miércoles, 6 de febrero de 2019

A veces cometemos errores


A veces cometemos errores.
Decimos algo inapropiado.
O dejamos pasar una gran oportunidad laboral de esas que se dan una sola vez en la vida.
Y lo lamentamos profundamente.
Nos equivocamos muchas veces.
Y los errores duelen y su carga de "arrepentimiento" nos puede acompañar durante muchos años.
¿Cómo dejé pasar esa oportunidad?
Es imperdonable!!
Tenemos un programa en nuestro subconsciente que aplaude el éxito y castiga el error.
Pero errar es normal.
No olvidemos el Orden del universo.
Sin error no puede existir el éxito.
Sin dolor no puede haber placer.
Sin cansancio no puede haber descanso.
Si pretendemos suprimir el error también estamos suprimiendo el éxito.
Porque son las dos caras de la moneda.
No vale la pena cargar montañas de culpabilidad por los errores pasados.
O tener miedo de volverse a equivocar!!!
¿Qué gran tontería es esa?
Ohsawa decía: "cometed muchos errores porque son la fuente del saber".
Los errores nos hacen más sabios.
Más fuertes y más astutos.
La habilidad se desarrolla a fuerza de intentos fallidos.
Entonces frente al inevitable error del pasado, el presente o el futuro debemos cambiar la actitud.
Porque nos vamos a seguir equivocando mientras estemos en el mundo de yin y yang.
Aprendamos del error y volvámonos más sabios y fuertes.
Convirtamos el inevitable error en sabiduría.
Y no en una fuente interminable de culpabilidad que nos atormenta porque ....."lo que hice aquel día es imperdonable".
Y lo traemos al presente todos los días, como si nos complaciéramos en abrir viejas heridas y revivir viejos dolores.
Es nuestra naturaleza y no podemos evitarlo.
Seguiremos errando.
Y por eso Jesús enseñó que tenemos que perdonar setenta veces siete.
Sólo el perdón infinito permite la sanación completa del alma.
El perdón consiste en comprender que no hay un lado bueno y un lado malo.
Sino que todo es bueno porque la inteligencia infinita dispuso que los dos lados coexistan para alimentarse y desarrollarse mutuamente.
Como dos judokas que se amenazan y se perfeccionan constantemente.
Para que exista amor debe haber dualidad.
Y el amor los protege a ambos.
Porque de otra forma el amor dejaría de existir.

-Martín Macedo-

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