lunes, 9 de septiembre de 2019

Lo más aterrador de los relatos de Castaneda

Tal vez lo más extraordinario de la obra de Carlos Castaneda, es que nos enseña lo difícil que es caminar por los intrincados caminos del conocimiento tolteca y la fragilidad humana. Nos enseña que a pesar de penetrar en los intrincados campos del conocimiento humano, que se nos antojan verdaderamente increíbles, los guerreros de la batalla florida del linaje de don Juan, siguen siendo comunes y corrientes seres humanos.
Generalmente idealizamos a estos personajes. Los mitificamos y les quitamos, acaso lo más importante, su condición de ser tan solo un ser humano. En efecto, lo más aterrador de los relatos de Castaneda es que el puñado de intrépidos y esforzados guerreros y guerreras que lideraba don Juan, en los momentos finales de su “entrenamiento” seguían siendo personas comunes y corrientes, que vivían en un mundo de compromisos, trabajos y obligaciones.
No se puede pensar en entrar al maravilloso mundo del nagual, si antes no se tiene pleno dominio del mundo del tonal. Don Juan al final de la enseñanza le dice a Castaneda que lo había estado engañando siempre con “la importancia” del mundo del nagual, pero que el mundo del tonal era tan importante como el mundo del nagual y que si no se tenía pleno dominio del primero jamás, ni remotamente se podría aspirar a penetrar el misterioso mundo del nagual y que los dos mundos se apuntalaban mutuamente.
Si el guerrero de la batalla florida no tiene dominio de sus debilidades, de sus deficiencias, de sus vicios. Si no ha templado su vida con el ejercicio cotidiano de la disciplina, la responsabilidad y la sobriedad. Si su vida cotidiana no es un inmaculado reflejo de su impecabilidad, templanza y aplomo, jamás podrá aspirar a convertirse en un aprendiz de esta milenaria sabiduría. Si no tiene una forma decorosa de ganarse la vida, será sólo un “muerto de hambre” que llena su cabeza con mucha fantasía.
En una parte de la obra don Juan le dice a Castaneda que sí un persona del pueblo fuera un guerrero, no se estaría muriendo de hambre en su mugrosa casa. Don Juan, don Genaro y todos sus aprendices, antes que nada, eran personas del mundo cotidiano que tenían una vida, un trabajo y una responsabilidad. Los guerreros no viven en el mundo de la fantasía, viven en la vorágine cotidiana del mundo que esta enfrente y que nos zarandea todos los días. Ahí se encuentran los verdaderos desafíos y las asechanzas del guerrero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario