jueves, 12 de septiembre de 2019

Chismorreo: juicios reactivos en su máxima expresión

El chismorreo lastima a los demás, pero dime, ¿cómo nos lastima a nosotros mismos? 

Aparte de la naturaleza obviamente hiriente del chismorreo, del que lastima a las personas de las cuales se está chismeando, estamos causando un daño irreversible a nosotros mismos, de dos maneras: 

EL PRIMERO: 
 
Cuando chismorreamos sobre otra persona, toda la INTEGRIDAD espiritual, la energía que obtenemos de nuestras acciones amables, influencias proactivas, generosidad, conexión con la INTEGRIDAD, etc., se transfiere inmediatamente a la persona acerca de la cual estamos chismeando.

En otras palabras, podemos hablar de quien queramos, pero el precio que pagamos es la retribución que obtenemos por nuestro diligente trabajo espiritual. Es casi como una bonificación que hacemos a la persona de la cual estamos hablando. 
 
Es irónico, ¿verdad? Si te encuentras trabajando duramente en un nivel espiritual pero sientes que obtienes pocos resultados, puede ser que te hace falta comprobar cuál es el grado de tu chismorreo. 

No estamos diciendo que sea la única explicación para no sentirse vigorizado en este camino, pero es un factor importante.

EL SEGUNDO:

Es un peligro más sutil. Si estás chismorreando sobre otras personas, las estás juzgando. Y todo el juicio que les dirigimos regresa a nosotros. No hay forma de huir de eso. No hay ningún juicio que pueda venir a nosotros que nosotros no hayamos dirigido antes a otras personas.

De la misma forma, si te encuentras siendo juzgado y no comprendes por qué, pregúntate a quién y cuánto has estado juzgando. La conclusión final es que tendemos a infravalorar el poder de nuestras palabras. Lo que sacamos hacia fuera regresa a nosotros y sin domicilio del remitente.

Controla tu lengua. Piensa dos veces antes de hablar.

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