miércoles, 12 de septiembre de 2018

¿Piensas o eres pensado por tu mente?

Este es un ejercicio diario. Observa tus pensamientos. Cáptalos apenas salen ¿De qué tipo son? ¿Qué inducen en ti? ¿Qué estado emocional te genera haber pensado eso? Observando y haciéndote esas preguntas, puedes identificar, a través de tus emociones, qué clase de pensamiento es, por si te quedaban dudas. Si no sabes que muchos de tus pensamientos son dañinos para ti, fíjate cómo te sientes al pensarlos. Cuando un pensamiento es destructivo, te destruye. No importa hacia quién está dirigido o sobre qué tema. Es hacia ti mismo, siempre. Carcome tus emociones, haciéndolas vibrar muy lento y pesado. Bajas tu frecuencia vibracional, desde el amor -que es nuestro estado natural-, al de emociones como bronca, tristeza, culpa... comienzas a sentirte cada vez peor. Sin embargo, al no ser consciente de que fue ese pensamiento quien originó tu actual estado, dejas correr la mente libre, y lo sigues pensando. Y digo "quien", refiriéndome a un pensamiento, porque una vez que lo alimentas, cobra vida y, como todo ser, quiere comer más. Y te pide que lo pienses, una y otra vez. Sigues esa línea de pensamiento, a veces hasta las últimas consecuencias (que son la enfermedad y la muerte) intentando desentrañar, comprender, justificar. Eso hace la mente en estado salvaje: es una herramienta entrenada para descodificar, ingresando datos y produciendo juicios que resisten a lo que ha sucedido. Lo hace brillantemente, a través de argumentos. Usa toda tu energía vital, te consume. Para sostener esa trama. Imagina un aparato así, libre, sin guía. Es como una computadora con unos planes bastante poco beneficiosos, por decirlo suavemente. Eres el dueño de tu mente, eres quien dirige tus pensamientos. Pero en general no lo ejerces. Los dejas que ellos te piensen a ti. Pero puedes detener la cadena. Es una práctica cotidiana, hasta que incorporas el observarlos. A veces los pillas una vez que aparecieron y desencadenaron tus emociones, y a veces antes de eso. Luego este observador, se hace cada vez más presente y fuerte. Aparece un nuevo pensamiento: él lo observa y no juzga, lo detiene y decide no pensarlo. Al otorgarle más energía al observador, veras que es capaz de hacerlo, sin esfuerzo. Cuando a un pensamiento decides no pensarlo, le quitas la vida. Es su fuente de electricidad la que estás cortando, y se apaga. Mirando hacia otro lado, ellos se debilitan y desaparecen. Ya no te demandan hambrientos desde tu cuerpo mental, abarrotado, sino que lo vas despejando y recobrando la energía consumida por ellos. Creamos nuestro mundo a través de los pensamientos que emitimos como una radio independiente, en la que somos locutores sin saberlo. Pero el Universo, como el receptor infinito, sí nos escucha. Y fiel, manifiesta aquello que pensamos. Si nos da miedo tal persona, cada vez que la veamos se transformará en ese monstruo que mi pensamiento creó. Así es, tan simple como eso. Y así es con todo lo que avivamos en la mente: miedos a carencias, falta de certezas, dudas sobre nuestro poder. Todo es manifestado al pie de la letra, porque lo hemos pensado así, con esas cualidades. Pero es una verdad oculta, ya que; ¿Imagina lo que pueden ser y hacer los humanos si fueran dueños de su realidad? Es por eso que nos vemos bombardeados de miedo, inestabilidad, imágenes de horror, sangre, desencanto, mentiras. Pera que tengamos la cadena suelta, sin control. Sabiendo esto, aprendes entonces, a dejar de escuchar a las personas con sus propias correas desatadas que azuzan a las tuyas, a apagar los medios que te influencian hacia ese tipo de pensamientos; que no son tuyos, te los inoculan. Sin notarlo lo permites. Abres la boca, y comes. Luego, es cada vez más difícil pensar con claridad, inocencia y alegría, dada la cantidad de alimento chatarra ingerido a lo largo de la vida. Comienza hoy, un ayuno de estímulos detractores, de toxicidad mediática. Comienza a observar cada pensamiento que aparece en tu mente. Aunque al inicio no puedas detenerlos completamente, o llegues tarde; simplemente ser consciente de ellos, te hará encontrar la rienda. Aunque aún no tires de ella. Si logras sostener este ejercicio por tres días, con firmeza de espíritu, rápidamente veras los cambios en tu entorno y emociones. Pero debes experimentarlo. Nadie puede decirte dónde está ese cordel, lo tienes que sostener tú mismo, probar cómo funciona. Porque hasta que no experimentes cómo es crear tu realidad, seguirás siendo pensado por los pensamientos de otros, pasivamente, y por tu propia mente. Pero cuando tú decides qué pensar y qué no, construyes tu mundo, y ves la vida BELLA. Como siempre lo fue, y lo será por siempre.
Una vez que logras domesticar tu mente y sus pensamientos salvajes, puedes darle más rienda aún. Que sea realmente libre (antes parecía libre pero sólo estaba suelta en un establo artificial). Tu pensamiento es ahora una tropa conducida, que puede llevarte lejos, en la profundidad de la reflexión que trae placer y disfrute. Porque es una herramienta fina, aguda, que entra en los poros de la realidad, en la magia de la naturaleza, y te hace ser parte de los detalles de la creación. Así la usas. No dejas de pensar! Pero esos pensamientos solo amplían y expanden tu Ser. Con más luz de la que puedas imaginar. Y te sorprendes. Porque una vez que apagas tu radio inferior, conectas con el pensamiento universal, las reflexiones de tu alma, tan pura, que trae buenas e interesantes noticias. Y hablan de tu ser Verdadero. Has apagado el ruido mental, triste, rencoroso, agresivo, severo... y haz encendido la conexión con tu Ser superior, a través de ese observador neutral, que es tu Consciencia Despierta. Cuánta felicidad! Cuánta belleza!! Es tanta... que te inunda por completo, llenándote de vida y amor. Porque ahora eres un alma, en un cuerpo, pensando al mundo.

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