Toda persona que cursa una enfermedad debe tener en cuenta tres factores que lo apoyarán a curarse:
1- Autoridad: éste término deriva de autor, que es el que crea, el que hace progresar. Lo primero que pierde un ser humano "enfermo" es la autoridad. No solo sobre su cuerpo, ya que parte de su cuerpo se independiza de su voluntad y la enfermedad -no le obedece-, sino hasta en las más pequeñas decisiones sobre su vida (ya no puede hacer lo que quiere y si no hace lo que le dicen, su vida corre peligro). La probable curación se ofrece a un precio muy alto. La autoridad se pierde cada vez más hasta el extremo de ser considerado un niño que solo debe obedecer si quiere lograr sanarse. Recuperar la autoridad sobre sí mismo y sobre un supuesto saber que no admite cuestiona-mientos es algo que un sujeto enfermo (o que padezca una crisis en su vida) debe plantearse y que cualquier trata-miento debe proponerlo claramente.
2- Inclusión: este término significa poner una parte dentro de otra o contener una parte en el todo. En la enfermedad, la persona pierde la pertenencia a su grupo que ya no lo reconoce como una de sus partes. Se toma -licencia- y deja de ser quien era. Cae en una soledad que es propia de los exiliados. Puede estar acompañado de mucha gente pero ya no se siente uno de ellos. Tampoco se siente como sus iguales, los enfermos, ya que su dolor es único y no lo puede compartir. Estar enfermo es salirse de esa normativa que llamamos salud, pero estar gravemente enfermo es quedar excluido de esa normativa que llamamos sociedad. Los enfermos graves son excluidos de la sociedad (cáncer, sida, Alhzeimer) con eufemismos tales como internación, curas de salud o aisla-miento por bajas defensas.
3- Amor: deriva del latín -a- (fuera) y -mort- (muerte). Aquí nos limitaremos a referirnos a las dificultades que surgen en tratar a los enfermos con muestras de afecto, escucharlos y tomarse el tiempo suficiente para hablar de su vida. No es habitual que esto ocurra en los pacientes con diagnósticos graves. Nos referimos al trato dispensado por los médicos, quienes son la tabla de esperanza fundamental de estos pacientes. Los trata-mientos médicos no deben ser un calvario agregado al paciente sino una fuente permanente de aliento y de estar comprometidos en la cura de la enfermedad (síntoma).
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