Todos conocemos muy bien qué es el miedo. Entró en nuestra existencia el mismo día en que nacimos. Entre otros, padecemos miedo al rechazo. Al compromiso. A la soledad. A la libertad. A la grandeza. Al ridículo. Al fracaso. Al éxito. Al vacío. A la muerte. A la vida. Al cambio. Algunos sentimos tanto miedo que hemos terminado por temer al propio miedo.
Fiel e inseparable como una sombra, en su compañía solemos tomar decisiones que minimicen el riesgo y maximicen nuestra seguridad. A pesar de su mala fama, el miedo tiene un lado generoso. Mientras no podemos valernos emocionalmente por nosotros mismos, nos protege de todo tipo de amenazas y peligros. Y siempre se posiciona a favor de nuestra comodidad. De ahí que cada vez que le preguntemos, nos aconseje mantenernos en el mismo lugar y seguir siendo el mismo tipo de persona. También nos recomienda apostar por el camino trillado, motivándonos a hacer lo mismo que hace todo el mundo
Además, bajo su tutela creemos que no está bien arriesgar ni soñar. Nos quiere tanto que suele frenarnos de manera preventiva, evitándonos así nuevas decepciones y frustraciones.
Sin embargo, muchos consideramos al miedo como un enemigo que nos limita, llegando ⎯en ocasiones⎯ a pelearnos con él.
Paradójicamente, cuanto más luchamos contra el miedo, más grande y poderoso se vuelve. Por este motivo, finalmente optamos por obedecerlo. Impotentes, dejamos que se convierta en nuestro amo y señor. Así es como en ocasiones terminamos presos de la inseguridad y la cobardía, pensando compulsivamente en lo peor que podemos generarnos.
Pero, si no podemos eliminarlo ni tampoco ser sus siervos, ¿cómo lo hacemos para vivir sin miedo? El reto consiste en trascenderlo, impidiendo así que nos paralice y nos boicotee constantemente. Y para ello, no nos queda más remedio que enfrentarnos cara a cara con lo que más tememos.
Entonces comprendemos que más que carcelero, el miedo es en realidad un gran maestro. Su objetivo es desafiarnos para romper las cadenas que nos impiden vivir en libertad. Gracias a su compañía tenemos la oportunidad de conocer y superar muchísimas limitaciones con las que hemos sido condicionados.
Del muro de Armonizando mis Sentidos
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