Siempre que llueve sale el sol, pero siempre que sale el sol también llueve. No te preocupes si llegan las pruebas; no te preocupes si llega el dolor. No intentes controlar tu vida, ni el destino de los demás, tampoco tus sentimientos. Hasta ahora tu vida ha sido una interminable lucha para escapar del dolor y sentirte bien, intentando a toda costa que los momentos de felicidad perduren. Es por este mismo motivo que no perduran. Has estado viviendo con miedo: miedo a la soledad, miedo a la carencia económica, miedo a la angustia, miedo al dolor, miedo a la muerte, miedo al fracaso e incluso al éxito y a la libertad.
El gran secreto espiritual es la ecuanimidad. La ecuanimidad es la capacidad de permanecer sereno interiormente mientras se observa con desapego como las tormentas se disipan dando origen al resplandeciente sol y luego con la misma curiosidad y sin pena alguna, contemplas como el sol desaparece, el día oscurece y todo se torna aparentemente sombrío. Sin embargo y aunque no la puedas ver, la luz continúa tapada por los efímeros problemas humanos y la tortuosa mente que no deja de pensar en ellos. Aprende a permanecer interiormente imperturbable, refugiado en el templo de tu corazón, lejos de las seductoras voces mentales, porque allí está la morada del Ser. Tu felicidad no depende de que se vaya el dolor de tu vida, sino de aceptar el dolor de tu vida. La aceptación profunda transmuta toda oscuridad en cuestión de segundos y te permite recuperar el contacto con tu cielo interior.
Tanto en la cresta de la ola como en las profundidades del océano, tú existes. Y prevalecerás incluso después de tu familia, cuando abandones tu cuerpo y todo lo que tanto amas. Sé eterno, no seas mundano. Practica el desapego y la aceptación de todo estado interno y toda condición externa. Entonces descubrirás que el amor lo cura todo y que ningún mal prevalece si aprendes a amar la luz y la oscuridad por igual. El amor a la oscuridad la transforma en luz, porque la oscuridad sólo sobrevive por tu rechazo. Tú has estado dándole de comer todos estos años.
Amada alma: ama tus pruebas, ama tu dolor, ama tus enemigos, ama tus malos días, ama tus errores, ama tus emociones negativas e incluso tus pensamientos negativos, porque todo tiene razón de Ser. Ámalo todo y no rechaces nada. Entonces y recién entonces conocerás la felicidad que nunca termina: la felicidad del alma, y pasarás a la otra orilla, donde viven los seres despiertos que aprendieron a amar con el corazón.
Fernán Makaroff
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