viernes, 30 de abril de 2021

El giro neoliberal, esta vez en serio

 Asoma un cambio profundo. Se ha instalado una necropolítica, entendida como una política del dejar morir, y esto ha ocurrido sin que se dispararan mayores reacciones ciudadanas. La pandemia aceleró los ritmos para dejar bien expuestas las ideas básicas, conceptos, sensibilidades y propósitos gubernamentales en esa necropolítica. En esto no me refiero a medidas puntuales, tales como entregar más o menos dinero a los golpeados por la crisis, sino a lo que podría calificarse como la filosofía política del núcleo central del gobierno.

Muchos han descrito ese cambio como si apuntara al liberalismo. Se enfocaron en el slogan presidencial de la “libertad responsable”, que expresaría un gobierno “distinto” que respetaría todas las voces y apoyaría la iniciativa individual. Es indispensable ir más allá de esos slogans y campañas de publicidad para analizar los discursos y las prácticas, como también las ideas que los fundamentan.

Corporaciones y CEOs

Cuando se hace eso, está claro que no estamos ante un énfasis liberal. Basta como ejemplo observar las acciones sociales, donde si bien es cierto que no puede reprocharse que no existan, también es evidente que las medidas aplicadas son limitadas e ineficientes ante la gravedad de la crisis social. ¿Es una medida sustantiva anunciar que la escasísima ayuda en dinero en una tarjeta que debía usarse en un almacén ahora se lo podrá hacer en dos o tres? ¿Es tan importante que amerita ser explicada en una conferencia de prensa?

Detrás de eso están las ideas que apuntan a una tercerización de las ayudas sociales. Esto es evidente en el contrato directo otorgado por MIDES a una ONG para administrar el apoyo a las ollas barriales. Nos revela a un Estado que no cree en sus propias capacidades y se terceriza a sí mismo. Aun dejando de lado si esa organización es de amigos o no del ministro Pablo Bartol, lo impactante es que tiene un “CEO” a su frente, o sea, un Chief Executive Officer, como si fuera una corporación, y para que nadie tenga dudas se lo dice en inglés. Nada hay más alejado que un CEO al mundo de las organizaciones ciudadanas autónomas. En estos y otros casos, lo que se ofrece es reemplazar la lógica de la solidaridad, una de las bases de la justicia social, por una racionalidad mercantilizada de la caridad administrada por un gerente.

Esa misma lógica está detrás de la ausencia de mecanismos de discusión y concertación política en la coalición multicolor. Lacalle Pou se comporta como el CEO de una corporación, que de tanto en tanto reúne a los representantes de los accionistas mayoritarios, y éstos permanecen como socios mientras la empresa les pague con dividendos. Y, como se sabe, el CEO de una empresa no coordina con los de otras corporaciones, sino que compite con ellos, lo que explica su relacionamiento con el Frente Amplio.

Por si fuera poco, otra autoridad del MIDES tiene temor que se cuelen quienes no deben en las ollas populares. La forma en que eso fue dicho, y el contexto de crisis que vivimos, indicaría que no se conoce el mundo popular, deja dudas sobre la empatía con el sufrimiento que se vive en muchos hogares, pero es claro el apego a un gerenciamiento empresarial. Esos funcionarios deberían tener angustia, pero en un sentido inverso: no dejar a alguien sin su plato de comida. En cambio, se ofrece la imagen de que, si alguien comiera un arroz con porotos de más, se debería privatizar la asistencia alimentaria barrial.

Ante nuestros ojos el programa gubernamental hace que la política se vuelva un gerenciamiento, y la justicia social es suplantada por un sentido moral de caridad con instrumentos de indemnización y compensación. Estos y otros cambios pasan desapercibidos porque muchos se pierden en la neblina en determinar si Lacalle Pou y su núcleo central son liberales o no. Un ejemplo es Juan Martín Posadas, en este mismo semanario, sosteniendo que la “libertad responsable” es un cambio sustancial en la política y que muchos en el Partido Nacional no se dan cuenta de ello. Insiste en que esto sería despegarse de la tradición uruguaya propia del batllismo, donde todos esperan que el Estado oiga y ayude.

Posadas tiene razón en que muchos no se están dando cuenta de lo que ocurre, incluso dentro del Partido Nacional. Pero se equivoca en el resto. El giro de este gobierno no es hacia el liberalismo, sino hacia el neoliberalismo.

El neoliberalismo ante nosotros

No utilizo el término neoliberal a la ligera; no debe ser entendido como parte de las etiquetas apresuradas que se han aplicado por años (como las de la izquierda que calificaba a casi cualquier oposición de ese modo). En mi modo de ver liberales, neoliberales, conservadores y neoconservadores son posiciones políticas diferentes. Estas distinciones no son menores ni juegos académicos, ya que se refieren a distintas bases conceptuales y diferentes acciones, y lo que es más importante, requerirán respuestas y alternativas también distintas.

No puede olvidarse, como hacen Posadas y otros, que desde la filosofía política del liberalismo hay argumentos y prácticas muy diferentes a las que aplica Lacalle Pou. Por ejemplo, hay liberales que apoyan los ingresos mínimos ciudadanos, aunque todos ellos rechazarían sus medidas de control policial. Pero todo eso es entendible desde el neoliberalismo dada su obsesión con asegurar el funcionamiento de la economía. El recortar redes de apoyo social estatal puede entenderse como parte de la intención del lacallismo en desmontar lo que hay de batllismo en el Estado y la política (tal como advirtió por ejemplo por Gerardo Caetano). Pero habría que plantearse si ese es su objetivo primario, o bien es una consecuencia de su filosofía política neoliberal. A mi modo de ver, eso es un producto de su dogmatismo neoliberal y por eso es todavía más grave.

La pandemia ha dejado en evidencia la esencia de ese giro. Para los neoliberales la justicia no es una condición social, sino que resulta de conductas personales, y eso explica el mensaje presidencial de que si te contagiás es tu culpa. La acción estatal para la justicia social es inconcebible para los neoliberales, no porque sean malvados, sino por un razonamiento epistemológico que considera imposible un conocimiento perfecto que permitir acciones y planificaciones estatales virtuosas. Pero como no son malévolos, esa justicia es reemplazada por una moral individual de caridad y misericordia. Ese tipo de gobierno no actúa desde la justicia, sino que dispensa compasión a los más necesitados. Ante ello, muchos se confunden y creen que esa filantropía es una justicia social chueca o tacaña, sin llegar a advertir que la actual necropolítica es consecuencia del giro hacia el neoliberalismo que está en marcha.

Eduardo Gudynas

Deja de creer en el sistema y empieza a creer en ti

 Cada vez más personas están quitándose la venda de los ojos, dándose cuenta de que el Estado, las empresas y los bancos no van a seguirse haciendo cargo de sus problemas laborales y económicos.

No voy a perder el tiempo hablando de políticos mediocres, empresarios corruptos ni banqueros codiciosos. No. A estas alturas de mi vida ya sé que este sistema es una farsa llena de farsantes. No lo digo en plan crítica, sino como un hecho meramente descriptivo. La única conspiración es que “la teoría de la conspiración” no es ninguna teoría. En fin. No se trata de juzgar ni de condenar el sistema en el que nos ha tocado vivir. Ni tampoco de luchar para cambiar el mundo. Más bien se trata de comprender cómo funciona, sabiendo que es el que necesitamos para que personas como tú y como yo vayamos despertando, cada uno a su debido tiempo.

Estas palabras están dirigidas a aquellos ciudadanos que han dejado de creer en la versión oficial. Y también a aquellos que están a punto de hacerlo. Si te fijas con detenimiento, la propaganda que promueve este sistema a través de los medios de comunicación masivos consiste básicamente en desempoderarnos como ciudadanos. Cada día nos hacen creer que el mundo es un lugar amenazante y hostil, inoculándonos el miedo en nuestra venas. Pero esta campaña de terror tan solo beneficia al Estado, las corporaciones y las entidades financieras. Todo está orquestado para que nada cambie, preservando así el orden social establecido.

Piénsalo bien. ¿A qué Estado le interesan ciudadanos libres, responsables y verdaderamente educados? A ninguno. Lo que les interesa, y mucho, es que no confiemos en nosotros mismos. Que seamos dependientes y obedientes. Que sigamos esperando que otros resuelvan nuestros problemas laborales y económicos. Sin embargo, el sueño del Estado del Bienestar se está convirtiendo en una pesadilla. Es completamente insostenible y pronto empezaremos a ver el lado oscuro de este sistema forjado a base de deuda, despilfarro, malversación y corrupción. Mi recomendación es que compréis palomitas y os pongáis cómodos, porque se avecinan tiempos de cambios y transformaciones tan turbulentos como asombrosos.

LA SOCIEDAD DEL AUTOENGAÑO
«Eres esclavo de tu miedo a la libertad.»
(Erich Fromm)

Muchas personas alegan que si no pueden confiar en las instituciones públicas entonces en quien deberían confiar. Y siempre les contesto lo mismo: ¡en vosotros mismos! En vez de perder el tiempo leyendo periódicos y viendo las noticas de la televisión, invierte tus horas en educarte a ti mismo. No olvides que a día de hoy ser un ignorante es una elección personal. La información y el conocimiento circulan libre y gratuitamente a través de Internet. Es una simple cuestión de voluntad y curiosidad.

Cuando te tomas la cápsula roja y sales del Matrix, empiezas a darte cuenta de que la vida es maravillosa. Y que nunca antes en la historia de la humanidad había sido tan fácil liberarte de todas las ataduras que te impiden seguir tu propio camino. Hoy en día es posible ser libre del sistema dentro del sistema. Eso sí, para lograrlo, tienes que vencer el miedo al cambio, liberándote de las cadenas mentales que te impiden pensar por ti mismo y seguir los dictados de tu corazón.

Lo quieras o no ver, estás condenado a hacerte cargo de ti mismo, pues nadie más va a ocuparse de ti. No te queda otra que aprender a valerte por ti solo. En la medida que cada vez más ciudadanos se hagan responsables de sí mismos, poniendo su vida al servicio de otros ciudadanos, poco a poco veremos como irán perdiendo poder los grandes intermediarios que a día de hoy siguen gobernando y controlando la vida de la mayoría.

LA ERA DE LA RESPONSABILIDAD PERSONAL
«La única persona que puede cambiar tu vida eres tú.»
(Henry David Thoreau)

El gran problema de esta sociedad no tiene nombre de ningún partido político, de corporación o de entidad bancaria. Ni siquiera de las oligarquías que mueven los hilos en la sombra. El gran problema de esta sociedad es que la mayoría de ciudadanos siguen dormidos, tiranizados por el victimismo y el afán de culpa. El sistema no es más que un fiel reflejo de cómo pensamos y nos comportamos la mayoría. De cómo ganamos y gastamos dinero. La crisis es una invitación para que comience un despertar masivo. No seas el último en ponerte las pilas porque entonces igual será demasiado tarde. Para ti.

Este escrito se dirige a una minoría emergente en nuestra sociedad. A todos aquellos que saben que la democracia no tiene nada de democrática y que están hartos de votar. A todos aquellos que saben que el poder político está sometido por el poder corporativo y financiero. Pero que aun así, no salen con la pancarta a quejarse y a protestar. Este mensaje es para quienes tienen la honestidad, la humildad y la valentía de mirarse en el espejo para cuestionar su actitud frente a la vida. Para quienes forman parte de una revolución pacífica y silenciosa, creciendo en comprensión y sabiduría para tomar decisiones más sabias que les permitan cosechar resultados más satisfactorios.

Asume tu parte de responsabilidad y atrévete a convertirte en el cambio que quieres ver en el mundo. Todo lo demás son comentarios, ruido que se lleva el viento y que no deja ninguna huella que valga la pena conservar. Deja de creer en el sistema y empieza de una vez a creer en ti. Deja de depender de las instituciones y comienza a ponerte al servicio de las personas. Y si no tienes ni idea de por donde empezar, te doy una pista: mira hacia adentro. Conócete a ti mismo y te aseguro que tarde o temprano descubrirás cómo.

Artículo publicado por Borja Vilaseca en este blog el pasado jueves 13 de octubre de 2016.

jueves, 29 de abril de 2021

La moderación nunca ha sido lo mío

 El Máster en Alimentación Consciente es un proceso de desarrollo personal diseñado para que aprendas a cuidar de tu salud de forma holística y preventiva para gozar de más energía, bienestar y vitalidad. 

Permíteme que vaya directo al grano: la comida es el “malo final” de mi videojuego existencial. Si bien la ira ha sido siempre mi gran pecado capital, tengo que confesar que la gula se encuentra en un segundo y destacado lugar. De hecho, actualmente es el que más me cuesta de gestionar. Mis amigos me apodan cariñosamente “Borja en exceso Vilaseca”. Este inherente afán de más me ha dificultado mantener una relación sana y equilibrada con la alimentación. Por decirlo llanamente, la moderación nunca ha sido lo mío.

Como sabes, la comida no es buena ni mala; más bien es neutra y necesaria. Y no solo para nuestra supervivencia, sino para gozar de energía y vitalidad con la que poder co-crear una existencia plena y con sentido. La relación que establecemos con la comida dice mucho acerca de una relación mucho más profunda: la que mantenemos con nosotros mismos. Hay quien la usa como nutriente y quien la utiliza como parche.

Mi problema es que comer me gusta demasiado. Y a veces utilizo la comida para tapar algún que otro agujero. Reconozco que he comido mucho más de lo que mi cuerpo ha necesitado. Este vídeo mío de Youtube lo atestigua. Es de 2013. Coincidiendo con mi primer año de paternidad, lucía la mal llamada “curva de la felicidad”. Solo una sociedad enferma puede etiquetar así un síntoma que suele poner de manifiesto justamente lo contrario.

ADICTO A LA NUTELLA

Todavía no he sido capaz de vencer a mi mayor archienemigo: el azúcar refinado. Pocas cosas siguen teniendo tanto poder sobre mí como un maldito bote de Nutella. Si bien tengo una voluntad de hierro para casi todo, cuando se trata de dulces industriales en demasiadas ocasiones carezco de autocontrol. Es cierto que soy capaz de no comprar un paquete de galletas durante meses. Pero también lo es que cada vez que abro uno acabo casi siempre comiéndomelo entero.

Me va por temporadas. Pero en general mantengo una relación de amor-odio con este tipo de azúcar: lo “amodio” y lo “odiamo”. Por un lado me flipa comerme un Ferrero Rocher. Solo uno. ¡Me encanta! Siento un orgasmo en mi boca. Pero por el otro lado me fastidia enormemente que me regalen una caja por mi cumpleaños. Es bastante seguro que por la noche no quede ni uno.

Lo mismo me sucede en Navidad… No te voy a negar que me encanta saborear un trozo de turrón de Suchard. Solo uno, a poder ser pequeñito. ¡Me flipa! Pero me pone en un serio apuro estar al lado de una bandeja con una tableta entera. Es bastante probable que deje a más de un invitado sin probar bocado. ¡Y qué decir de la asquero-sabrosa Nutella! Cada vez que tengo cerca un pote abierto siempre pienso: “Mierda”. Con cierta vergüenza, lo reconozco: “Hola, me llamo Borja y soy adicto al azúcar refinado.” Ya sabes, la cocaína legal que venden en los supermercados.

ESA COMPAÑERA LLAMADA «ANSIEDAD»

Evidentemente, la adicción al azúcar blanco es solo la punta del iceberg. Un poco por debajo suelen esconderse el vacío existencial y la ansiedad. Y más abajo todavía, una profunda falta de autoestima y de amor propio, pues al ingerir este tipo de productos prefabricados –carentes de nutrientes y portadores de neurotóxicos– herimos a nuestro estómago y dañamos a nuestro cuerpo.

En mi caso, se trata de un hábito muy arraigado. Aunque he mejorado con los años, cuando tengo a mi alcance, como. Reconozco que desde muy pequeñito he convivido con esa incómoda compañera de viaje llamada “ansiedad”. Me refiero a esa dolorosa punzada en el pecho. Esa ardiente llamarada en el corazón. Esa molesta tortura en la cabeza… Probablemente que sabes de lo que te hablo, pues casi todos la hemos experimentado alguna vez. Es un claro síntoma de que llevamos demasiado tiempo desconectados de nuestra verdadera esencia.

El quid de la cuestión es que cuanto mayor es el dolor reprimido que albergamos adentro, mayor es también nuestra necesidad inconsciente de huir, escapar y alejarnos de nosotros mismos. Y es entonces cuando nos volvemos potencialmente adictos a cualquier fuente de placer externa. Y hoy en día la comida –especialmente el azúcar blanco– es sin duda la droga legal más barata y fácil de conseguir. Incluso hay aplicaciones de móvil que te traen a tu casa lo que quieras a cualquier hora del día.

Pues bien, en mi caso la ansiedad y la gula me acompañan desde que tengo uso de razón. El primer recuerdo vívido que tengo de uno de los muchos atracones de azúcar que me he pegado en toda mi vida fue a los once años. Por aquel entonces, mi casa no era sinónimo de hogar y mi familia era antónimo de amor. Sea como fuere, me acuerdo perfectamente de que en un momento dado me encerré en el cuarto, encendí la tele y –completamente enajenado– me zampé compulsivamente un bote entero de Nocilla a cucharadas. Y tras comprobar que no quedaba más dulce en la despensa, empecé a morderme las uñas con nerviosismo.

Más tarde, durante mi adolescencia, me pasó lo mismo primero con el tabaco y luego con la marihuana. Fumé porros cada día durante años. Afortunadamente el alcohol no me gusta. Y no me sienta nada bien. Sin embargo, tuve una época en la que bebía todos los viernes, los sábados y algunos domingos. Como un auténtico cosaco.

EQUILIBRIO RADICAL

Como ves, soy bastante propenso a volverme adicto a cualquier cosa que me cause placer. Ponerme límites con moderación no está entre mis virtudes. Al final he encontrado mi equilibrio empleando mi propia radicalidad. Soy una persona de blancos y negros. Sé que no es lo ideal, pero me acepto y estoy en paz con ello. Después de mucho trabajo interior finalmente conseguí dejar de morderme la uñas. Y desde hace años tampoco fumo ni bebo alcohol. Soy abstemio por convicción.

Y la verdad es que no me cuesta nada. No lo vivo como una renuncia. Simplemente he trascendido la necesidad de intoxicar mi cuerpo. Ahora bien, me conozco: como me muerda una uña, me comeré la mano entera. De ahí que me haya convertido en una persona muy disciplinada, autoeducándome constantemente para desarrollar hábitos saludables adecuados a mi forma extrema de ser. Mis nuevas bebidas favoritas son la cerveza sin alcohol y sobre todo, el agua con gas.

Por otra parte, también he tenido algunas experiencias muy interesantes con el ayuno. Por decirlo poéticamente, fue algo así como encontrar la lucidez en el infierno. Todavía recuerdo salir de mi cuerpo y verme a mí mismo desde fuera. Menuda locura más transformadora. A su vez, abracé durante un tiempo la cocina macrobiótica y he probado diferentes enfoques y dietas. También practiqué el veganismo durante casi un año.

Y después de todo este periplo de idas y venidas con la comida, al final me considero un “vegano de alterne”. Como norma, no como carne ni pescado ni huevos ni queso ni nada que proceda de ningún animal. Pero de forma excepcional me permito hacer la vista gorda. Eso sí, en dichas contadas ocasiones solo consumo proteína animal producida de forma orgánica, ecológica y de calidad. A pesar de que como mucha proteína vegetal –mi comida favorita es el humus de garbanzos–, cada día me tomo vitamina B12 para compensar.

Si bien no soy ningún experto, empleo la trofología –el arte de combinar alimentos para una adecuada nutrición– y suelo comer un solo plato completo. Intento ponérselo fácil a mi estómago. En ocasiones también practico el ayuno intermitente. Algunos días procuro cenar muy pronto y a la mañana siguiente –a menos que tenga mucha hambre o sienta que verdaderamente lo necesito– no ingiero ningún alimento hasta el mediodía. Lo hago sencillamente porque me renueva energéticamente y me sienta de maravilla.

Una vez al mes, además, no ceno nada para facilitar que mi estómago tenga más tiempo de limpiarse por la noche. Tengo muy claro que en general sigo comiendo mucho más de lo que mi cuerpo necesita. De ahí que todo lo que ingiera de menos es un regalo que me hago a mí mismo. En este sentido, comulgo filosóficamente con el higienismo: simplemente trato de respetar los  procesos naturales de limpieza y regeneración internos del cuerpo. Y procuro ser coherente con la máxima de Hipócrates: “Que tu alimento sea tu medicina”.

Hoy en día llevo un estilo de vida sano, pero con un poquito de lío. Es decir, que como norma no tomo azúcares refinados (bollería industrial, pasteles, helados, chucherías, etc…). Ahora bien, muy de vez en cuando hago excepciones. Y cuando las hago, las hago a lo grande. Y a poder ser sin remordimientos ni sentimiento de culpa. El único indicador del que me fío es de mi propio bienestar interior, de cómo me sienta aquello que como cada día. Soy muy consciente de que la salud es el bien más preciado que tengo. Me ha llevado casi 40 años, pero por fin puedo decir que cuido a mi cuerpo como lo que es: mi refugio y mi templo.

CALISTENIA, EL ENTRENAMIENTO CONSCIENTE

Más allá de ponerle consciencia a la alimentación, también estoy muy comprometido con el ejercicio físico. Es cierto que el deporte me ha acompañado desde que dejé de gatear y empecé a caminar, pero desde 2016 lo practico con una intención muy clara: gozar del mayor bienestar físico posible. Y para lograrlo, no hace falta hacerse socio de ningún gimnasio.

De hecho, no necesitamos intermediarios entre nosotros y nuestro propio cuerpo. Esto es precisamente lo que propone la “Calistenia”, un método de entrenamiento milenario que utiliza el peso corporal de la persona para que ésta pueda desarrollar su físico de manera natural y orgánica. Etimológicamente, proviene de dos palabras griegas: “kallos” (belleza) y “sthenos” (fortaleza). La finalidad de este entrenamiento consciente es convertirnos en nuestra mejor versión física.

