sábado, 14 de abril de 2018

El poder de los paradigmas

Quien no es estricto en su nutrición acaba hospitalizado.


Quien quiebra el orden del universo día tras día, tarde o temprano cae enfermo.

El Orden es absoluto y gracias a que es así, está garantizada su eterna fuerza y estabilidad.

Es difícil contemplar cómo nuestros padres o nuestros hijos, nuestros amigos o a veces nuestra pareja no logran comprender.

Se empecinan con gran obstinación y arrogancia en su posición inamovible.

Se sienten fuertes y por eso no logran abrir su rígido sistema de creencias.

Se empeñan en continuar quebrando el orden supremo de la nutrición que todos los animales salvajes e incluso los microbios respetan escrupulosamente.

Vamos al médico pero resulta que también lo quiebra.

Y recomienda a sus pacientes que lo quiebren en nombre de la ciencia.

El sacerdote que da misa cada domingo también lo quiebra.

Y el presidente de la república y su ministro de "salud".

Todos se reúnen los domingos a comer carne de mamíferos en cantidad junto con pan blanco, helado y bebidas alcohólicas.

Todos acabarán hospitalizados.

No consiguen ver la belleza del gran espectáculo de un universo inteligente y amoroso.

Sólo ven el placer inmediato y se sienten seguros porque "todos lo hacen"....

Y porque todavía no hay suficientes "evidencias".

Se reúnen con amigos y familiares en grandes eventos gastronómicos con mozos de guante blanco y mesas con manteles inmaculados y vajilla de fino cristal.

Y piensan "esto es vida".....

Aun así llegan a los 80, 90 años de vida.

Arrastran sus enfermedades crónicas, viajan con sus pastillas pero llegan y las generaciones más jóvenes los ven y siguen sus pasos.

Los paradigmas son muy poderosos.

Aparentemente no podemos hacer nada mientras vemos a nuestros seres amados quebrar día tras día el sagrado orden de la nutrición.

Si tratamos de persuadirlos, nos atacan porque se sienten amenazados.

Entonces no podemos hacer otra cosa que ser muy sabios y practicar la única herramienta que puede ser efectiva.

Callar y practicar con pasión infinita.

Porque es mejor hablar sólo cuando nos preguntan.

Y convencer con el ejemplo.

Con el ejemplo más poderoso y sincero que seamos capaces de ofrecer al mundo, a esta generación.

Así estará garantizada nuestra felicidad y la influencia que dejaremos en este mundo seguirá más allá de nuestra existencia física temporal.

-Martín Macedo-

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