martes, 18 de septiembre de 2018

Sólo los jugadores saben qué es la vida.



En principio no hay mayor diferencia entre el cobarde y una persona valiente. Ambos tienen miedo. La diferencia es que el cobarde escucha sus miedos y los sigue. La persona valiente los coloca a un lado y sigue adelante. Los miedos están allí, los conoce, pero la persona valiente avanza hacia lo desconocido a pesar de los miedos. Valentía no significa ausencia de miedo, sino avanzar hacia lo desconocido a pesar de todos los miedos.


Cuando entras en un mar inexplorado, como lo hizo Colón, hay miedo, inmenso miedo porque uno nunca sabe qué va a suceder y estás abandonando la seguridad de la orilla. Estabas muy bien, de alguna manera, sólo faltaba una cosa, la aventura. Entrar en lo desconocido te emociona. El corazón comienza a palpitar, de nuevo estás vivo, completamente vivo. Cada fibra de tu ser está viva porque has aceptado el reto de lo desconocido.


La valentía requiere aceptar el reto de lo desconocido. Los miedos están ahí, pero si continúas aceptando el reto una y otra vez, poco a poco esos miedos desaparecen. La alegría que trae lo desconocido, el gran éxtasis que comienza a suceder con lo desconocido, te hace suficientemente fuerte, te da cierta integridad, hace que tu inteligencia se agudice. Comienzas a sentir que la vida no es solo aburrimiento. La vida es una aventura. Poco a poco los miedos desaparecen y continúas buscando e indagando nuevas aventuras.

Valentía es arriesgar lo conocido por lo desconocido, lo usual por lo inusual, lo cómodo por lo incómodo, ardua peregrinación a algún destino desconocido. Uno nunca sabe si será capaz de hacerlo o no. Es un juego, pero sólo los jugadores saben qué es la vida.

Osho

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