C.G. Jung designó como ”Sombra” a todos los aspectos ocultos o inconscientes de uno mismo, tanto positivos como negativos, que el ego ha reprimido o nunca ha reconocido.
El ojo lo puede ver todo menos a sí mismo. Requerimos un espejo. Los otros son nuestro espejo, en ellos vemos reflejado todo aquello que no queremos o no podemos ver en nosotros mismos.
Todos los aspectos que vemos en los demás que no podemos soportar, que nos remueven nuestras emociones y sensaciones más profundas forman parte de nuestra sombra, son todo aquello que no nos permitimos ser, abrazar o amar. Así sólo podemos proyectarlo para verlo en los demás, al igual que un espejo proyecta nuestra imagen.
Aceptar la sombra es difícil, es todo un trabajo personal intenso de amor y aceptación hacia uno mismo.
Nuestras parejas, familiares, amigos pero sobre todo nuestros hijos son las personas que más utilizamos para vernos reflejados. Los niños y adolescentes son expertos en hacernos ver lo más oculto de nuestro ser, ponérnoslo delante para que despertemos. Saben sacar a relucir nuestros miedos, limitaciones, sombras y densidades. Estar rodeados de niños y adolescentes es una gran oportunidad para iniciar un trabajo personal intenso.
¿Qué podemos hacer cuando tenemos delante nuestra sombra, esa parte de nosotros que rechazamos y no queremos asumir?
Reconocerla y aceptarla. Recuerda que todo aquello que te muestre otro y te produzca un rechazo intenso y te remueva, es parte de ti.
Observarla, ver cómo se comporta.
Respirar y observar.
Si cada vez que la tenemos delante la observamos y la respiramos, sin juzgarla ni huir, va perdiendo fuerza y se transforma. El único requisito es tener la disciplina de no huir, de permanecer en la conciencia del presente cuando aparece. Lo que resistes, persiste. Lo que aceptas, te transforma.
Un ejemplo: La agresividad que puede mostrar un niño y que no podemos soportar, es nuestra propia agresividad contenida. No debemos huir del momento, simplemente observar y sentir que está pasando en nuestro cuerpo en ese momento presente, no me refiero a observar al niño y no hacer nada, dependerá de cada caso qué hacemos con el niño, me refiero a observar qué pasa en nosotros, ¿sentimos un nudo en el estómago, en la garganta..? presión en alguna parte del cuerpo..?? simplemente observar qué pasa en ti y respirar esa emoción hasta que desaparece. Reconocer que esa ira mostrada por el niño también está en ti y debes aceptarla y amarla para sanarla.
¿Todo lo que hacen los demás que no nos gusta es parte de nuestra sombra? No. Sólo aquellos aspectos con los que nos identificamos, con los que nos sentimos implicados.
Nuestra gran lección es aprender a ver la luz que brilla dentro de cada adolescente, niño o adulto.
No atraemos lo que deseamos, atraemos lo que somos.
Como dijo un gran ser que nos acompaña en este tiempo y espacio:
"Tus limitaciones están ahí porque tienes la IDEA de que están ahí..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario