viernes, 31 de julio de 2020

Quien no se reinvente se queda fuera

Para poder prosperar en el nuevo mercado laboral hemos de cuestionar las viejas creencias con las que fuimos condicionados, cambiando la mentalidad de empleado por la actitud de emprendedor.

Ya nadie pone en duda que la sociedad está inmersa en un profundo cambio de paradigma. Somos una generación de transición entre dos eras: la industrial/analógica y la del conocimiento/digital. De ahí que para sobrevivir y prosperar no nos quede más remedio que reinventarnos, cuestionando las viejas creencias y consignas con las que fuimos condicionados. En caso de no hacerlo, pronto quedaremos obsoletos y nos quedaremos fuera del mercado laboral.


Y es que el mundo para el que fuimos educados ha dejado de existir. Las reglas del juego económico y profesional han cambiado. Dado que en general no creemos en nosotros mismos y estamos tiranizados por el miedo, lo único que vemos ahí afuera es el reflejo de nuestras propias limitaciones mentales. Sin embargo, ahora mismo existen un sinfín de oportunidades para reinventarse profesionalmente. El reto consiste en saber aprovecharlas.

El problema es que el sistema educativo industrial nos preparó para superar la prueba de la selectividad, pero no para desarrollar la autoestima, la confianza, la inteligencia, el talento y la creatividad. Y por si fuera poco, a los 18 años, en plena adolescencia y completamente perdidos en el arte de vivir, nos hicieron elegir qué carrera estudiar. A su vez, nos creímos que cursar una licenciatura nos proporcionaría un empleo seguro y estable para toda la vida.

Así fue como entramos en el mercado laboral, de forma reactiva, buscando desesperadamente firmar un contrato indefinido con alguna empresa que nos liberara de la ansiedad generada por la incertidumbre. Y de pronto nos vimos atascados en un empleo monótono, con un jefe al que detestábamos en una empresa en la que no creíamos, deseando cada lunes que llegara el viernes.

Durante años hemos dejado que nos defina un título universitario y el nombre de nuestro cargo. Principalmente porque en general seguimos perdidos: no tenemos ni idea de quiénes somos ni para qué servimos. Esta es la razón por la que ha triunfado tanto la titulitis y el credencialismo.

Al no sentirnos valiosos por lo que verdaderamente somos, necesitamos avales externos que prueben nuestra valía como profesionales. En realidad, estas certificaciones son la máscara con la que intentamos deslumbrar a los demás, ocultando nuestras auténticas carencias.

LOS ROBOTS YA ESTÁN AQUÍ

“Todo lo que pueda hacer una máquina lo acabará haciendo una máquina”
(Arthur C. Clarke)

Mientras, en el nombre del estado del bienestar, hemos ido pagando religiosamente nuestros impuestos, bajo la promesa de que las instituciones públicas se harán cargo de nuestra pensión cuando nos jubilemos. Sin embargo, el Estado está en quiebra, totalmente endeudado. Por más promesas que nos hagan los políticos, poco a poco van a ir disminuyendo las prestaciones sociales, incluyendo el subsidio por desempleo.

Las personas que están en el paro saben perfectamente que el currículum vitae ha muerto. Ahora mismo, lo único que puede abrirnos puertas es nuestro talento. Y lo único que puede darnos seguridad es nuestra capacidad de aportar valor añadido de forma constante. Ya no sirve de mucho estudiar durante cuatro años una licenciatura en las típicas instituciones educativas arcaicas y obsoletas.

Se estima que en los próximos años más de la mitad de las profesiones industriales desaparecerán. Los seres humanos seremos reemplazados por máquinas y robots. Por más que lo intentemos, no podemos competir contra la automatización, la digitalización y la inteligencia artificial.

Las nuevas tecnologías están dando lugar a innovaciones y disrupciones que van a transformar radicalmente el mercado laboral. Frente a este panorama, hemos de potenciar al máximo nuestra humanidad, procurando dedicarnos a una profesión que requiera de talento y creatividad. En caso contrario, difícilmente tendremos ingresos económicos estables.

Ha llegado la hora de que tomemos las riendas de nuestra vida laboral y económica, aprendiendo a hacernos cargo de nosotros mismos. Y esto pasa por pensar fuera de la caja, aprender a ser autodidactas e invertir en formaciones prácticas y específicas. Al fin y al cabo, nuestra remuneración va a ser directamente proporcional al conocimiento que poseamos. De ahí la importancia de volver a la universidad, pero esta vez para aprender las cosas verdaderamente importantes de la vida.

CAMBIAR DE PARADIGMA

“No podemos resolver un problema desde el mismo nivel de comprensión en el que lo creamos”
(Albert Einstein)

La nueva era emergente está redefiniendo por completo la noción que tenemos del trabajo. Hemos de dejar de verlo como un simple medio para pagar facturas y comenzarlo a concebirlo como una vocación. No en vano, fuimos condicionados para orientar nuestra existencia al propio interés, pensando, en primer lugar, en nosotros mismos. De hecho, la principal razón por la que trabajamos es para ganar dinero. En muchos casos esa es la única motivación.

Sin embargo, en la actualidad hemos de cambiar de paradigma, orientando nuestra vida al bien común. Nuestro verdadero objetivo no ha de ser ganar dinero, sino crear riqueza, atender necesidades, resolver problemas y, en definitiva, contribuir a mejorar la vida de otras personas. Es entonces cuando el dinero viene como resultado.

Por todo ello, hemos de abandonar la mentalidad de empleado (y de funcionario) para empezar a cultivar una actitud emprendedora. Es decir, dejar de esperar que otros nos digan lo que tenemos que hacer para empezar a pensar por nosotros mismos, sacándole el polvo a nuestra oxidada imaginación y creatividad. No somos la demanda, sino la oferta. Es esencial saber qué tenemos de valor para ofrecer, dándonos a conocer a través de nuestra marca personal a aquellas personas y empresas a las que podemos ayudar.

Esto no quiere decir que no podamos seguir ejerciendo el rol de empleados, o que tengamos que convertirnos en emprendedores. Lo que sí es fundamental es que cambiemos de actitud, tomando consciencia de que somos 100% co-creadores y corresponsables de nuestra realidad socio-económica.

Lo más difícil consiste en vencer de una vez por todas el miedo al cambio. Sin embargo, en estos momentos de la historia, evitar el riesgo y permanecer en nuestra zona de comodidad es lo más arriesgado que podemos hacer. Ha llegado la hora de saltar al vacío y emprender la travesía por el desierto.

Borja Vilaseca

El poder de la palabra

Yo no tengo recursos.
¡No diga eso, nunca!
Mucha gente habla así y lo hace con total convicción.
Está usando su poder infinito para seguir siendo pobre.
Le está ordenando al poder creador con palabras y con una profunda emoción y convicción que nada tiene, y por lo tanto que no puede acceder a las cosas buenas que desea tener.
La verdad es que la inmensa mayoría de las personas experimentamos esa sensación de imposibilidad, como si hubiera un muro de Berlín que nos separa definitivamente de las cosas que más amamos, que más deseamos, que más anhelamos.
¡Qué difícil es la vida!
¡Qué difícil es sobrevivir en este mundo tan competitivo!
No diga eso nunca, porque está cayendo en el mismo error.
Palabras negativas cargadas de dolor emocional e impotencia que imprimen su huella en la matriz inteligente o subconsciente que buscará reproducir esa "orden".
Yo tengo recursos infinitos.
La vida es magnífica, porque el Universo respalda todos mis deseos.
Pero debo aprender a liberar mis propias ilusiones, mis miedos, mis creencias tóxicas, mis errores que sólo retardan la manifestación de todo lo que amo.
El Universo es inocente, el gobierno no tiene la culpa, el capitalismo no es responsable de mi falta de habilidad para comunicarme con el gran poder.
La verdad es que nos han entrenado para ser ovejas.
A este entrenamiento se le llama "educación".
Necesitamos una nueva educación, como decía Ohsawa.
Una educación lógica y fisiológica.
Que nos permita usar nuestros recursos infinitos.
Tenemos recursos internos infinitos.
¿Por qué no usar nuestra voluntad de hierro?
¿Por qué no leer a los grandes sabios y aprender de ellos?
Si dedicáramos la mitad del tiempo que pasamos mirando televisión o viendo partidos de fútbol a la lectura de textos de crecimiento personal podríamos recordar el camino de acceso hacia nuestra divinidad.
Entonces comprenderíamos que nacimos en medio de la abundancia, de la salud, de la felicidad y de la libertad.
Y cuidaríamos cada palabra como si se tratara de una moneda de oro puro.
Porque la palabra le ordena al poder infinito y éste se limita a hacer lo que mejor sabe hacer.
Manifestar lo más pronto posible aquello que se le ha ordenado con palabras.
Las palabras que sólo los dioses pueden pronunciar.

-Martín Macedo-

jueves, 30 de julio de 2020

La ley de Wurphy

En general ponemos el foco de atención en lo que falta… El reto consiste en darle la vuelta a la conocida ley de Murphy y empezar a apreciar, valorar y agradecer las pequeñas grandes cosas de la vida.

Hipoteca. Desempleo. Impuestos. Inflación. Deuda. Quiebra. Desahucio. Estas son las palabras que nos quitan el sueño por las noches. Gobierno. Empresas. Bancos. Políticos. Corrupción. Estafas. Recortes. Y estas otras son las que nos dificultan comenzar el día con una sonrisa. No es fácil ser ciudadano en el mundo de hoy… Pero, ¿cuándo lo ha sido?

La gran tragedia de nuestro tiempo no son las dificultades y adversidades que nos están tocando vivir, sino la falta de herramientas y recursos para afrontarlas. Debido a la ausencia de educación emocional y financiera en el sistema educativo, al entrar en la edad adulta en general no sabemos cómo cultivar una visión más positiva y resiliente. Ni tampoco cómo relacionarnos con el mercado laboral de una forma más libre y responsable.

Y es que más allá de cómo sean nuestras circunstancias laborales y económicas, en última instancia nuestro bienestar emocional está determinado por nuestra actitud. En este sentido, cabe señalar que nuestra forma de ver la vida se sigue rigiendo según la conocida “ley de Murphy”. Se trata de una teoría popular que trata de explicar los infortunios que forman parte de nuestro día a día. En esencia, establece que “si algo puede salir mal, saldrá mal”.

LA LEY DE MURPHY

Por medio de la ley de Murphy tendemos a enfatizar aquellos hechos que nos perjudican o que directamente no nos benefician. Y esta es la razón por la que cada vez que una rebanada de pan untada con mantequilla se nos cae de las manos, la mayoría de nosotros tendemos a recordar más vívidamente las veces en que cae con el lado de la mantequilla hacia el suelo. Es decir, que solemos quejarnos cuando esto ocurre, pero no solemos acordarnos cada vez que cae del lado opuesto.

La ley de Murphy es el 

Cabe señalar que esta sesgada percepción de la realidad está en decadencia. Principalmente porque no aporta nada beneficioso a nuestra vida. Más bien la envenena con dosis diarias de negatividad y mal humor, consumiendo por completo nuestra energía vital. Más allá de la cultura de la queja imperante en la sociedad, cada vez más seres humanos están empezando a regirse por los principios que establece la denominada “ley de Wurphy”. Y ésta se basa en una simple premisa: “No dar por sentado nada de lo que 

LA LEY DE WURPHY

Es cierto que la realidad nos da diariamente motivos para lamentarnos y enfurecernos. Pero también para sentirnos agradecidos. Todo depende de donde pongamos el foco de atención. Lo cierto es que tendemos a recordar aquello que nos hiere, nos empequeñece y colma nuestra mente de miedo e inseguridad. Por el contrario, solemos olvidar aquello que nos fortalece, nos engrandece y nutre nuestro corazón de confianza y coraje. Así, la gran mayoría dormimos sobre una cama y bajo un techo. A veces acompañados. Siempre calentitos. Tenemos acceso a agua potable. Y a ciertos lujos con los que mantener nuestra higiene. Encendemos el grifo y sale agua caliente a propulsión. Comemos cada día un mínimo de tres veces. Tenemos nevera. Y despensa. Etcétera, etcétera, etcétera…

Nuestra capacidad de valorar lo que sí forma parte de nuestra vida es infinita, tan ilimitada como lo es nuestra imaginación. El reto es acordarnos cada vez que la tostada cae con el lado de la mantequilla hacia arriba. Y hacerlo también cuando no se nos cae de la mano. E incluso apreciar el hecho de podernos comer una tostada siempre que queramos. Sin duda alguna, cultivar esta actitud ¾que sólo depende de nosotros¾ puede restaurar nuestro bienestar emocional. Por medio de la ley de Wurphy, poco a poco vamos recargando nuestro depósito de energía vital, posibilitando que nos convirtamos –a través de un proceso de transformación personal y reinvención profesional– en el cambio que queremos ver en la sociedad.

Al percibir la realidad desde la óptica de la ley de Wurphy, entramos en un círculo virtuoso que nos lleva a potenciar el positivismo y el optimismo, encontrando cada día detalles cotidianos por los que sentirnos agradecidos. Además, de la mano del agradecimiento surge de forma natural la valoración. Es decir, la capacidad de apreciar nuestras cualidades, el apoyo de las personas que nos rodean y aquellos recursos y herramientas que sí están a nuestro alcance. Nuestra capacidad de valorar lo que tenemos es precisamente lo que nos da fuerza para levantarnos cada mañana con otra actitud, centrándonos en lo que está a nuestra disposición y no tanto en lo que nos falta.

Si bien la ley de Murphy nos lleva a perdernos en el laberinto de nuestra mente y nuestros pensamientos, la ley de Wurphy es una invitación para pasar a la acción. ¿Somos de los que nos quejamos cuando el agua de la ducha sale fría, o de los que valoramos y agradecemos cada vez que sale caliente? Empezar a cambiar de mentalidad está en nuestras manos. Y por más que nos resistamos, si de verdad queremos que cambien nuestras circunstancias, estamos condenados a hacerlo.

Este artículo es un extracto del libro «El sinsentido común», publicado por Borja Vilaseca en octubre de 2011.

miércoles, 29 de julio de 2020

La mayor parte de la gente es término medio

e ha dicho mucho sobre la felicidad.
Pero algo es absolutamente claro.
No se encuentra en el pasado.
No se encuentra en el futuro.
Por lo tanto se encuentra en el ahora.
Hemos hecho un gran avance al comprender este punto.
El ahora es inmenso.
Porque toda la vida está palpitando ahora mismo.
Todos los corazones de todos los seres de todos los mundos.
Están latiendo ahora mismo.
Porque allí se encuentra toda la energía del universo.
Pero el ahora es también muy breve.
Es breve y es inmenso.
Es grande y pequeño a la vez.
Como nosotros.
Somos gigantes y somos insignificantes a la vez.
Entonces buscaremos la felicidad en el único sitio donde se la puede hallar.
La felicidad es como una llave que hemos perdido.
Sabemos que está en la casa pero olvidamos dónde la dejamos.
Entonces buscamos y buscamos y no la hallamos.
La buscamos durante horas y nada.
Durante semanas y nada.
"Busqué bien y no la encuentro por ningún lado".
Si buscó durante mucho tiempo y no la halló.
Es porque no buscó bien.
No buscó con una voluntad de hierro.
No buscó con una pasión infinita.
No buscó con esa fe que mueve montañas.
No estaba buscando con una atención total.
No puso el 100% de su habilidad y capacidad en esa búsqueda.
La mayor parte de la gente es así.
Término medio.
Pero una minoría tiene ese fuego ardiente que alcanza todos los sueños.
Así se debe buscar la salud.
Así se debe sintonizar con la abundancia.
Así se debe construir nuestra mejor versión de nosotros.

    -Martín Macedo-

martes, 28 de julio de 2020

Enfermedad y salud

Si todas las medicinas pudieran ser lanzadas al océano, sería lo mejor para la humanidad y lo peor para los peces. ~ Oliver Wendell Holmes, 1809–1894

La “Guerra” contra las enfermedades

El gran autor, poeta y médico de Boston del siglo XIX, en realidad no tenía nada en contra de los peces; sólo que reconoció dentro de su propia profesión un defecto fundamental que persiste hasta el día de hoy. La gran mayoría de las medicinas, junto con la cirugía alopática y técnicas de radiación, tratan los síntomas e ignoran las causas de la enfermedad.

Pero primero, asegurémonos de que conocemos cómo se escribe correctamente la palabra malestar. Debería ser "mal-estar", con un guión, porque la enfermedad conlleva estar mal, porque la pérdida del bienestar en el mundo del caos es exactamente lo que yace en el centro de todo desde la varicela hasta el cáncer. El mal-estar de la enfermedad, propiciado por nuestras perspectivas emocionales y creencias retrógradas, literalmente significa una alteración del bien-estar, una perturbación del estado de reposo y quietud de la mente, que conlleva a la buena salud. Implica desbalance, falta del orden, y la existencia de condiciones caóticas que son tan omnipresentes en nuestro mundo.

Reaccionamos a este mal-estar de la enfermedad con otra palabra que podemos analizar. Al enfermar nos alteramos, que es una manera de decir que experimentamos una sensación de que las cosas no están en orden, y por ende en caos. También nos angustiamos, deprimimos, abatimos y desanimamos y todos los términos que tienen un uso en común: explican el síntoma, pero no el problema.

Aquí yace la barrera fundamental para encontrar soluciones para los problemas que nos aquejan. Somos incapaces o no estamos dispuestos a investigar las causas principales, prefiriendo una solución rápida en vez de cualquier análisis mental o espiritual. Incluso los antibióticos, que se supone que serían la sentencia de muerte, de una vez por todas, a las enfermedades infecciosas, se han usado tanto que se han declarado prácticamente inútiles. La Enciclopedia Grolier Multimedia (1993) concluye que el 90 por ciento de todas las prescripciones de antibióticos que se realizan son "innecesarias o inapropiadas".

El enfoque de la medicina alopática moderna intenta curar la enfermedad produciendo una condición dentro del sistema que es diferente u opuesta a la enfermedad en sí. Si alguna vez has tenido fiebre, los doctores alopáticos dirán que la trates con una aspirina; si tienes indigestión te dirán que la combatas con una cucharada o dos de antiácido. En resumen, lo que podría ser descrito como la pesadilla de los trastornos sintomáticos, estos sólo tratan los síntomas externos de todas las enfermedades, ya sean físicas, mentales o sociológicas, mientras que no prestan atención en lo absoluto a la causa interna, metafísica. Por ende, el alivio temporal se convierte en el objetivo primordial de una perspectiva corrupta de las ciencias de la vida. Se presta una gran atención a "ganarle la guerra" a la enfermedad, pero pocas veces la "guerra" siquiera profesa prevención.

Aún así, incluso con una trayectoria que podría ser catalogada como dudosa en cualquier otro campo, la medicina alopática sigue imperante, mientras que los sanadores que usan otros enfoques siguen siendo catalogados como curanderos y charlatanes. Según la sabiduría convencional, sólo los médicos tienen la capacidad de sanar cuerpos, pero la verdad es que ningún médico ha sanado a alguien. Cuando los cirujanos ortopédicos enderezan un brazo o pierna roto, ¿en realidad ellos sanan algo? Claro que no; la sanación es una propiedad natural del cuerpo. El médico, quien esencialmente actúa como un mecánico, o si se quiere un facilitador, no juega ningún papel ahí. Los "sanadores" de otras disciplinas también entran dentro de esta categoría.

Sólo hay una fuerza de energía que realmente sana y esa es la Luz del Creador. Todas las otras sanaciones consisten en una variedad de mecanismos de ayuda que permiten que la Luz espiritual obstruida realice su función, que es buscar y destruir organismos extraños y dañinos, y si es necesario reparar el daño causado por la oscuridad del Oponente. Desde afecciones leves como dolor de espalda, fatiga, alergias en la piel a aflicciones tan serias como el cáncer, enfermedades cardíacas, y VIH, el factor crítico para la sanación es el flujo de energía de la Luz espiritual.

Un cuerpo enfermo es un cuerpo con un nivel bajo de Luz. Puede que resulten enfermedades como respuesta directa de situaciones de tristeza, o duelo en el que, como hemos visto, la Shejiná abandona al paciente, dejándolo vulnerable ante la separación de la conciencia de Yesod. Recordarás que la Shejiná es la fuerza metafísica que sirve como una cortina para protegernos del poder directo de la Luz del Creador, así como también como el canal por el cual hacemos una conexión con la conciencia de Yesod, para vaporizar la negatividad. Al conectarnos con el flujo de Luz espiritual, cualquier cantidad de aflicciones humanas pueden ser eliminadas. Nuestros sistemas inmunológicos son la clave para su erradicación y la meditación kabbalística puede lograrlo.

En otras palabras, tenemos la habilidad de convertirnos en nuestros propios sanadores. Si lo permitimos, la Luz espiritual fluirá a través de nosotros, sanando mientras se mueve a través de nuestro cuerpo y alma. Pero, al mismo tiempo, actuamos regidos por la ilusión de que podemos interferir libremente con el ritmo normal de las funciones corporales a través de pensamientos negativos, o abusos de drogas o alcohol, panaceas médicas inapropiadas, comer de más de o menos, o cualquiera de las miles de cosas que hacemos que son perjudiciales para el corazón, hígado, riñones, y otros órganos vitales.

Esencialmente tenemos dos cuerpos. El primero es la construcción física ilusoria que ocupamos aquí en Maljut. El segundo es el cuerpo metafísico oculto que está conectado directamente con el Árbol de la Vida. Sirve como una interface entre el Árbol de Conocimiento y el Árbol de la Vida, donde ocurre la única sanación verdadera.

Ver y creer

Antes de que examinemos la verdadera disciplina de la meditación kabbalística en lo que respecta a la sanación, exploremos primero una importante técnica de auto-sanación que podemos incorporar en el proceso. Es el uso de imágenes.

El efecto placebo es bien conocido en todas las aplicaciones de la medicina. Llamar a algo "placebo" significa que sus beneficios surgen de la conciencia de creencias del paciente en vez de ser algo inherente a la medicina en sí. La sanación que ha ocurrido por los placebos sin duda prueba que los pensamientos pueden desencadenar las habilidades auto curativas del cuerpo. A través de imágenes dirigidas, nuestras creencias, deseos, y voluntad de recuperarnos se traducen en sanación significativa. En resumen, así como podemos engañarnos para realizar una auto sanación porque hemos sido engañados con un placebo, podemos hacerlo deliberadamente con una conciencia intencional.

Se han realizado muchas investigaciones sobre la conexión entre la actividad mental y el cuerpo físico, y la mayoría de ellas indica que la mente participa activamente en curar las enfermedades. Los kabbalistas siempre han sabido esto. Ellos se han comprometido con lo que comúnmente se denomina el poder de la mente sobre la materia, pero llevan el concepto un paso más allá que los científicos especializados en temas físicos que observan el mismo fenómeno. El kabbalista sugiere que más que ser un mero participante en el esquema metafísico-cuántico, un hombre o una mujer, utilizando el poder del pensamiento, puede determinar la actividad tanto física como metafísica.

Para lograr esto, utilizamos las siete Sefirot representadas en el esquemático Árbol de la Vida (Tikún Hanéfesh o Corrección del alma), desde Jésed bajando hasta Maljut. Este quantum energético, también conocido como el Tetragramatón, afecta directamente partes específicas del cuerpo a través de la influencia astral.

Tikún Hanéfesh

Tikun Hanafesh

La tríada superior del árbol, que consiste en Kéter, Jojmá y Biná, representa las fuerzas que habilitan y dirigen los sentidos externos de la vista, el oído, el olfato y el gusto. Cada paquete gobierna e influencia los dos ojos, los dos oídos, las dos ventanas de la nariz, y la boca. Por ende, las Sefirot abren la puerta a la sanación kabbalística de cada parte del cuerpo.

Para utilizar el poder del Tetragramatón, el practicante simplemente debe meditar sobre la combinación de nombres sagrados pertinentes al área física afligida, y luego, a través de la kavaná –intención- dirigir el poder hacia esa área. Al ser los canales más poderosos del poder puro y descubierto de la Luz del Creador, estos nombres nunca deben ser pronunciados, pero en la sanación, se pueden realizar mediaciones concentrándose en ellos con completa seguridad y efectividad.

La idea básica de usar fuerzas astrales para influenciar la vida humana es tan antigua como la raza humana en sí. Antiguamente las personas reconocían la "magia" de la luz y adoraban al sol, la luna, y otros cuerpos celestiales. Ellos entendían que las influencias astrales existían, pero que podían hacer muy poco para utilizarlas o superarlas. Ahora sabemos que el efecto de la luz en nuestra mente y cuerpo es menos mágica que biológica. El poder sanador de la luz es tema de investigación en las clínicas y laboratorios alrededor del mundo. Finalmente la ciencia está reconociendo algo que los humanos siempre han sabido instintivamente: la luz estimula y energiza; la luz vaporiza lo que la oscuridad oculta; la luz nos hace sentir bien. La ciencia puede usar la luz para alterar nuestros relojes corporales, patrones de sueño y posiblemente hasta nuestros sistemas inmunes. Y si la luz a un nivel físico puede hacer todo eso, ¿Cuán mejores son las oportunidades cuando la energía espiritual metafísica de la Torá es invocada?

Sin embargo, antes de que podamos sanarnos a nosotros mismos, debemos superar nuestra propia negatividad, dolor, tristeza y depresión, las terribles klipot que nos cubren y nos separan de la Luz del Creador que todo lo sana.

Ahora los científicos están estudiando sistemáticamente el duelo y la tristeza y su efecto en la salud física y en el sistema inmunológico. Ellos han encontrado que el sistema inmunológico de individuos en proceso de duelo de hecho se debilita. Pero no han hallado la razón, ni el mecanismo. La mayoría de los investigadores atribuyen el impacto al estrés, que es una etiqueta y no una descripción adecuada. El Zóhar atribuye la conexión entre el duelo y el sistema inmunológico a una alteración de la conciencia de Yesod, una alteración que se deriva del hecho de que el duelo y la tristeza no pueden coexistir con la Shejiná. Y, como discutimos anteriormente, la Shejiná es la que canaliza la Luz espiritual al sistema inmunológico. Mientras más tiempo ocurra esta interrupción, mayor será el peligro para el sistema inmunológico porque para funcionar, requiere el sustento que sólo la Luz del Creador puede trasmitir. El sistema inmunológico es el instrumento que les ordena a las defensas del cuerpo a que luchen en contra del cáncer y una serie de enfermedades infecciosas, pero debe ser cargado con energía para trabajar, y sólo la Luz puede realizar ese trabajo. El Oponente, el amo del caos, sabe exactamente cómo mantener un abismo de oscuridad entre nosotros y la Luz. Él lo hace con el estrés.

Desde hace tiempo se ha reconocido que el estrés es un gran factor contribuyente en relación a las enfermedades. El estrés allana el camino para las aflicciones que van desde un accidente cerebrovascular fatal y ataque al corazón, a úlceras, que cada vez más se reportan hasta en niños pequeños. El estrés puede afectar los patrones del sueño, desviarnos de acciones positivas, y nublar nuestras vidas con ansiedad.

Por ello, debemos desprendernos proactivamente de la mentalidad negativa a través de las técnicas de meditación kabbalística que mencionamos anteriormente. El grado de nuestra sanación depende completamente de nuestra habilidad de restaurar la Luz interna a su revelación más completa, y eso sólo puede ser alcanzado al transformar nuestro deseo negativo de recibir para sí mismo, a una actitud de compartir. Sólo así podemos vencer a cualquier invasor microscópico decidido a perturbar el balance natural de nuestro cuerpo.

La transformación de nuestro deseo inherente de recibir, de codicia a uno de compartir, no tiene nada que ver con religión, o incluso con moralidad o ética. Es un asunto supremo de interés propio. Cada vez que nos comportamos de manera negativa, cediendo ante la codicia, la envidia, el odio y la intolerancia, estamos de hecho dañando los poderes curativos naturales dentro de nuestro cuerpo. Con cada pensamiento o acto negativos nos estamos poniendo en riesgo. Sólo hay una razón por la que nuestra sociedad como un todo se convertirá en una comunidad que comparte y eso es porque nos conviene. La prohibición religiosa del "pecado" no tiene nada que ver con esto. Sin la conciencia elevada de la Luz espiritual, estamos condenados a caminar toda nuestra vida en una caminadora cíclica de éxito-fracaso, mañana-ayer, salud-enfermedad.

La única razón para que el cuerpo físico sufra dolor, sufrimiento, degeneración, envejecimiento, y muerte es el control de Oponente sobre el universo material. Al eliminar al Oponente eliminamos todas esas condiciones debilitantes. Cuando permitimos que la Luz espiritual inunde nuestro cuerpo físico con la energía de la fuerza que da vida, comenzamos a disfrutar de los beneficios de la intención original del Creador para Su Creación, que es compartir Su eterna beneficencia y vida. 

Rav Berg

Saborear lo amargo como dulce

En la porción Masei hay una narración de todos los viajes de los israelitas en el desierto, y cerca del final ocurre algo muy extraño. Moshé condujo a los israelitas por el desierto durante cuarenta años diciéndoles que entrarían en la tierra de Israel. Cuando finalmente estaban por cruzar el río para llegar a esta tierra, las tribus de Reuvén, de Gad y la mitad de la tribu de Menashé dijeron que no deseaban ir. Le dijeron a Moshé que estaban felices con la tierra en el otro lado del río Jordán y que querían permanecer ahí.

"El propósito de nuestra vida realmente no es conectarnos con la Luz fácil o revelada de los niveles inferiores, sino con la Luz Oculta de los niveles superiores".

Cuando leemos esta historia en la Torá y los comentarios sobre ella, la decisión de ellos parece haber sido una decisión negativa. Sin embargo, cuando Moshé estaba apunto de abandonar este mundo, habla acerca de esa tierra y alaba la decisión de ellos, diciendo: “Esa es la mejor tierra, y su decisión fue la correcta. Esa tierra que escogieron es donde la Luz del Creador se revela verdaderamente”. Entonces, ¿cómo hemos de entender estas dos realidades?

Para comenzar a explicar esto, el Zóhar comparte una enseñanza acerca de las Diez Sefirot, niveles o Emanaciones, a través de las cuales la Luz fluye a nuestro mundo. Las últimas siete, o las inferiores, se consideran como la Luz revelada, y las tres superiores son consideradas como Or Haganuz, la Luz Oculta. Y aprendemos en la Kabbalah que el propósito de nuestra vida realmente no es conectarnos con la Luz fácil o revelada de los niveles inferiores, sino con la Luz Oculta de los niveles superiores.

¿Por qué? Porque cuando hablamos de poner fin al dolor, el sufrimiento y la muerte en nuestro mundo, no se revelará mediante las siete inferiores, que representan las veces que las cosas son fáciles, cuando estamos entusiasmados o cuando estamos inspirados por conectarnos con el Creador, sino mediante las tres superiores, la Luz Oculta. Si pasamos toda nuestra vida conectándonos solo cuando estamos inspirados y compartiendo solo cuando es agradable, entonces no hacemos una conexión con la Luz que vinimos a revelar en este mundo.

"Si pasamos toda nuestra vida conectán- donos solo cuando estamos inspirados entonces no hacemos una conexión con la Luz".

En el Zóhar está escrito que después de que Rav Shimón bar Yojái partiera de este mundo, los estudiantes que dejó sentían un dolor terrible. Uno en particular era Rav Jiyá, que pasó todo el día y la noche junto a su maestro antes de que partiera, y sentía tanto dolor que se echó a llorar al suelo. Necesitaba hallar la manera de reconectarse con su maestro, así que ayunó, dado que ayunar suele romper las limitaciones del cuerpo físico y nos permite conectarnos con la Luz del Creador. Entonces, Rav Jiyá ayunó por cuarenta días con la intención de que, mediante el ayuno, vería a su maestro nuevamente. Sin embargo, después de los cuarenta días escuchó una voz desde el Cielo que le dijo que no tenía el mérito de ver a su maestro. ¿Qué hizo entonces? La mayoría de nosotros probablemente se habría rendido, pero Rav Jiyá no se rindió. Decidió ayunar por otros cuarenta días, después de los cuales lo visitaron su maestro, Rav Shimón, y el hijo de su maestro, Rav Eleazar, en una visión.

Después toda la sección aquí habla acerca de la enseñanza y la visión que Rav Jiyá recibió de ellos. Pero hay una parte específica que quisiera compartir, porque tiene relación con la contradicción de cómo una cosa puede considerarse como negativa y positiva. Cuando Rav Jiyá estaba teniendo esta visión y se reconectaba con su maestro, está escrito que Rav Shimón anunció: “¿Quién de entre ustedes tiene el poder de transformar la oscuridad en Luz, y la habilidad de saborear como dulce lo que los demás saborean amargo? Si pueden alcanzar ese nivel en este mundo, entonces tienen la capacidad de conectarse con la verdadera Luz del Creador, la Luz Oculta, y tienen la capacidad de lograr lo que vinieron a alcanzar en este mundo”.

"Tienen la capacidad de lograr lo que vinieron a alcanzar en este mundo”.

Por lo tanto, tenemos que preguntarnos qué tipo de persona somos: ¿tenemos la capacidad de estar en una situación increíblemente negativa y verla como positiva y transformarla en positiva? Porque, tal como aprendemos aquí, la Luz que está oculta es una Luz superior, y el propósito por el que estamos en este mundo no es simplemente atraer y disfrutar la Luz ya revelada, sino transformar la oscuridad dentro de la Luz Oculta y después revelarla. Comenzamos a hacer eso al cambiar la manera en la que enfocamos nuestro trabajo espiritual y nuestra conexión.

Cuando entendemos que el propósito de nuestra presencia aquí no es simplemente para esos momentos agradables e inspiradores, sino para poder saborear el amargor como dulzura en los momentos oscuros, obtenemos una comprensión diferente de por qué ocurren cosas aparentemente negativas y, por ende, cómo comenzar a percibirlas. Al saber que los planes de nuestro ego no siempre son los correctos y que la situación ante nosotros es exactamente la situación perfecta que necesitamos, llegamos a un estado en el que podemos transformar la oscuridad en Luz y saborear lo amargo como dulce, el estado que finalmente nos conecta con la Luz Oculta y con nuestro propósito en este mundo.

Michael Berg-

El poder de la apreciación

Mi maestro, el Rav Berg, explicó que esta semana todo se trata de apreciación. La apreciación es la clave para disfrutar verdaderamente lo que tenemos en la vida, que es lo contrario a tener bendiciones que signifiquen muy poco para nosotros.

¿Cómo comenzamos a desarrollar tener más apreciación?

Sólo hacer un esfuerzo consciente es un comienzo, pero la Kabbalah enseña que hay un proceso de 4 fases por el que todos tenemos que pasar para realmente llegar ahí.

¿De dónde viene la apreciación? La respuesta es: teniendo un verdadero anhelo por la bendición que quiero apreciar y disfrutar.

Un buen ejemplo de este "deseo" podría ser cuando se trata de aire acondicionado frío y refrescante (tenemos una ola de calor esta semana en Londres, créanlo o no).

Si nos quedáramos todo el verano dentro de un maravilloso hogar con aire acondicionado, puede que nos salvemos del calor, ¿pero realmente estamos disfrutando al máximo el aire acondicionado? Ciertamente es agradable tenerlo, pero puede que no lo apreciemos porque olvidamos lo increíblemente caliente que está afuera.

Esto es lo que los kabbalistas llaman deseo pasivo. Sin embargo, alguien que pasó todo el día afuera en el calor abrasador y entra casi gateando a su casa con aire acondicionado para colapsar en el sofá, tiene un deseo verdadero.

Así que, ¿cuál es la limitación del deseo pasivo?

Para considerar una verdadera acción de compartir, el receptor debe apreciar verdaderamente y disfrutar lo que está recibiendo. Así que si la misión del Universo es compartir plenitud infinita con nosotros para que disfrutemos verdaderamente, nuestro deseo pasivo significa que estamos impidiendo que esto ocurra.

Las Cuatro Fases por las que pasamos nosotros como vasija son las siguientes:

Fase Uno - Deseo pasivo (Me despierto en mi hogar con aire acondicionado como si fuera normal estar en un ambiente frío).

Fase Dos - Despertar inicial de la apreciación (Darse cuenta de que es un día muy caluroso y estar bastante feliz de no estar allá afuera.).

Fase Tres - Crear una carencia (salir al calor hasta que se vuelva terriblemente incómodo.).

Fase Cuatro - Verdadero deseo y apreciación (Regresar a la casa y pensar: "¡Vaya! ¡Esto se siente increíble, estoy disfrutando verdaderamente esta sensación!).

¿Cuál es la fase que es particularmente importante para manifestar un verdadero deseo? ¡Correcto, la Fase Tres!

Recuerda que, sin importar qué ocurra, el universo está tratando constantemente de darnos todo, pero necesita que tengamos un verdadero deseo y apreciación. Por ello tenemos dos opciones de cómo por la Fase Tres. Si usamos el mismo ejemplo del aire acondicionado, la primera manera y más proactiva de crear esa carencia sería salir a dar una caminata. La segunda manera, que es reactiva e incluye sentimientos de sufrimiento sería que se dañara la unidad del aire acondicionado y que nuestra casa se calentara como un horno. Ambas formas me llevan a tener un deseo verdadero, pero una es proactiva y no incluye sufrir porque estuve en control todo el tiempo.

Esta semana nos dará la energía y la fuerza para ver nuestras bendiciones y apreciar lo que tenemos, sin enfocarnos en lo que no tenemos o en lo que creemos que queremos. De esta forma, no tenemos que perder las bendiciones en nuestra vida para llegar a un lugar donde podamos desearlas verdaderamente. Podemos usar esta semana para ver donde quizás hayamos caído en un estado pasivo de deseo en nuestra vida, nuestro trabajo, en una relación, etc. y encontrar una manera proactiva de despertar la carencia y despertar un deseo verdadero.

Esto puede hacerse compartiendo (o haciendo más esfuerzo en esa área) para que puedas comenzar a apreciar las bendiciones antes de que se vayan.

Hay una canción que fue escrita en los años 80, "No sabes lo que tienes (hasta que lo pierdes)". Quizás después de aprender un poco de Kabbalah y de las Cuatro Fases, ¡ellos podrían haber considerado un título alternativo!

Shimon Keene

Todo es Posible

Julio 25, 2020

Hay un antiguo refrán que dice: “Haz lo que puedas, con lo que tienes, en donde estás”. Ahora, obviamente esta es una afirmación profunda cuando nos referimos a nuestro trabajo personal de vida, pero en realidad también es verdad para nuestra misión espiritual aquí en la tierra: la misión de perfeccionar nuestras almas. La verdad es que se nos ha dado lo que sea que tengamos (cualquier rasgo, limitación o talento) para que podamos cambiarnos a nosotros mismos en el interior.

La lectura de la Biblia de esta semana, es llamada en hebreo: Vaetjanán, la cual significa “rogar”. Encontramos a Moisés suplicándole a Dios 515 veces que le permitiera entrar a la tierra de Israel. ¿Por qué necesitó rogar tanto sólo para ir a cierto sitio? Con todos los milagros que había realizado, ¿Por qué Moisés tenia que suplicar por esta petición aparéntenme menor? Después de todo, si recordamos, cuando la hermana de Moisés, Miriam, estaba enferma de lepra, todo lo que Moisés tuvo que hacer fue decirle al Creador: "El na refa na la", lo que significa “Sánala ahora”, y fue sanada. ¿Cómo podía Moisés ser tan arrogante en una parte de la Biblia como para decirle al Creador: “Esto es lo que demando de Ti”, y sin embargo aquí lo vemos tan desesperado?

La respuesta es que el mismo Moisés sabía que había alcanzado un nivel espiritual tan elevado que si entraba en Israel, él habría podido alcanzar una unificación perfecta del mundo físico con el mundo espiritual, una unificación que habría traído la paz global y fin del dolor, el sufrimiento, y la muerte.

