La foto que compartimos hoy, data del año 1907 y se sitúa en Wall Street en la ciudad de Nueva York.
Si ampliamos la foto vemos que a pesar de haber varios centenares de personas todos son delgados…..no hay personas con sobrepeso.
Y si tomamos una foto de una gran ciudad de China de este año, con un número similar de personas, vamos a encontrar la misma sorpresa…todos son delgados.
La misma escena en la China de 1907 no cambia en 2018.
La misma toma en la misma esquina en la hora de máxima concentración de gente mostrará que algo allí no cambió aunque hayan pasado 110 años.
Los chinos no han cambiado sus hábitos ni su forma tradicional de alimentarse.
Pero los ciudadanos de New York han cambiado mucho.
La comida urbana engorda, expande las células, los órganos y los cuerpos de las personas.
En 1907 los occidentales no se preocupaban por la calidad de lo que comían.
Porque la comida en aquel tiempo era de una calidad incomparablemente mejor que la de hoy.
En 1907 no había agroquímicos, ni se agregaban aditivos a los alimentos ni conservantes, edulcorantes y colorantes.
La gente come comida “light” pero engorda igual.
Parece que cuanto más “light” es su alimento y bebida más gorda se pone.
Los estudios indican que si bien los edulcorantes no engordan por sí mismos en forma directa, lo hacen en forma indirecta porque generan un hambre por otros alimentos que lleva a una mayor ingesta de comida.
Los edulcorantes que supuestamente sirven para bajar de peso crean un hambre artificial, excesiva e innecesaria.
Se supone que en esta época, gracias a los adelantos de la ciencia en materia de nutrición, medicina y bioquímica, deberíamos estar más sanos que en 1907.
Pero la ciencia de la nutrición ha engordado al mundo.
Lo ha debilitado.
Le ha mentido, haciéndole creer que los expertos están creando lo mejor para la salud.
Y la gente cree y toma vitaminas, suplementos, acepta todas las vacunas recomendadas por los expertos académicos, sigue las dietas indicadas por los nutricionistas y se somete a chequeos y revisiones programadas.
En 1907 no había tantos nutricionistas, ni suplementos, ni edulcorantes, ni bebidas bajas en calorías.
Pero el suelo estaba sano, se lo abonaba con restos animales y de plantas; la tierra se sembraba y cosechaba con respeto, no había esa ambición desmedida que hay hoy por enriquecerse con los agro negocios.
Entonces la gente era más fuerte, más sana, más feliz y también más delgada.
El extremo yang crea el extremo yin.
Uno implica la existencia del otro.
La gran concentración de seres (yang) crea la gran expansión (yin) de la calidad.
Y por esa razón la comida urbana expande a la gente poco a poco como a un globo que se infla sin pausa hasta que se sobrepasa el límite aceptable para su existencia.
-Martín Macedo-
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