Aunque muchos hombres también caen en el mismo error, son especialmente las mujeres las que más fallan a la hora de respetarse y amarse, empezando por el propio cuerpo. Los cánones de belleza de nuestro tiempo, muestran chicas jóvenes, guapas y con cuerpos perfectos que no tienen ni un solo gramo de grasa. Se acepta que todo lo que no responde a esos cánones es feo e imperfecto y, sin dudarlo, muchas -y muchos- se ubican en esa categoría.
Por supuesto, eso se agrava con la edad. Una vez que se atraviesa la barrera de los 40 el cuerpo empieza a alejarse irremediablemente del estereotipo de belleza perfecta. Y en ese momento, si no se ha hecho antes, se empieza una lucha contra si mismas. Se tortura el cuerpo, se maltrata obsesivamente y para colmo se menosprecia, se le insulta y se le mira con desprecio.
Sin embargo el cuerpo es sagrado, sólo a través de él se puede formar parte de este mundo y es el cuerpo lo que identifica y hace la diferencia. La madurez no sólo te trae cambios físicos, sino que también requiere ir acompañada de más seguridad en si misma. Apreciar el verdadero valor y aprender a amar y a aceptar el cuerpo ya que es parte esencial de si misma. Y una parte hermosa. Sólo aceptando y amando el cuerpo se sentirá una mujer (y un hombre) plena y feliz.

Cambiar la perspectiva sobre si misma/o

Olvidar ese loco afán de ser perfecta/o y relájate. Nunca se será perfecta para todos ni le gustarás al 100% de las personas.El cuerpo puede no ser perfecto pero es único y es tuyo, así que mirarlo con amor es lo único que importa. Cuidarlo pero hazlo por ti, no por conseguir la aceptación y el cariño de los demás.

Olvidar la manía de compararse

Amar el propio cuerpo es saber que a pesar de sus aparentes (sí, aparentes) defectos, es perfecto. Dejar de mirar a las modelos o las otras mujeres con las que se cruza por la calle y compararse con ellas. Haciendo eso sólo se consigue atormentar la mente, siempre se encontrarán unas caderas más estrechas, unas piernas más largas o una cintura más fina que la de uno. Aceptar el cuerpo es una liberación.

Ocuparse porque el cuerpo esté sano y fuerte, no delgado

Aunque todo está relacionado, no es exactamente lo mismo. Cuidar el cuerpo para mantenerlo en forma, y lo más seguro es que al hacerlo se logrará perder algunos kilos que están demás. Pero no confundir el objetivo. Hacer ejercicio y comer de manera saludable para fortalecer los músculos, los  huesos, el corazón y el resto del organismo. El objetivo es que el cuerpo esté fuerte y sano, en condiciones de responder con efectividad a tus deseos. La apariencia es lo menos importante. Cuidar el cuerpo porque se le ama y se quiere lo mejor para él… se lo merece.

Cambiar la forma como de comunicarse con el cuerpo

Olvidar la costumbre de mirarse al espejo en busca de imperfecciones. Cuando se realiza esto se le falta el respeto al cuerpo y al mismo ser. Y no hablar "mal" del cuerpo con otras personas, si uno mismo no lo respeta, cómo se puede esperar que alguien más lo haga.

Si hay algo que se desea mejorar, se requiere hacerlo, pero con paciencia y amor

Aceptar el cuerpo no significa que no se desee cambiar alguna cosa. Asegurarse de que se realiza por si misma/o y no por vergüenza o por buscar la aprobación de otros. Si eres el único motivo, adelante. Lucir bien hace sentir bien. Recordar sin embargo que se requiere amar y respetar el cuerpo antes, durante y después, no únicamente si se consigue “arreglar” aquello que desagrada.

Elaborar una lista de las cosas maravillosas que hace el cuerpo por el ser humano

Una manera infalible de amar el propio cuerpo es reconociendo todo los beneficios que ofrece. Pensar en aquellas cosas que el cuerpo es capaz de hacer, caminar varios kilómetros, nadar, correr, montar en bicicleta. Recordar cuántas veces el cuerpo ha respondido valientemente y ha soportado toda la presión a la que se le somete, días sin descanso, sacrificios, noches en vela. El cuerpo se ha mantenido firme y merece el respeto y el amor.

Dar las gracias

Puede que se esté envejeciendo y dejando atrás la lozanía de la juventud, pero se está viva/o y es un motivo maravilloso para estar agradecida/o. Caminar, correr, bailar, saltar, utilizar los brazos para abrazar. Christiane Northrup, lo resume todo de una manera maravillosa en su libro “Las Diosas Nunca Envejecen”: 
Honrar la “vasija” que es tu cuerpo y paladear cada momento de vida que puedas, ese es el verdadero objeto de estar aquí. Tu concepción y tu presencia aquí, en esta época y en este espacio, no fueron un error, sino un milagro orquestado antes de tu nacimiento por tu espíritu, la parte de ti que es eterna.


(en grupo Hooponopono con pequeños ajustes)