Pero el Creador le dijo a Moisés: Ninguna persona puede caminar en los zapatos de otro. En otras palabras, ninguna persona puede tomar el proceso de otra para si mismo. El Creador se lo explicó a Moisés de esta forma: “Moisés, no puedes entrar porque una vez que lo hagas, tu acción creará unidad completa en el mundo entero. Las personas, sin embargo, aun no han finalizado la corrección de sus aspectos negativos. Cada persona necesita hacer su propio proceso. Cada persona necesita completar su misión espiritual. Y dado que cada persona es una roca extraída de la misma montaña Divina, le tomará tiempo a cada individuo hacer su parte para reunir de nuevo esta enorme montaña”.

Para nosotros, es una profunda lección. ¿Cuántas veces rechazamos nuestro propio proceso? Cuántas veces nos decimos: “¿qué puedo hacer? ¡Estas son mis circunstancias!” o “¿qué puedo hacer? Nací así, ¡No tengo elección!”.

El punto es que si esta es nuestra actitud, entonces tenemos a otro dios delante de nosotros, y este dios es llamado “Victimología”.

El primer Precepto establece: “Yo soy el Señor, tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud. No tendrás otros dioses además de Mí”. ¿Qué quiere decir esto en la práctica?

Esencialmente significa: “Te he dado la habilidad para no ser una víctima. Te he sacado de tu propia esclavitud. Hoy te otorgo las herramientas espirituales para enmendar y crear con lo que se te ha dado para trabajar: ya sea mucho o poco”. Lo que sea que tengamos como herramientas, se nos otorgaron por el Creador para permitirnos cambiar ya que no estamos esclavizados.

Esta semana, recordemos que no somos victimas. Sin importar nuestras circunstancias, siempre somos capaces de compartir y ser una parte en el proceso de traer Luz a este mundo.

Karen Berg


Por qué debo estar agradecido?

¿Por qué debo estar agradecido? Diez bendiciones que valen la pena recordar a diario

Entra en Instagram y encontrarás una infinidad de selfis y atardeceres con la etiqueta #bendecido. Es fácil sentirse bendito cuando estamos de buen humor y nos sentimos amados. Incluso cuando las cosas parecen andar mal, la mayoría de nosotros sabe que nuestra vida podría ser mucho, mucho peor. Pero estar verdaderamente agradecido por nuestras bendiciones significa apreciar, en cada área de nuestra vida, cuánto amor el Creador tiene por nosotros.

"¡Estamos rodeados por tantas bendiciones a diario!"

Los kabbalistas enseñan que la clave para despertar más bendiciones y atraerlas a nuestra vida es cultivar una apreciación por todo con lo que hemos sido bendecidos actualmente. ¡Estamos rodeados por tantas bendiciones a diario que solemos darlas por sentado o ni siquiera las notamos! ¿Con cuánta frecuencia hacemos una lista real de todas las cosas por las que estamos agradecidos? Dedicar tiempo de nuestra ocupada vida para recordar nuestras bendiciones nos puede ayudar a enfocarnos en las cosas que verdaderamente importan a la vez que desarrollamos una conexión más fuerte con la Luz del Creador.

 

Aquí presentamos diez ejemplos de bendiciones para agradecer cada día:

1. Un techo sobre tu cabeza.

Nuestros hogares nos proporcionan refugio, calidez y seguridad. Se estima que en el mundo hay alrededor de 150 millones de personas sin hogar. ¡Recuerda la gran bendición que es tener un lugar cómodo donde vivir!

2. Acceso a alimentación y agua.

Estamos rodeados por comida todo el tiempo. En el supermercado, en la calle, en restaurantes y cafés, en casa. Es muy fácil olvidar que la comida y el agua son necesidades humanas básicas a las que muchas personas no tienen ningún acceso. El hecho de que tengamos abundantes alimentos y agua, así como opciones de cuándo y dónde comer, es una bendición que no deberíamos menospreciar.

3. Tus seres queridos.

Cada persona es puesta en nuestra vida por una razón. Piensa en las personas a quienes acudes cuando necesitas algo, las personas que te hacen sonreír y las personas que te ofrecen un amor infinito. ¡¿Cuán afortunado eres de tenerlas en tu vida?!

4. Tus sentidos.

El mundo está lleno con cosas extraordinarias para experimentar. ¡El simple hecho de escuchar una composición musical o disfrutar de un atardecer es una bendición maravillosa del Creador!

5. Tus habilidades.

A veces nos enfocamos tanto en nuestra propia negatividad o las cosas que necesitamos cambiar en nosotros que olvidamos apreciar nuestros talentos. Nuestras habilidades son regalos que nos dio Dios con el propósito de traer más Luz al mundo. Seas músico, contador, o tan solo alguien que de verdad sabe escuchar, dedica tiempo a analizar cómo puedes compartir mejor tus fortalezas con otras personas.

6. Tu sabiduría.

¡Es muy probable que hayas aprendido unas cuantas cosas en los años que llevas aquí en la tierra! Agradece la experiencia y la perspectiva que has obtenido. Ellas te han moldeado en la persona que eres hoy.

7. Tus memorias.

Las memorias pueden ser felices o dolorosas, pero, de cualquier manera, son recordatorios de que hemos vivido. Nos permiten atesorar a personas que hemos perdido y aprender de nuestro pasado.

8. Tu libertad.

Hay momentos en los que nos sentimos “estancados” en la vida; un trabajo que no va a ningún lugar, una mala situación con nuestro compañero de cuarto, una relación tormentosa. ¡La verdad es que tenemos incontables oportunidades ante nosotros! Podemos cambiar de empleo, mudarnos a otra ciudad, hacer nuevos amigos. ¡La libertad de tomar decisiones y cometer errores es una hermosa bendición!

9. Tus desafíos.

Sí, ¡hasta nuestros desafíos son bendiciones! Quizá no lo puedas ver ahora, pero el Creador te está dando exactamente lo que tu alma necesita para acercarte a la Luz. Cada obstáculo que superamos nos enseña algo. Deberíamos estar agradecidos por nuestros desafíos porque ellos son nuestra oportunidad de oro para convertirnos en mejores versiones de nosotros mismos.

10. La vida misma.

La mayor bendición de todas es que nos despertamos cada mañana con aire en los pulmones.

 Somos bendecidos de maneras que ni siquiera comprendemos. Cuanto más identifiquemos las bendiciones simples que vivimos cada día, más apreciación despertamos por el Creador. Eso nos acerca aún más al Creador y abre las puertas para que entre más Luz en nuestra vida y el mundo.

Centro de Kabbalah

Los peligros de la soja

Los peligros de la soja.
Hay mucha literatura científica desaconsejando la soja.
Como el misso contiene soja algunas personas que tienen problemas de hipotiroidismo evitan la soja por recomendación médica.
Aunque no hay evidencias concluyentes algunos estudios científicos afirman que tomar soja interfiere con la absorción de la medicación que deben tomar estos pacientes de por vida.
Y por eso evitan el misso, el tofu, la leche de soja...todo lo que contenga soja.
Las evidencias científicas confirman lo que los antiguos asiáticos que se basaban en el Orden del Universo, ya sabían.
La soja contiene sustancias levemente tóxicas como isoflavonas, altos niveles de proteínas y estrógenos vegetales.
Y una lista de otros anti-nutrientes.
Los asiáticos lo sabían intuitivamente; la soja es muy yin y la tomaban los monjes budistas para disminuir su libido.
Entonces sometían a la soja a un proceso de fermentación lento de varios años con sal y en barriles de madera con muy poco oxígeno.
Barriles casi herméticos durante uno a tres años.
Entonces la soja que además se ponía a fermentar cocida junto con un cereal también cocido y una cantidad variable de sal marina se convertía en un producto muy yang.
Así es el arte de la transmutación.
Como el hipotiroidismo es un cuadro extremadamente yin, mejora con el consumo de misso porque el misso es yang.
Pero empeora cuando los enfermos consumen tofu o leche de soja porque sin este proceso de añejamiento estos alimentos son demasiado yin para los enfermos pero pueden tomarlo los que están sanos y fuertes.
Pero la mentalidad científica no toma en consideración yin y yang y para ellos toda la soja es perjudicial.
Así el enfermo sigue enfermo, sigue tomando de por vida la T4 pero se niega enérgicamente a tomar misso porque las evidencias científicas sugieren su nocividad.
Ese es el cuarto nivel de juicio (intelectual).
Pero el séptimo juicio (supremo) dice: toma misso porque es yang y no tomes tofu, ni tomates, ni leche de vaca ni miel de abejas porque son mucho más yin que la soja.
Pero los habitantes del cuarto nivel que evitan el misso pueden complacerse con todo lo yin.
Y esa es su ganancia.
Y esa es su máxima felicidad.

