obviando las que suman.

- Hallan consuelo en el lamento. Estas personas creen que son víctimas de los demás y de las circunstancias, por lo que no se sienten responsables de nada de lo que generan. Como resultado, lo único que les queda es lamentarse. De hecho, suelen encontrar placer en el acto de quejarse porque así asumen mejor su papel de "pobres víctimas" y logran llamar la atención de los demás. Estas personas no piden apoyo para superar los quiebres, solo se lamentan de sus desdichas en la búsqueda desenfrenada de compasión y protagonismo.

- Buscan "culpables" continuamente. Las personas que asumen el papel de víctimas eternas, desarrollan una actitud recelosa, suelen creer que los demás siempre actúan de mala fe, solo para ponerles la zancadilla. Por eso, suelen tener un afán casi morboso por descubrir agravios nimios, sentirse discriminados o maltratados, solo para reafirmar su papel de víctimas. Así, terminan desarrollando una hipersensibilidad y se convierten en especialistas en formar una tormenta en un vaso de agua.

- Son incapaces de realizar una autocrítica sincera. Estas personas están convencidas de que no tienen responsabilidad de nada, por lo que no hay nada que criticar en sus actitudes y formas de comportarse. Como la responsabilidad es de los demás, no aceptan las críticas constructivas y, mucho menos, realizan un examen de conciencia a fondo que les lleve a cambiar su actitud. 
Para estas personas, los errores y defectos de los demás son intolerables, mientras que los propios son una simple sutileza. Después de todo, las víctimas son ellos.

Para que una persona pueda asumir el papel de víctima, tiene que haber un "culpable". Por tanto, debe desarrollar una serie de estrategias que le permitan lograr que la otra persona asuma la "culpabilidad" en el asunto. Si no somos conscientes de estas estrategias, es probable que caigamos en sus redes y que incluso estemos dispuestos a cargar con toda la responsabilidad sobre nuestras espaldas.

1. Retórica victimista. Básicamente, la retórica de esta persona se dirige a descalificar los argumentos de su adversario. Sin embargo, en realidad no refuta sus afirmaciones con otros argumentos que sean más válidos, sino que se encarga de que la otra persona asuma, sin darse cuenta, el papel de atacante. 

¿Cómo lo hace? Simplemente asume el rol de víctima en la discusión, de forma que la otra persona quede como alguien autoritario, poco empático o hasta agresivo. Es lo que se conoce en el ámbito de la argumentación como “retórica centrista” ya que la persona se encarga de mostrar a su adversario como un extremista, en lugar de preocuparse por refutar sus afirmaciones. De esta manera, cualquier argumento que esgrima su adversario, será solo una demostración de su mala fe. 

Por ejemplo, si una persona se atreve a contrastar una afirmación con un hecho irrefutable o con estadísticas provenientes de fuentes fiables, la víctima no le responderá con hechos sino que dirá algo así como: “Siempre me estás atacando, ahora dices que miento” o “Estás intentando imponer tu punto de vista, haz el favor de disculparte”.

2. Retirada victimista. En algunos casos, el discurso de la víctima está dirigido a eludir su responsabilidad y evitar tener que disculparse o reconocer su error. Por eso, intentará escabullirse de la situación. Para lograrlo, su estrategia consiste en desprestigiar el argumento del vencedor, pero sin llegar a reconocer que estaba equivocado.

¿Cómo lo hace? Una vez más, asume el rol de víctima, juega con los datos a su antojo y los manipula a su conveniencia con el objetivo de sembrar la confusión. Básicamente, esta persona proyectará sus errores en el otro.

Por ejemplo, si una persona le responde con un dato comprobado, que niega su afirmación anterior, la víctima no reconocerá su error. En todo caso, intentará hacer una retirada digna y dirá algo así como: “Ese hecho no niega lo que he dicho. Por favor, no cree más confusión y caos” o “Me está culpando de confundir a los demás, no tiene educación, es evidente que es inútil discutir con usted porque no atiende a razones”, cuando en realidad quien crea el desconcierto es él mismo. 

3. Manipulación emocional. Una de las estrategias preferidas de las víctimas crónicas es la manipulación emocional. Cuando esta persona conoce bastante bien a su interlocutor, no dudará en echar mano al chantaje emocional para poner el tablero a su favor y adoptar el rol de víctima. De hecho, estas personas son muy hábiles reconociendo emociones, por lo que utilizan cualquier resquicio de duda o culpa en su beneficio.

¿Cómo lo hacen? Descubren el punto débil de su adversario y explotan la empatía que este puede sentir. De esta forma, terminan envolviéndole en su tela de araña, para que esa persona adopte toda la responsabilidad y el papel de verdugo, mientras ellos se quedan cómodos en su rol de víctimas y pueden seguir lamentándose.

Por ejemplo, una madre que no quiere reconocer sus errores, puede poner la culpa en el hijo diciendo cosas del tipo: “Con todo lo que he hecho por ti, y así me pagas”. Sin embargo, este tipo de manipulación también es muy común en las relaciones de pareja, entre amigos e incluso en el ámbito laboral.

El primer paso consiste en darse cuenta de que estamos ante una persona que asume el rol de victima. Luego, se trata de resistir el embate y no dejar que nos enrede en su juego. Lo más sensato es decirle que no tenemos tiempo para escuchar sus lamentaciones, que si quiere apoyo o una solución, con gusto le apoyaremos, pero que no estamos dispuestos a perder tiempo y energía escuchando continuamente sus quejas.
Recuerda que lo más importante es que estas personas no te arruinen el día descargando en ti su dosis de negatividad y, sobre todo, que no te hagan sentir culpable. No olvides que solo te puede herir emocionalmente, aquel al que le des suficiente poder.

La libertad es un regalo que tenemos todos desde el momento de nacer.

La libertad es un regalo que tenemos todos desde el momento de nacer. Pero no la usamos siempre de una manera constructiva. 

  • Podemos elegir libremente qué palabras vamos a usar para comunicarnos con los demás y con nuestro ser supremo.
  • Podemos elegir libremente las palabras exactas para cimentar las creencias que nos impulsarán a la grandeza o nos convertirán en desgraciados.
  • Cuando vamos al mercado a comprar nuestros alimentos usamos nuestra libertad infinita para seleccionar los ingredientes de nuestra próxima comida.
  • Volvemos a usar nuestra libertad cuando elegimos los tipos de ollas y las técnicas para guisar.
  • Cuando tenemos el alimento en la boca tenemos la posibilidad de engullirlo ansiosamente o hacerlo luego de una cuidadosa masticación.
  • Elegimos el tema de conversación durante la comida, y bendecir o no los alimentos antes de tomarlos.
  • Usamos la libertad infinita para apagar o prender el televisor durante la comida.
  • O navegar por internet mientras tomamos ansiosamente el almuerzo.
  • Nacimos libres. Y usamos la libertad infinita, ese gran regalo del creador. Todo el tiempo.
  • Y nuestra libertad es hermosa pero cada acción genera una reacción, un efecto.
  • Es una ley.
  • Podemos gozar de la libertad infinita.
  • Y podemos gozar de los efectos que nuestras decisiones generan.
  • Podemos crear un tumor o disolverlo.
  • Podemos crear una fortuna o experimentar la carencia más penosa.
  • Podemos crear un entorno lleno de amor y amabilidad o un campo de batalla en el hogar.
  • Pero sólo somos verdaderamente libres cuando estamos presentes, conscientes del aquí y ahora.
  • En un estado de ausencia funcionamos en piloto automático.
  • Esclavos de nuestros hábitos y de nuestros condicionamientos culturales y educativos.
  • Por eso es tan importante meditar.
  • Tomar conciencia del aire que respiramos.
  • De las palabras que elegimos.
  • De las comidas que tomamos.
  • De las rutinas de ejercicio y descanso que practicamos.
  • El sabio usa su libertad infinita para experimentar una felicidad cada vez más grande.
  • Pero muchos aún duermen y están gobernados por programas subconscientes que los impelen a la autodestrucción en forma de estilos de vida autocomplacientes que llevan inevitablemente al dolor y a la enfermedad.
  • En el mundo de la dualidad es normal que unos duerman y otros estén despiertos.
  • Y debe ser así por toda la eternidad.
  • Y no hay nada erróneo, porque este es el mundo de yin y yang.
-Martín Macedo-