Cuando pensamos en la enfermedad fácilmente viene a nuestra mente un conjunto de síntomas que la definen. Sea cual sea la enfermedad no puede desligarse de los síntomas pero estos no son más que la punta del iceberg pues en la base hay algo mucho más grande y complejo.
Cuando la Enfermedad Llega a Nuestra Vida
Cuando la enfermedad aparece nos alarmamos, nos exaltamos, nos sorprendemos y a veces nos desesperamos. Si algún familiar enferma se dispara el miedo a la pérdida y se genera mucho sufrimiento. Queremos respuestas, qué pasó, por qué a mi. Luego renegamos, hay gente que tiene peores hábitos que yo, la vida es injusta. Y después vienen lamentos y desesperanza. Pero la enfermedad no aparece de la nada. Estuvo dando señales y avisos que seguramente ignoramos. Símbolos tenues, síntomas comunes y cotidianos a los que no dimos importancia. La enfermedad es un alto en el camino, una señal de alarma que nos indica que hay cambios indispensables que debemos hacer si queremos seguir aquí más tiempo.
La Enfermedad, Un Camino
No imaginas el largo camino que tuvo que recorrer para manifestarse en tu cuerpo físico, no imaginas el tiempo que le tomó gestarse, ella no quería que sufrieras pero como no escuchabas sus señales tuvo que manifestarse y hablar mediante tu cuerpo. Qué pensarías si te digo que la enfermedad no es tu enemiga, que no es la villana de la película? Tal vez creerías que estoy loca pero es necesario que sepas que quienes le hemos dado la connotación negativa hemos sido nosotros, nos han enseñado que es “mala” pero hoy vengo a decirte que esa idea es falsa, tu enfermedad es tu amiga, es tu maestra y quiere enseñarte una lección. Claro, a veces las lecciones duelen, queremos que todo siempre sea hermoso y perfecto pero con nuestro pensamiento y nuestros sentimientos atraemos lo contrario.
Hermandad Blanca.
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