Cuando Nietzsche dijo "Dios ha muerto", realmente ha muerto la idea de Dios que tenemos de El.
El dios de madera no es Dios, es un símbolo, una idea, un constructo mental humano.
Esa idea ha muerto.
Pero toda idea cuando desparece debe ser, como los gases, llenada por otra.
"Confiamos en Dios", pone en un dolar americano.
El ego se deslumbra ante la materia nueva: la luz, el tren, el avión, el fonógrafo, la fotografía, el cine, etc y da creencia de realidad a la materia.
La materia te ayuda porque tú eres materia, te dice el ego, afirmando la creencia que tú eres solo materia y a la vez la creencia en él.
Nace la adoración y el impulso de ganar dinero y solo se vuelca la humanidad en ello, como única verdad dictada por el ego.
Bajo la consigna “el tiempo es dinero” las sociedades occidentales se encuentran invadidas por una “solución”, que invita al consumidor a suplir sus necesidades alimenticias con comidas rápidas, llenas de grasas y materias baratas, que solo implican una pequeña pausa para su consumo y que poco afectan la productividad en términos de tiempo.
El templo sagrado del cuerpo ha sido violado por los mercaderes del Templo que han entrado en tropel a vender sus productos grasientos, con materias primas baratas, con conservantes, colorantes, colesterol, bollería barata y dañina.
Para hacernos creer que el disfrutar de la vida es pecado:
"no pierdas el tiempo, como Alicia en el País de las Maravillas, hago tarde decía el conejo, ¿a donde vas? a ninguna parte".
Así se ha convertido el cuerpo en un contenedor de materia prima barata, una papelera de reciclaje, y enfermiza para beneficio de los mercaderes, ya que antes han matado a Jesús, para que con su látigo no los expulse del mismo.
Desde que Benjamín Franklin, dijo que "el tiempo es dinero", todos hemos aceptado esa idea.
Hoy se llama “gestión de tiempo”.
Las empresas han implantado la Ética en el trabajo, es decir, la adquisición del dinero es casi el valor supremo de la vida.(Max Weber)
El estrés laboral asociado al afán de productividad, ha traído consigo la disminución de tiempo de sueño, y promover una mayor ingesta de alimentos, reducir el gasto de energía y cambiar la composición corporal para favorecer el almacenamiento de grasa. ¿Para qué?
El empresario puritano inglés o estadounidense del siglo XVII subordinaba toda su vida al trabajo.
Así, el negocio florecía, pero la vida privada resultaba insípida. Consecuentemente, en la casa de un empresario puritano no sólo se realizaba "sin placer " la multiplicación del capital, sino también la de la descendencia.
Se imponía una existencia monacal en el mundo profesional. La vida profesional se subordinaba a una vida metódica (de ahí la denominación “metodistas”).
"La alegría de vivir", la joie de vivre, desapareció.
Se impuso el ego, el tener, contra el ser, el disfrute de vivir.
Ya no se medita sin objetivo, solo meditar, sino que "medito para"... relajarme, ser mejor, tener más paz, etc la meditación ha sido corrompida, el disfrute ha sido sustituido por un objetivo.
El comer en la mesa como acto sagrado, Jesús en La Ultima Cena, como tomar el té en Japón, como lugar de encuentro y charla amable, ha sido sustituido por algo individual, apresurado, sin valor, mecánico, poner gasolina al coche, dar alimento al cuerpo, porque el cuerpo no es divino, no es un contenedor sagrado del espíritu, es solo una máquina, porque nosotros somos máquinas sin amor.
"Todos los días deberían consagrarse a los milagros.
El propósito del tiempo es que aprendas a usarlo de forma constructiva.
El tiempo es, por lo tanto, un recurso de enseñanza y un medio para alcanzar un fin.
El tiempo cesará cuando ya no sea útil para facilitar el aprendizaje,
Artur Garcia
Artur Garcia
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