miércoles, 30 de noviembre de 2016

Hay gente que no es pobre por como viste, sino por como piensa


Soy de esas personas raras que piensa que la riqueza no se halla en ningún bien material. Rico es quien invierte en el respeto, quien practica la bondad sin mirar a quien. Millonarios son los que cuentan con el respeto y el cariño de sus amigos y familiares, porque la auténtica abundancia no está en el dinero, sino en la felicidad.
Hay gente que, efectivamente, no es pobre por cómo vive, sino por como piensa. Todos conocemos a alguna persona que avanza por la vida con la cabeza bien alta, ostentando el encumbrado brillo de su posición mientras atiende el mundo con la pátina de la soberbia. En sus corazones no hay empatía, en sus mentes no existe humildad ni cercanía y lo más probable es que tampoco sepan a qué sabe realmente la felicidad.
Los pensamientos, valores y actitudes son los que conforman nuestra auténtica piel, esa que se ve desde el exterior y que nos identifica en el trato cotidiano. Quien entiende de respeto, destaca y consolida grandes vínculos, pero quien cultiva una mente inflexible y rencorosa, cosecha desconfianza.
Hay personas pobres muy ricas de corazón y ricos muy pobres de afectos (y a la inversa). Somos, sin duda, un mundo complejo y a instantes caótico donde estamos obligados a cohabitar. De ahí una conclusión: valdría la pena invertir más esfuerzos en ese mundo interior tan falto de nutrientes con los que conseguir un escenario más respetuoso en el que crecer en armonía.
Te proponemos reflexionar sobre ello

Las victorias hechas desde el corazón nos hacen ricos.

En los pasados Juegos Olímpicos de Río de Janeiro hubo una escena que dio la vuelta al mundo y nos conmovió a todos. Abbey D’Agostino atleta de Estados Unidos y Nikki Hamblin de Nueva Zelanda, chocaron durante un momento en la final de 5.000 metros. La estadounidense, como pudo saberse después, se rompió el menisco y el ligamento cruzado en ese mismo instante.
Ahora bien, tras ese incidente, la neozelandesa hubiera podido apurar sus opciones recorriendo la distancia perdida. Sin embargo, no lo hizo. Se detuvo y decidió ayudar a su contrincante, a Abbey D’Agostino. Al final, las dos atletas recorrieron los pocos metros que faltaban hasta la meta entre lágrimas, dolor y mucha emoción. Fue un acto desinteresado lleno de deportividad, de bondad y de una grandeza que nos emocionó a la mayoría.
Aquello se mereció sin duda una medalla de oro, sin embargo, aún hubo quien llegó a decir que la atleta neozelandesa no tenía que haberse detenido. Que tenía que haber recuperado el tiempo perdido. Pensar que existen mentes capaces de no empatizar con este tipo de actos nos sobrecoge. La magia del bien no es solo un valor abstracto. Es un acto instintivo que habita en nuestro cerebro con un fin muy concreto: garantizar la supervivencia de nuestra especie.
La escena de Nikki Hamblin ayudando a Abbey D’Agostino nos demuestra cómo un acto de bondad consigue que dos personas lleguen a la meta de la vida. No una, sino ambas. Así pues, más allá de esas estrategias evolucionistas donde solo el más fuerte sobrevive, hay muchos más actos que se basan en la empatía y la colaboración antes que en la depredación.

Ser pobre de mente y corazón es desperdiciar la vida.

Más allá de lo que pueda parecer, la persona pobre de mente y corazón no abunda tanto como pensamos. La especie sobrevive, el más fuerte puede ser a veces el más noble y el mal no siempre triunfa. La mayoría de nosotros seguimos siendo reaccionarios ante las injusticias, ante los egoísmos y las vulneraciones. Todo ello nos demuestra por qué actos como el de estas atletas llega a todo el mundo con tanta fuerza.
Es como si estas escenas desintoxicaran nuestros corazones para hacernos ver que la bondad, efectivamente, sigue triunfando, y aún más: nos contagia. No obstante, cabe decir que el pobre de mente y corazón no siempre actúa con maldad. Lo que hay en realidad es una falta de receptividad y de empatía. Son corazones incapaces de ver más allá del elegante ático de su solitario mundo de egoísmos. Es algo que hemos de asumir. No podemos cambiarlos, ni convencerlos ni aún menos pelear con ellos.
Se trata de “ser y dejar ser”. Porque quien es pobre de mente valores y afectos desperdicia su vida. Es como un elemento extraño que al final, en el epílogo de su vida, descubre su propia soledad. Envuelto en el velo de la amargura llega a la sutil conclusión de el mundo va en su contra. Que nadie valora lo que es y lo que ha hecho.
Aunque en cierto modo es así. La bondad siempre vence a la indiferencia y la deja de lado. Tal vez, y en cierto modo, somos como esas bandadas fascinantes de estorninos que avanzan en la vida como en una coreografía, sincronizados, seguimos creyendo en la nobleza del ser humano.
Sabemos que hacer el bien es necesario para nuestra especie y por ello, ante un acto de altruismo, respeto y amor, seguimos emocionándonos – Carl Jung
-Valeria Sabater-

lunes, 28 de noviembre de 2016

Si aumentas la conciencia, los cambios en tu vida vienen solos.

Y, ¿cómo aumentar la conciencia? “La conciencia se desarrolla abrazando la realidad sin juzgar”. El Dr Jon. Kabat-Zinn afirma que cuando vivimos el momento presente somos capaces de conectar con un tipo de “inteligencia innata”.

El Dr. Kabat-Zinn es catedrático emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachussetts y creador del Center for Mindfulness in Medicine, Health Care, and Society. En este centro desarrolló un programa para la reducción del estrés basado en la atención plena, conocida con el término mindfulness: “Nuestro programa no tiene nada de alternativo, formamos parte de los departamentos de medicina y tenemos pruebas científicas. Los pacientes consiguen controlar el dolor crónico, la ansiedad, el pánico y paliar los efectos del cáncer o enfermedades del corazón, pero yo se lo recomiendo a cualquier persona”.

Asegura que “con la práctica de la atención plena podemos restablecer nuestro equilibrio mental y corporal, estimular la curación y el bienestar”. Nos recuerda que el origen etimológico de la palabra “diversión” es salirnos de nuestra ruta y “si estás enfermo o tienes problemas, es mejor que los resuelvas”. De esta manera, podremos vivir en armonía para alcanzar nuestra mejor versión.

En la escuela nos enseñan a pensar, sin embargo “el pensamiento no nos es útil a la hora de solucionar problemas vitales”. Para vivir en atención plena “no hay que hacer nada”. Tal vez, este “no hacer nada” sea lo que causa más perplejidad, pues estamos acostumbrados a resolver lo que consideramos problemas a través de la intervención. “Se trata de sostener tu experiencia desde la presencia”.

Aunque haya circunstancias de nuestra vida que no nos gusten, no hay nada que cambiar “porque el hecho de que te gusten o no depende sólo de tus pensamientos”. Así pues, “no se trata de intentar cambiar, se trata de en lugar de vivir dormido, vivir despierto”. En vez de rechazar aquello que no nos gusta, podemos aprender a abrazarlo. Y “Si abrazas ese pensamiento, ya no continúa reproduciéndose”.

Los efectos de la atención plena se trasladan a nivel físico pues, según el Dr. Jon Kabat-Zinn, transforma nuestro cerebro y “regiones que tienen que ver con el aprendizaje y la memoria se ensanchan”. Además “se mejoran las conexiones neuronales e incluso se dan cambios en el genoma”.

En Bioneuroemoción, utilizamos la expresión "observar al observador", es decir observarnos a nosotros mismos, para referirnos a la vivencia del momento presente. Al observarnos dejamos de juzgar y entendemos que no hay nada que hacer porque sabemos que lo que se manifiesta es la propia interpretación que tenemos del mundo.

Sabemos que, para el inconsciente, el espacio-tiempo no existe. Los recuerdos siempre están presentes y sino los hacemos conscientes encuentran la manera de manifestarse. Por eso, en consulta, el acompañante hace hablar al cliente en presente, porque todo es presente aunque nosotros lo situemos en el pasado o el futuro.

Como afirma Enric Corbera en El Arte de Desaprender: “La persona que se convierte en un observador de lo que acontece, se permite experimentarse a sí misma a través de sus emociones y las libera porque comprende que todo lo que sucede tiene su razón de ser”.

La" culpa" no es de nadie

Tendemos a pensar que lo que generamos (vulgarmente se dice "lo que nos sucede") viene de fuera, que son los factores externos los que nos hacen sentir de una manera determinada y cuando lo que sentimos no nos gusta señalamos a algo o a alguien como responsable de nuestra sensación. 


Al culpar al otro nos liberamos de nuestra responsabilidad. Sin embargo, olvidamos que al renunciar a la propia responsabilidad otorgamos el poder a los demás y nos convertimos en víctimas. “Culpar tiene un coste: la pérdida de nuestra libertad. Además, el papel de víctima trae consigo una auto-percepción de debilidad, vulnerabilidad e indefensión, que son los componentes principales de la apatía y la depresión”. 

David R. Hawkins (1927-2012) fue doctor en medicina y filosofía, psiquiatra, escritor e investigador sobre la consciencia. Durante su vida obtuvo numerosos reconoci-mientos, entre otros, recibió el Premio Huxley por su “inestimable contribución al alivio del sufrimiento humano” y se convirtió en caballero de la Orden Soberana de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén (fundada en 1077) en reconocimiento a sus contribuciones a la humanidad. En su libro Dejar ir. El camino de la entrega, nos habla del apego y de todo lo que hacemos por mantenerlo y nos dice que “el miedo a la vida es en realidad el miedo a las emociones”. 

Para Hawkins “los apegos crean una dependencia, y la dependencia, debido a su naturaleza, intrínsecamente lleva al miedo a la pérdida”. Y el miedo nos paraliza, “la mayoría de los "No puedo" son en realidad "No quiero". Tras los "No puedo" o los "No quiero" con frecuencia hay un miedo”. Y donde hay miedo hay culpa. La culpa es “una auto-condena y auto-invalidación de nuestra valoración y valor como ser humano”. La cuestión es que siempre valoramos lo que nos sucede como bueno o malo, es automático, lo hacemos sin pensar: “¿Por qué debe algo ser siempre "fallo" de alguien? ¿Por qué debe ser introducido todo el concepto de "malo" en la situación en el primer lugar? ¿Por qué debe uno de nosotros estar equivocado, ser malo o culpable?”. 

No nos damos cuenta de que encontramos una gran recompensa al culpar a otro de nuestra desgracia: “Conseguimos ser inocentes; podemos disfrutar de la auto compasión; conseguimos ser mártires y víctimas, y conseguimos ser los destinatarios de la simpatía”. No es un deseo consciente sin embargo “es el propósito inconsciente de la culpa”. Lo importante es el deseo de obtener “el castigo de otra persona, y combinarlo con el autocastigo”. 

Hay culpa en cada juicio crítico. “La culpa en sí misma engendra sentimientos negativos y los sentimientos negativos en y por sí mismos también engendran culpa”. Y hemos vivido durante tanto tiempo en este ciclo que ni siquiera lo reconocemos. “La culpa es tan omnipresente que sin importar lo que hagamos sentiremos de algún modo en nuestra mente que "deberíamos" estar haciendo otra cosa”. De alguna manera u otra proyectamos culpa sobre el mundo que nos rodea “es por eso que la mayoría de las personas necesitan de un “enemigo”. 

Hawkins nos recuerda que “no hay ganador en el juego de la culpabilidad”. Y nos invita a observarnos a nosotros mismos cuando nos dice “el primer paso para dejar de culpa es ver que estamos eligiendo culpar”. Solo al dejar de culpar podemos experimentar el perdón y, como consecuencia sentimos “el resurgir de la energía de la vida, el bienestar y la salud física”. 

Perdonar no es reconocer una equivocación, es soltar. Es entregar nuestra percepción completamente, abandonando todo juicio y “dado que todo juicio es realmente a uno mismo, nos hemos liberado en el proceso”. 

En Bioneuroemoción® sabemos que nos relacionamos con nosotros mismos a través de los demás y que podemos convertir toda relación en una oportunidad para conocernos a nosotros mismos. Los otros son espejos en los que tenemos la ocasión de vernos y reconocernos, en los que podemos ver nuestra alma para saber lo que tenemos que trascender, lo que tenemos que sanar. Cuando aprendemos a observarnos liberamos al otro de llenar nuestras necesidades. 

Como nos dice Enric Corbera en el prólogo de la edición en castellano de este libro: “Dejar ir enseña que hay que dejar de proyectar la culpa en los demás. Tomamos conciencia de que todas nuestras proyecciones al final se vuelven contra nosotros y, si las liberamos, nos liberamos. Este es el gran secreto para hallar la felicidad aquí en la Tierra”.

domingo, 27 de noviembre de 2016

7 Leyes Espirituales


Las siete leyes espirituales del éxito son principios poderosos que nos ayudarán a alcanzar el dominio de uno mismo. 

Estos principios pueden ser fácilmente puestos en práctica para alcanzar el éxito en todas las áreas de la vida.


Si prestamos atención a estas leyes y ponemos en práctica los ejercicios, veremos que podremos hacer realidad cualquier cosa que queramos. Incluida toda la abundancia y todo el éxito que deseemos.


También veremos que nuestra vida se vuelve más alegre y próspera, porque estas leyes también son las leyes espirituales de la vida. Aquéllas que hacen que vivir valga la pena.


Con base en las leyes naturales que gobiernan toda la creación, estas leyes destruyen el mito según el cual el éxito sólo se logra a través del esfuerzo, la estrategia y la ambición.


El éxito tiene muchos aspectos, y la riqueza material – que no es otra cosa que el flujo abundante de todas las cosas buenas hacia nosotros – es sólo uno de sus componentes.


La salud, la energía, el entusiasmo por la vida, la realización en las relaciones personales, la libertad creativa, la estabilidad emocional y psicológica, la paz y el bienestar también son parte del éxito.


Pero hay un elemento más que es indispensable para alcanzar el éxito: la comprensión de nuestra verdadera naturaleza.


Somos una manifestación de la divinidad, y a menos que cultivemos la semilla de la divinidad que llevamos adentro, nunca podremos realizarnos.

Por tanto, el éxito verdadero es el despliegue de la divinidad en cualquier lugar a donde vayamos y en cualquier cosa que veamos.

Cuando comencemos a vivir la vida como la expresión milagrosa de la divinidad en todo momento, comprenderemos el verdadero significado del éxito.

“Las sietes leyes espirituales del éxito” nos habla de la forma con la que la naturaleza crea todo lo que existe y como nosotros podemos aplicarla en nuestras vidas.

Nos habla de la apertura de conciencia, el poder de nuestros pensamientos y emociones, y el dejarnos fluir entre las infinitas posibilidades que nos da el Universo.

1. La Ley de Potencialidad Pura (o conciencia pura)

Puede llamarse de muchas maneras, pero en realidad es el Ser, es lo que somos realmente.

Se practica haciendo silencio, estableciendo un compromiso de no juzgar y estando en contacto íntimo con la naturaleza.

Para aplicar la Ley de la Potencialidad Pura, haré lo siguiente:

Me pondré en contacto con el campo de la potencialidad pura, destinando tiempo todos los días a estar en silencio, limitándome sólo a ser.

También me sentaré solo a meditar en silencio por lo menos dos veces al día, aproximadamente durante treinta minutos por la mañana y treinta por la noche.

Destinaré tiempo todos los días a estar en comunión con la naturaleza y ser testigo silencioso de la inteligencia que reside en cada cosa viviente.


Me sentaré en silencio a observar una puesta del sol, o a escuchar el ruido del océano o de un río, o sencillamente a oler el aroma de una flor.


En el éxtasis de mi propio silencio, y estando en comunión con la naturaleza, disfrutaré el palpitar milenario de la vida, el campo de la potencialidad pura y la creatividad infinita.

Practicaré el hábito de no juzgar. Comenzaré cada día diciéndome: “Hoy no juzgaré nada de lo que suceda”, y durante todo el día me repetiré que no debo juzgar.

2. La Ley de Dar

Es lo mismo dar y recibir porque el universo fluye de esa manera y se ejercita aprendiendo a dar todo aquello que buscamos recibir.

Quiere decir: “Si lo que busco es amor, tengo que dar amor. Si lo que busco es prosperidad, tengo que ayudar a otros a que sean prósperos”.

Para aplicar la Ley del Dar, haré lo siguiente:

Llevaré un regalo a cualquier lugar a donde vaya y para cualquier persona con quien me encuentre.

Ese regalo puede ser un elogio, una flor o una oración.

Hoy les daré algo a todas las personas con quienes me encuentre, para iniciar así el proceso de poner en circulación la alegría, la riqueza y la prosperidad en mi vida y en la de los demás.

Hoy recibiré con gratitud todos los regalos que la vida me dé.

Recibiré los obsequios de la naturaleza: la luz del sol y el canto de los pájaros, o los aguaceros de primavera o las primeras nevadas del invierno.

También estaré abierto a recibir de los demás; sea un regalo material, dinero, un elogio o una oración.

Me comprometeré a mantener en circulación la abundancia dando y recibiendo los dones más preciados de la vida: cariño, afecto, aprecio y amor.

Cada vez que me encuentre con alguien, le desearé en silencio felicidad, alegría y bienestar.

3. La Ley del Karma (Acción y reacción. Causa y efecto)

Se trabaja haciéndonos conscientes de las elecciones que hacemos en cada momento y haciéndonos responsables de esas elecciones.

Para aplicar la Ley del Karma, haré lo siguiente:

Hoy observaré las decisiones que tome en cada momento. Y con el simple hecho de observar esas decisiones, las traeré a mi conciencia.

Sabré que la mejor manera de prepararme para cualquier momento en el futuro es estar totalmente consciente en el presente.

Siempre que tome mis decisiones, que haga una elección, me formularé dos preguntas:

“¿Cuáles son las consecuencias de esta decisión que estoy tomando?”

“¿Traerá esta decisión felicidad y realización tanto para mí como para aquellos a quienes afectará esta decisión?”.

Después le pediré orientación a mi corazón, y me dejaré guiar por su mensaje de bienestar o de malestar.

Si me siento a gusto con la decisión, seguiré adelante sin temor.

Si la decisión me produce malestar, me detendré a mirar las consecuencias de mi acción con mi visión interior.

Esta orientación me permitirá tomar espontáneamente decisiones correctas tanto para mí como para todos los que me rodean.

4. La Ley del Menor Esfuerzo

Es la favorita de muchos pero a veces es la que más cuesta porque estamos acostumbrados a hacerlo todo con el mayor esfuerzo. Sin embargo, los pájaros no “tratan” de volar, sencillamente vuelan; los delfines no “tratan” de nadar, sencillamente nadan; las estrellas no “tratan” de brillar, sencillamente brillan. Sólo los humanos “tratamos de”.

El universo no funciona de esta manera.

Hay muchas creencias que van en contra de esta Ley. Por ejemplo: “el que quiere celeste que le cueste”, “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, etc. También habrán otros que toman esta ley para justificar el no hacer nada por pereza o sinvergüenza y no cumplir con sus responsabilidades de vida, no se trata de eso.

La Ley del Menor Esfuerzo se practica a través de la aceptación, aceptar lo que nos ocurre en el momento presente y se activa a través de no defender nuestro punto de vista, no querer siempre tener la razón y observar mucho cómo funciona la naturaleza.

“Este momento es como debe ser.” Habiendo aceptado las cosas como son, tomaré responsabilidad por mi situación y por todos aquellos eventos que yo perciba como problemas.

Hoy mi conciencia se mantendrá establecida en la no defensa. Renunciaré a la necesidad de defender mi punto de vista.

Para aplicar la Ley del Menor Esfuerzo, haré lo siguiente:

Practicaré la aceptación. Hoy aceptaré a las personas, las situaciones, las circunstancias y los sucesos tal como se presenten.

Sabré que este momento es como debe ser, porque todo el universo es como debe ser.

No lucharé contra todo el universo poniéndome en contra del momento presente. Mi aceptación es total y completa.

Acepto las cosas como son en este momento, no como me gustaría que fueran. Habiendo aceptado las cosas como son, aceptaré la responsabilidad de mi situación y de todos los sucesos que percibo como problemas.

Sé que asumir la responsabilidad significa no culpar a nada ni a nadie de mi situación (y eso me incluye a mí).

También sé que todo problema es una oportunidad disfrazada, y que esta actitud de alerta ante todas las oportunidades, me permite transformar este momento en un beneficio mayor.

“Hoy mi conciencia mantendrá una actitud no defensiva. Renunciaré a la necesidad de defender mi punto de vista. No sentiré la necesidad de convencer o persuadir a los demás de que acepten mi punto de vista. Permaneceré abierto a todas las opiniones sin aferrarme rígidamente a ninguna de ellas”.

5. La Ley de la Intención y el Deseo

Empezamos a hacernos conscientes de cómo desear y obtener. Se desea en el presente, se pone la intención en el futuro y se desapega del resultado.

Si voy a tirar una flecha al blanco, tengo que tener mi atención en el presente, o sea, en tensar el arco hacia atrás y poner bien la flecha y tengo que dirigir mi intención en dar en el blanco.

O sea, mi atención en el presente, mi intención en el futuro, y al mismo tiempo, desapegar del fruto de la acción.

Esto sería, “no me importa cuántos competidores hay en este torneo”, “no me importa si voy a ganar un premio”, “no me importa si voy a salir en las tapas de las revistas”, “no me importa si voy a perder”.

Todo eso lo aparto de mí para tener pura atención en el presente, pura intención en el futuro y desapegarme del fruto de la acción.

Las acciones que realizamos de esta manera adquieren mucha potencia.

Para aplicar la Ley de la Intención y el Deseo, haré lo siguiente:

Haré una lista de todos mis deseos, y la llevaré conmigo a donde quiera que vaya. Miraré la lista antes de entrar en mi silencio y mi meditación. La miraré antes de dormir por las noches. La miraré al despertar por las mañanas.

Liberaré esta lista de mis deseos y la entregaré al seno de la creación, confiando y creyendo que cuando las cosas no son como yo quisiera, hay una razón, en que cuando parezca que las cosas no están saliendo bien, hay una razón.

Y que el plan cósmico ha diseñado para mí más grandeza, tiene para mí unos designios mucho más importantes que aquellos que yo haya podido concebir.

Recordaré practicar la conciencia del momento presente en todos mis actos.

No permitiré que los obstáculos consuman o disipen la concentración de mi atención en el momento presente.

Aceptaré el presente tal como es, y proyectaré el futuro a través de mis intenciones y mis deseos más profundos y queridos.

6. Ley del Desapego

Solo tenemos el presente. Esta Ley activa la conciencia del momento presente y la gloria de vivir en él. Y ayuda a echar el ancla en la sabiduría de la inseguridad de la vida.

Para aplicar la Ley del Desapego, haré lo siguiente:

Hoy me comprometeré a no tener apego.

Me permitiré y les permitiré a los que me rodean la libertad de ser como son.

No impondré con rigidez tercamente mi opinión de cómo deben ser las cosas.

No forzaré las soluciones de los problemas, para no crear más otros problemas nuevos.

Participaré en todo con total y absoluto desprendimiento (desapego).

Hoy convertiré a la incertidumbre en un elemento esencial de mi experiencia. Y gracias a esa disponibilidad para aceptar la incertidumbre, las soluciones surgirán espontáneamente de los problemas, de la confusión, del desorden y del caos.

Cuanto más inciertas parezcan las cosas, más seguro me sentiré porque la incertidumbre es el camino hacia la libertad.

Por medio de la sabiduría de la incertidumbre, encontraré mi seguridad.

Penetraré en el campo de todas las posibilidades y esperaré la emoción que tiene lugar cuando me mantengo abierto a una infinidad de alternativas.

Cuando entre en el campo de todas las posibilidades, experimentaré todo el regocijo, la aventura, la magia y el misterio de la vida.

7. La Ley del Dharma

Es la Ley del propósito en la vida. Todos venimos a la vida para cumplir un propósito y solamente nosotros podemos descubrir cuál es.

Cómo expresar ese propósito y cómo usarlo para ayudar a los demás, es parte de nuestro aprendizaje.

Esta Ley se activa preguntándonos, cuando vamos a hacer algo, “¿cómo puedo ayudar?” en lugar de “¿qué gano yo con eso?”.

Este solo cambio de pregunta interna, trae una gran evolución espiritual, hace que nuestro espíritu se haga presente y apoye nuestras acciones.

Para aplicar la Ley del Dharma, haré lo siguiente:

Hoy cultivaré con amor al Dios en embrión que reside en el fondo de mi alma. Prestaré atención al espíritu interior que anima tanto a mi cuerpo como a mi mente.

Despertaré a esa quietud profunda del interior de mi corazón.

Mantendré la conciencia del ser atemporal y eterno, en medio de la experiencia limitada por el tiempo.

Haré una lista de mis talentos únicos. Después haré una lista de las cosas que me encanta hacer cuando estoy expresando mis talentos únicos.

Cuando expreso mis talentos únicos y los utilizo en servicio de la humanidad, pierdo la noción del tiempo, mi alma se expande y produzco abundancia tanto en mi vida como en la vida de los demás.

Todos los días me preguntaré: “¿Cómo puedo servir?” y “¿Cómo puedo ayudar?”

Las respuestas a estas preguntas me permitirán ayudar y servir con amor a los demás seres humanos.

La Sabiduría del silencio Interno

Habla simplemente cuando sea necesario.
Piensa lo que vas a decir antes de abrir la boca.
Sé breve y preciso ya que cada vez que dejas salir una palabra,
dejas salir al mismo tiempo una parte de tu energía.
De esta manera aprenderás a desarrollar el arte de hablar sin perder esa energía.
Nunca hagas promesas que no puedas cumplir.
No te quejes y no utilices en tu vocabulario
palabras que proyecten imágenes negativas
porque se producirá alrededor de ti
todo lo que has fabricado con tus palabras cargadas de energia.
Si no tienes nada bueno, verdadero y útil que decir,
es mejor quedarse callado y no decir nada.
Aprende a ser como un espejo: Escucha y refleja la energía.
El universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo
que la naturaleza nos ha dado,
porque el universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos,
nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones
y nos envía el reflejo de nuestra propia energía
bajo la forma de las diferentes circunstancias
que se presentan en nuestra vida.
Si te identificas con el éxito, tendrás éxito.
Si te identificas con el fracaso, tendrás fracasos.
Así podemos observar que las circunstancias que vivimos
son simplemente manifestaciones externas
del contenido de nuestra habladuría interna.
Aprende a ser como el universo,
escuchando y reflejando la energía
sin emociones densas y sin prejuicios.
Porque siendo como un espejo sin emociones
aprendemos a hablar de otra manera.
Con el poder mental tranquilo y en silencio,
sin darle oportunidad de imponerse
con sus opiniones personales
y evitando que tenga reacciones emocionales excesivas,
simplemente permite una comunicación sincera y fluida.
No te des mucha importancia y sé humilde,
pues cuanto más te muestras superior,
inteligente y prepotente,
más te vuelves prisionero de tu propia imagen
y vives en un mundo de tensión e ilusiones.
Sé discreto, preserva tu vida íntima,
de esta manera te liberas de la opinión de otros
y llevarás una vida tranquila volviéndote invisible,
misterioso, indefinible, insondable como el Tao.
No compitas con los demás, vuélvete como la tierra
que nos nutre, que nos da lo que necesitamos.
Ayuda a los otros a percibir sus cualidades,
a percibir sus virtudes, a brillar.
El espíritu competitivo hace que crezca el ego
y crea conflictos inevitablemente.
Ten confianza en ti mismo,
preserva tu paz interna
evitando entrar en la provocación
y en las trampas de los otros.
No te comprometas fácilmente.
Si actúas de manera precipitada,
sin tomar conciencia profunda de la situación,
te vas a crear complicaciones.
La gente no tiene confianza en aquellos que muy fácilmente dicen “sí”,
porque saben que ese famoso “sí” no es sólido y le falta valor.
Toma un momento de silencio interno
para considerar todo lo que se presenta
y toma tus decisiones después.
Así desarrollarás la confianza en ti mismo y la sabiduría.
Si realmente hay algo que no sabes,
o no tienes la respuesta a la pregunta que te han echo, acéptalo.
El hecho de no saber es muy incómodo para el ego
porque le gusta saber todo, siempre tener razón
y siempre dar su opinión personal.
En realidad el ego no sabe nada,
simplemente hace creer que sabe.
Evita el hecho de juzgar y de criticar,
el Tao es imparcial y sin juicios,
no critica a la gente,
tiene una compasión infinita y no conoce la dualidad.
Cada vez que juzgas a alguien
lo único que haces es expresar tu opinión personal
y es una pérdida de energía, es puro ruido.
Juzgar es una manera de esconder sus propias debilidades.
El sabio tolera todo y no dirá ni una palabra.
Recuerda que todo lo que te molesta de los otros
es una proyección de todo lo que
todavía no has resuelto de ti mismo.
Deja que cada quien resuelva sus propios problemas
y concentra tu energía en tu propia vida.
Ocúpate de ti mismo, no te defiendas.
Cuando tratas de defenderte
en realidad estás dándole demasiada importancia
a las palabras de los otros
y le das más fuerza a su agresión.
Si aceptas el no defenderte
estás demostrando que las opiniones de los demás no te afectan,
que son simplemente opiniones
y que no necesitas convencer a los otros para ser feliz.
Tu silencio interno te vuelve impasible.
Haz regularmente un ayuno de la palabra para volver a educar al ego
que tiene la mala costumbre de hablar todo el tiempo.
Practica el arte de no hablar.
Toma un día a la semana para abstenerte de hablar.
O por lo menos unas horas en el día
según lo permita tu organización personal.
Este es un ejercicio excelente para conocer y
aprender el universo del Tao ilimitado
en lugar de tratar de explicar con las palabras qué es el Tao.
Progresivamente desarrollarás el arte de hablar sin hablar
y tu verdadera naturaleza interna
reemplazará tu personalidad artificial,
dejando aparecer la Luz de tu corazón
y el poder de la sabiduría del silencio.
Gracias a esta fuerza atraerás hacia ti todo lo que necesitas
para realizarte y liberarte completamente.
Pero hay que tener cuidado de que el ego no se inmiscuya.
El poder permanece cuando el ego se queda tranquilo y en silencio.
Si tu ego se impone y abusa de este poder,
el mismo poder se convertirá en un veneno,
y todo tu ser se envenenará rápidamente.
Quédate en silencio, cultiva tu propio poder interno.
Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en este mundo.
No trates de forzar, manipular y controlar a los otros.
Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son,
o lo que tienen la capacidad de ser.
Dicho en otras palabras, vive siguiendo la vida sagrada del Tao.
– Texto Taoísta –

