jueves, 12 de septiembre de 2019

Los problemas son el combustible de la vida

Los problemas están ahí para que los resolvamos.

Son ejercicios, entrena-mientos para nuestra capacidad infinita.
Los problemas son el combustible de la vida.
Problemas y soluciones viven juntos.
Son inseparables.
Pero hay personas que no logran resolver sus problemas.
Tienen problemas económicos y no logran resolverlos.
Viajan a otros países mas ricos porque creen que así los resolverán.
Tienen problemas de salud que no logran resolver.
Y van al médico creyendo que asì se van a curar.
Tienen problemas psicológicos y se estancan en ellos.
Y van al psicólogo creyendo que asì van a solucionar estas dificultades.
Tienen problemas en sus relaciones y a pesar de sus mejores intentos no consiguen funcionar.
Y van a consejeros familiares creyendo que asì van a conseguir la armonía y la felicidad en sus relaciones.
Los problemas no se acabaran nunca.
Los leones y los halcones también tienen problemas.
Pero son fuertes y valientes; viven intensamente sus vidas.
Y resuelven sus problemas de acuerdo a sus propias naturalezas.
Están capacitados para resolver todos sus problemas.
Porque tienen la salud absoluta, y esta les da la energía necesaria para resolver todo lo que la vida les ponga por delante.
Pero cuando el ser humano pierde su salud, está cansado y desanimado.
Está sin energía.
Por esa razón no encuentra la fuerza para resolver nada.
No consigue concentrarse.
Y por eso pierde su confianza en si mismo.
Olvida que es un ser infinito.
Un ser poderoso.
Se desconecta de la fuente del poder supremo.
Y por eso sufre.
Porque sólo consigue percibir el infierno que ha creado.
La llave para liberar el poder es la salud absoluta.
La tienen todos los seres vivientes excepto los seres humanos.
Hasta los insectos poseen una energía asombrosa.
Y resuelven todos sus problemas de acuerdo a su nivel de desarrollo.
Pero los seres humanos acumulan problemas y frustraciones porque han renunciado a su poder.
Han olvidado la sabiduría de los antiguos.
Que honraban el Orden del Universo.
Y nutrían sus cuerpos y sus corazones con sabiduría.

-Martín Macedo-

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