viernes, 10 de mayo de 2019

"La única manera de destronar al patriarcado es dejando de comer animales"

Debajo de su pelo gris brillante que lleva atado, sus ojos celestes se convierten en dos grandes zafiros cuando termina de cantar Ni carne ni huevo, un tema que quiso compartir, a modo de estreno mundial. "Ni vivos, ni muertos; ni en jaulas, ni sueltos; ni crudos, ni asados, ni en un estofado; no son ingredientes son seres sintientes que quieren vivir (…) 

¡No comas tortura pudiendo comer todo lo demás!", canta mientras luce una remera sin mangas que asegura: Todos somos animales, diseñada por el grupo Voicot que la acompaña con una proyección de videos durante las presentaciones que comenzaron la semana pasada en la sala Torquato Tasso y que continúan el viernes 10 y el sábado 11 de mayo

“Mi objetivo es hablar de que el capitalismo está basado en la explotación de los animales”

Liliana Felipe nació en Córdoba en 1954 y siendo adolescente ingresa al Conservatorio Provincial de Música Felipe Boero y más tarde, en 1973, a la escuela de la Artes de la Universidad Nacional de Córdoba. Allí forma parte de la fundación del movimiento independiente Canto Popular de Córdoba y se convierte en miembro del grupo Nacimiento, el 14 de julio de 1973.

Pero el gobierno de Isabel Perón cierra la escuela en julio de 1975. En enero siguiente, el grupo Nacimiento inicia una gira latinoaméricana que se prolongará indefinidamente tras al golpe militar, en marzo de 1976. Liliana y sus amigos no pudieron regresar a Argentina y, ya en el exilio, se entera de que su hermana Ester Felipe y su cuñado Luis Mónaco habían sido secuestrados por el régimen militar el 11 de enero de 1978.

Poco después su familia supo que la pareja fue trasladada a La Perla, donde fueron torturados y fusilados. La propia Liliana contó a los autores del libro sobre ese centro clandestino de detención lo que le contó una sobreviviente: "Sí, a tu hermana y a su esposo los mataron en La Perla, una semana después del secuestro. Ella estaba muy mal de salud, estaba muy débil. Dormían juntos en una colchoneta y tenían una foto de su bebé".

Paula, la sobrina de Liliana, tenía apenas 25 días cuando secuestraron a sus padres. Quedó a cargo de sus abuelos. Hoy tiene un hijo y vive en México.

La vida de Liliana continuó como pudo. Tras recorrer Latinoamérica por tierra (Argentina, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá, Honduras, Costa Rica, El Salvador y Guatemala) el grupo sobrevivió por la música. En solidaridad con los pueblos golpeados decidieron llevarles pan y alegría. En diciembre de 1977 llegan a México donde pasan a formar parte del CAS (Centro Argentino de Solidaridad). Liliana decidió quedarse a vivir en ese país.

Liliana Felipe canta para Infobae. La cantautora recordó las circunstancias que la llevaron a convertirse en una luchadora de los derechos humanos y de los animales.

Así inicia de lleno su lucha por los derechos humanos y esa es la primera bandera que levanta. Pero, desde hace 8 años le sumó otra bandera con la que complementa su lucha en un mundo capitalista y opresor.

"Mi objetivo es hablar de que el capitalismo está basado en la explotación de los animales", escribió Liliana. Así piensa y así lo dice. Frontal, decidida, apasionada y, sobre todo, leal a los pensamientos que forjaron su entereza y carácter, el que se huele a metros.

Junto a su esposa, la senadora mexicana Jesusa Rodríguez, comparte desde hace 8 años y medio la lucha por los derechos de los animales.

Liliana Felipe alza la voz por los derechos de los animales

Antes de su llegada a su país natal, Liliana mandó a enviar a la prensa un texto que escribió junto a Jesusa con un mensaje: "De esto es lo único que le interesa hablar", avisaron. El escrito es Especismo, una vieja palabra para una palabra nueva para una injusticia muy vieja. Antes de comenzar avisa que no quiere hablar de otra cosa más que de su causa animalista, pero también se referirá al feminismo, al capitalismo, a la Iglesia y a la colonización de América.