Las relaciones como espejo

¿Por qué hay tanto rechazo hacia algunas personas y tanta atracción hacia otras?. Puedes aceptar que esas características que te atraen de esa persona son tuyas, pero ¿Por qué es tan difícil aceptar que posees en tu interior aquellas que detestas? A medida que puedas reconocer que esos “defectos” del otro están en ti, puedes cambiarlo.

Todos somos extensiones del campo universal de energía, distintos puntos de vista de una única entidad. Esto implica ver todas las cosas del mundo, a todas las personas del mundo, y darnos cuenta de que estamos mirando otra versión de nosotros mismos. Tú y yo somos lo mismo. Todo es lo mismo.
Todos somos espejos de los demás y debemos aprender a vernos en el reflejo de las demás personas. A esto se llama espejo de las relaciones. A través del espejo de una relación, descubro mi yo no circunscrito. Por esta razón, el desarrollo de las relaciones es la actividad más importante de mi vida. Todo lo que veo a mi alrededor es una expresión de mí mismo. Las relaciones son una herramienta para la evolución espiritual cuya meta última es la unidad en la conciencia. Todos somos inevitablemente parte de la misma conciencia universal, pero los verdaderos avances tienen lugar cuando empezamos a reconocer esa conexión en nuestra vida cotidiana.
Las relaciones son una de las maneras más efectivas para alcanzar la unidad en la conciencia, porque siempre estamos envueltos en relaciones. Piensa en la red de relaciones que mantienes: padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, relaciones amorosas. Todas son, en esencia, experiencias espirituales. Cuando estás enamorado, romántica y profundamente enamorado, tienes una sensación de intemporalidad. En ese momento, estás en paz con la incertidumbre. Te sientes de maravilla, pero vulnerable; sientes cercanía pero también desprotección. Estás transformándote, cambiando, pero sin miedo. Te sientes maravillado. Ésa es una experiencia espiritual.
Tanto aquellos a quienes amamos como aquellos por quienes sentimos rechazo, son espejos de nosotros. ¿Hacia quiénes nos sentimos atraídos? Hacia las personas que tienen características similares a las nuestras, pero eso no es todo. Queremos estar en su compañía porque sub-conscientemente sentimos que al hacerlo, nosotros podemos manifestar más de esas características. Del mismo modo, sentimos rechazo hacia las personas que nos reflejan las características que negamos en nosotros. Si sientes una fuerte reacción negativa hacia alguien, puedes estar seguro de que tú y esa persona tienen características en común, características que no estás dispuesto a aceptar. Si las aceptaras, no te molestarían.
Cuando reconocemos que podemos vernos en los demás, cada relación se convierte en una herramienta para la evolución de nuestra conciencia. Gracias a esta evolución experimentamos estados extendidos de conciencia. La próxima vez que te sientas atraído por alguien, pregúntate qué te atrajo. ¿Su belleza, gracia, elegancia, autoridad, poder o inteligencia? Cualquier cosa que haya sido, sé consciente de que esa característica también florece en ti. Si prestas atención a esos sentimientos podrás iniciar el proceso de convertirte en ti más plenamente.
Lo mismo se aplica a las personas hacia las que sientes rechazo. Al adoptar más plenamente tu verdadero yo, debes comprender y aceptar tus características menos atractivas. La naturaleza esencial del Universo es la coexistencia de valores opuestos. No puedes ser valeroso si no tienes a un cobarde en tu interior; no puedes ser generoso si no tienes a un tacaño; no puedes ser virtuoso si no tienes la capacidad para actuar con maldad.
Gastamos gran parte de nuestras vidas negando este lado oscuro y terminamos proyectando esas características oscuras en quienes nos rodean. ¿Has conocido personas que atraigan sistemáticamente a su vida a los sujetos equivocados? Normalmente, aquéllas no comprenden por qué les sucede esto una y otra vez, año tras año. No es que atraigan esa oscuridad; es que no están dispuestas a aprobarlas en sus propias vidas.
Un encuentro con una persona que no te agrada es una oportunidad para aceptar la paradoja de la coexistencia de los opuestos; de descubrir una nueva faceta de ti. Es otro paso a favor del desarrollo de tu ser espiritual. Las personas más esclarecidas del mundo aceptan todo su potencial de luz y oscuridad. Cuando estás con alguien que reconoce y aprueba sus rasgos negativos, nunca te sientes juzgado. Esto sólo ocurre cuando las personas ven el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, como características externas.

Cuando estamos dispuestos a aceptar los lados luminosos y oscuros de nuestro ser, podemos empezar a curarnos y a curar nuestras relaciones. Todos somos multidimensionales, omnidimensionales. Todo lo que existe en algún lugar del mundo también existe en nosotros. Cuando aceptamos esos distintos aspectos de nuestro ser, reconocemos nuestra conexión con la conciencia universal y expandimos nuestra conciencia personal.
Las características que distinguimos más claramente en los demás están presentes en nosotros. Cuando seamos capaces de ver en el espejo de las relaciones, podremos empezar a ver nuestro ser completo. Para esto es necesario estar en paz con nuestra ambigüedad, aceptar todos los aspectos de nosotros. Necesitamos reconocer, en un nivel profundo, que tener características negativas no significa que seamos imperfectos. Nadie tiene exclusivamente características positivas. La presencia de características negativas sólo significa que estamos completos; gracias a esa totalidad, podemos acceder más fácilmente a nuestro ser universal, no circunscrito.
A través del espejo de las relaciones, de cada una de ellas, descubrimos estados prolongados de conciencia. Una vez que puedas verte en los demás, será mucho más fácil establecer contacto con ellos y, a través de esa conexión, descubrir la conciencia de la unidad. Éste es el poder del espejo de las relaciones.
-Deepak Chopra-

jueves, 24 de noviembre de 2016

La culpa: la pesada carga que no sirve de nada y nos destruye por dentro



“Todo lo que se dice, se piensa, se siente y se hace, ya esta puesto en el Universo y no hay manera de borrarlo o regresarlo.” 

¿Te has sentido culpable alguna vez en tu vida? Sentirnos culpables es muy común en el ser humano, ya que es una de las formas aprendidos a muy corta edad. A la mayoría de nosotros alguna vez nos castigaron, golpearon o hicieron sentir mal cuando hicimos algo “malo”, eso lo único que nos decía es que éramos culpables y por lo tanto había que pagar por eso.

