Sean transformados mediante la renovación de vuestra mente.
Romanos 12:2
La Biblia es un libro maravilloso; está lleno de sabias enseñanzas.
No puede haber una transformación física sin que antes haya una transformación de la mente.
No se termina con la pobreza de un país dando empleos y buenos salarios si no se transforma la mentalidad de "pobre de mi, no he tenido suerte en la vida".
La transformación de una nación pobre en una nación rica se fundamenta no en los medios físicos, el oro, la tecnología o la generación de empleos.
Primero se debe transformar la educación.
Porque la educación, el estudio, la lectura, la reflexión profunda es lo que prepara el terreno donde se puede sembrar el verdadero cambio.
Por ello la macrobiótica es llamada por el profesor Kikuchi una "medicina educativa".
También este maestro ha dicho en más de una ocasión: "macrobiótica no es dieta, es un criterio".
La gente que busca la macrobiótica como una herramienta para curar una enfermedad y la considera como una terapia, al poco tiempo la abandona.
No ha entendido nada.
Creará ingeniosas excusas para abandonarla....
"No tengo tiempo para estas preparaciones tan largas".
" Le faltan proteínas y grasas".
" Tanta rigidez es incompatible con una vida social normal".
" Algunos hicieron la dieta macrobiótica y no se curaron".
" Otros quedan demasiado delgados y no se ven atractivos".
Este tipo de pensamientos indican claramente que no han leído Romanos 12:2
Ni lo han comprendido.
Primero se debe transformar el pensamiento.
Si el pensamiento que ha creado la enfermedad permanece intacto, unos meses o años de dieta sólo cambiarán la superficie.
Incluso si se curan totalmente, al poco tiempo vuelven a sus antiguos hábitos porque se sienten "bien".
La mayor parte de las personas que se acercan a la macrobiótica no desean leer, estudiar y hacer cursos.
Sólo desean saber nuevas recetas y platos ricos.
Se especializan en la técnica.
Se concentran en el alimento físico.
Son demasiado yang; orientados a los aspectos prácticos.
En mi caso desde el primer día me apasioné tanto en las preparaciones culinarias como en la lectura y el estudio.
Mis padres se preocuparon mucho porque no estudiaba los textos escolares.
Mi biblioteca se había llenado de los libros de Michio Kushi, Ohsawa, Tomio Kikuchi y otros autores similares.
Mi pasión estaba bien balanceada.
Y tenía sólo 16 años.
La gente hoy en día está tan cansada que apenas tiene energía para aprender a cocinar.
Hacen muchas preguntas en las clases.
Pero siempre referentes a los aspectos prácticos.
Cuál purificador es mejor, cuál es la mejor olla a presión, cómo se cortan las verduras, cuántas veces por semana se pueden comer nueces y si se puede tomar mate o chocolate "orgánico".
Todos han comprendido que se debe cambiar la nutrición para recuperar la salud.
Pero todavía deben profundizar más.
Hasta darse cuenta de que la actitud de "enfermo" o de "paciente" es la que crea la atracción por alimentos y estilos de vida decadentes.
Porque sólo el pensamiento de la gran salud puede crearla.
El pensamiento es el alimento de la acción.
La transformación interior es la que crea la transformación exterior.
El hombre nuevo es agradecido, confía en los principios del universo, asume su origen divino....
y comprende que la salud perfecta sólo se consigue cuando se ha tomado la decisión de conseguirla y de hacer lo que sea necesario para conseguirla.
El hombre nuevo está lleno de pasión y voluntad.
Ama a todos los seres y su mayor felicidad es servir a la felicidad del mundo.
Porque la belleza de las formas es siempre una proyección de la belleza interior, que nunca disminuye porque pertenece al ámbito del alma.
-Martín Macedo-
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