Todo lo que sube debe bajar.
Todo lo que baja debe subir.
Esto no necesita ser demostrado científicamente, porque se trata de principios absolutos.
Yin y yang también son principios absolutos.
Y si la ciencia no desea estudiarlos es una pena.
El sol seguirá saliendo todas las mañanas por el horizonte sin importar si los hombres desean o no estudiarlo.
Cuando la salud es portentosa en algún momento comenzará su declive.
Si un equipo de fútbol arrasa con todas las copas y gana todos los torneos, está cercano su punto de inflexión donde comenzará su descenso hacia las profundidades.
Por ello hay un dicho popular muy sabio que afirma que "nunca hay que esperar más que cuando todo parece perdido".
La salud de las personas también sigue este principio.
Cuando la salud llega a su mínima expresión el alma está abierta a cambiar sus convicciones inflexibles y se abre a nuevas ideas.
Muchas personas aceptan la macrobiótica cuando su salud llega a ese punto donde la muerte se percibe como una posibilidad muy cercana.
Cuando tocamos fondo el ego suelta las riendas y nos deja a nuestra suerte.
Si lo hemos perdido todo, al ego eso no le interesa.
Entonces nos abandona y quedamos solos frente a la inmensidad del universo.
Ahí en medio de la nada la arrogancia se disuelve como una gota de tinta en la inmensidad del mar.
Cuando los humanos domesticaron el fuego se hicieron fuertes y dominaron al resto de los animales.
El uso de esa fuente casi ilimitada de yang (sal y fuego) en sus alimentos aumentó el poder y la salud de los humanos hasta que sometieron al mundo.
Pero todo lo que sube debe bajar.
Ahora la salud del ser humano está en el momento más bajo de la historia.
La mayor parte de las personas al llegar a los 40 años son alcanzadas por una o varias enfermedades degenerativas.
Los servicios de salud están desbordados.
Las epidemias se repiten todos los años en diferentes partes del mundo.
Los virus y bacterias encuentran enormes facilidades para colonizar organismos casi indefensos.
Esta declinación de la salud humana ha sido causada por la misma fuerza que la hizo subir hasta alcanzar su cenit.
El uso del fuego, el arte culinario.
El mismo arte que lo hizo subir, ahora lo está destruyendo.
El arte culinario se ha convertido en un arte prostituido, que busca sólo el placer y la emoción del momento, a costa de un declive constante de la maravillosa fuerza de los humanos.
La ciencia no puede detener este declive incesante porque no le interesa estudiar los principios absolutos.
El crudismo tampoco podrá frenar este descenso porque renuncia a toda técnica culinaria porque cree que destruye los nutrientes.
Sólo la cocina tradicional basada en el Orden del Universo podrá regenerar la salud humana y llevarla nuevamente hasta niveles supremos.
Por esa razón nuestras actividades educativas deben llegar a todos los países, ciudades, pueblos y aldeas.
Porque estamos en el mejor momento de la historia.
Para revolucionar los viejos paradigmas oxidados.
-Martín Macedo-
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