-Martín Macedo-

La teoría de las 4 C’s

Elegir a nuestra pareja es una de las decisiones más importantes que tomamos en la vida. De ahí que antes de comprometernos de verdad sea fundamental verificar si existe una sólida compatibilidad física, emocional, intelectual y espiritual.

La mayoría de nosotros quiere vivir en pareja. Sin embargo, es tal el desconocimiento que tenemos en general de nosotros mismos que –cegados por el enamoramiento– muchos solemos elegir como compañero de viaje a la persona equivocada. A pesar de ser una de las decisiones más importantes de nuestra vida, solemos tomarla demasiado jóvenes. Lo cierto es que con los años esta falta de experiencia y madurez termina pasándonos factura.

Para escoger sabiamente, podemos hacer uso de «la teoría de las cuatro C’s», un test de compatibilidad que permite verificar si existe una verdadera afinidad con quien deseamos comprometernos indefinidamente. Su objetivo es servir de marco de referencia para fomentar una reflexión más sosegada y profunda. Dado que los polos opuestos se atraen, seguramente nos atraigan personas con quienes poder complementarnos. Eso sí, más allá de estas diferencias, hemos de gozar de afinidad física, emocional, intelectual y espiritual.

1. Compatibilidad física. La primera C tiene que ver con la afinidad en el ámbito de la «cama». Es la más primaria, animal e instintiva de todas. Si bien es puramente física, tiene todo que ver con la química. Para empezar, la que sucede en el cerebro cuando nos enamoramos. De hecho, el enamorarse locamente de alguien quiere decir que hay muchas posibilidades de que el deseo, la excitación y la pasión sexual sean más abundantes y sostenibles con el paso del tiempo. Que nos vaya bien ya es otra cosa. Dependerá de más variables. Pero ojo: si de entrada no ha habido este tipo de magia ni de hechizo, es mucho más difícil e improbable que disfrutemos plenamente en la cama.

Lo cierto es que una pareja que no mantiene relaciones sexuales corre el peligro de marchitarse. Tanto hombres como mujeres necesitamos de buen sexo para florecer. Es decir, para sentirnos bien con nosotros mismos y con nuestro compañero sentimental. La calidad y la cantidad de nuestros encuentros sexuales revela el grado de bienestar en nuestra relación de pareja. Hacer el amor con amor es un indicador de conexión profunda. Refuerza el vínculo. Si estamos con alguien con quien no tenemos química y no nos vuelve loco en la cama, podemos estar seguros de que nuestra relación tiene fecha de caducidad. No en vano, el sexo es uno de los pegamentos que mantienen unidas a las parejas.

EL TRIUNFO DE LA TERNURA
“Las parejas en las que el amor fluye de verdad dedican tiempo y espacio para la ternura”
(Irene Orce)

2. Compatibilidad emocional. La segunda C tiene que ver con la compatibilidad en el ámbito del «corazón». Tiene que ver con el cariño, el afecto y la dulzura que nos profesamos mutuamente. En el caso de que exista este tipo de afinidad, nos encanta sentir el roce de la piel de nuestro compañero sentimental. Es una sensación muy agradable y placentera. Por eso nos gusta tanto abrazarlo y ser abrazado por él.

Cada noche dedicamos un ratito para acurrucarnos y achucharnos en forma de cuchara. Y al fundirnos en sus brazos nos sentimos como en casa. Nos conecta con el momento presente. Podemos incluso quedarnos abrazados, en silencio, por largo tiempo. Perdernos en su cuello y en su pelo nos transporta a un maravilloso lugar donde viviríamos para siempre. Además, nos encanta como huele, lleve perfume o no. ¡Y qué decir de sus besos! ¡Y de su lengua! Poder besar a nuestra pareja es un regalo que la vida nos hace diariamente.

Otro indicador para saber si existe la compatibilidad afectiva con la persona que hemos elegido es el espacio que ocupan las caricias en nuestro vínculo íntimo. Acariciarnos mutuamente con suavidad y delicadeza provoca que aflore la ternura y que aumente la sensibilidad, reforzando el lazo de amor que nos une. No es casualidad que cuando estamos en uno de esos momentos –a veces fugaces y pasajeros–, donde sentimos que todo está bien, nos acordemos de nuestra pareja y sonriamos. Entonces surge desde nuestro corazón un inmenso agradecimiento por poder compartir nuestra vida con esa persona. Nos sentimos muy afortunados de que nos haya elegido. Por eso nos lo curramos para que nos siga eligiendo, ligándonosla cada día. Y es que el amor no termina cuando dos personas se casan, sino cuando dejan de comportarse como novios.

COMPLICIDAD Y AMISTAD
“Benditos aquellos que han encontrado en su pareja a su mejor amigo.”
(Clay Newman)

3. Compatibilidad intelectual. La tercera C tiene que ver con la compatibilidad en el ámbito de la «cabeza». Es decir, la que tiene que ver con el intelecto, la complicidad y la amistad. Sin duda alguna, nuestra pareja es nuestro mejor amigo. Es nuestra persona de confianza en el mundo. Es la primera con quien queremos compartir nuestras alegrías y necesitamos expresar nuestras penas. En paralelo, también tenemos intereses, inquietudes y hobbies en común, con lo que podemos montar planes que nos apetezcan de verdad a los dos. Nos lo pasamos tan bien estando juntos que no necesitamos de otras personas para divertirnos.

Cuando nos ponemos a charlar con tranquilidad, sentimos que la conversación no se acaba nunca. Que podemos debatir acerca de diferentes temas, estemos de acuerdo o no con ella. Es tal la complicidad entre nosotros que no hay lugar para el aburrimiento ni tampoco para los silencios incómodos. En el caso de tener que asistir a algún compromiso social que nos dé palo o nos resulte un papelón, damos gracias por poder ir de su mano.

Pongamos por ejemplo que asistimos a la boda de esa prima que no hemos visto en nuestra vida. ¿Menudo palo, verdad? Pues bien, la complicidad con nuestra pareja nos permite ir en plan equipo. Por eso durante la velada, de vez en cuando la miramos a los ojos con discreción. Y no hace falta que nos diga nada para saber lo que está pensando. Y una vez en casa, nos encanta comentar la jugada, hablando de lo que ha pasado y de cómo nos hemos sentido. Es una oportunidad para reírnos, algo que hacemos a menudo mientras pasamos tiempo juntos. Debido a esta afinidad intelectual, cuando nos relacionamos con otras personas transmitimos muy buen rollo como pareja. Estamos tan a gusto entre nosotros que es fácil que los demás se sientan del mismo modo estando a nuestro lado.

APRENDIZAJE Y EVOLUCIÓN
“Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección.”
(Antoine de Saint Exupery)

4. Compatibilidad espiritual. La cuarta C tiene que ver con la compatibilidad en el ámbito de la «consciencia». Es decir, el que tiene que ver con la dimensión espiritual, con la finalidad trascendente (o no) que le damos a nuestra existencia. Comprobemos que cree en nuestros sueños, nos apoya en nuestras aspiraciones y mira en la misma dirección que nosotros. Y es que la vida es un camino de aprendizaje. De ahí que sea esencial elegir a la compañía adecuada. Y no para llegar a un destino en concreto, sino para aprender y disfrutar al máximo del camino.

En el caso de que haya afinidad espiritual, compartimos una serie de valores y más o menos priorizamos las mismas cosas que nuestra pareja. De este modo construimos un estilo de vida por consenso, respetando las necesidades y motivaciones de cada uno. Llegado el caso, tenemos facilidad para ponernos de acuerdo y establecer pactos que favorezcan la mutua convivencia. Además, al estar comprometidos con nuestro propio crecimiento personal, aprendemos mucho de nuestro compañero sentimental. De hecho, cuando emerge el conflicto, afrontamos estas situaciones de forma directa, abierta y honesta. Utilizamos la comunicación para revisar y actualizar aquellos acuerdos conyugales que nos impiden evolucionar como individuos. Eso sí, al hacerlo, ya no nos juzgamos ni nos faltamos al respeto. Hemos aprendido a dejar al ego de lado para ceder y adaptarnos con flexibilidad a las necesidades del momento.

