domingo, 28 de febrero de 2021

Al ego le encanta pedirle a otros egos

 Al ego le encanta pedirle a otros egos.

Nunca le pide a Dios.
Porque le resulta aterrador.
El ego para existir necesita de la ilusión de la separación.
Existe porque está separado.
Separado de otros egos, separado de la fuente, separado de la naturaleza.
La existencia del ego depende de la conservación de esta ilusión.
El ego teme fundirse en la totalidad.
Al igual que la gota que teme sumergirse en el gran océano.
Porque esa integración significaría el fin de su existencia como gota.
Lo que la gota no comprende es que al fundirse en la inmensidad.
Ella también se hará inmensa.
Pero “por ahora estoy bien así”.
Y se aferra a su pequeña existencia, como si fuera algo de valor infinito.
A veces las personas se aferran a su antigua adicción.
Se complacen con los buenos momentos que ésta les proporciona.
Podrían acceder a niveles superiores de bienestar, pero “por ahora estoy bien así”.
Con mi cigarro.
Con mi carne asada.
Con mi desayuno de leche con tostadas.
Pero cuando el ego se encuentra con un problema inmenso.
No podrá solucionarlo con los recursos limitados que otros egos pueden proporcionarle.
Entonces a pesar de su orgullo, deberá recurrir a la verdadera fuente.
Y asumir su divinidad.
Su dimensión infinita.
Su poder infinito.
Su belleza infinita.
Entonces comprenderá.
Que para convertirse en un gran árbol.
La pequeña semilla debe morir.
Debe dejar de existir temporalmente.
Para renacer en una nueva forma.
Mucho más grande, bella y poderosa.
Porque ese es el destino de todas las semillas.
Y el de todos los egos.

-Martín Macedo-

Nuestra filosofía yin-yang nos garantiza una vida extraordinaria

 Nuestra filosofía yin-yang nos garantiza una vida extraordinaria.

Pero pocos pueden ver el valor.
Está ahí para todos los que deseen adquirir sabiduría.
Está constituida por principios milenarios.
Verdades absolutas porque se refieren a ese mundo absoluto.
Donde yin y yang son las variables permanentes.
Si está una siempre estará la otra.
Si está el principio estará el final.
Si está la debilidad estará la fuerza.
Juntas, inseparables como las hojas y las ramas.
Nuestro cuerpo es finito, nuestra alma es infinita.
"Yo no creo en el alma, yo no creo en Dios, yo sólo creo en lo que veo, en lo que puedo comprobar".
Razonamiento falaz, falso, miope que garantiza una vida desgraciada.
Junto al lado finito y fugaz, siempre, siempre estará el lado infinito, eterno, capaz de mover montañas de obstáculos.
Si tienes un cuerpo finito y transitorio, esta Ley garantiza que tienes junto a éste, un cuerpo infinito poseedor de riquezas y recursos incalculables.
Pero no lo ves, porque los ojos son muy limitados.
Los órganos de los sentidos nos mienten, nos muestran sólo el lado finito.
Sólo la sabiduría permite el acceso a nuestro lado infinito.
Sólo el estudio de textos de gran valor abre la puerta al mundo infinito.
En realidad ya estamos en él.
Estamos en medio de él.
Y apenas usamos un 5% de sus recursos.
La Tierra recibe grandes cantidades de energía solar pero sólo se aprovecha una cantidad insignificante.
Por ese motivo los científicos dicen que apenas usamos el 5% de nuestro potencial mental.
Y nos quejamos de que la vida es difícil.
Pero sería mucho más fácil si usáramos el 100%.
Como lo hacen los grandes maestros; ellos decidieron aprender y buscaron mentores.
Y el que busca encuentra.

-Martín Macedo-

Las semillas son paquetes de información

 Las semillas son paquetes de información.

Paquetes de inteligencia infinita.
Es una obra maestra....cada semilla lo es.
Es una vida contraída (yang).
Cuando cae en la Tierra (yin), esa información se expresa y se convierte en una planta.
La Tierra es como un gran útero; expresa una réplica exacta de la información que se imprime en ella en forma de paquete de información biológica.
Si sembramos un cardo, la Tierra expresará un cardo.
Si sembramos manzanas obtendremos más manzanas.
Si el campo se llena de pastizales y malezas sería necio enojarse con la Tierra por expresar esas cosas que no queremos.
La Tierra se limita a hacer su trabajo y lo hace de una forma magistral, perfecta, digna de la inteligencia que la ha creado.
Si quieres arroz no siembres arvejas.
Nuestro subconsciente es una matriz inteligente o en palabras de Gregg Braden una matriz Divina.
Nuestros pensamientos, palabras e imágenes son como las semillas porque son paquetes de información.
La matriz inteligente no es palpable como la tierra física, pero es igualmente sensible y responde igual a lo que en ella se imprime.
El granjero confía absolutamente en que si pone semillas algún tiempo después la tierra le dará su cosecha.
No lo duda ni por un momento y por eso ayuda en el proceso regando sus tierras y protegiendo su huerta con un muro.
Si queremos que el Universo exprese salud no debemos sembrar allí pensamientos y sentimientos de temor a la enfermedad.
Ni hablar de ellas constantemente.
Eso es lo que se hace en las escuelas médicas occidentales.
Y por esa razón se cosechan cardos a pesar de todos los esfuerzos por obtener arándanos.
Los expertos en estadísticas hacen sus doctorados con gráficas y balances sobre prevalencia de enfermedades.
Y por eso a pesar de enormes esfuerzos e inversión en investigación la salud del mundo no aparece sino más bien parece que se esfuma.
Todos los pensamientos van a la matriz y la fertilizan.
Todas las palabras y todas las imágenes.
Y de todo ese caos sale un pastizal.
Y se le prende fuego a la maleza y se vuelve a comenzar.
Al final muchos se desaniman y concluyen que la vida es impredecible y regida por el azar.
Por la buena o la mala suerte.
Pero los sabios han dejado el manual de instrucciones.
Para que los estén verdaderamente hambrientos los estudien y apliquen.
La matriz es una expresión del amor infinito y nos espera para que pongamos en ella las semillas más bellas y sabrosas.
Todos nuestros deseos para que se expresen.
Y así nuestra alegría será completa.

-Martín Macedo-

sábado, 27 de febrero de 2021

No hay víctimas ni victimiarios

 "NO HAY VÍCTIMAS NI VICTIMARIOS"

Que? seguramente te estarás preguntando esto!
Cómo que no hay víctima o victimarios?
Noooo!
Yo soy víctima de mi pareja que me trato mal durante 10 años, yo soy víctima de una traición, yo soy víctima por que me robaron, yo soy víctima de una persona que se burló de mi y me quitó mi confianza...
El victimismo es una emoción sumamente limitante que está en una escala vibracional muy baja y las personas que se ponen como víctima le echa la culpa a uno o a otros por las circunstancias que le están sucediendo y no se terminan de dar cuenta que eso lo crearon ellas o ellos... tu creaste esta situación en tu vida.

Tu fuiste el creador para bien o para mal de esa circunstancia, eres un creador de realidades y circunstancias allá afuera...
Tu eres el creador del robo, del maltrato, de esa pareja que te lastimó, de la traición, de la tortura, etc.
Tu eres quien atrajo como un imán todo esto a su vida...
Lo que pasa que tu te consideras víctima.
La víctima acusa a un victimario y es muy duro aceptar esto:
Si creemos en que somos creadores de nuestras circunstancias, de nuestra realidad y de nuestros resultados tenemos creer que no hay víctimas ni victimarios tu solo fuiste el creador.
Y lo creas desde tus heridas emocionales, creencias adquiridas en tu infancia y comportamientos que te llevan a revolver toda tu vida.
Tu creaste la circunstancia: el robo, asalto, la pareja tóxica, etc.

Deja de jugar el papel de la víctima y SANA tus heridas emocionales: Libera el odio, el rencor, resentimiento y el dolor guardado por "haber sido víctima de otros".
¿Te vas a atrever de dejar de ser VICTIMA?

Muchas veces es mejor alejarse

 Desprenderse de alguien a quien queremos puede ser muy difícil, podemos colocarnos todas las excusas posibles, con tal de permanecer cerca, podemos justificar acciones y omisiones, podemos hacernos los sordos, pero más temprano que tarde tendremos que afrontar la realidad. Muchas veces es mejor alejarse.

Cuando no le importamos a alguien, no tiene mucho sentido invertir nuestros recursos en esa persona. Aunque muchas de nuestras acciones puedan estar ejecutadas sin esperar algo a cambio y nos puede brindar satisfacción el colaborar con alguien, solo por el sentimiento presente en nuestro ser, esto debe ser válido siempre y cuando no nos afecte negativamente, mientras estemos conformes y no tengamos ningún tipo de expectativas asociadas a ese afecto. Así es como debes alejarte aun así no quieras:

Primero, debes parar. Recuerda muchas veces es mejor alejarse.

Deja de correr detrás de ellos. Deje de iniciar. Deja de intentar. Deja de dar. Detente y pregúntate por qué. Pregúntate si vale la pena. Pregúntate si debería ser tan difícil. Pregúntate por qué te estás insistiendo. Deja de contar con las personas que no estuvieron para ti, que no te valoraron ni amaron cuando más lo necesitabas.

Deja las excusas, deja de ser demasiado comprensivo, deja de ser tan ciego y empieza a abrir lentamente los ojos a todas las banderas rojas que ignoraste, a la mala comunicación, a las mentiras blancas, a las cosas que la gente dice, a la falta de esfuerzo y empieza a darte cuenta de que fue un problema desde el primer día y no querías admitirlo porque querías creer que esta vez era diferente, que esta vez eras capaz de tomar una mejor decisión.

Entonces te obligas a olvidar

Eliminas todos los textos, eliminas todas las imágenes, no los sigues, actúas como si nunca hubiesen existido, olvidaste cómo te hicieron sentir, olvidaste lo que te dijeron, olvidaste todas sus promesas que no eran más que un puñado de mentiras. Olvidaste quién eras cuando estabas con ellos. Te olvidas de la persona que creías que eran y te olvidaste de cada cosa buena de ellos. Te obligas a olvidar el potencial que viste.

Entonces te acuerdas

Recuerdas que estabas bien antes de que entraran en tu vida, te acuerdas de quién eras antes de que te acercaras a ellos, recuerdas que te has mudado antes y que tienes una vida esperando por ti fuera de ellos. Recuerdas que tienes cosas más grandes de qué preocuparte, tienes planes y metas que alcanzar. Tienes viajes y vacaciones para planear con amigos. Tienes toda una vida por delante para conocer a quien merece cada onza de tu amor. Recuerda que la gente te ama incluso si la persona a la que amas era incapaz de amarte, otras personas lo hacen y siempre lo harán.

Entonces dejas que la vida continúe

Deja el resto a la vida. Ya sea que vayas a reunirte o reconciliarte, si te van a volver a buscar para disculparte, si te olvidarás de ellos y encontrar a alguien mejor, si cambiarás para ser la persona que quieres que sean. Déjaselo al tiempo y a la vida.

Que termine el resto de la historia. Que el tiempo cuide de tu corazón. No pienses en escenarios y no esperes a que regresen, no espere a que se den cuenta de que dejarte ir fue un error enorme. Simplemente déjalos ser y deja que la vida les muestre lo mejor. Intentaste. Hiciste tu parte, ahora es hora de que el universo juegue su papel, y es siempre mucho más emocionante de lo que piensas. Por eso recuerda muchas veces es mejor alejarse.

Adictos al ruido

 Nuestra vida está marcada por el estrés, el ruido y el cansancio. En general estamos tan desconectados de nosotros mismos que procuramos llenar nuestra agenda de actividades para evitar adentrarnos en el silencio.

Si la naturaleza pudiera elegir su propia banda sonora, seguramente escogería el suave y pausado reggae de Bob Marley. Sin embargo, los ciudadanos de las sociedades modernas –cada vez más ajenos al mundo natural– estamos construyendo nuestra existencia al vertiginoso ritmo de la música electrónica de David Guetta. Vivimos tan acelerados que nos hemos vuelto hiperactivos en el peor sentido de la palabra. Cada vez nos cuesta más parar. Tememos quedarnos quietos y nos sentimos incómodos al quedarnos haciendo nada. Por eso procuramos mantenernos ocupados, distraídos y entretenidos.

Después de una larga y agotadora jornada laboral, al llegar a casa nuestra mente está tan embotada que lo único que nos apetece es sentarnos en el sofá delante de la tele. Pero tratar de relajarnos de esta manera es como hacer una tortilla sin huevos, sin patatas y sin sartén. ¡Es imposible! Así solo conseguimos callar nuestro ruido mental para escuchar el de la sociedad. De hecho, enchufarnos a una pantalla nos desconecta todavía más de nosotros mismos. Y termina por vaciar nuestro depósito de energía vital.

La calidad y cantidad de pensamientos que tenemos durante el día determina los que tenemos cada noche, en nuestros sueños. Por eso nos despertamos tan cansados por las mañanas, dependiendo de una buena taza de café para comenzar el día. Y puesto que no sabemos cómo recargar las pilas, solemos funcionar disfuncionalmente. No es ninguna casualidad que tendamos a ser egocéntricos, reactivos y victimistas, perturbándonos cada vez que las circunstancias no satisfacen nuestras necesidades, expectativas y deseos. Del mismo modo que nuestro móvil deja de funcionar cuando se le termina la batería, cuando se nos agotan las pilas se produce un fallo energético, quedándonos sin la fuerza ni la comprensión necesarias para modificar nuestra actitud frente a la vida.

VIVIMOS ALLÁ Y ENTONCES
“La gran tragedia de nuestro tiempo es que no sabemos vivir aquí y ahora.”
(Eckhart Tolle)

Puede que de día no ronquemos, pero eso no quiere decir que estemos del todo despiertos. Sin energía vivimos de forma inconsciente, dormidos, funcionando por inercia, casi sin darnos cuenta. Para verificar esta afirmación basta con observar nuestra forma de ducharnos. ¿Cuántas veces nos duchamos mientras nos estamos duchando? Es decir, ¿cuántas veces estamos debajo de agua caliente a presión –un lujo que solo disfrutamos menos de la mitad de la población mundial– sintiendo el agua, valorando y apreciando este momentazo cotidiano?

Mientras el agua caliente resbala por nuestro cuerpo solemos pensar en lo déspota que es nuestro jefe, que nos obliga a trabajar hasta tarde. O en lo pesada que es nuestra suegra, que nos envía whatsapp constantemente para pedirnos que vayamos a comer los domingos a su casa. ¡Nuestro jefe y nuestra suegra duchándose con nosotros! Lo cierto es que no solemos estar en la ducha mientras nos estamos duchando. Estamos casi siempre en nuestra mente y en nuestros pensamientos, divagando entre el pasado y el futuro. Vivimos entre el allá y el entonces (ambos ilusorios), marginando el momento presente, que es el único que existe. Funcionando así, ¿cómo esperamos que nos vaya la vida?

En cuanto a nuestros momentos de ocio, los dedicamos en gran parte a sentarnos pasivamente delante de una pantalla, ya sea viendo alguna serie de televisión, chateando por las redes sociales o navegando por Internet. El resto del tiempo lo pasamos rodeado de gente que, como nosotros, habla sin parar. Fijémonos en qué ocurre cuando conversamos con otra persona. La mayoría verbalizamos todos los pensamientos que deambulan por nuestra mente. En general no escuchamos. Y nadie nos escucha. Llamamos «conversación» a la sucesión compulsiva de dos monólogos que se interrumpen constantemente. Por eso nos es tan difícil conectar con los demás a un nivel más profundo.

Perseguimos la felicidad de tal modo que ésta se encuentra cada vez más lejos. Y nuestra falta de paz interior nos ha convertido en personas tremendamente adictas al placer, la diversión y el entretenimiento. Pero, ¿cuánto dura la satisfacción de comprar cosas o lograr triunfos? Demasiado poco, ¿no es cierto? La cruda verdad es que utilizamos el ruido para tapar el molesto vacío que sentimos en nuestro interior. Pero no importa cuánto huyamos. Nuestro dolor nos acompañará vayamos donde vayamos.

La «hiperactividad» nos impide relajarnos y disfrutar de la tranquilidad y la quietud. La «gula» nos condena a querer cada vez más de aquello que en realidad no necesitamos. Y el «ruido mental» nos imposibilita escucharnos a nosotros mismos –a nuestra voz interior–, desconociendo el camino que nos conduce nuevamente hacia el equilibrio. Estas tres tendencias ponen de manifiesto una carencia de silencio. Se trata de una cualidad que se desarrolla cuando estamos a solas, sin distracciones ni estímulos, cultivando la capacidad de ser y estar con nosotros mismos. Solo entonces comprendemos que la verdadera felicidad no tiene ninguna causa externa.

LA ELOCUENCIA DEL SILENCIO
“¿Quieres saber lo que verdaderamente necesitas? Pregúntaselo al silencio.”
(Séneca)

Una forma de empezar a cultivar el arte de estar a solas con nosotros mismos consiste en elegir un parque cerca de nuestra casa o lugar de trabajo y comprometernos a sentarnos cada día en el mismo banco. Se trata de dedicarnos a hacer nada al menos 20 minutos, conviviendo con nuestro aburrimiento, en silencio. En el caso de que la experiencia de estar con nosotros mismos se vuelva insoportable, podemos respirar profundamente y observar lo que sucede en nuestro interior. El reto consiste en acoger nuestras emociones, por más dolorosas que sean, así como atrevernos a sentir el vacío. No hemos de temerlo; más bien aprender a acéptalo. Es una puerta. Al otro lado se encuentra el verdadero bienestar que estamos buscando.

A través del entrenamiento diario, la práctica del silencio nos genera multitud de efectos terapéuticos. En primer lugar, perdemos el interés en pasarnos el día haciendo cosas, aprendiendo a estar cada vez más presentes, viviendo cada momento con más profundidad. En paralelo, nos motiva a practicar yoga, taichí, contemplación o meditación, dedicando cada vez más espacios para hacer nada, respirar y relajarnos. Llegados a este punto, podemos vivir episodios en los que sentimos la necesidad de volver al parque y sentarnos en el banco para estar a solas con nosotros mismos.

También aumenta nuestra sensibilidad, percibiendo matices de la realidad que antes se nos escapaban o dábamos por sentado. A su vez, disminuye el miedo a conectar con nuestras heridas y traumas reprimidos, aprendiendo –a su debido tiempo– a liberarnos definitivamente del dolor y del sufrimiento. De esta forma gozamos de mayor habilidad para domesticar nuestra mente, escuchando cada vez con más claridad la voz que nos inspira a cuidar de nosotros y gestionar de forma más eficiente nuestra energía vital. Por último, podemos experimentar ataques temporales de conexión profunda con nosotros mismos, por medio de los que sanamos nuestra autoestima y fortalecemos la confianza en nosotros mismos.

Curiosamente, solemos decirnos que no tenemos tiempo para estar en silencio. O que hacer nada es una acción improductiva, carente de sentido. Sin embargo, lo que en realidad estamos diciendo es que no priorizamos cultivar nuestra salud física, emocional y espiritual. La práctica del silencio y de la inactividad nos llevan a desarrollar la serenidad y la sobriedad, dos cualidades que nos permiten sentirnos bien con nosotros mismos sin necesidad de estímulos externos. Como cualquier otro aprendizaje en la vida, es una simple cuestión de dar el primer paso. Y el mejor momento de darlo es ahora.

Artículo publicado por Borja Vilaseca en El País Semanal el pasado domingo 22 de diciembre de 2013.

El noble arte de aprender a pescar

 El Máster en Inteligencia Financiera es un proceso de desarrollo personal diseñado para que aprendas a estar en paz con el dinero, sepas cómo resolver tus problemas económicos y crear abundancia en tu vida.

Te felicito de todo corazón. El simple hecho de que estés leyendo estas líneas dice un mundo acerca de ti. No tengo el placer de conocerte personalmente, pero te aseguro que ya cuentas con toda mi admiración. Y ésta no tiene nada que ver con que decidas apuntarte al máster, pues quizás simplemente estás curioseando por nuestra web o tal vez aún no sea tu momento.

Tienes toda mi admiración porque estás dedicando tiempo a investigar sobre cómo crecer en comprensión y sabiduría para mejorar tu relación con el dinero. Y esto pone de manifiesto que eres una persona responsable, consciente, madura y con ganas de convertirte en parte de la solución de esta sociedad. ¡Bien por ti!

Aprovecho esta carta para agradecer de corazón al departamento de pedagogía, co-creadores de este innovador y revolucionario proceso pedagógico. Y por supuesto, a todos nuestros profesores: unos auténticos cracks en saber combinar el autocono- cimiento, el desarrollo espiritual y la educación financiera.

No sabes lo contento que estoy de poder escribir(te) estas líneas. Ahora mismo no puedo dejar de sonreír. No me cabe la menor duda de que este va a ser uno de esos másteres que “cambian vidas”. Lo sé por experiencia personal. El Máster en Inteligencia Financiera® es fruto de todo lo que he aprendido en este ámbito a lo largo de mis 39 años de existencia. La verdad es que ha sido un largo viaje llegar hasta aquí.

Jamás hubiera imaginado que acabaría liderando un proyecto así. Por una serie de hechos neutros que tuve que vivir durante mi infancia y adolescencia, desde muy jovencito siempre estuve peleado con el dinero. Me parecía algo sucio y corrupto por lo que la gente perdía su alma y se prostituía. Para mí, el dinero era la raíz de todos los males de la sociedad.

De hecho, miraba a los ricos con recelo y desprecio. Los juzgaba y condenaba con severidad. Estaba convencido de que era imposible amasar una fortuna honradamente. También creía que los empresarios y los inversores eran personas mezquinas y codiciosas. ¡Madre mía que equivocado que estaba! ¡Cuánta mierda mía estaba proyectando en ellos! Afortunadamente, no me llevó mucho tiempo darme cuenta de ello…

ENFADADO CON EL MUNDO
En paralelo, también estaba muy enfadado con el mundo económico y financiero. A pesar de ser un joven e ingenuo adolescente, nunca creí en el sistema ni me sentí parte de esta sociedad. Por eso a los 19 años decidí romper con todo y encerrarme en mí mismo, acompañado solamente por libros de filósofos clásicos. Estaba tan enfadado con todo y con todos que me convertí en un inadaptado social de forma voluntaria. Fue entonces cuando, sin yo saberlo, empezó mi camino espiritual.

Cinco años después y muchos ensayos existenciales más tarde, descubrí por causalidad la herramienta del Eneagrama. Así fue como perdí la virginidad espiritual, iniciando oficialmente mi viaje de autoconocimiento. Lo cierto es que supuso un punto de inflexión en mi búsqueda. Y un año más tarde la vida puso en mis manos las enseñanzas de Gerardo Schmedling. Fue entonces cuando se me giró por completo la tortilla. Experimenté un clic tan fuerte, sonoro y estridente que desperté de golpe y porrazo. Acababa de cumplir 25 años.

De pronto dejé de obviar algo muy obvio: que la única manera en la que cambian nuestras circunstancias es cambiando nosotros primero. No hay otra fórmula: nuestra mentalidad determina nuestra realidad. Fue entonces cuando dejé de victimizarme, de quejarme, de protestar, de culpar siempre a otros de mis conflictos y problemas. A su vez, empecé a comprometerme con sanar mi impotencia y transformar mi frustración. Me di cuenta de que poniendo el foco fuera de mí mismo jamás lograría el cambio que anhelaba.

La cruda verdad es que actuar así no sirve para cambiar nuestra vida. Ni tampoco para mejorar nuestra situación económica. Tan sólo sirve para perturbarnos a nosotros mismos, desempoderarnos todavía más y seguir auto-engañándonos. Y de paso, seguir creyendo que lo que tiene que cambiar es lo externo. Que la vida es injusta y que nos debe algo. Que el Estado se tiene que encargar de nosotros. Que lo mejor que podemos hacer es salir a la calle a protestar… O todavía peor: votar al nuevo partido que nos prometa poner más pescado en nuestros platos.

Sea como fuere, en el año 2006 impartí mi primer curso de autoconocimiento a través del Eneagrama. Lo daba un sábado cada dos meses en el centro donde practicaba yoga y en el que estaba aprendiendo a meditar. En total eran 8 horas de clase. Y solían acudir unos 15 alumnos por curso, los cuales pagaban 30 euros. Yo me negaba a cobrar. No quería que el dinero me ensuciara las manos ni me manchara el alma, cobrando por algo que hacía por amor al arte.

MIS PRIMEROS 50 EUROS CONSCIENTES
Sin embargo, al cabo de nueve cursos la directora del centro -una mujer con mentalidad de empresaria y un corazón íntegro y puro como pocos- finalmente me citó en su despacho y me dio 50 euros. “Este dinero es para ti”, dijo muy seria. Enseguida me puse a la defensiva, recordándole que no quería cobrar por mis clases, pues yo no lo hacía por dinero. “Me parece maravilloso, pero este dinero te corresponde a ti”, insistió. Y acto seguido puso aquel billete en mis manos.

Fue entonces cuando me dijo algo que no olvidaré en la vida: “Nosotros hemos puesto el centro (espacio, luz, sillas, pizarra, calefacción…). Tú has puesto el curso (tiempo, conocimiento, entusiasmo…) Y los alumnos han puesto dinero. Todos hemos compartido algo valioso, aportándonos valor los unos a los otros. El dinero es lo que ha posibilitado este intercambio. No entiendo por qué lo rechazas y juzgas de esta manera. El dinero no es bueno ni malo; es un medio. Es neutro. Es energía. Y si no lo quieres, no pasa nada. No hace falta que te lo quedes. Dónalo. Regálalo. Compártelo.

Me quedé completamente mudo, sin saber muy bien qué decir. ¿El dinero no es bueno ni malo? ¿El dinero es un medio de intercambio? ¿El dinero es neutro? ¿El dinero es energía? Si bien ahora mismo me avergüenza reconocer lo obvio que son todas estas afirmaciones, en aquel entonces supusieron un hachazo a mi mente. No en vano, todavía no era consciente de cómo me limitaban ciertas creencias y emociones que albergada en mi interior con respecto al dinero.

Con aquel dinero-energía invité a cenar a un japonés a mi novia Irene, con la que apenas llevaba un año y medio saliendo. De pronto algo se desbloqueó en mi interior. Así fue como empecé a hacer las paces con el dinero. Y años más tarde, a interesarme más en profundidad por el apasionante universo de la educación financiera. El resto ya es historia. ¿Quién me iba a decir que un aspirante a filósofo como yo iba a acabarconvirtiéndose en empresario e inversor?

LA RAÍZ DE NUESTROS PROBLEMAS ECONÓMICOS
Si algo he aprendido desde entones es que el dinero no es el problema. El verdadero problema son las creencias que tenemos acerca del dinero. Nuestra mente está totalmente contaminada de falsas creencias que limitan nuestra forma de relacionarnos con el mercado laboral y con nuestra forma de ganar, administrar, gastar, ahorrar e invertir el dinero.

Lo cierto es que se trata de una energía muy poderosa. Si no la sabemos manejar y dominar nos acaba manejando y dominando a nosotros. Eso es precisamente lo que vas a aprender en este máster: a cambiar de mentalidad con respecto al dinero, tomando las decisiones y las acciones necesarias para crear una vida libre, abundante y próspera de forma honrada y ética.

Hoy puedo decir orgulloso que estoy completamente en paz con el dinero. Principalmente porque he sanado mis heridas de infancia y ya no proyecto mis demonios internos sobre él. A lo largo de este proceso de autoconocimiento y de educación financiera he descubierto empíricamente que el secreto de la verdadera abundancia, riqueza y prosperidad consiste en sentirlas primero dentro de uno mismo, reconectando con el ser, con nuestra dimensión espiritual. Así de fácil y así de complicado. Solo entonces podemos co-crearlas también en el plano físico, económico y material.

De hecho, cambiar de paradigma financiero pasa por comprender que nuestro objetivo vital no ha de ser ganar dinero, sino crear riqueza, resolver problemas y satisfacer necesidades sociales. Es entonces cuando como consecuencia de nuestro talento y de nuestra contribución viene el dinero como resultado. A cuantas más personas ayudemos, más prosperidad cosecharemos. La raíz de la verdadera abundancia nace de la genuina generosidad. De ahí que mi equipo de motivad@s y yo estemos total y absolutamente comprometidos con aportar el máximo valor, con la mayor calidad y al menor precio posible. Ojalá de este modo podamos tocar el corazón e inspirar la mente del máximo número de personas interesadas en cambiar su mentalidad con respecto al dinero.

La belleza de esta forma de concebir nuestra empresa y nuestra comunidad educativa es que llevamos años inmersos en un círculo virtuoso. Cuánta más riqueza generamos, más riqueza cosechamos. Y cuánta más riqueza cosechamos, más riqueza podemos seguir generando. Así, el dinero que obtenemos como resultado de crear riqueza se convierte en la energía que alimenta y permite hacer crecer nuestra comunidad de forma exponencial, pudiendo contratar a más personas, expandirnos por más lugares y, en definitiva, revolucionar la vida de cada vez más buscadores e inconformistas con ganas de tomarse la pastilla roja y empezar a salir del Matrix. Y así es como nuestro impacto positivo en el mundo es cada vez mayor. Y todo ello gracias a la increíble, maravillosa y neutra herramienta llamada “dinero”.

LA BURBUJA DEL ESTADO DE BIENESTAR
Intuyo que si has seguido leyendo hasta aquí llevas tiempo inmerso en una crisis existencial. Y estás hasta los mismísimos de esperar a que llegue ese pescado de manos de terceros. Seguramente ahora ya sabes que nunca va a llegar. Ese es precisamente el palo con la zanahoria que utilizan los Estados para que los ciudadanos sigamos creyendo que necesitamos y dependemos de los Gobiernos. Pero, ¿cómo van a poder las administraciones públicas resolver nuestros problemas económicos si están completamente endeudadas, al borde de la quiebra financiera? Simplemente no pueden ni van a poder.

El paternalismo del Estado va a ser sustituido por la responsabilidad personal del ciudadano. El contrato social basado en trabajar para consumir y pagar impuestos que garanticen el estado del bienestar es del todo ineficiente e insostenible. Ahora mismo es una burbuja artificial, una bomba de relojería. Y está a punto de estallar. La crisis sistémica en la que estamos inmersos es el puente entre el viejo sistema financiero y el nuevo que está por venir, liderado -con toda probabilidad- por la Blockchain y las criptomonedas.

Se avecina una tormenta económica y financiera de proporciones bíblicas. Y la mayoría de ciudadanos está totalmente desprotegida. Por no tener, no tiene chubasquero ni paraguas. Lo peor de todo es que debido a nuestra falta de educación financiera estamos demasiado acostumbrados a que nos den el pescado mensualmente a cambio de estar bien adaptados al engranaje socioeconómico del sistema. Por eso hemos venido siendo tan obedientes.

Esta es la razón por la que en general la mayoría de ciudadanos tiene una mentalidad de escasez y de pobreza. Al no haber cuestionado su condicionamiento socio-económico, siguen creyendo que la riqueza está afuera de ellos mismos. Y que los grandes interme- diarios financieros (Papá Estado, Mamá Corporación y el Tío Gilito de la Banca) son los responsables de resolver sus problemas económicos. El hecho de que esta mentalidad sea totalmente dominante y mayoritaria en nuestra sociedad pone de manifiesto que el Estado y la mayoría de la ciudadanía –dormida y desempoderada– se retroalimentan unos a otros, perpetuando este viejo paradigma financiero en la sociedad.

EL CORONAVIRUS COMO DETONANTE
En este sentido, el coronavirus –como cualquier otro virus– está enfermando al sistema, el cual –como organismo vivo–, está sacando toda la basura que ya tenía dentro. Y por favor, no caigamos en el error de culpar al Covid-19. Su función está siendo la de aflorar las cloacas de este sistema insostenible forjado a base de deuda, corrupción, malversación, delirio y derroche. Tanto es así, que la respuesta que está teniendo el propio sistema consiste en inyectar cientos de miles de millones en la economía para paliar los efectos financieros de este virus en el corto plazo. La incómoda verdad es que el sistema es un yonki completamente adicto a la deuda. Me da la sensación de que a lo largo del próximo año va a morir de sobredosis. Preparémonos para vivir el proceso de desintoxicación…

Estamos ante un acontecimiento de tal envergadura y magnitud, que con el paso del tiempo nos referiremos a él utilizando expresiones como “antes del coronavirus” y “después del coronavirus”. Sin embargo, el estado de shock en el que se encuentra la gran mayoría le impide ver lo que verdaderamente está sucediendo. El coronavirus es el instrumento que ha utilizado la vida para adentrarnos definitivamente en un cambio de era. Una vez venzamos y superemos la pandemia –conteniendo y mitigando sus efectos en el ámbito de la salud y la sanidad–, tomaremos consciencia de que jamás volveremos a nuestra antigua realidad. Nos encontraremos frente a un nuevo escenario macroeconómico muchísimo más duro y hostil que el que vivimos durante la crisis de 2008.

No es descabellado afirmar que vamos a vivir la peor crisis de la historia, entrando en un periodo de recesión económica profunda y aguda, durante el que la destrucción creativa va a alcanzar su máxima expresión. A lo largo de este proceso van a destruirse cientos de sectores, miles de empresas y millones de puestos de trabajo. El denominador común de todos ellos es que hace tiempo que habían quedado obsoletos y ya no se corresponden con el nuevo escenario socioeconómico emergente. Pero no tengas miedo: no es el fin del mundo, sino el inicio de uno nuevo.

LA IMPORTANCIA DE APRENDER A PESCAR
Una vez finalice la crisis coyuntural generada por el coronavirus, comenzará la crisis estructural que este sistema insostenible ha venido parcheando y posponiendo desde hace demasiados años. Todo lo que forme parte del obsoleto, decadente e insostenible viejo paradigma va a morir y desaparecer. A su vez, lenta y paulatinamente empezará a nacer y emerger con fuerza un nuevo paradigma, basado en la consciencia y la sabiduría, con el que se iniciará –en complicidad con las nuevas tecnologías– uno de los periodos más innovadores, disruptivos, creativos, luminosos y revolucionarios de la historia. A esto se refiere la expresión “el momento más oscuro de la noche es justo antes del amanecer”.

Dicho de forma poética, la humanidad va a experimentar su propia “noche oscura del alma”. Es decir, un proceso de metamorfosis cultural. Ahora mismo todos somos larvas condenadas a entrar en una crisálida para salir transformadas como mariposas. Quien se resista a cambiar, transformarse y evolucionar va a experimentar un dolor y un sufrimiento muy profundos. Lo cierto es que la gran mayoría va a llegar a una saturación de sufrimiento, la cual puede generar un despertar masivo de consciencia sin precedentes en toda la historia de la humanidad.

Si bien ningún partido político se atreve a reconocerlo públicamente, las personas más desfavorecidas serán nuevamente las más perjudicadas y castigadas por esta crisis sistémica. Tanto es así, que quedarán laboralmente obsoletas, quedando a merced de gobiernos populistas cada vez más totalitarios, quienes les prometerán seguridad a cambio de su libertad.

Sin embargo, muchas de estas promesas se las llevará el viento. Principalmente porque los Estados están completamente endeudados –al borde de la quiebra– y apenas habrá dinero para seguir comprando sus votos con subvenciones públicas. En esta nueva era se acabó eso de dar pescado. La nueva consigna es que quien quiera sobrevivir y prosperar no le queda más remedio que iniciarse en el noble arte de aprender a pescar.

Una vez termine el máster no puedo prometerte cuántos peces vas a ser capaz de pescar. Ni tampoco sé qué harás con ellos. Eso es cosa tuya, de los valores desde los que riges tus decisiones económicas. Lo que sí puedo asegurarte es que el último día de clase tendrás entre tus manos una caña de pescar nueva –de máxima calidad– diseñada por tu inteligencia y construida por tus propias manos. Y que vas a saber perfectamente cómo salir al océano y pescar por tu cuenta para el resto de tu vida, independientemente del intensidad del viento y la altura del oleaje.

Humildad sabiduría en vez de humildad - sumisión a otros egos

El que se ensalza será humillado.
El que se humilla será ensalzado.
Entonces queda claro que los educadores religiosos durante siglos nos han inculcado la idea de que la virtud es la humildad.
Si nos humillamos, si somos muy humildes finalmente tendremos el premio y nos llevarán en andas como a un campeón de fútbol que hizo el gol de la victoria.
Gracias a la humildad que según muchos creen es un pasaporte a la felicidad y al éxito en todos los niveles.
Pero es erróneo.
La Biblia está llena de invitaciones a reconocer el Poder de Dios, que es Todopoderoso, y que el hombre justo debe humillarse ante este gran poder que está por encima de èl, que está separado de él y que se enoja cuando se lo desobedece.
El peor de los pecados, la peor de las abominaciones es creerse un dios o igualarse a Dios.
Así se han controlado a los rebaños de ovejas durante miles de años....los pastores amorosos velan por la seguridad de sus rebaños y los protegen del mal (del lobo feroz) y se desviven para que sus ovejitas tengan todo lo que necesitan.
Para que este sistema funcione se necesita gente que crea que la humildad es una virtud esencial para ser una persona buena que irá al cielo como premio por su obediencia y fidelidad a Dios.
Ese sistema ya es obsoleto.
La mentira tiene patas cortas.
Somos gigantes y esa es la hermosa verdad.
Aunque la neguemos seguirá siendo verdad.
La verdadera humildad es comprender que nuestro cuerpo físico es frágil y temporal y que nuestras capacidades físicas son muy pobres comparadas con los recursos interiores donde nuestra alma individual se confunde con el alma universal como las gotas de lluvia se confunden con el agua de los ríos, de los mares y de los lagos.
Esa forma de humildad elevada no degrada a ningún ser; muy por el contrario lo ayuda a comprender la conexión de la vida infinita de la cual ningún ser está separado, porque si lo hiciera dejaría de existir.
Cuando comprendemos lo insignificante que es nuestra vida física comparada con la grandeza del Universo sólo podemos experimentar una profunda gratitud y maravilla por la experiencia de la vida mortal como si fuera un eslabón de la cadena de la vida infinita....
Esa es a mi parecer la verdadera humildad.
Humildad sabiduría en vez de humildad - sumisión a otros egos.

-Martín Macedo-

miércoles, 24 de febrero de 2021

Una gota de agua contiene toda la información del Universo

 Una gota de agua contiene toda la información del Universo.

En forma de memorias.
La inteligencia del agua registra frecuencias sonoras, música y palabras, conceptos y creencias.
El agua es infinitamente inteligente.
Esa gota que circula en tu sangre.
Ha estado en millones de cuerpos vegetales y animales.
En millones de tormentas y catástrofes.
Y ha viajado por planetas misteriosos y recorrido el universo de arriba para abajo durante millones de años.
Y ha recorrido los organismos de seres misteriosos de otros mundos.
Y ha registrado sus emociones y ha grabado toda la información.
Ahora esa gota llega a ti en forma de alimento o infusión de hierbas.
Contiene toda la información que necesitas para convertirte en un ser de ilimitada sabiduría.
De ilimitada belleza.
De ilimitada salud.
De ilimitada grandeza.
Pero prefieres creer que eres un pecador.
O portador de una hipercolesterolemia heredada de tu familia.
O demasiado feo o demasiado gordo o demasiado flaco o demasiado viejo para intentar conquistar las cimas más altas del mundo.
Y como crees eso.
Tu agua infinitamente inteligente.
Toma nota y concede.
Y tu mente que depende en gran parte de tu actividad cerebral.
Toma nota y concede.
Porque sin agua no hay cerebro.
Y sin cerebro el hombre no puede pensar.
Y si no puede pensar en cosas nobles y en la belleza suprema.
Deberá convivir con sus pesadillas.
Hasta que se quiebren sus viejas creencias.
Como las barras de hierro oxidadas de una antigua prisión.

-Martín Macedo-

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martes, 23 de febrero de 2021

Lo pequeño y lo grande conviven en nosotros

 Lo pequeño y lo grande conviven en nosotros.

Todos llevamos dentro un gigante y también un ser diminuto.
Pero el pequeño tiene mucho carácter y compensa su pequeñez con una gran habilidad para ganarse nuestra confianza.
Él quiere conducir nuestra vida, desea controlar todo lo que hacemos, pensamos, decimos.
Porque de otra forma ya no sería necesario y se sentiría como alguien que ha perdido su empleo.
Ese pequeño se llama el ego.
El gigante lo deja hacer, porque tiene la sabiduría infinita y sabe que todo tiene su tiempo y su oportunidad.
Entonces lo deja hacer al ego, sabiendo que su reinado acabará tarde o temprano, cuando decidamos volver a ser grandes y dejar de lado los recursos del ego que son altamente efectivos para engañarnos: el miedo, la especulación, la culpa y la preocupación, así como la mediocridad, la pereza y el conformismo.
El ego se identifica con el cuerpo, porque de otra forma pierde la base física para existir.
Pero nuestra naturaleza superior no se apega al cuerpo, porque no lo necesita.
La macrobiótica es el camino para volver a ser grandes, fuertes e infinitos.
La palabra macro significa grande, ilimitado.
Al ego no le gusta la macrobiótica.
Le desagradan sus comidas, sus sabores y sus principios.
Le choca tanto entusiasmo, tanta certeza, tanta alegría.
Le preocupa ese exceso de salud, ese nunca enfermar, ese nunca estar cansados.
Esos alimentos preparan a nuestro avión para un gran vuelo en las alturas del cielo.
Por eso los macrobióticos de bajo vuelo se ven tímidos y cansados.
Y los de alto vuelo, son como los leones, los búfalos y los delfines.
Tienen un nivel de energía tan fuerte, tan poderoso que todos los que interactúan con ellos, desean seguirlos.
No le tienen miedo a ninguna enfermedad porque la pueden revertir con su voluntad de hierro, con su fe que mueve montañas y con su pasión por la salud.

-Martín Macedo-

Al ego le encanta pedirle a otros egos

 Al ego le encanta pedirle a otros egos.

Nunca le pide a Dios.
Porque le resulta aterrador.
El ego para existir necesita de la ilusión de la separación.
Existe porque está separado.
Separado de otros egos, separado de la fuente, separado de la naturaleza.
La existencia del ego depende de la conservación de esta ilusión.
El ego teme fundirse en la totalidad.
Al igual que la gota que teme sumergirse en el gran océano.
Porque esa integración significaría el fin de su existencia como gota.
Lo que la gota no comprende es que al fundirse en la inmensidad.
Ella también se hará inmensa.
Pero “por ahora estoy bien así”.
Y se aferra a su pequeña existencia, como si fuera algo de valor infinito.
A veces las personas se aferran a su antigua adicción.
Se complacen con los buenos momentos que ésta les proporciona.
Podrían acceder a niveles superiores de bienestar, pero “por ahora estoy bien así”.
Con mi cigarro.
Con mi carne asada.
Con mi desayuno de leche con tostadas.
Pero cuando el ego se encuentra con un problema inmenso.
No podrá solucionarlo con los recursos limitados que otros egos pueden proporcionarle.
Entonces a pesar de su orgullo, deberá recurrir a la verdadera fuente.
Y asumir su divinidad.
Su dimensión infinita.
Su poder infinito.
Su belleza infinita.
Entonces comprenderá.
Que para convertirse en un gran árbol.
La pequeña semilla debe morir.
Debe dejar de existir temporalmente.
Para renacer en una nueva forma.
Mucho más grande, bella y poderosa.
Porque ese es el destino de todas las semillas.
Y el de todos los egos.

-Martín Macedo-