miércoles, 11 de abril de 2018

Producir nuestras propias "drogas"


Sabias que puedes producir tus propias drogas, sin  sembrar amapolas, marihuana o comprar cocaína?.

El cerebro, movido por las emociones, produce sustancias químicas que hacen que la persona eleve su autoestima, experimente sensación de euforia, se sienta animada, alegre y vigorosa, sin necesidad de tomar, inyectarse o fumar nada.

Estas sustancias que produce el cerebro, denominadas hormonas endógenas (ya que se producen en la corteza cerebral) perfectamente podrían llamarse "drogas de la felicidad".

Algunas de ellas son:


La oxitócina, que se produce cuando existe un amor pasional y se relaciona con la vida sexual.

La dopamina, que es la droga del amor y la ternura.

La fenilalanina, que genera la admiración y el amor por la vida.

La endorfina, que es un trasmisor de energía y equilibra las emociones y ese sentir de plenitud.

La epinefrina, que es un estímulo para el desafío de la realización de metas.

Si hay abundancia de estas hormonas endógenas, hay inteligencia emocional e interpersonal, la persona se siente ubicada, sabe quién es, a dónde va, controla sus emociones, conoce sus habilidades y sus talentos y se siente dueña de sí misma.

Cuándo y cómo se crean estas drogas internas?
 
Se ha descubierto lo siguiente:

Cuando una mujer va a dar a luz, se vuelve altamente dopamínica; es decir, genera una cantidad enorme de dopamina (la droga del amor y la ternura).

Cuando estamos enamorados, la dopamina aumenta 7000 veces su cantidad, acompañada de la oxitocina, responsable de la pasión sexual y de las fenilalaninas, responsables del entusiasmo, bloqueando el aspecto de la lógica y la razón.

En los recién casados, se produce gran cantidad de oxitocina, que es responsable del amor pasional.

Por eso, si realmente están enamorados y contraen enlace desde un MOTIVO INTERIOR de AMOR VERDADERO,  ellos irradian felicidad, se sienten plenos, alegres y motivados.

Como vemos, la felicidad no es algo vago e impreciso, ni una sensación nebulosa: es el efecto de un flujo correcto de sustancias químicas que proporcionan al ser humano su equilibrio físico y psíquico.

Así, la felicidad se puede incrementar por medio de las siguientes actitudes o actividades, todas productoras de estas "drogas" internas:

Amar y disfrutar apasionadamente lo que hacemos. Tener relaciones con personas que nos motivan y enriquecen nuestra fuerza vital.

Tener una autoestima elevada y un sentido del valor personal.

Trabajar y lograr pequeñas y grandes metas.

Descansar y dormir profundamente.

Manejar adecuadamente el estrés.

Hacer ejercicios regularmente: "mente sana en cuerpo sano“…. 

Recordar los momentos felices de nuestra vida, ya que en esos momentos la mente no distingue entre lo real y lo imaginario.

El secreto está dentro de nosotros. Sentirnos felices es una cuestión de actitud hacia la vida: las drogas de la felicidad no se consiguen en el exterior, sino que son creadas mediante una vida llena de amor, entrega, optimismo, ejercicio, satisfacción personal ante el logro de metas y vocación y devoción por lo que se hace.


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