¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que ocurre cuando conectas con otra persona y un tiempo después descubres aspectos que no te terminan de agradar? La teoría del espejo de Jacques Lacan nos ayuda a entender este proceso. De acuerdo con el autor, la construcción de nuestra identidad personal se produce a través de la captación de uno mismo en otros. De esta manera, las relaciones que mantenemos con los demás son reflejos o proyecciones de aspectos de nuestra personalidad que nos gustan o no nos gustan.
¿Qué es la teoría del espejo?
Al igual que hay partes de nuestro cuerpo e imagen que no nos agradan cuando nos miramos al espejo, también hay aspectos de nuestra personalidad que no aceptamos. Encontramos en los demás reflejos que no encajamos, siendo todo este material reprimido por nuestro inconsciente. Es decir, de alguna manera algunos de los rasgos que menos nos gustan de los demás los identificamos en nosotros, aunque sea de manera simbólica. Así, en parte lo que nos desagrada de los demás también nos desagrada de nosotros mismos.
Constantemente estamos proyectando una parte de nosotros. Así, la teoría del espejo es una visión que propone un cambio de enfoque: de tener que protegernos del otro para que no nos haga daño a una visión de la que nazca una pregunta “¿Para qué estoy viviendo esta situación con esta persona y que hay de lo que no soporto en ella en mí?”. Como por lo general no somos capaces de ver nuestras propias sombras e incluso virtudes, la vida nos da el regalo de las relaciones que vivimos para mostrarnos de un modo directo aquello que está en nosotros. El otro sencillamente nos hace de espejo, reflejándonos y dándonos la oportunidad de encontrarnos.
Espejo directo o inverso
La teoría del espejo puede actuar de un modo directo o inverso. Pongamos un ejemplo. Imagina que no soportas el egoísmo de tu pareja o amigo. De un modo directo, puede que estés proyectando esa parte de ti que es egoísta y que rechazas. Si actuase de modo inverso, esta persona te podría estar reflejando lo poco que haces valer tus intereses. Quizá siempre estés pendiente de los demás y antepones a otras personas a ti. De una forma o de otra, te está aportando una información muy valiosa para nuestro conocimiento y evolución.
Puede que pienses que tu jefe es demasiado exigente contigo. Quizá tú también eres muy exigente y perfeccionista contigo mismo y tu jefe no es más que un reflejo de esa exigencia que te autoimpones. En cambio, es posible que seas demasiado tolerante y necesites un poco de rigor en tu vida. Y sabemos que en el equilibrio se encuentra la virtud.
Con un parche no curamos. Cuando nos hacemos una herida primero expresamos nuestro dolor, y cuando estamos en calma procedemos a limpiar la herida y a curarla con las herramientas adecuadas. No la tapamos y nos olvidamos, porque sabemos que así no se curará. Y además, estamos un tiempo controlando la herida hasta que finalmente se cura. Lo mismo ocurre con otro tipo de heridas.
Todos tenemos heridas emocionales. Las heridas emocionales son todas esas emociones, sentimientos, pensamientos y modos de actuar que nacieron en uno o en varios momentos dolorosos de nuestra vida y que no hemos llegado a superar y aceptar.Nos hemos convertido prisioneros de esas emociones manteniéndonos en una cárcel ficticia. Nuestro bienestar pasa por transformar esas emociones y esos modos de pensar en sabiduría y experiencia, de modo que nos sirvan como impulso para superarnos.
Las heridas como reflejo
Cuando nos olvidamos de nuestras heridas, estas acaban formando parte de nuestro inconsciente e influyendo en nuestros pensamientos, estados de ánimo y comportamiento. En nuestro interior empiezan a habitar carencias afectivas que se originaron en nuestra tierna infancia, pero que despiertan y/o se refuerzan cuando no sanamos.
Así, en muchas ocasiones encontramos en nuestra pareja carencias muy similares a las nuestras. Y eso es precisamente lo que provoca la unión. Por ejemplo, dos personas que sufrieron mucho por amor se encuentran y descubren que el amor no es sufrimiento. A esta pareja les ha unido la misma herida. Ambos se hacen de reflejo. Pero hay que ir con cuidado, porque las heridas que unen también pueden separar.
Si cada miembro de la pareja no cura sus heridas, estas tarde o temprano empezarán a deteriorar la relación. Inseguridades, miedos, celos, posesión… Es como si la vida procurase enviarte reflejos que te marcaran el camino por el que avanzar para crecer. Si no los analizas y haces caso a la información que te dan, no evolucionarás -o lo harás más lento- y tus relaciones serán más frágiles. Por ello, los vínculos que mantenemos con los demás, teniendo en cuenta la teoría del espejo, pueden aportarnos una información muy valiosa sobre nosotros y el estado de esas heridas que todavía no hemos integrado en nuestra historia.
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