A casi todos nos han educado para
hacer lo posible, y lo imposible, por ayudar a los demás. Es un concepto que tenemos profundamente arraigado y que,
sin duda alguna, es muy loable. Sin embargo, a veces en el acto de ayudar a los
demás podemos generarnos una sangría emocional que termine drenando nuestra energía y arrase con nuestro equilibrio psicológico.
No
se puede apoyar a quien no quiere ser apoyado. Por eso, en algunos casos el primer objetivo de la terapia
psicológica es lograr que la persona comprenda que se encuentra en una situación confusa y que requiere apoyo. Ese es el punto de partida para poder trabajar porque sin un
compromiso personal, el cambio interior es prácticamente imposible. Lo mismo pasa en la vida cotidiana. Solo podemos apoyar cuando la otra
persona acepta nuestro apoyo.
Regalar gafas a quien no quiere ver
Apoyar a quien no quiere ser apoyado es como regalar
gafas a quien no quiere ver. Simplemente no las usará. Es probable que ni siquiera valore nuestro apoyo y el
esfuerzo o tiempo que hemos invertido e incluso puede llegar a molestarse
considerando nuestros gestos como una intromisión en su intimidad.
¿Significa que debemos
tirar la toalla cuando nos damos cuenta que una persona se está causando daño?
¡No!
Sin embargo, debemos ser conscientes de que nuestro apoyo tiene límites, unos límites que a menudo pone la otra persona. Debemos
aprender que no por mucho aconsejar, aprende el otro más temprano y que el apoyo que podemos brindar está
limitada al apoyo que el otro esté dispuesto a aceptar.
Es importante comprender que cuando alguien está atravesando
una situación difícil, puede ser aterrador
reconocerlo, por lo que quizá requiera un poco de tiempo para procesar
emocional y racionalmente la situación. Solo después puede decidir pedir apoyo. Por tanto, a
veces hay que darle tiempo para que mire dentro de sí, comprenda lo que le está
pasando y pida apoyo.
Aunque a nosotros nos resulte evidente el problema y su
solución, para la otra persona puede no ser tan claro. Por eso, en ocasiones brindar apoyo significa
violentar el ritmo de curación emocional y, mientras lo hacemos, nos sumimos en
un proceso desgastante para nosotros que no tiene mucho sentido.
La actitud correcta para apoyar de verdad
Cuando una persona que está en
problemas rechaza tu apoyo, puedes sentirte enojado,
frustrado o impotente. No obstante,
debes comprender que esos senti-mientos no le apoyarán a esa persona y tampoco a ti. Se trata de afrontar la situación con
una actitud diferente, y para ello tendrás que:
-Asumir que cada quien debe re-aprender de sus errores y
superar sus obstáculos. Requerimos dejar de actuar como padres
sobreprotectores. Debemos comprender que cada quien debe re aprender sus propias
lecciones de sus errores. Por mucho que
queramos a algunas personas, no podemos llevar siempre su “carga” ni solucionar los problemas en su lugar
porque el creci-miento se produce precisamente cuando se superan los obstáculos
que la vida nos pone delante.
-Dejar de pensar que las cosas se deben hacer de una manera
precisa. En muchas ocasiones, esa tendencia a apoyar nace de la creencia
de que la otra persona está haciendo las cosas “mal”,
lo cual se debe a que creemos saber cómo se hacen “bien”.
En realidad, cada quien debe encontrar su manera de responder ante los desafíos problemas y
desarrollar su estilo para afrontarlos. No existe una única forma de hacer las
cosas, por lo que antes
de brindar tu apoyo, debes cerciorarte de que te has desprendido de esa creencia pues de lo contrario es probable
que quieras imponer tu opinión o punto de vista, algo que no suele ser bien
recibido y hace que el otro se ponga a la defensiva.
¿Qué puedes hacer?
-No presiones. Cuando una persona no está preparada
psicológicamente para buscar o aceptar apoyo, el hecho de presionarla puede
tener el efecto opuesto al que pretendes, haciendo que se encierre en sí mismo
y se aleje de ti. Por tanto, el primer paso es no presionar.
-Mantente disponible. La mejor manera de apoyar a una
persona que no quiere ser apoyada, es mantenerse a su lado para cuando requiera hablar o decida buscar apoyo. Debemos tener en cuenta que todos deben pasar por
una serie de etapas cuando generan heridas emocionales y
hay etapas en las que solo se requiere un hombro amigo.
-Infórmate. Lo que ha sido mejor para ti, podría no ser
una buena solución para esa persona a quien quieres apoyar. Por tanto, es
importante informarse en profundidad sobre el problema. También es conveniente animar a esa persona a hablar sobre el asunto para que comprendas
su perspectiva. Los mejores consejos provienen de la empatía, si aconsejas desde tu lugar y punto de vista, tus
soluciones podrían ser perfectamente inútiles.
- Establece límites. En algunos casos, una persona en
problemas puede caer en una espiral de autodestrucción y, si no
tienes cuidado, puede arrastrarte consigo. Por eso, es importante que
establezcas unos límites ya que debes proteger tu equilibrio emocional si
realmente quieres apoyar al otro. La budista Pema Chodron dijo que “trabajamos en nosotros
mismos para apoyar a los demás, pero también apoyamos a los demás para trabajar
en nosotros mismos”, lo cual significa que el acto de apoyar a
resolver un problema también nos involucra emocionalmente, por lo que tendremos
que decidir cómo afrontarlo de la mejor manera posible.
(Fuente: Jennifer Delgado Suárez (Psicóloga) rinconpsicologia.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario