Quien insulta, se insulta. Quien desprecia, se desprecia. Quien odia,se odia. Quien maldice, se maldice. Quien critica, se critica.
Quien miente, se miente. Quien acusa, se acusa. Quien maltrata, se maltrata.
Pues todo aquello que de nosotros sale a nosotros
regresa, a nosotros pertenece y a nosotros afecta.
Todo lo que haces, piensas o dices del resto del mundo, te define
en este momento y a ti vuelve, convirtiéndose en un círculo, en
una rueda que no es fácil de romper, así como en un gran engaño, debido al hecho de creer que toda esa visión pertenece sólo al
exterior.
Si lo que de ti sale es engaño, espera sólo ser engañado; si lo que de ti nace es simpatía, disponte a recibir simpatía y, si lo
que de ti surge es incomprensión hacia los demás, prepárate para no ser comprendido.
Porque lo que ves fuera, a tu alrededor, es justo lo que llevas dentro.
Todo aquello externo a lo que tu mente presta atención, que
enjuicias o valoras, es exactamente lo que existe en tu interior. Y cuanto más duele ver un defecto o un comporta-miento en los
demás, más profunda es la herida, porque reconoces la tuya propia.
Si quieres conocerte, pon atención a tu entorno, a todo lo que tu mente observa cada día a tu alrededor y estarás frente a un retrato
de ti mismo, frente a un dibujo exacto de tu interior. Porque lo que es fuera, también es dentro.
¿O no son quizás los consejos que se dan a los demás los que mejor nos sirven a nosotros mismos, cuando nos encontramos en una
situación parecida?
Porque lo que de ti surge está hecho justo para ti, ahora, en este momento.
Y conociendo esto, que la vida es una rueda y que todo está en nosotros, sólo podemos vislumbrar una solución para romper este
círculo, para cambiar el mundo y para cambiar nuestro destino, que es dirigiéndose al cimiento de la mente, al lugar de donde
emerge y se manifiesta
nuestro yo: el pensa-miento.
Y para ello se requiere observarlo, estudiarlo y controlarlo.
O al menos, encender una luz de alarma, un dispositivo que nos avise que entra en nuestra mente un pensamiento que no nos
conviene, inadecuado, perjudicial para nosotros. Y en cuanto seamos avisados, localizarlo, reconocerlo y desecharlo.
Sólo desde el interior, desde dentro, se puede modificar
todo, se puede mejorar el entorno; sólo el interior dirige el camino, porque
todo está en ti, todo depende de ti y sólo a ti volverá.
Yo soy otro tú y tú eres otro yo. Todos somos uno en la fuente divina.
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