Cada persona que nos consulta en terapia, del tipo que está sea, viene en resonancia con nosotros.
Nadie llega a nuestra vida por coincidencia ni por casualidad.
Esto pasa con hijos, pareja, padres y pacientes. Nuestro cuerpo. Nuestra economía.
Mas, nos vemos en el paciente, aquellos que practicamos cualquier forma de terapia o atendemos pacientes? Quien es mi paciente?
O por el contrario, comenzamos con una serie de diagnósticos y pronósticos, desde un púlpito, intentando llevar curación a esa relación distante y fría, tantas veces vista como negocio, en la que nuestro ego busca engrandecerse, perdiendo de vista al otro?
Nadie llega a la vida de otro por casualidad o coincidencia.
Simplemente porque no existe la casualidad ni las coincidencias.
Nos juntamos por resonancia.
Vibramos a una misma frecuencia y nos juntamos en absoluta sincronía.
Lo que uno tiene que sanar o corregir, aprender o mirar, aquello que necesitamos revisar, el otro lo viene trayendo en formato de pedido de ayuda, dolencia, trauma, distorsión, obstrucción.
Quizá no compartimos los mismos síntomas, uno necesita quitarse el dolor de garganta o la disfunción hepática y el otro, trabajar la arrogancia y el ego, al pensar que es él, el que cura a alguien.
Y así, nos encontramos en una relación paciente - terapeuta, en la que los dos cumplimos ambos papeles.
Esto aplica en cualquier relación, que se vuelve terapéutica y sanadora, si se percibe correctamente.
El otro es siempre la posibilidad de dar (ME) lo que ando pidiendo o creo necesitar, si aprendo a mirarlo.
Justamente al dar, recibiré.
Solo dándolo, recibiré.
Por ejemplo: el médico que dice: “usted tiene cáncer... esto es maligno...”, sin un ápice de empatía, no sana, sentencia y condena. Se condena.
Si supiera el terrible impacto que estas expresiones tienen en ambos, en el paciente y en él mismo cómo mensajero.
A las cosas por su nombre, claro...pero... y si hablamos de órganos o tejidos con células alteradas, células desquiciadas por microorganismos asociados que las están impactando y afectando, llevándolas a reproducirse de manera anormal, algo que por otra parte, desde la terapia del Par Biomagnetico, bien aplicada, es tratable con cientos de miles de casos de éxito ???
El impacto emocional y psicológico en nuestro interlocutor es totalmente distinto. Sin lugar a dudas.
Entonces, estoy dando otra cosa.
Y otra cosa recibiré.
El poder de las palabras es tremendo.
Pero cuán poco atendemos esto.
Cuanta responsabilidad tenemos, no solo con quien nos “busca”.
Sino con nosotros mismos.
Quizá lo pasamos por alto porque perdemos de vista que no hay encuentros casuales.
Qué siempre es a mi mismo a quien atiendo.
Y que nadie aparece en mi vida por azar.
Fernando Mastronianni
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