Para saber si la persona que hemos elegido es un verdadero compañero de viaje puede ser interesante comprobar que nota obtiene en el test de compatibilidad de las cuatro C’s. Por supuesto sin olvidar que en el amor, como en el resto de asuntos verdaderamente importantes de la vida, no es una cuestión de razón, sino de intuición. Elijamos con el corazón; eso sí, de forma consciente.

Artículo publicado por Borja Vilaseca en El País Semanal el pasado 27 de diciembre de 2015.

domingo, 26 de julio de 2020

La salud infinita

¿Cuánta salud deseas tener?
Si deseas una salud infinita me gustaría ayudarte a conseguirla.
Porque he aprendido que la mejor y más rápida forma de lograr algo es ayudando a otros.
Como yo deseo ardientemente desde hace 40 años la salud infinita, he decidido dedicar mi vida a ayudar a otros a realizar este tipo de salud.
Para mi no hay mayor gloria que ésta.
Y estoy dispuesto a todo para llegar a ese estado y quedarme allí durante muchos años.
La palabra clave aquí es "estado".
Hay tres estados de la materia: sólido, líquido, gas.
Hay diferentes estados civiles.
Diferentes estados financieros.
Yo quiero estar en la salud infinita.
Habitar en ese estado y hacer de éste mi estado natural.
Los leones y los venados salvajes viven en ese estado.
Habitan en la salud infinita porque ese es su "estado".
En realidad no saben vivir de otra forma.
Porque no tienen una conciencia egoica que les permita creer que pueden apartarse del poder sin limites.
El poder habita en ellos y ellos no saben hacer otra cosa que permitir al poder expresar su grandeza en cada uno de sus movimientos.
La vida infinita se convierte en búfalo y luego en elefante y más tarde en un águila.
La salud infinita es la vida infinita.
No hay carencias.
Sólo poder, belleza y perfección.
No hay nada más seductor e irresistible que una forma que expresa la vida infinita, la salud infinita y la acción infinita.
Pero la vida infinita necesita nutrición.
La salud infinita necesita nutrición.
Cuando se termina la nutrición se termina la vida infinita.
Y la salud infinita.
Para nutrir la vida infinita se necesita un conocimiento especializado.
Un tipo de conocimiento intuitivo que no se obtiene de los libros.
Ohsawa lo llamaba el Juicio Supremo.

Martín Macedo-

sábado, 25 de julio de 2020

Los 7 niveles de juicio


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 






































































PRIMERA ETAPA- EL JUICIO MECÁNICO

 

Es un juicio que se edifica desde los reflejos, no desde el intelecto ni el pensamiento. Siendo este juicio el más parecido al que podemos observar en un recién nacido, donde el mismo no se cuestiona nada, actuando siempre de forma puramente mecánica o en respuesta a un determinado estímulo.

Desde la macrobiótica, podríamos identificar esta etapa de forma muy similar, producto de aquellas personas que caminan siempre junto al resto de la sociedad, sin preguntarse ni cuestionarse nada, sólo siguen el cauce de un río que les transporta a través de la periferia de una aparente plenitud, carente de fundamento alguno.

Ohsawa decía que las personas que vivían esclavas de trabajos que no les hacían felices, estaban clasificadas en este juicio mecánico.

Más centrado en la alimentación, también se trataría de una alimentación superficial, donde lejos de escuchar las necesidades de nuestro organismo, nos limitamos a beber porque tenemos sed y a comer cuando tenemos hambre, siguiendo nuevamente una conducta puramente mecánica.

 

 

SEGUNDA ETAPA- EL JUICIO SENSORIAL

 

En esta etapa del juicio, descubrimos el mundo, alzándose desde nuestros sentidos, observando a su vez como un sin fin de nuevas percepciones se materializan en nuestras vidas, meciéndose a manos de la dualidad. Aquello que nos gusta y aquello que no nos gusta, nos impulsa a un juicio constante, donde la elección siempre es un punto álgido en nuestra forma de comportarnos, ver y sentir.

Es un juicio que brota hacia el exterior, sin albergar grandes conocimientos ni planteamientos, sólo descubrir y experimentar.

Las Personas que se encuentran en esta etapa, a menudo son presas de la gula, alimentándose de forma compulsiva y golosa.

 

 TERCERA ETAPA- EL JUICIO SENTIMENTAL

 

Llegados a este nivel, el recién nacido comprende la importancia de la figura paterna y materna, creando así un lazo sentimental. Todo entonces se rige desde las emociones creadas a partir de dicho vínculo.

Nuestra alimentación se vuelve más refinada y selecta, como si de un gourmet se tratara, pero siempre en compañía de familiares o amigos.

 

 

CUARTA ETAPA- EL JUICIO INTELECTUAL

 

Ahora todo en nuestras vidas toma un sentido profundamente intelectual, así como nuestra alimentación, basada en diferentes teorías que nos empujan a alimentarnos de una forma u otra.

Así que nos dejamos llevar por una teoría nutricional y establecemos una serie de creencias a partir de la misma, configurando de forma muy técnica y calculadora nuestra alimentación.

Las personas que se pasan el día obsesionadas con la cantidad de calorías que necesitan, el si han ingerido pocas o muchas  proteínas, o si quizás pueden andar justos de alguna vitamina, suelen ser prisioneros de este juicio intelectual, que sin saberlo les aleja de la verdadera plenitud.

 

 

QUINTA ETAPA- EL JUICIO SOCIAL

 

En esta etapa del juicio nos acogemos a una serie de valores morales, donde nuestra visión deja de estar fijada sólo en nosotros mismos y se proyecta de una forma global. Partiendo de una conciencia basada en la igualdad y el bienestar social.

Nuestra alimentación también se transforma tomando una conducta más conformista, que no pretende destacar, sino ser uno más.

A diferencia del juicio mecánico, donde las personas se venden e infravaloran, aquí todo parte de la convicción y la voluntad.

 

 

SEXTA ETAPA- EL JUICIO IDEOLÓGICO

 

Cruzando esta nueva etapa, hayamos al filósofo y pensador, que busca constantemente el sentido de su existencia, desde una óptica espiritual y filosófica.

El sentido de su alimentación, está proporcionado por su vía de conocimiento, que sigue con detenimiento y profundidad durante cada instante de su vida.

Dentro de la alimentación, tan solo busca lo indispensable y necesario para seguir su ideal, aspecto que en muchas ocasiones conduce hacia el fanatismo y la carencia de una percepción más amplia.

 

 

SÉPTIMA ETAPA- EL JUICIO SUPREMO

 

El juicio supremo o lo que en el budismo zen llamaríamos "satori", es el más elevado de todos los niveles de conciencia, aquel que nos conduce hacia la libertad infinita, siempre a manos de la comprensión de todos los fenómenos que interactúan en el universo. 

A través de la macrobiótica, podemos alcanzar esta etapa y vivir desde la plenitud, la aceptación y la no dualidad. De esta forma, ya no sentimos miedo a la enfermedad, puesto que la misma es una parte de nuestra vida, así que nos limitamos a observarla, comprenderla y tratarla, como una parte intrínseca de nuestra existencia. Sólo de esta forma, podemos sanarnos sin necesidad de acudir a los fármacos u otros remedios nocivos para nuestro organismo.

A su vez este juicio nos muestra la senda hacia la divinidad, puesto que todos podemos ser divinos y vivir desde las más perfecta armonía con la naturaleza y el resto de seres vivos que comparten su vida con nosotros.

En cuanto a nuestra alimentación, el juicio supremo nos enseña a comer aquello que deseemos siempre que apliquemos los principios unificadores de yin y yang. Nada está realmente prohibido, y en dicha libertad reside la base de esta formad de entender la vida. En definitiva, una vía hacia el amor universal y el bienestar más preciado para nuestro cuerpo y mente.


Sergi Gámez