sábado, 29 de septiembre de 2018

El bruxismo

EL BRUXISMO DESDE LA BIONEUROEMOCIÓN 

El bruxismo es el hábito involuntario de apretar en exceso o rechinar los dientes. Se calcula que afecta indistintamente a mujeres y hombres, adultos y niños, y a menudo provoca dolor de cabeza y malestar de cuello, oído y músculos de la mandíbula. 

Por la forma, distinguimos varios tipos de bruxismo. En primer lugar, el céntrico o por apretamiento, que provoca daños en el cuello de los dientes, principalmente en los premolares. Este tipo de bruximo suele ir acompañado de cefaleas de tipo tensional. 

Cuando predomina el frotamiento dental y no el apretamiento, tenemos el bruxismo excéntrico que daña el borde incisal y oclusal de los dientes. Este movimiento de frotamiento dental afecta sobre todo a los incisivos. El apretamiento y el frotamiento pueden darse de manera simultánea en la misma persona. Si analizamos el momento en que se presenta, observamos un bruxismo del sueño o nocturno. Habitualmente la persona no es consciente del problema; es el dentista el que percibe el problema al comprobar la acentuada destrucción del esmalte y la dentina. 

También existe el bruxismo de vigila o diurno. Este también se produce generalmente de manera inconsciente y está vinculado a momentos de estrés notable. 

En una primera fase (grado I), el bruxismo puede presentarse de manera ocasional y poco agresiva. Sin embargo, cuando se convierte en un hábito ya establecido (grado II) es porque la ansiedad ya ha hecho acto de presencia. Aquí ya encontramos lesiones evidentes en las estructuras dentofaciales. Cuando el hábito no ha sido corregido en las fases previas, podemos encontrar casos de grado III, con un bruxismo convertido ya en algo irresistible aunque la persona afectada sea consciente de ello. En esta fase las lesiones en las estructuras dentofaciales son considerables. En la etapa inicial, el contacto dentario sin fuerza ni contracción puede constituir una especie de juego o entretenimiento; pero en una situación de estrés, la presión se incrementa sin que la persona sea consciente de ello y la musculatura implicada ya no se relaja. 

Queda claro, por tanto, que el bruxismo en sus inicios es un hábito inconsciente hasta que algún familiar avisa o el dentista observa un desgaste dental excesivo y anormal. Más allá de las manifestaciones físicas que implica el bruxismo, lo que nos interesa desde la BioNeuroEmoción es su sentido biológico, el “para qué” del bruxismo, porque expresa una agresividad no explícita, no manifestada, muchas veces inconsciente. Agresividad potencial, en estado latente. 

El bruxismo puede manifestar un sentimiento de incapacidad para defenderse, para expresar las propias ideas. Suele manifestarse en personas a las que les cuesta tomar decisiones o asimilar situaciones e ideas nuevas. En general, los problemas dentales, como el bruxismo, son la expresión biológica de conictos relacionados con la toma de decisiones. Hay un retraso, un aplazamiento en la adopción de medidas por temor a las consecuencias que las novedades puedan comportar. En otras palabras: temor a perder la seguridad que se disfruta en el presente. Bruxismo y Síndrome del Fantasma o Yaciente La experiencia clínica indica que en el bruxismo hay un fuerte componente transgeneracional, concretamente relacionado con el Síndrome del Fantasma o Yaciente. 

La transmisión transgeneracional muestra cómo los traumas, secretos y “no dichos” del clan familiar van pasando de generación en generación como lealtades invisibles inconscientes a través de la repetición, la identificación y la delegación entre miembros del árbol genealógico, básicamente. 

El Síndrome del Fantasma o Yaciente surge a raíz de un suceso familiar traumático como la muerte inesperada o sin justicación de un integrante de la familia (suicidios, muerte de niños, asesinatos…). 

La naturaleza del trauma hace que el clan familiar niegue y silencie el acontecimiento, convirtiéndose con el tiempo en un secreto, algo de lo que no se habla ni fuera ni dentro de la familia. Con ese duelo aún pendiente, el clan familiar, para sobrevivir y continuar adelante, transmite el trauma no digerido como programa inconsciente a un niño que nacerá en el seno del clan después de ocurrido el hecho traumático. 

Ese niño, en términos transgeneracionales, llevará el Fantasma del ancestro muerto de forma traumática y recibirá el mandato del clan de sanar el trauma, de liberar al clan. 

Para identificar al Yaciente debemos fijarnos en las fechas ya que la muerte del antepasado deberá ser la misma o estar próxima a la fecha de concepción del Yaciente; pero la fecha de muerte siempre será anterior a la concepción del Yaciente. Generalmente, el Yaciente suele encontrarse en la 3º y 4º generación, es decir: será seguramente un bisnieto o nieto del ancestro desaparecido de forma traumática. 

Así pues, el descendiente (Yaciente) recibe toda la herencia emocional del antepasado, vinculada obviamente al trauma silenciado y al duelo no realizado, para que se ocupe de reparar (sanar) ese “no dicho” familiar. El clan trata, de ese modo, de hallar redención en el descendiente (Yaciente). Por su parte, el receptor involuntario del mandato transgeneracional vive ese mandato como una carga inconsciente que le atenaza, moldea y condiciona. 

Siente interiormente el deseo de expresar algo, sin saber exactamente qué. Las características más importantes para identificar a un Yaciente, o persona que encarna un Síndrome del Fantasma, son la tristeza y, sobre todo, la negación del placer. Son tendencias y como tales se deben entender; pero, efectivamente, la tristeza y la negación del derecho al placer se manifiestan en la mayoría de los casos. Y muy frecuentemente, esa negación del placer en el Yaciente va asociada a enfermedades como poliartritis, parkinson, obesidad, bronquitis, asma, esclerosis en placas y bruxismo. 

En definitiva, ya sea de origen transgeneracional por Síndrome del Fantasma o Yaciente –la mayoría de los casos- o no, el bruxismo siempre pone de manifiesto ira reprimida a duras penas, agresividad latente, así como negación del placer (real o simbólico). 

Nuestro inconsciente es muy inteligente y, para permitirnos seguir con nuestra vida cotidiana, normalmente posterga la manifestación de esa ira y esa agresividad a la noche para que entonces podamos liberar en parte las tensiones acumuladas durante la vigilia. 

Pero esa “solución” que aporta el bruxismo es sólo temporal y acaba provocando otros males asociados como cefaleas, dolor cervical y desgaste dental. 

En terapia de BioNeuroEmoción procedemos a hacer la descodificación biológica del bruxismo para detectar la historia oculta que está en su origen. De ese modo, la persona afectada hace consciente lo inconsciente; toma conciencia del “para qué” del síntoma. A partir de ese momento, puede y debe pasar a la acción realizando los cambios necesarios en su vida hasta alcanzar la coherencia emocional, estado indispensable para obtener y avanzar la sanación. 

Si, como es frecuente, el origen es transgeneracional, la persona deberá realizar también el duelo aplazado seguramente desde hace varias generaciones. Con ese acto simbólico, el Yaciente dejará de serlo, se liteberará del mandato inconsciente transgeneracional de llevar el programa del antepasado, de repetir su historia y vicisitudes, y liberará también de esa pesada carga a las futuras generaciones del clan. 

Jesús Casla

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