En esencia, se trata de realizar semanalmente una serie de ejercicios que podemos hacer fácilmente en un parque o en el salón de casa, como las abdominales, las flexiones o las sentadillas. Nuestra motivación es cultivar la salud y la energía vital que se encuentran en nuestro interior. Y nuestro compromiso es con nosotros mismos, con hacernos responsables de nuestro bienestar físico. A partir de ahí, con una adecuada orientación y una alimentación sana, es una simple cuestión de tiempo para que los resultados empiecen a hablar por sí solos.

Entre otros beneficios, la Calistenia nos dota de mayor fuerza, agilidad, resistencia y velocidad, corrigiendo a su vez nuestra postura corporal y potenciando nuestra armonía natural. También favorece la regulación emocional y la relajación mental, contribuyendo a que nos sintamos mucho mejor con nosotros mismos. Si bien al principio cuesta ponernos en marcha, llega un momento en que se convierte en una práctica agradable, placentera e incluso adictiva, pues libera endorfinas, también llamadas “las hormonas de la felicidad”.

Te lo recomiendo porque yo mismo lo practico desde hace años. Y la verdad es que me aporta tantos beneficios que voy a seguir ejercitando mi cuerpo regularmente el resto de mi vida. Sería maravilloso que pudieras dedicar(te) al menos 15 minutos al día –uno, dos, tres o cuatro días a la semana– para sudar y jadear, sintiéndote más conectado con tu propio cuerpo. Con el tiempo, acaba convirtiéndose en un hábito más, el cual no cuesta nada de poner en práctica. Personalmente he pasado de ser un fofisano a estar bastante en forma.

VOY A SER EL PRIMERO ALUMNO DE ESTE MÁSTER

Si te cuento todo esto es porque me hace una ilusión loca presentarte el Máster en Alimentación Consciente. Se trata de un proceso de autoconocimiento revolucionario, orientado a que nuestros alumnos aprendan alimentarse con sabiduría, cuidando de su cuerpo y de su salud de forma preventiva.

Aprovecho estas líneas para agradecer a mi equipo la pasión y el entusiasmo que habéis puesto para ayudarme a crear una nueva obra de arte pedagógica. Y como no, a nuestros queridos profesores, los cuales han pasado por su propio proceso de transformación en relación con la comida, convirtiéndose en referentes en el ámbito de la alimentación consciente, la nutrición energética, la medicina alternativa y la salud integral y holística.

Como sabes, el secreto de la longevidad es la felicidad. Y si bien no está en tus manos la cantidad de tiempo que vas a vivir, nuestra propuesta pedagógica es que crezcas en comprensión y sabiduría para disfrutar de tu tiempo con la mayor calidad de vida posible. Y esto pasa por ponerle consciencia a tu forma de relacionarte con tu cuerpo en general y con la alimentación en particular. No dejes tu salud en manos de terceros. Cuidarte es tu responsabilidad. Te aseguro que cuando termines el máster sabrás perfectamente cómo hacerlo.

Quiero terminar esta carta diciendo que voy a ser el primer alumno de este máster. De todos los que hemos creado últimamente, es el que más me conviene realizar. No hace falta ser nutricionista para saber que la Nutella, los bombones, el turrón y el resto de productos que contienen grandes cantidades de azúcar refinado son literalmente basura. De ahí que siento que ha llegado mi momento de mirar cara a cara a mi “malo final”, iluminado las sombras que me mantienen presa del azúcar refinado. ¡Nos vemos en clase!

miércoles, 28 de abril de 2021

Somos finitos e infinitos al mismo tiempo

 Yo no tenía una idea clara de lo que es la salud absoluta hasta que leí a Ohsawa.

Esa es la gran importancia de los libros, del estudio y de la lectura.
Mediante el poder de las palabras Ohsawa logró que miles de personas experimentaran la grandiosa visión de la salud absoluta.
El también hablaba y enseñaba sobre el infinito.....lo llamaba el mundo infinito y mostró con gran habilidad la grandeza y el poder de este mundo infinito donde todos los sueños se realizan en forma instantánea.
Los grandes maestros espirituales y los grandes sabios dicen básicamente lo mismo con respecto a este mundo infinito.
Allí la velocidad es infinita; basta imaginar algo para crearlo.
Imagino una casa grande y lujosa y ya es mía....instantáneamente.
Imagino una salud infinita y ya comienza a vitalizar todas mis células.
Imagino una gran desarrollo de mi actividad profesional y esto ocurre en fracciones de segundo.
Otros maestros llaman a este mundo, la cuarta dimensión.
Nuestro mundo denso tiene tres dimensiones y allí todo se consigue con gran esfuerzo y dificultad; muchas veces las personas compiten por la posesión de bienes o valores.
Pero en la cuarta hay bienes infinitos y valores infinitos y no hay necesidad de competir; tomamos todo lo que deseamos y podemos tomar más y regalarlo a quien queramos.
En un despertar colectivo del planeta muchas personas accederán a la cuarta dimensión y se volverán poderosos manifestadores.
La creación (visión) es fácil e instantánea, pero la manifestación lleva los procesos largos del mundo tridimensional.
Es fácil para los que están entrenados y muy difícil para el resto.
Es fácil para los que tienen una nutrición yin (base vegetal) y muy difícil para los que están duros y tensos por una dieta de base animal (yang).
Por eso es un doble error tomar proteína animal todos los días y sobre todo como alimento principal.
Además de endurecer las arterias y estrechar el aporte de sangre y oxígeno al cerebro y al resto de los órganos vitales, impide expandir la visión interior y contemplar el mundo infinito.
Las personas así de contraídas le temen al infinito y prefieren un dios antropomorfo al que le pueden hablar y pedir como si fuera su abuelo.
Por eso la macrobiótica no es únicamente un método para curar las enfermedades físicas.
Es también un ingreso al mundo infinito por la puerta principal.
Y allí crear cualquier sueño sin pedir ayuda a nadie, porque cuando entramos en el mundo infinito nos volvemos infinitos y lo que es infinito no necesita suplicar ni mendigar.
Y por eso el desarrollo de la conciencia mediante el estudio y la meditación es aún más importante que el desarrollo del cuerpo mediante la gimnasia y la cultura física.
Pero ambos son necesarios porque somos finitos e infinitos al mismo tiempo.

-Martín Macedo-

martes, 27 de abril de 2021

¿Usted conoce mi país?

Cómo Le puedo decir…es como el jamón del medio entre dos gigantes…Argentina y Brasil.

Dicen Los que saben que está en el tercer mundo, y citando a Isabel Allende, Nunca nadie me pudo decir cuál es el segundo!!!
Es el país en el que hay más parrillas para hacer asados que habitantes.
Es el país donde la rambla es un culto, que tiene el carnaval más largo del mundo, el que impuso el chivito canadiense sin ser carne de chivito.
El país donde religiosamente, por lo menos en mi niñez, el menú semanal de las familias se ceñía a un estricto orden gastronómico: Los lunes, puchero …y qué pucheros!!!; Los martes, croquetas con la carne del puchero que había sobrado; jueves, la primera aproximación a la pasta, generalmente mostacholes, moñitas, tirabuzones con manteca y queso; Los viernes, pastel de carne con puré de base y salsa blanca bien doradita por arriba; los sábados, Las infaltables milanesas de la vieja con puré, y Los domingos, ya
tempranito de mañana flotaba en el aire el freír de las cebollas, el aroma a los tomates frescos…, el tuco para Los ravioles, ñoquis o tallarines caseros.
El país que en cinco horas de viaje en auto uno llega a la frontera con Brasil, paraíso Chuy, donde uno gasta más de nafta que la diferencia de Los Precios, pero qué placer el tarro de mayonesa de quilo, Los garotos, Las Camisetas Hering, todo esto acompañado de Las mayores exclamaciones: 'Es increíble lo barato que está todo…si convendrá venir!!' Eso Le decía mi madre al viejo que con cara de pocos amigos soportaba estoico sentado en su Viejo Ford Prefect la interminable recorrida de Las mujeres que comenzaba
Bien arriba en Modas Victoria y terminaba bien en la otra punta de la Avenida internacional que separa Los dos países en la tienda del famoso Samuel con sus ofertas de 6 cuchillos con soporte de madera por chirolas...
‘'Qué barato, viejo, lleva dos juegos!'
Los juegos de toallas comprados sin precisar y que hoy duermen muy arriba de un placard con ya visibles marcas de óxido, pero, como dicen Las mujeres,
‘'Será para cuando se case mi hijo..., o mis nietos.'
El país del “marsellés” bien calentito con manteca que comíamos con la Leche de la tarde y con la mermelada casera de duraznos, que se hacía según la vieja, con Los que se estaban poniendo “feos”.
El país de Las galletitas María con dulce de leche, del flan con dulce, de las tortas fritas Los días de lluvia, de Los croissants, de Los Pan con grasas, de Las milanesas en dos panes, del Martín Fierro con un dulce
de membrillo casi Negro comprado en la feria y con el queso suizo que mi viejo elegía cuidadosamente por Los agujeros.
El país de Las busecas, anunciadas en los pizarrones escrito con tiza y con Faltas de ortografía: “ Hoy Buzeca Hoy", de las tortugas con salame o mortadela en Los intervalos de Las interminables matinés de Los cines de Barrio, de la pizza a caballo del Rodelú y de Papasso en Malvín. Del Colet en botellita con un yo-yo de la Conaprole; del Oso Polar helados…, de la Pizza y el fainá, de las latas de galletitas con un vidrio en el frente que el almacenero agarraba un puñado con las manos y la envolvía en un papel de estraza. El azúcar en pancitos Rausa, Los chocolatines Aguila en barritas, los chicles Plop, la llegada de los refrescos: La Coral, La Salteña, La Bilz Sinalco, la Crush. Este último nombre usado para llamar a Las jóvenes agraciadas de nalgas, porque tenían la pulpa en el culo.
En este país nací yo.
No había televisión y menos Internet.
Las noticias Eran lejanas; llegaban por la radio; si un acontecimiento importante había ocurrido un martes, acá llegaba el jueves. Un letrero en la Plaza 'Libertad' donde el diario El País ponía alguna noticia y nada más…
En la Suiza de América, como Le decían al Uruguay, la vida transcurría lenta y plácidamente. La Comedia Nacional estrenaba 'M”hijo el Dotor' de Florencio Sánchez, la clase obrera pasaba por un floreciente momento, Los frigoríficos a pleno vendiendo toda su producción a Los países europeos, y una clase
Media cómoda; con un empleo bastaba, como mi papá, y daba para vivir...bien.
Lo veíamos tan lejos todo ese terror que estaba viviendo el mundo…. ¡Qué país, mi país de esos años! Sin guerras, sin terremotos, sin maremotos, sin nada que termine en 'otos'; un país, al decir de mi maestra de tercero, con la forma de casi un corazón; de superficie suavemente ondulada, con gobiernos de democracia, ejemplos en el mundo, de enseñanza obligatoria y laica... ¡La pucha...!
En este país nací yo… La Suiza de América.
Y casi no me quedo a vivir en él...
Ya hoy, en el siglo veintiuno, sexagenario, con cien kilos más y con una espalda tipo terraza -gracias al viejo que a los cinco años de edad ya me llevó a hacer gimnasia-, sigo disfrutando... al menos, de los recuerdos de mi querido Uruguay.
'El Bomba' me decía: 'Charli, la vida es como una película que pasa delante de nuestros ojos...'
Y tenía razón. Las escenas se fueron sucediendo, sin cortes, para mí y para mi país.
El recuerdo de los abuelos que se fueron yendo poco a poco de a uno, y uno todavía niño, un día no los tiene más...
Vivir en el siglo XXI era la fantasía que vivíamos en el cine en las películas de ciencia-ficción, y hoy está acá...
Uruguayos Campeones de América y del Mundo… El '50 ¡qué año!; cómo será que duró 50 años más, y quién sabe cuántos más habrá de durar...!!
Yo tenía... 4 años y el viejo gritó al lado de la General Electric, con dial amarillo y tela de gobelino en el parlante: ¡¡¡Le ganamos a los brasileros… Somos campeones del mundo..., vamos vieja, vamos chiquilines a 18 de Julio !!!!!
Allá marchó el viejo Prefect rezongando rumbo al Centro. En el camino, gente a pie con banderas,llorando y gritando: ¡¡¡Uruguay, nomá...!!!!!!
La gente apiñada en camioncitos con los restos en la caja, de repartir verdura en los barrios, con carteles caseros, con palos de escoba en el que colgaban dos chorizos, en alusión al 2 a 1 y en el mejor de los casos, en la gente más pudiente, dos pepinos colgados del espejo de su flamante Buick.
(Todos recuerdos que me fueron trasmitidos oralmente...)
Qué año el '50... Una semana de feriado nacional -lo que no nos costó nada ya que somos los campeones de los feriados tanto el pueblo como los gobernantes-...
Carnaval del 1 de Febrero al 15 de marzo. No le cuento nada de Enero que ni las moscas circulaban en Montevideo. En marzo o principios de Abril, la 'sagrada' Semana Santa, Criolla o de Turismo, no importa... No vamo'a trabajar, no vamo'a trabajar... Por el estrés, vio??
O sea que en mi país, La Suiza de América, deberíamos tener un almanaque especial de Abril a Noviembre, porque ya en Diciembre todo el mundo está con la cabeza en las fiestas. Pero sabe, no se lo cambio por nada...
Porque la suerte o quién sabe qué, me dio la oportunidad de viajar por muchos lugares del mundo y no le cambio haber vivido todo eso... ¡por nada!
Este pedacito de tierra Oriental
El… ¡Qué tal vecino!
El, todavía, aire de pueblo
La Rambla
El Carnaval
La parrilla
El discutir de política
El usar, todavía, el tú y el usted
El hablar como hablamos, ni con cantito argentino y ni qué hablar de los brasileros..., ¡no se lo cambio por nada...!
Y con cosas muy nuestras: pipícucú, el domingo se casa Peringo, por si las moscas, agarrate Catalina, papita pa'l loro, nos encontramos en el reloj de la Olímpica, el asiento de los bobos, Ché, vó loco, va cayendo gente al baile (aunque sea del Martín Fierro), la chancha y los veinte reales, chocolate por la noticia, éramos pocos y parió la abuela, ni muy muy ni tan tan, chetos, cambas, lo que no puede faltar en la cartera de la dama o el bolsillo del caballero, sos tilingo, flor de relajo, a llorar al cuartito, a otra cosa mariposa… y tantas más...
Por todo esto y por muchas cosas más... es que quiero tanto a mi país, el más lindo del mundo!!
Desde una orilla prestada desde hace 44 años, con la lágrima soldada de la nostalgia

Confiar en la vida

 Cuando tomamos responsabilidad por aprender de lo que nos sucede, comprendemos que siempre sucede lo que necesitamos para crecer y evolucionar en consciencia y en sabiduría.

Todos conocemos muy bien qué es el miedo. Entró en nuestra existencia el mismo día en que nacimos. Entre otros, padecemos miedo al rechazo. Al compromiso. A la soledad. A la libertad. A la grandeza. Al ridículo. Al fracaso. Al éxito. Al vacío. A la muerte. A la vida. Al cambio. Algunos sentimos tanto miedo que hemos terminado por temer al propio miedo.

Fiel e inseparable como una sombra, en su compañía solemos tomar decisiones que minimicen el riesgo y maximicen nuestra seguridad. A pesar de su mala fama, el miedo tiene un lado generoso. Mientras no podemos valernos emocionalmente por nosotros mismos, nos protege de todo tipo de amenazas y peligros. Y siempre se posiciona a favor de nuestra comodidad. De ahí que cada vez que le preguntemos, nos aconseje mantenernos en el mismo lugar y seguir siendo el mismo tipo de persona. También nos recomienda apostar por el camino trillado, motivándonos a hacer lo mismo que hace todo el mundo. Además, bajo su tutela creemos que no está bien arriesgar ni soñar. Nos quiere tanto que suele frenarnos de manera preventiva, evitándonos así nuevas decepciones y frustraciones.

Sin embargo, muchos consideramos al miedo como un enemigo que nos limita, llegando -en ocasiones-a pelearnos con él. Paradójicamente, cuanto más luchamos contra el miedo, más grande y poderoso se vuelve. Por este motivo, finalmente optamos por obedecerlo. Impotentes, dejamos que se convierta en nuestro amo y señor. Así es como en ocasiones terminamos presos de la inseguridad y la cobardía, pensando compulsivamente en lo peor que puede sucedernos.

Pero, si no podemos eliminarlo ni tampoco ser sus siervos, ¿cómo lo hacemos para vivir sin miedo? El reto consiste en trascenderlo, impidiendo así que nos paralice y nos boicotee constantemente. Y para ello, no nos queda más remedio que enfrentarnos cara a cara con lo que más tememos. Entonces comprendemos que más que carcelero, el miedo es en realidad un gran maestro. Su objetivo es desafiarnos para romper las cadenasque nos impiden vivir en libertad. Gracias a su compañía tenemos la oportunidad de conocer y superar muchísimas limitaciones con las que hemos sido condicionados.

El primer paso para trascender el miedo es aprender a confiar en nosotros mismos, centrando el foco de atención en nuestro círculo de influencia. Es decir, en las decisiones y acciones que dependen de nosotros. Así es como aprendemos a desapegarnos de los resultados derivados de éstas. Primordialmente porque estos forman parte de nuestro círculo de preocupación, el cual está fuera de nuestro alcance. Pongamos por caso hablar en público. Dado que muchos de nosotros tenemos miedo a equivocarnos, a hacer el ridículo y a quedar mal, se trata de una situación que suele generarnos pavor.

LO QUE SUCEDE, CONVIENE
“Concededme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar lasque sí puedo y la sabiduría para establecer la diferencia.”
(Epícteto)

Lo curioso es que solemos creer que al preocuparnos por escenarios que todavía no han sucedido, seremos más capaces de afrontarlos con mayores garantías de éxito. Sin embargo, por medio de estos pensamientos preventivos lo único que conseguimos es engordar todavía más nuestra inseguridad, llenando nuestro corazón de ansiedad y nerviosismo. Para dejar de tomarnos más chupitos de cianuro, el aprendizaje consiste en entrenar el músculo de la confianza, el cual está estrechamente ligado con nuestra autoestima. En vez de pensar en las potenciales consecuencias de nuestra intervención pública –como la opinión que la audiencia pueda tener de nosotros–, podemos centrarnos simplemente en hacerlo lo mejor que podamos. Principalmente porque todo lo demás escapa por completo de nuestro control.

Para superar el miedo también es importante que redefinamos conscientemente cuáles son nuestros valores. Es decir, la brújula interior que nos permite tomar decisiones alineadas con nuestra auténtica esencia. Lo cierto es que cuando vivimos sin saber quiénes somos, qué es lo que de verdad nos importa y hacia dónde nos dirigimos, solemos funcionar con el piloto automático puesto. Esta es la razón por la que en ocasiones tenemos la sensación de vagar por la vida como boyas a la deriva. Y es precisamente esta desorientación la que nos conecta –nuevamente– con nuestros miedos e inseguridades.

En cambio, en la medida que nos conocemos a nosotros mismos y decidimos libre y voluntariamente qué valoramos en la vida, tarde o temprano encontramos el sentido que le queremos dar a nuestra existencia, tanto en el ámbito personal y familiar como en el profesional. Así, cuanto más sólidos son nuestros valores, más fácil nos es tomar decisiones que nos orienten en la dirección que hemos escogido. Gracias a esta seguridad interna, nos convertimos en nuestro propio faro. Ya no necesitamos ni dependemos de ninguna referencia externa, puesto que nadie sabe mejor que nosotros qué hacer con nuestra vida.

Con cada decisión que tomamos, vamos entrenando el músculo del coraje. Y al crecer en confianza, finalmente comprendemos que la vida no suele darnos lo que queremos, pero siempre lo que necesitamos para aprender. Al asumir las riendas de nuestra existencia, corroboramos que las experiencias que han formado parte de nuestro pasado han sido justamente las que hemos necesitado para crecer y evolucionar. Es decir, para convertirnos en el ser humano que somos en el momento presente.

La confianza también nos permite abrazar la inseguridad inherente a la existencia, cultivando así una relación de amistad con la vida. Más que nada porque la única certeza que tenemos es que la incertidumbre sólo desaparece con nuestra muerte. Y que hasta que ese día llegue estamos condenados a tomar decisiones. Dado que no podemos prever lo que va a sucedernos mañana, el reto consiste en girar 180 grados nuestro foco de atención, aprendiendo a confiar en nuestra capacidad de dar respuesta a las diferentes situaciones que vayan surgiendo por el camino.

Como consecuencia directa empezamos a confiar en la vida. Es decir, a intuir que en el futuro va a seguir sucediéndonos exactamente lo que necesitamos para seguir evolucionando y madurando como seres humanos. A esto se refiere el proverbio budista «lo que sucede, conviene». De esta manera, comenzamos a ver e interpretar nuestras circunstancias de una forma más optimista, constructiva y eficiente. E incluso a salir de nuestra zona de comodidad, arriesgándonos a tomar decisiones y acciones que nos permitan seguir nuestro propio sendero. Así, gracias a la confianza podemos ser libres. Y la libertad nos brinda la oportunidad de ser auténticos, siendo fieles a los dictados de nuestra intuición.

Este artículo es un capítulo del libro El sinsentido común, de Borja Vilaseca, publicado en 2011.

Estamos en el límite de la contracción.

 Estamos en el límite de la contracción.

¿Y luego que sigue?
Todos pueden responder; los estudiantes del Orden del Universo saben que cuando la contracción llega al límite, se transforma en expansión.
Nadie puede frenar este proceso porque es el pulso del universo.
Nosotros comenzamos nuestros estudios de macrobiótica con un examen detenido del espiral.
Cuando se llega al centro del espiral (extremo Yang) comienza la expansión hacia afuera del espiral (extremo Yin) para llegar al extremo y volver a comenzar otro pulso.
La conciencia de los seres humanos pasa por procesos espirálicos.
Cuando se llega al límite de la contracción de alguna forma pacífica o violenta debe seguir la expansión.
La conciencia egoica, la ilusión de ser seres separados del resto del Universo que deben luchar para protegerse de los otros egos, es el límite de la contracción, porque la conciencia se estrecha más y más hasta que el individuo se separa del resto y se aferra a esa ilusión y tiene mucho miedo.
Entonces debe sobrevenir la expansión de la conciencia.
Este proceso puede ser suave y gradual o violento y destructivo.
Pero debe ocurrir porque la gran Ley así lo determina.
Las personas que sienten el impulso de volverse vegetarianas o veganas lo hacen intuitivamente para poder expandirse (yin) y volver a conectarse con la fuente infinita que todo lo crea.
Cuando la conciencia se expande y se comprende que nunca estuvimos separados del Infinito se produce un estado conocido como iluminación.
Pero millones personas no consiguen esta expansión debido a su hábito de comer proteínas animales (yang extremo) todos los días y en abundancia.
Se aferran a su ilusión como si fuera algo precioso.
Y ese apego les impide convertirse en dioses.
Entonces a pesar de su negativa se expandirán de todas formas.
Y lo hacen de una forma violenta y destructiva.
Yinnizándose violentamente con drogas o con fármacos o con alimentos de calidad extrema.
En vez de expandir su conciencia, su visión del Universo, expanden violentamente sus cuerpos destruyendo su maravillosa fuerza y habilidades innatas.
La conciencia planetaria debe expandirse, porque hemos llegado al límite de la contracción.
O lo hacemos sabiamente y suavemente o lo tendremos que hacer violentamente y drásticamente.
Nadie puede contener la respiración indefinidamente, sea vegetariano o no.
Todos deberán inhalar profundamente.
Todos deberán iluminarse por un camino o por otro.
Habrá un despertar colectivo y el mundo comenzará a moverse en la dirección opuesta a la que ha seguido en los últimos miles de años.
Al fin comprenderemos que somos un ser único y todos nos cuidaremos como un organismo único que ama a todas sus partes y protege hasta el mínimo trozo de piel.

-Martín Macedo-

lunes, 26 de abril de 2021

La enfermedad física surge de la mente

 La enfermedad física surge desde la enfermedad de la mente. 

La realidad palpable.

Surge desde el vacío.
Porque el vacío crea la fuerza.
El vacío es el poder más grande del universo.
No hay abundancia (yang) donde no hay vacío (yin).
La gente con sobrepeso no desea experimentar el vacío.
Siempre quiere estar llena.
Y cree que la abundancia consiste en acumular.
Entonces acumular se convierte en una adicción.
Acumular cosas en los cajones, en la casa, en el sótano, en los armarios.
Así surge la enfermedad.
La enfermedad física surge desde la enfermedad de la mente.
De una forma incorrecta de comprender la vida.
Acumulando y acumulando.
Termina enfermando.
Los más resistentes aguantan más.
Pero todo lo que se acumula termina por explotar.
Entonces vamos al médico y nos indica medicinas.
Para seguir acumulando.
Pero ahora productos químicos.
La creación surgió desde el vacío.
Dios creó el mundo a partir de la nada.
Sería absurdo acumular aire en los pulmones.
O acumular alimentos en los intestinos.
O libros en nuestra biblioteca.
El vacío genera la renovación.
La salud y la juventud son el resultado de esa dinámica.
Tomar mucho está bien.
Si damos mucho al mismo tiempo.
Podemos tomar infinitamente.
Si estamos dispuestos a dar infinitamente.
Y ese intercambio se llama felicidad infinita.

-Martín Macedo-

domingo, 25 de abril de 2021

Nuestro ADN

 A BIBLIOTECA DE 7 MILLONES DE AÑOS.

Los homínidos empezaron a caminar sobre la Tierra hace siete millones de años. Siempre hemos convivido con bacterias, hongos y virus letales. ¿Entonces por qué nuestra especie ha sobrevivido? Porque nuestro ADN –y sistema inmune– se han ido adaptando y perfeccionando naturalmente a lo largo de toda esta increíble cantidad de tiempo. Ante cada amenaza han interactuado con ella y encontrado la forma biológica de protegernos. Nuestro ADN es como una enorme biblioteca que guarda toda la información –y las respuestas– para sobrevivir como individuos y para perpetuar la especie.

Cada vez que hubo un desastre fue porque nos alejamos de la naturaleza y/o desconocimos a nuestra propia naturaleza: la peste negra devastó la Europa del siglo XII debido a que sus ciudades estaban atestadas de gente, de basura y de ratas. Desde tiempos inmemoriales la naturaleza también nos ha brindado medios para protegernos, para recomponer nuestra salud cuando la hemos descuidado y para darnos una longevidad saludable. El escudo natural, genético, que tenemos es la mejor herramienta, hay que ocuparse de mantenerlo fuerte y equilibrado, a través de una rutina y una ingesta saludables.

Ahora, entre los peores errores que estamos cometiendo es tratar de solucionar todo con sustancias de la industria química. Nuestro ADN y sistema inmune de siete millones de años no sabe cómo reaccionar frente a ellas: sean agroquímicos, fármacos (mal usados o no probados), o aditivos sintéticos agregados a los alimentos envasados. Nuestro sistema defensivo no los reconoce, entra en caos, dejándonos desarmados. ¿Resultado? P.ej el aumento del cáncer, las malformaciones congénitas, las disrupciones hormonales, la auto-agresión inmune.
Entretanto, las bacterias, hongos y virus letales, con ciclos vitales muchísimo más cortos, rápidamente adaptan su genética a los productos químicos con los que inútilmente tratamos de exterminarlos. ¿Cómo? De una población sometida a un químico (p.ej un antibiótico o un antiviral) muchos al principio mueren; los sobrevivientes dan lugar a una nueva población –genéticamente diferente; y así, y así. De este modo se vuelven resistentes a toda nueva sustancia química a la que llamamos “remedio”, y a los nuevos fármacos que entonces se inventan como reemplazo. Pero esto se repite, en un ciclo sin fin, y empeorando. Especialistas de la OMS han advertido hace tiempo que las “super-bacterias”, resistentes a todo tipo de fármacos, constituyen una de las mayores amenazas para la salud y la vida en el siglo XXI. Lo pueden googlear.

Finalmente –en este preciso momento–, estamos yendo más allá en nuestro error. Intentamos saber más que nuestro propio ADN de 7 millones de años: "enseñándole" cómo debe actuar frente a tal o cual organismo exterior. Estamos entrando en la maravillosa biblioteca genética como un elefante ciego en un bazar. Así estaremos cavando nuestra propia fosa. No ya como individuos sino como la especie toda.

Jorge Cappato

Locos o visionarios

 Hay personas que saben detectar tendencias de futuro que la mayoría no verá hasta que estas se hagan realidad. En muchas ocasiones, estos genios son inadaptados de su tiempo y suelen ser percibidos como charlatanes.

En la antigüedad, a partir del siglo VI a. C., el paradigma científico estaba protagonizado por “la teoría geocéntrica”. Es decir, por la creencia de que “el Sol y el resto de planetas giraban alrededor de la Tierra”. Y, en consecuencia, la Tierra era el centro del Universo. Nadie cuestionaba ni ponía en duda esta forma de pensar. Tanto es así, que todas las hipótesis acerca del Universo se desarrollaban a partir de estos supuestos. Con el tiempo, los más eminentes pensadores y científicos –liderados por los filósofos Platón y Aristóteles– llegaron al convencimiento de que se trataba de una verdad inmutable.

Años más tarde, Aristarco de Samos se atrevió a cuestionar el statu quo científico de la época, formulando “la teoría heliocéntrica”. Este sabio afirmaba que “el Sol era el centro del Universo” y que “la Tierra y el resto de planetas giraban a su alrededor”. Por aquel entonces, la mayoría de sus colegas se burlaron y se opusieron a su hipótesis, que fue severamente criticada y condenada. No en vano, dar crédito a esta nueva teoría suponía asumir que ellos estaban equivocados.

Con el paso de los siglos, comenzaron a aparecer nuevos pensadores, con nuevas maneras de mirar e interpretar el Universo. Entre ellos, destacó Nicolás Copérnico, quien retomó el relevo de Aristarco de Samos, asegurando que “la Tierra giraba sobre sí misma una vez al día, y que una vez al año daba una vuelta completa alrededor del Sol”. Dado que Copérnico contaba con elaborados cálculos matemáticos que sustentaban su hipótesis, en esta ocasión la teoría heliocéntrica fue acogida con menos escepticismo.

Cien años más tarde y gracias a los avances tecnológicos, las hipótesis de Copérnico fueron demostradas por Galileo Galilei. Con la ayuda del telescopio –instrumento que él mismo inventó– se desmontó la falsedad inherente a la teoría geocéntrica, consagrando así la veracidad de la teoría heliocéntrica, descrita casi dieciocho siglos atrás por Aristarco de Samos. Así fue como se produjo uno de los más importantes cambios de paradigma que ha experimentado la humanidad.

PERFIL DE LOS VISIONARIOS
“Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa.”
(Mark Twain)

Evidentemente no todos los locos son visionarios. A algunos les falta un tornillo de verdad. Sea como fuere, este colectivo de genios está compuesto por personajes tan ilustres como Leonardo da Vinci, Nostradamus, Louis Pasteur, Julio Verne, Thomas Alva Edison, Nicolás Tesla, Aldous Huxley, George Orwell, Arthur C. Clarke, Ray Bradbury y Steve Jobs, entre otros. Todos ellos tienen siete características en común:

1.Desafían el statu quo. Al investigar la historia que hay detrás de cada visionario, descubrimos que todos ellos padecen en algún momento una profunda crisis, que les lleva a romper con la ancha avenida por la que transita el resto de sus coetáneos, explorando sendas nuevas y alternativas. Para lograrlo, empiezan a cuestionar el núcleo de su identidad, cuestionando a su vez el sistema de creencias con el que fueron condicionados por su entorno social y familiar. Así es como se convierten en una amenaza para el orden social establecido.

2.Inadaptados y excéntricos. No encajan con el patrón que impera en la sociedad. De ahí que tiendan a rechazar el modo de vida que les propone su tiempo. Y al hacerlo, atraviesan una etapa en la que se sienten excluidos y marginados. La soledad y la incomprensión son el precio que pagan al principio por atreverse a escuchar a su intuición y seguir su propio camino. En ocasiones, para reafirmarse ante los demás, suelen adoptar actitudes bizarras y conductas excéntricas, provocando que se los tache de “raros” y “locos”.

3.Rebeldes e inconformistas. Al ganar en confianza y seguridad en sí mismos, se sienten con más fuerza y determinación para rebelarse frente a las autoridades y los sinsentidos de su época. A todos ellos les causa cierto deleite transgredir las normas, quebrantar las reglas y romper los límites. No se resignan a vivir como se vive hoy; sino que viven como se vivirá mañana.

4.Libres de pensamiento. Son personas que han construido un pensamiento propio e independiente, forjado por medio de experiencias transformadoras. Tienen una mente abierta, libre de moral y de prejuicios. Suelen llevar un estilo de vida muy poco convencional, el cual suele causar mucha controversia en su entorno.

5.Idealistas y soñadores. Son personas adelantadas a su tiempo. Tanto es así, que lo que un visionario piensa hoy es lo que pensará la humanidad dentro de 50 años. Sin embargo, su exacerbado progresismo les lleva a ser personas orientadas hacia el futuro, con tendencia a abrazar quimeras y utopías.

6.Creativos e inventivos. La creatividad es su seña de identidad. Son inventores natos, cada uno en su campo. Muchas de sus ideas acaban dando lugar a innovaciones que significan un punto de disrupción con las propuestas actuales, que de pronto quedan viejas y obsoletas.

7.Revolucionarios orientados al bien común. Tremendamente humanistas, los visionarios terminan por convertirse en grandes reformadores, cuya visión inspira un cambio de paradigma en la sociedad. En el momento en que la mayoría verifica la veracidad y validez de sus visiones, empiezan destruirse y transformarse las estructuras establecidas, generando una nueva realidad.

LEY DE DIFUSIÓN DE INNOVACIONES
“No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo.” (Víctor Hugo)

Todos los adelantos evolutivos señalados por este colectivo de locos-visionarios están sujetos a la denominada “ley de difusión de innovaciones”, popularizada en 1962 por Everett Rogers. Este sociólogo dedicó su vida a investigar el proceso por el cual los individuos que forman parte un colectivo comparten y asimilan nuevas ideas y tecnologías que permiten el progreso de la humanidad. Según esta teoría, la población de cualquier país se divide en cinco segmentos, en función de su predisposición para adaptarse a los constantes cambios y avances relacionados con nuevos conocimientos y formas de hacer las cosas.

En un plano más profesional y empresarial, Rogers estima que el 2,5% de la sociedad está compuesto por los “innovadores”. Es decir, aquellos emprendedores de diferentes ámbitos que se atreven a cuestionar el statu quo, ofreciendo nuevos y mejores productos y servicios a los consumidores. En base a la nueva oferta creada por estos pioneros, enseguida es utilizada por los “primeros seguidores”, que representan al 13,5% de la población. Este grupo se caracteriza por apreciar fácilmente las ventajas inherentes a este tipo de innovaciones.

En la medida que el nuevo producto, servicio o conocimiento genera una sustancial mejora en la calidad de vida de sus usuarios, poco a poco va comunicándose por medio del boca oreja. Según Rogers, con el tiempo empieza a ser utilizado por la denominada “mayoría precoz”, formada por el 34% de la población. Es decir, aquellos que al conocer directa o indirectamente a uno de los primeros seguidores han podido verificar que se trata de algo útil y beneficioso, decidiendo incorporar esta novedad en sus vidas.

Es entonces cuando dicha innovación se pone de moda, generando que empiece a ser empleada por la “mayoría tardía”, constituida por otro 34%. En este caso, utilizan dicho avance cuando ya no se considera una “innovación” ni tampoco se percibe como una “novedad”. Por último, se encuentran los “rezagados”, un grupo compuesto por el 16% restante, quienes empiezan a emplear las nuevas ideas, herramientas o tecnologías cuando el resto del mundo lo hace y no les queda más remedio.

Por más que la tendencia general sea ridiculizar o rechazar lo diferente, lo alternativo y lo desconocido, es imposible detener el avance y el progreso de la humanidad. Como individuos podemos quedarnos estancados en lo viejo o abrir nuestra mente y explorar las innovaciones que trae consigo lo nuevo. Y es que la locura –la de verdad– consiste en seguir haciendo lo mismo que hemos venido haciendo hasta ahora, esperando cosechar resultados diferentes.

Artículo publicado por Borja Vilaseca en El País Semanal el pasado domingo 1 de noviembre de 2015.