El mayor peligro que conlleva afirmar verdades tan tajantes sobre nosotros es que, a pesar de que se esfumen en un determinado momento, podemos acabar creyendo en ellas.
No obstante, en vez de confirmarlas con acciones, nos quedamos ahí, quietos, como si de una zona de confort se tratara. En esencia, esto puede ser así porque a veces, las buenas intenciones están cargadas de profundos miedos.
No olvidemos que quien afirma su superioridad por la boca está intentando camuflar inseguridades y miedos que ni él mismo quiere ver. Es natural. Mirar de frente a nuestros miedos es aterrador. Lo fácil es darles la espalda y hacer como si no estuviesen ahí. A pesar de que con el tiempo se vayan convirtiendo en una carga cada vez más pesada.
Esto no nos permitirá vivir de manera tranquila, positiva y coherente. Pues no habrá una congruencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. De este modo, será imposible poder encontrar y experimentar el tan anhelado equilibrio vital.
“La felicidad es cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía”.☯️ -Mahatma Gandhi-
Así, no somos mejor por creer que nuestra forma de pensar es la ideal, ni tampoco porque afirmemos serlo, sin más.
Nuestros actos pueden contrariar a nuestras palabras y hacernos quedar como mentirosos. No olvidemos que nada nos define mejor que nuestras acciones.
Quizás la cuestión sea hacer más y hablar menos o al menos, cumplir lo que decimos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario