“Jamás perderás tu conexión, siempre y cuando te guíes por la humildad de tu corazón y no por la soberbia de tu ego”, exponen las enseñanzas de un maestro espiritual.
El ego, una
palabra tan usada pero que poco se conoce sobre su significado profundo, pues
encierra potentes cualidades, algunas han sido cargadas “negativamente”, sobre
todo cuando su presencia se hace insoportable y se cae en juego del yo-yo.
Es que ego,
en latín significa yo.
En
psicología se le llama la instancia psíquica a través de la cual la persona se
reconoce como “yo” y es consciente de su propia “identidad”.
Es decir,
es la parte central de la conciencia que tiene la tarea de dar el sentido de
“sí mismo”. Según algunos textos, la actividad yoica organiza la actividad
consciente que consta de pensamientos, recuerdos, percepciones y sentimientos
conscientes.
“Todo lo
que te sucede se mide según tu ego”.
Agrega que
el “yo” se entiende como una instancia del aparato psíquico, que, según la
teoría freudiana diferencia lo externo de lo interno, ayudando a conciliar el
“ello” con el mundo exterior. En ese sentido, dice, es una función que se
adapta tanto a situaciones externas como internas.
“Cuando una
persona tiene un ego exacerbado suele tener dificultad para conectarse íntima y
satisfactoriamente con los demás. En otras palabras, le cuesta entender un ego
que no sea el suyo”, señala.
Esto
sucedería porque el “yo” o ego busca satisfacer sus propias expectativas,
sus”necesidades”, motivaciones e intereses, perdiendo de vista las del mundo
exterior, lo que casi siempre puede afectar relaciones significativas como las
de pareja, laborales y también las amistades, familiares.
Ahora, ¿cómo se forma?
Fernanda
Glaser responde: “Generalmente se constituye a partir de la percepción que un
otro tiene sobre mí, casi siempre empieza con la madre que es la que cumple la
función de ‘espejo’ para el bebé en los primeros años”.
El problema
está cuando esa formación se produce de tal manera que el mismo sujeto se
vuelve objeto de deseo y es lo que ocurre en las personalidades narcisistas que
son producto de un desarrollo personal, “que en vez de desear a un otro, se
desea a sí mismo y su yo se configura de acuerdo con la libido que circula en
su propio imaginario y lo que él o ella piensa que los demás piensan de él o
ella, pudiendo adquirir rasgos paranoides, etc.”
Agrega que,
en general, los narcisistas son sujetos que pierden la proporción de su yo y
éste pasa a ser el centro de la actividad psíquica de la persona.
Su importancia y cuidados
Entonces
estar parado en el ego significará estar centrado en uno mismo, lo cual es un
tanto perjudicial si consideramos que los seres humanos somos seres sociales y
ser autorreferente todo el tiempo, agota.
Aunque
vivir sin ego también será perjudicial, pues ese ente da sentido de identidad,
organiza las ideas, experiencias y percepciones del mundo.
Más aún, en
la revista de filosofía “Nitiare” explican que el ego está compuesto por
múltiples Yoes o Defectos Psicológicos “que son como auténticas personas en
nuestro interior: piensan, sienten y actúan. Nuestras frustraciones nacen
justamente cuando a uno o más de esos defectos psicológicos no se le cumplen
dichos objetivos personales”.
En ese
sentido, aparece nuevamente el gran problema que acarrea el ego, que es el
constante deseo que incita. Eso tiene su lado positivo porque moviliza y hace
que la gente reaccione, pero su límite o negatividad está cuando acarrea
sufrimiento. En palabras de Sigmund Freud, “el yo supone el primer paso del
propio reconocimiento para experimentar alegría, castigo o culpabilidad”.
¿Qué tipo de ego tengo?
Sin
embargo, en un plano espiritual, el excesivo ego o la inconciencia individual
perjudicaría la evolución de la personalidad pues quien padezca esta limitación
ni se entera que existe interrelación profunda en todas las manifestaciones de la vida. Podemos
imaginar algo así como “un tapón que impide la ascensión de la mente a los
estados superconsciente”, afirma el investigador, Iván Durán Garlick, autor del
libro “El Ego”. Agrega que la mente de una persona con poca autoconciencia es
un hotel cinco estrellas para el ego. Entonces, indica que para evolucionar es
necesario conocer qué tipo de ego predomina en la personalidad y trabajarlo.
Para
adentrarse en ese conocimiento, invita a revisar estas categorías y enterarse
en qué clasificación se encuentra.
Ego SABELOTODO: Es aquel
ego que siempre cree tener la razón, le gusta dar consejos sobre todo, siempre
contesta aunque no sepa, cree tener respuesta para todo, no se puede quedar
callado.
Ego INSACIABLE: Es el
ego “centro de mesa”, no le gusta pasar desapercibido, hace cualquier cosa para
llamar la atención.
Ego INTERRUPTOR: Su
necesidad de auto-referencia es tan fuerte que interrumpe permanentemente,
nunca deja que los otros terminen de hablar.
Ego ENVIDIOSO: Es el que
no soporta los triunfos y éxitos de otros. Degrada a los que cree que son
mejores que él.
Ego PRESTIGIOSO: Es el
ego que busca aplausos, reconocimiento y admiración en todo lo que hace.
Siempre quiere ser el mejor. Frecuentemente les dice a los demás: “te lo
advertí”, “yo sabía”, “te lo dije, pero tú nunca me escuchas”, etc.
Ego JINETE: Se monta de
lo que dicen otros. Se aprovecha de los datos de los demás para su propio
beneficio. Saca partido de lo que otros dicen para estructurar sus propias
intervenciones. Es copión y usurpador.
Ego SORDO: Nunca
escucha, le gusta hablar sólo a él, habitualmente finge escuchar.
Ego MANIPULADOR: Es
aquel ego astuto que siempre se las arregla, ya sea tergiversando, acomodando,
engañando, mintiendo o justificando para que las cosas resulten siempre a su
favor.
Ego ORGULLOSO: Es aquel
ego competitivo, discutidor, que no le gusta perder.
Ego PRE-MENTAL (silencioso):
Es aquel ego que calladamente tiene un discurso paralelo, es criticón,
hipócrita y enjuiciador.
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