Al parecer nuestro propio ADN es una importante fuente de partículas de luz: los biofotones.
Aunque para muchos la afirmación “somos seres de luz” representa sólo una linda metáfora del new age (y para otros muchos, no más que un disparate), existen argumentos científicos para sostenerla. Desde hace un par de años, un grupo de científicos descubrió que nuestro ADN emite biofotones (conocidos como UPE o Ultra-weak Photon Emission), es decir, literalmente, luz.
Los biofotones son un tipo de partículas de luz que todo ser vivo emite, aunque para percibir esta luminosidad tendríamos que poseer un sentido de la vista mil veces superior al que una persona promedio tiene. Pero no sólo estamos constituidos lumínicamente en cuanto a estructura genética se refiere; diversos experimentos también sugieren que estas partículas de luz están almacenadas dentro de nuestras células y viajan a través de nuestro sistema nervioso, e incluso se explora la posibilidad de que estos biofotones sirvan a las células como un vehículo para transferir energía e intercambiar comunicación.
En pocas palabras, y aprovechando algo de flexibilidad técnica, podríamos afirmar que en el caso de los seres humanos, al igual que ocurre con el resto de los seres vivientes, lo más profundo de nuestra composición física, es decir el ADN, es una poderosa fuente de luz. Se trata, quizá, de una responsabilidad poética –como diría William Blake, “Iluminarse significa hacerte totalmente responsable de tu vida”– o, por lo menos, de un recordatorio puntual: somos seres fascinantes.
Fuentes
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