—¿Qué es el especismo? ¿Por qué hay que combatirlo?

—El especismo es discriminación. O sea, discriminar a los animales y pienso que ahí tiene que ver la industria familiar, como la industria religiosa; el negocio de la familia, el negocio de la religión, el negocio de los hombres o de los machos donde yo siento que ellos pueden seguir teniendo el control absoluto. Vendría siendo el negocio de la violencia y el especismo es discriminar a otros seres, muchísimas millones de especies, que nos enseñan a esclavizar, engordar para comerlos, torturarlos con lujo de violencia y todo eso luego se traduce en palabras hermosísimas como "tómate tu lechita" o "mijito, acá cómase un quesito", "el asadito", "la lechita", "el choricito"… ¡Y todo eso es de una violencia sublime! ¡De una violencia inmunda de tener que seguir hablando en 2019!

En ese tomo, Felipe apuntó: "Siento que la industria, familia, iglesia, Estado, hombres, mujeres que fabrican amigos imaginarios a los cuales luego hay que ver qué le gusta a ese amigo imaginario para complacerlo… ¿A ese amigo imaginario le gusta que todos los 31 de diciembre comamos un puerco? ¿A ese amigo imaginario le gusta que las mujeres no entran a la iglesia? Es una tara que el que se la siga creyendo todavía, de verdad empieza uno a entender cómo hay una profunda enfermedad mental en nuestras sociedades. Y yo siento que echar un ojo a lo que hemos construido sería suficiente. El especismo discriminación y la discriminación hay que eliminarla de nuestras vidas. Los animales tienen tanto derecho como cualquiera de nosotros a estar en este planeta".

—¿A partir de qué situación comenzó a pensar de esa manera?

—Fueron varios datos. Una persona importante en mi vida es Erica Rivas (la actriz) que ella me empezó a hablar del tema; otro evento importante fue ver un camión lleno de cerdos; otro fue un día que fue a nuestra casa un monje budista a comer y esa fue la última vez que yo hice costillitas asadas. Y lo decidimos un día, ya no recuerdo, dejamos de consumir animales y ni sabíamos lo qué significa el veganismo, ni sabíamos sobre la palabra especismo. Luego llegó el libro Liberación animal, de Peter Singer; luego llegó la palabra especismo… Luego empezaron a llegar las cosas así como—hace un gesto de sorpresa y sigue—: De todo esto van a hacer 8 años y medio, y la verdad ha sido una sorpresa muy grande. Tienes que desaprender a vivir. Es muy difícil decirlo, pero te quedas prácticamente sin nada porque empiezas a sentir la enorme crueldad de la que la gente no se quiere hacer cargo. La gente que come animales huele a muerto, huele a cadáver y eso es… Es muy difícil seguir viviendo con eso, pero en el momento en que lo ves ya no hay retorno.

—La historia cuenta sobre la dominación de clase sobre clases, pero ¿qué cuenta sobre la dominación de especies? ¿Cómo se relacionan los distintos tipos de violencias?

—Hernán Cortés y los colonizadores mataron a 14 millones de personas en 18 años, eso no te lo dice ningún libro de historia. O sea ahí o se mete en la Biblia en el… o…—gesticula—. Y la colonización fue en México no había, ni aquí, ni puercos, ni gallinas, ni vacas; la colonización vino en un grupo compacto en la Biblia con eso de comer/asesinar animales. Entonces, el primer festejo que hay en México, cuando ellos ganan, Cortés llama a todos sus generales y deciden, como tenían ahí a los puercos y en México había solo tortillas de maíz, matar a los puercos y hacen las famosísimas carnitas, ¡que es la mezcla del país conquistado con los conquistadores! Entonces, supone que seguir comiendo carnitas es seguir apoyando la conquista, la colonización y la barbarie. Y eso es algo que los hombres en general, o gran parte de los hombres, no quieren entender. Que sí me encantaría aclarar que no es que las mujeres queramos discriminar, pero yo te podría decir que el 99% de la violencia que vivimos es causada por el género masculino y el otro 1% es de las mujeres que tratan de sobrevivir en este ambiente son peores que los hombres.

