Habitamos en dos mundos.
Un mundo visible y evidente.
Y un mundo de ideas.
Un mundo mental no visible.
Pero también evidente.
La mayor parte de las personas no se fían de este mundo de ideas donde la imaginación no tiene restricciones.
Dónde la libertad es infinita.
Donde los logros son inmediatos.
Donde las distancias se recorren a una velocidad instantánea.
Donde podemos tener...
Una salud perfecta.
Una fuerza infinita.
Una dicha inagotable.
Sin embargo la mayoría no se fía.
No con-fía.
Pone toda su fe en el mundo físico.
Apuesta a la realidad de lo que se ve.
Porque es más fácil de percibir y medir.
La ciencia se especializa en el mundo formal lleno de limitaciones y carencias.
Pero los grandes sabios aprendieron a nadar en el océano de la mente infinita.
Y a obtener desde allí las mayores riquezas.
Y los mayores tesoros.
Por eso los idealistas deben gobernar los destinos del mundo.
Porque sin ideas la materia dejaría de existir.
Y el mundo tal cual lo conocemos.
-Martín Macedo-
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