“…Cuando el hombre alcanza sus preciosos objetivos, entonces se da cuenta que hay muchas cosas alrededor de ellos. Por ejemplo, tal vez te hayas esforzado toda la vida en ganar dinero creyendo que el día que lo consigas podrás vivir relajadamente. Pero has estado tenso durante toda tu vida, la tensión se ha convertido en tu disciplina, y al final de tu vida, cuando has conseguido todo el dinero que querías, no puedes relajarte. En consecuencia no eres un ganador, eres un perdedor. Pierdes tu apetito, destruyes tu salud, destruyes tu sensibilidad, destruyes tu sentido de la estética porque no tienes tiempo para todas esas cosas que no producen dinero.
Estás corriendo detrás del dinero: ¿quién tiene tiempo para contemplar las rosas?, ¿quién tiene tiempo para contemplar el vuelo de los pájaros?, ¿quién tiene tiempo para contemplar la belleza de los seres humanos? Todas esas cosas las estás posponiendo para cuando tengas todo, entonces te relajarás y disfrutarás… Pero de aquí al día que tengas todo te habrás vuelto un cierto tipo de persona: alguien ciego a las rosas, alguien ciego a la belleza, alguien que no puede disfrutar de la música, alguien que no puede entender la danza, alguien que no puede entender la poesía, alguien que solamente puede entender el dinero. Pero ese dinero no da la satisfacción.
Esa es la causa de la depresión. Esa es la razón por la cual solamente hay depresión en los países desarrollados y entre las clases más ricas de los países desarrollados –en los países desarrollados también hay pobres, pero no padecen depresiones–, y ahora ya no puedes dar una esperanza a esa persona que haga desaparecer su depresión, porque ya tiene todo, más de lo que tu puedes prometerle. Su situación es realmente lamentable. Nunca pensó en las implicaciones, nunca pensó en las consecuencias, nunca pensó en lo que perdería ganando dinero. Nunca pensó que perdería todo lo que podía haberle hecho feliz; dejó de lado todas esas cosas. No tenía tiempo, la competencia era atroz y tenía que ser insensible. Y al final descubre que su corazón ha muerto, que su vida no tiene sentido. No ve ninguna posibilidad de cambio en el futuro, porque: «¿Qué otra cosa hay…?».
Cuando visitaba Sagar, solía ser huésped de un hombre muy rico; era el mayor productor de bidis de la India. Tenía todo lo que puedas imaginar, pero era absolutamente incapaz de disfrutar de nada. Hay que aprender a disfrutar de las cosas. Se requiere una cierta disciplina, un cierto arte; el contacto con las grandes cosas de la vida requiere tiempo. Pero el hombre que persigue el dinero pasa por delante de todo aquello que es una puerta a lo divino, y llega al final del camino y delante de él no hay nada excepto la muerte.
Toda su vida fue miserable. Lo toleraba, lo ignoraba, con la esperanza de que las cosas cambiarían. Hasta que ya no puede seguir ignorándolo y tolerándolo porque mañana sólo está la muerte y nada más. Y toda la miseria ignorada acumulada durante toda una vida, todo el sufrimiento que ha ignorado explota en su ser.
El hombre más rico es, en el fondo, el hombre más pobre. Ser rico y no ser pobre es un gran arte. Ser rico siendo pobre es el otro aspecto del arte. Hay gente pobre en la que encontrarás una inmensa riqueza. No tienen nada, pero son ricos. Su riqueza no es material, su riqueza es su ser, sus experiencias multidimensionales. Y hay gente rica que tiene de todo pero que es absolutamente pobre, vacía. En su interior sólo hay un cementerio…
Lo principal en la vida es encontrarle el sentido al momento presente.
El aroma básico de tu ser debería ser de amor, de alegría, de celebración. Entonces puedes hacer cualquier cosa; el dinero no lo destruirá. Pero dejas todo de lado corriendo detrás del dinero, creyendo que el dinero puede comprado todo. Y entonces un día descubres que no puedes comprar nada y que has consagrado toda tu vida al dinero…
En occidente, al final, el camino simplemente concluye. Puedes regresar, pero volver atrás no te ayudará en tu depresión. Necesitas, una nueva dirección. Gautama Buda, Mahavir y Parshvanath llegaron a la cúspide de la riqueza y vieron que era una carga. Hay que encontrar algo más antes de que la muerte te alcance. Ellos fueron lo suficientemente valientes como para renunciar a todo. Su renuncia ha sido mal interpretada. Renunciaron a todo porque no querían preocuparse ni un instante más por el dinero o por el poder, porque vieron que en la cúspide no hay nada. Llegaron al peldaño más alto de la escalera y descubrieron que no conduce a nada; es solamente una escalera que conduce a ninguna parte. Mientras te encuentras a medio camino, o más abajo de la mitad, tienes esperanza porque hay otros peldaños por encima tuyo. Pero llega un momento en que alcanzas el peldaño más alto y sólo te queda la posibilidad del suicidio o la locura… o la hipocresía: sigues sonriendo hasta que la muerte te acalla, aunque en tu interior sabes que has desperdiciado tu vida…
En occidente la gente que está deprimida va al psicoanalista, al terapeuta y a toda clase de charlatanes que están más deprimidos que sus pacientes. Es natural, ya que están todo el día oyendo hablar de depresiones, desesperaciones y carencias de sentido… Viendo a tanta gente con talento en un estado tan lamentable, ellos mismos empiezan a perder el ánimo. No pueden ayudar; ellos mismos necesitan ayuda….
Yo no enseño renuncia a la riqueza o a ninguna otra cosa. Deja las cosas tal como están. Solamente añade a tu vida una cosa más. Hasta ahora has estado añadiendo a tu vida nada más que cosas. Añade ahora algo a tu ser, y eso hará que suene la música, eso hará el milagro, eso creará la magia, eso creará un nueva sensación, una nueva juventud, una nueva frescura.
No es irremediable. El problema es grande, pero la solución es muy simple”.
Osho
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