Liliana Felipe se define: “vegana, feminista, antiespecista, clerofóbica, antitaurina, menopáusica”.

—¿Cómo relaciona al feminismo con el antiespecismo (rechazo a la discriminación por especie)? 

—A mí sí me sorprende mucho que las nuevas ideologías y cosas así feministas jamás abran la boca sobre el tema. Ahí sí que no me la trago yo. Que ninguna socióloga o analista queer, o lo que se le ponga, que no mencione que la única manera de destronar al patriarcado es dejando de comer animales…—hace gesto de no comprender—. O los ecologistas ¡que es de terror! ¡O la sustentabilidad que todo, todo lo ven todo menos que hay un ser sintiente que quiere vivir! ¡Eso se les ha pasado! Y a mí me avergüenza mucho como ser humano. Yo que vengo o que llegó al tema por los Derechos Humanos a mi sí me avergüenza muchísimo la gente luchadora de Derechos Humanos que todavía celebran algún triunfo o alguna condena con un asadito. Eso deja de tener, no solo deja de tener sentido, sino que para mí es un retroceso brutal.

—¿Serían oprimidos convertidos en opresores?

—¡Exactamente! Y el canto de las feministas antiespecistas es "ni oprimidas y opresoras". ¡O será que cada vez tenemos que recordar que la vaca no nos da leche! ¡La vaca es violada eternamente y sus hijos son secuestrados, desaparecidos eternamente para que nosotros tomemos una leche que no necesitamos y que siempre nos va hacer daño! Es una mancuerna mortal de gobierno, industria farmacéutica, ganaderos, criaderos de animales para tenernos medio enfermos, medio idiotas.

—Antes de exiliarse, usted ya dedicaba su vida y carrera a luchar contra las opresiones, contra las injusticias. Ahora también habla de los derechos de los animales.

—Este es un camino que pone en cuestión todo. Es re-aprenderse. Es un camino sin regreso. Hay gente que me ha dicho "¡Ay si! Yo antes fue vegetariana"… Además vegetariano es una dieta y no tiene nada que ver con el veganismo y eso a mi no me interesa. Es como si yo te dijera: "¡Uy, si! Yo antes era anti racista, pero ahora ando buscando negros para matarlos a trompadas!"… O sea, ¡no entendiste nada! Justamente cuando llegás al veganismo es porque entendiste que no somos superiores y que se nos irá la vida en eso, en demostrar que no es por el tamaño, no es porque vamos a salvar ballenas porque son grandotas o elefantes porque son grandotes y no ratas porque son chiquitas. ¡No! ¡No! No es una cuestión de selección, nuestra justicia no selecciona, no discrimina. La verdad, aunque sea muy difícil vivirlo, porque vivimos sobre un mataderos; aunque sea tan difícil vivir yo le agradezco a la vida haber tenido esta oportunidad porque todo empieza a tener sentido. ¡Y claro! Lo que más me gustaría es que la gente que quiero, la gente que yo siento que tiene un milímetro de sensibilidad, entendiera de qué se trata. Desde el arte, por ejemplo, que se supone que son las personas más sensibles, lo único que puedo decirles es que no existe ningún poema, ninguna obra de teatro, ninguna canción, ninguna música ningún Beethoven, ningún Shakespeare, ninguna película, ningún edificio, ninguna escenografía, ninguna danza, ninguna coreografía, ninguna obra de arte vale la vida de un animal.

—¿Cuál es su sueño?

—Cerrar todos los mataderos.

Cuando termina la entrevista, Liliana Felipe se apura para ir a comer. La espera Jesusa Rodríguez que se quedó ultimando detalles de la series de conciertos que arrancaron en la noche del viernes pasado. Desde que llegaron a Buenos Aires, el 1 de mayo, no hubo tiempo para el descanso y el anochecer de este jueves las apuraba.

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