Por supuesto que también el sentirnos culpables es uno de los mensajes que promueven algunas religiones cuando no cumplimos con las reglas o mandatos que tiene la iglesia. Vivimos en una sociedad donde se promueve tanto la culpa que el sentirnos culpables es algo muy normal.

Las mamas suelen sentirse culpables cuando sus hijos no se portan bien o no son responsables con su vida. Cada vez que generamos un "problema" se le suele echar la culpa a alguien mas o bien culparse uno mismo por lo que los demás hacen o nos hacen. Si por alguna razón no pudimos hacer algo que dijimos (o prometimos) que haríamos, la culpa aparece y empezamos a sentirnos mal. Si no somos “normales” o no cumplimos con las reglas sociales o religiosas, el desapruebo de los demás nos empuja a sentirnos culpables y a creer que algo esta mal con nosotros.

Según el diccionario, culpa es una responsabilidad que se le otorga a alguien por una conducta que generó una cierta reacción. La culpa es toda omisión o acción imprudente o negligente que ocasiona un daño.

Culpa es sentir remordi-miento por algo que se dijo, pensó, sintió o se hizo. El remordi-miento es la emoción de dolor e insatisfacción que queda cuando algo se hizo mal o que hizo daño. Culparte es victimizarte, es tomar lo "negativo" o que no te suma de alguna situación, circunstancia o hecho. Culparte es hacerte daño a ti mismo. Sentirnos culpables o hacer sentir culpables a los demás no nos sirve de nada, sino todo lo contrario, crea más de lo mismo: más dolor, más victimas, más problemas y más pobreza.

Lo normal es que después de la culpa venga el arrepenti-miento. Sin embargo el arrepentirse al que estamos acostumbrados se relaciona con pagar una culpa, castigarnos, sufrir o hacer un sacrificio para redimirnos. Eso no sirve de nada, ya que después de sufrir o hacer el sacrificio las personas se sienten “perdonadas” (redimidas) y siguen haciendo lo mismo. La vida se convierte en un círculo vicioso donde aparece la culpa, se arrepienten, sufren o se sacrifican (pagan su culpa) y vuelven a lo mismo.

El arrepentirse no es sentir remordi-miento, sufrir y pagar una culpa, el arrepenti-miento es un cambio radical de actitud, es un cambio de conciencia. Arrepentirse es dejar ir todo eso que me hizo sentir mal y volver a nacer. De nada sirve arrepentirse si se sigue diciendo, pensando, sintiendo y haciendo lo mismo o cosas peores.

Todo lo que se dice, se piensa, se siente y se hace, ya esta puesto en el Universo y no hay manera de borrarlo o regresarlo. El sentirte culpable y castigarte a ti mismo no va a cambiar nada para bien, y si va a cambiar para mal porque al culparte te sientes mal y sigues poniendo energía negativa en el Universo y esta se multiplica y regresa a ti de la misma calidad.

Sin embargo el SER responsable y arrepentirse -es decir cambiar radicalmente de actitud, dejar ir lo que no te sirve y volver a empezar- eso si cambia las cosas para bien. No se requiere castigarse, sacrificarse o sufrir por algo que se dijo, se pensó, se sintió o se hizo "mal". Lo mejor es aprender y cambiar radicalmente de actitud. Al cambiar tu actitud cambias tu estado de consciencia y tu vida.

La culpa solamente hace daño y no soluciona nada. Mejor aprende de tus errores y empieza de nuevo retomando tus verdaderos valores como SER humano y tu verdadero poder de creación. 

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes estás en lo cierto.

¿Cuántas cosas has dejado de hacer porque no te atreves, porque crees que eres incapaz o porque tienes miedo, o porque eres demasiado mayor, demasiado tonto, pobre, gorda, etc..?


¿Y cuántas cosas has hecho, haces y tienes agendadas para un futuro porque debes hacerlas?
¿Y qué pasaría si fuera tu día a día al revés?

Es decir, si tu agenda estuviera programada con cosas que te aportan crecimiento personal, te llenan, te dan energía, y te hacen sentir vivo, aunque te cueste esfuerzo y superación, porque ya no tuvieras miedo a hacerlas?

Pues ¡es posible! Sí lo es. Siempre y cuando seas consciente de que mecanismos tienes que cambiar y ejerzas tu libertad de pensamiento y decisión.

Para ello es necesario que destierres de tu mente y de tu vida lo que ya no te sirve ni te interesa y le hagas hueco a lo que realmente deseas. Porque sólo tú sabes lo que mejor te conviene. Ya no eres un niño/a que necesita que le digan lo que debe o no debe hacer; lo que es bueno o malo. Ahora ya eres adulto y eres dueño de tu vida!

Cuestiónate cada uno de tus deberías y mira a ver en realidad al criterio de quien corresponden. ¿Ha sido en realidad idea tuya? puede que hayan venido de tus padres, educadores, etc. .Si lo haces que sea porque es tu elección y no la de otros.

Con respecto a todo lo que crees que no puedes, no es más que eso, creencias.
Destierra tus viejas, obsoletas y limitantes creencias si te están perjudicando y comienza a construir tu nuevo credo; el tuyo propio.

Nuestra verdadera libertad reside en nuestro pensamiento. Usémosla!

No es que tú no puedas, son tus miedos y creencias las que te lo impiden; y esos y esas no son parte de nuestro ser más profundo; son algo aparte de nosotros, con lo que nos hemos identificado hasta el punto de perdernos en ello; pero de verdad es algo ajeno a nuestra esencia y que podemos modificar y eliminar cuando queramos.

¿Sigues pensando que es imposible?

Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes estás en lo cierto.

Dicen que siempre escribimos lo que nos gustaría leer; y yo siento que el escribir hoy estas palabras no es en absoluto casualidad.

lunes, 21 de noviembre de 2016

22 frases de Carl Jung


Carl Gustav Jung fue un famoso psicólogo y psiquiatra suizo. Fundó la psicología analítica, avanzando en la idea de las personalidades introvertidas y extrovertidas, los arquetipos y el poder del inconsciente. 

Jung publicó diversos trabajos durante su vida, y sus ideas han tenido influencia mucho más allá del mundo de la psiquiatría, extendiéndose hacia el arte, la literatura e incluso la religión.
Es decir, hablamos de un hombre que se conoce a sí mismo y al resto de los hombres. Dentro de sus trabajos podemos encontrar una serie de frases que lo demuestran, y cuando las leas te harán mucho sentido. 

Si las analizas en profundidad te ayudarán a entender mucho sobre ti mismo y sobre la gente con la que convives. Más allá de decirte algo que no sabes, estas frases te recuerdan lo importante que es conocerte y aceptarte como eres, ya que sólo así podrás hacer lo mismo con el resto.

Te mostramos 22 de sus frases célebres

1. “La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir.”

2. “La soledad no llega por no tener personas a tu alrededor, sino por no poder comunicar las cosas que te parecen importantes a ti, o por mantener ciertos puntos de vista que otros consideran inadmisibles.”

3. “Un hombre que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca.”

4. “No retengas a quien se aleja de ti. Porque así no llegará quien desea acercarse.”

5. “Muéstreme un ser humano sano y yo lo curaré para usted.”

6. “Las personas hacen lo que sea, no importa lo absurdo, para evitar enfrentarse con su propia alma.”

7. “Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos.”

8. “Tendemos hacia el pasado, hacia nuestros padres y hacia delante, hacia nuestros hijos, un futuro que nunca veremos, pero que queremos cuidar.”

9. “Yo no soy lo que me sucedió, yo soy lo que elegí ser.”

10. “Si eres una persona con talento, no significa que ya hayas recibido algo. Quiere decir que puedes dar algo.”

11. “Aquello a lo que te resistes, persiste.”

12. “Podemos llegar a pensar que nos controlamos por completo. Sin embargo, un amigo puede fácilmente contarnos de nosotros algo de lo que no teníamos ni la menor idea.”

13. “El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman.”

14. “La depresión es como una señora de negro. Si llega, no la expulses, más bien invítala como una comensal en la mesa, y escucha lo que te tiene que decir.”

15. “«Mágico» es simplemente otra palabra para definir el alma.”

16. “Nada tiene una influencia psicológica más fuerte en su ambiente y especialmente en sus hijos que la vida no vivida de un padre.”

17. “A menudo, las manos resolverán un misterio con el que el intelecto ha luchado en vano.”

18. “De una manera u otra somos partes de una sola mente que todo lo abarca, un único gran hombre (…)”

19. “Tu visión se hará más clara solamente cuando mires dentro de tu corazón… Aquel que mira afuera, sueña. Quien mira en su interior, despierta.”

20. “El sueño es una pequeña puerta oculta abriéndose a la noche cósmica que era el alma mucho antes de la aparición de la consciencia.”

21. “Uno no se ilumina imaginando figuras de luz sino haciendo consciente la oscuridad.”

22. “Hasta que no hagas consciente a tu inconsciente, va a dirigir tu vida y lo llamarás destino.”

Costumbres que siembran pobreza en nuestra mente

Nuestras costumbres influencian nuestro estado físico y emocional, además de programar nuestro comporta-miento que acaba por definir nuestra vida. Hay hábitos de los que sería mejor olvidarse, evitar a como dé lugar. Algunos de ellos son los siguientes:

1. La costumbre de autocompadecerse

Las raíces de la pobreza empiezan a crecer cuando la auto-compasión y brotan las quejas acerca de lo “miserable” de tu vida. No tienes la figura que deseas, no tienes los ingresos que querrías, la educación que recibiste no es la que necesitabas, tu casa no es como la de la revista, el clima de hoy no te agrada, el vendedor en la tienda no te escuchó como debía, y todo, absolutamente todo a tu alrededor puede ser un motivo para sentir lástima de tí mismo y quejarte de tu mala suerte.
Entre tanto, las personas que tienen la costumbre de autocompadecerse van perdiendo la simpatía de quienes los rodean. Y es que claro nadie quiere compadecerse eternamente de alguien así, con una vida llena de malas noticias. Nadie espera nada de un hipocondríaco crónico, se sabe que lo único que puede hacer es gimotear y por eso tampoco es común que se lo invite a nada ni se le tenga en cuenta. Para alguien así es muy difícil entablar relaciones personales que a su vez son muy importantes para forjar una carrera y conseguir un trabajo interesante. Autocompadecerse es la mejor manera de ganarse un sueldo miserable y tener una vida gris.

2. Costumbre de ahorrar en todo

Si en la tienda siempre vas en busca de la sección de rebajas, si piensas que les pagan más a tus colegas del trabajo aunque trabajen menos; si nunca le prestas nada a nadie, no dejas ni la más mínima propina a los camareros eso significa que la costumbre de la pobreza ya ha hecho nido en tí.
Los analistas dicen que intentar economizar en todo está lejos de ser signo de ahorro razonable y por el contrario es un síntoma de que la persona es incapaz de balancear sus gastos y sus ingresos.

3. Costumbre de medir todo en dinero

Sólo las personas en cuyas mentes crece la pobreza piensan que la única manera de ser feliz es tener un salario con gran cantidad de ceros y que no hay lugar para la alegría si no se tiene ropa cara, casa propia y un automóvil de alta gama. Los sociólogos aseguran que al responder a la pregunta ¿qué necesitas para ser feliz? sólo aquellos con una mentalidad de pobreza empiezan enumerando los bienes materiales, mientras que aquellos con un punto de vista mejor enfocado mencionan el amor y la amistad en primer lugar. Lo interesante es que este último tipo de personas rara vez hablan de cuentas bancarias porque piensan que la riqueza se mide en la capacidad de generar ingresos y tener visión. Una persona verdaderamente exitosa no depende del tamaño de su saco de oro.

4. Costumbre de entrar en pánico cuando el dinero se acaba

Si con sólo pensar que se puede ser parte de la próxima oleada de despidos, el pulso se acelera y eso puede ser un síntoma de una mente programada para la pobreza. La verdad es que el dinero es un fluido que va y viene.

5. Costumbre de gastar más de lo que se gana

Si trabajas en dos lugares pero aún así no te alcanza el dinero, es hora de cambiar algo en tu vida. Si una persona no logra entender en qué se diferencia un crédito de otro lo más probable es que nunca llegue a conocer la estabilidad económica.

6. Costumbre de hacer lo que no te gusta

¿Si no lo hago yo, entonces quién lo hará? Los psicólogos afirman que las personas cuyos empleos no les satisfacen están potencialmente programados para la pobreza y lo que podríamos llamar “mala suerte“. La razón está en los sentimientos que se despiertan en la persona al tener que ocuparse de asuntos que no le gustan. Para desterrar esa costumbre es necesario hacer no lo que alguien más necesita, sino lo que más nos produzca satisfacción. Sólo en ese caso es posible ver resultados “milagrosos”. Ya dicen por ahí, si vas a ser zapatero, debes ser el mejor; y con razón, si te gusta lo más probable es que acabes teniendo una zapatería.

7. Costumbre de no tener una buena relación con las personas de tu familia

Aunque podría parecer que tener malas relaciones con los miembros de tu familia no es algo tan grave, en realidad eso genera una especie de “tabú” mental y un malestar que podría llegar a convertirse en odio. El odio se convierte en amargura y la amargura en pobreza mental, que a su vez no permite ningún tipo de cambio ni perdón.

sábado, 19 de noviembre de 2016

No corras tras lo que es tuyo, vendrá a ti en el momento oportuno

La paciencia es una virtud de pocos, saber esperar sin desesperar, sin caer en estados de ansiedad y sin torturarnos con pensa-mientos innecesarios, es una cualidad de pocos, rara vez encontramos personas que esperan de manera conforme y decidida a que la vida haga lo suyo y les otorgue lo que les pertenece, lo que es suyo.
No podemos pretender que todo llegue de inmediato, en realidad hay tiempo para todo, cada cosa lleva su proceso y su dedicación, especialmente en cuestiones de amor, donde de alguna manera nos vamos preparando para asumir la relación con esa persona que decidamos se quede definitivamente en nuestras vidas, a fin de cuentas cada quién llega con un nuevo aprendizaje que dejarnos, aunque generalmente no nos percatemos de ello.

La espera recompensa.

Aprender a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas, es un aprendizaje importante para todo aquel que lucha, no siempre solemos estar conformes con nuestras vivencias y en lugar de sacar bien del mal, tomamos el camino de sufrir por largos períodos para en algún momento dejar de compadecernos y pasar a otra cosa, cuando en realidad todo ocurre en consonancia con los tiempos de la perfección, donde todo está dado más allá de nuestra premura.
Esperar con paciencia a que maduren los frutos, sin acelerar las cosas, nos permitirá disfrutar y apreciar debidamente su dulzura, cuando nadamos contra la corriente quizás conseguimos lo esperado, pero no en todos los casos resulta grato, cada cosa tiene su lugar y su tiempo, correr tras lo que pensamos nos pertenece, sólo empeora las cosas, pues además damos cabida al recelo y a la impaciencia, no dejamos que las cosas fluyan naturalmente y que cada cosa esté en su lugar correspondiente para que los actos sucedan.

Todo tiene su momento perfecto.

Ocurre como el proceso del embarazo, cada ser sabe exactamente en qué momento debe nacer, más allá de las programaciones y de las citas médicas y de tratar de organizar todo, finalmente solo queda esperar, el tiempo es el mejor espacio de espera, el mejor maestro y compañero para aprender a valorar lo que nos toca y a recibir lo que nos llega, cuando algo que pensamos nuestro simplemente se va, no es menester correr tras el… simplemente si ha de ser, encontrará el camino de vuelta y el momento más oportuno.
Abre tus manos, no intentes retener, obligar, mantener forzada situación alguna, no podemos decidir sobre las acciones de los demás, no podemos obligar a nadie a sentir ni a desear estar a nuestro lado, en tanto más presión hacemos más agobiamos y en tanto más corremos tras lo que deseamos más largas se hacen las distancias y los caminos, ocurre como salir al jardín y pretender agarrar con las manos alguna mariposa que veamos volar, podemos hacer múltiples intentos sin obtener resultados deseados, pero en el momento en que agotados decidimos reposar, la mariposa sutilmente se posa sobre nosotros.
Mujer Guru

El poder de las palabras

En numerosas ocasiones se oye el célebre dicho de que “una imagen vale más que mil palabras”. Sin embargo, una palabra puede contener en sí misma un poder tremendo y acompañada de más palabras, puede llegar a ser incluso demoledora.

El poder de la palabra es tremendo. Aunque muchas personas digan que una imagen puede valer más, y en ciertos casos es verdad, no hay que olvidar que cuanto sale de nuestra boca tiene un valor. Así, lo más pequeño e insignificante puede hacer un gran daño, dependiendo cuáles sean las circunstancias de la comunicación.

Por lo tanto, vamos cómo se puede utilizar el poder de la palabra para que se ponga de nuestro lado, como hacer daño o simplemente conseguir algo de nuestro interlocutor, aunque sea hacerle feliz.

El poder de la palabra: palabras que hieren

La fuerza de las palabras es tal, que no son necesarias demasiadas para causar una profunda alegría o una honda tristeza. Muchas veces basta una frase que valide una emoción que sentimos o un párrafo corto que ataque nuestro punto más débil.

“Las palabras son como monedas, que una vale por muchas como muchas no valen por una.” -Francisco de Quevedo-

¿Quién no tiene un amigo tóxico o manipulador que sabe cómo usar la palabra para sacar de nosotros cuanto quiere, aunque nosotros no lo deseemos? ¿A quién no le han dicho nunca palabras llenas de ira, resentimiento, dolor, rechazo o tristeza?

Nos guste o no, la palabra es la forma más usada por los humanos para el acto de la comunicación. Además, es un intercambio que deja huella, ¿Quién de nosotros no recuerda alguna de esas frases que le ha causado un gran dolor o le ha alegrado el día?

El poder de la palabra: palabras de amor

No obstante, no solo el poder de la palabra es grande cuando pretende herir. También sirve para describir sentimientos como el placer, la bondad, el amor o el agradecimiento.

De hecho, hemos sido capaces de crear algunas de las palabras más bonitas del mundo para hablar de aquello que nos agrada: como la belleza, la amistad, la solidaridad o los encantos que nos rodean.

¿Qué sería del amor sin la palabra? ¿Hay algo más bello que decirle a la persona a la que quieres todo cuanto sientes por ella, y que sepa lo mucho que significa en tu vida?

Es evidente que el poder de la palabra es enorme para hablar con otras personas de todo cuanto es bueno y bello en nuestra vida, este es probablemente uno de los mejores usos que tiene.

El poder de la palabra: palabras vacías

Sin embargo, hay personas capaces de hablar sin decir nada. Por ejemplo, los jóvenes que apuntan maneras en este tipo de discursos, de hecho, se les suele hacer un comentario muy revelador: “tú vas para político”. Así, se les reconoces la capacidad de estar hablando durante un periodo considerable de tiempo sin que se pueda extraer de sus palabras una conclusión clara.

Cuando estas personas ostentan un cargo de responsabilidad, en el ciudadano crean una mezcla de rabia y tristeza e impotencia. Rabia porque en su posición, el representante público, tiene el deber de darle sentido a la comunicación que hace de sus acciones y propuestas. Tristeza porque se siente parte de la sociedad que le ha puesto en el cargo e impotencia porque, a pesar de hacer esfuerzos, no consigue engancharse al canal de comunicación abierto.

El poder de la palabra: palabras que mienten

Me gustaría referirme al poder de la palabra por su enorme capacidad para trasmitir mentiras, tratando de captar la atención del interlocutor para decirle algo que en realidad no es cierto.

Así, aunque nunca nadie nos lo haya dicho de manera explicita, somos conscientes de que las mentiras tiene un cómplice mucho más fiel en el lenguaje escrito o hablado que, por ejemplo, en nuestra mímica.

“Las palabras que no van seguidas de hechos, no valen nada”. -Esopo-

Es una pena que la riqueza lingüística con la que contamos se utilice en ocasiones para insultar, mentir, discriminar o falsear la realidad, pues ninguna palabra de este planeta merece una utilización tal.

La palabra tiene un enorme poder. La palabra puede ser fuente de belleza, de poesía, de creación, de amor, de vida, de alimento para el alma, de positivismo… Pero, como todo en este mundo, hay un lado oscuro que la retuerce y la oprime, la grita y la estrangula.

Por desgracia, cada día parecen haber más voces que intentan que su mensaje quede por encima del resto elevando el tono o la gravedad de las acciones con las que intentan respaldarlo. Atacando a los demás, pensando que la validez de su mensaje les confiere el resguardo moral necesario para sesgar las vidas de quienes se oponen o permanecen indiferente al mismo.

Lo que le dices a tu semejante, te lo dices a ti mismo

Si cada uno de nosotros estuviésemos conscientes de que la energía liberada en cada palabra afecta no sólo a quien se la dirigimos sino también a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, comenzaríamos a cuidar más lo que decimos.

Los antiguos esenios sabían de la existencia de un enorme poder contenido en la oración, el verbo y la palabra. Los antiguos alfabetos, como el sánscrito, el arameo y el lenguaje hebreo son fuentes de poder en sí mismos.

Los esenios utilizaron la energía que canaliza el lenguaje – la cual era la manifestación final del pensamiento, la emoción y el sentimiento- para manifestar en la realidad la calidad de vida que deseaban experimentar en este mundo. En las culturas del antiguo Oriente eran utilizados los mantras, los rezos, los cánticos y las plegarias con una intención predeterminada como técnicas para materializar estados internos y programar, de una forma ignorada por nosotros en la actualidad, realidades pensadas, deseadas y afirmadas previamente.

Los estudios realizados por físicos cuánticos comienzan a redescubrir y validar el enorme conocimiento olvidado de antiguas culturas ancestrales. Un conocimiento que se encuentra aún escondido y olvidado y que nos aportaría el poder de cambiar nuestro mundo.

La responsabilidad, con la que ejerzamos y disfrutemos del poder de la palabra, es nuestra. Utilizarla para crear construir, compartir, acariciar o abrazar en vez de para agredir, atacar o destruir, en el fondo, es nuestra decisión. Tanto practicarlo como censurarlo.