Durante mi juventud estudié en un colegio salesiano.
Allí había un joven sacerdote, muy entusiasta en su vocación que soñaba con ir como misionero a África.
El padre Urías.
Era tan fuerte su deseo que Dios escuchó sus oraciones.
Entonces partió como misionero a África.
Pero las cosas no fueron como en las películas.
Lo secuestró un grupo guerrillero y lo tuvieron prisionero un mes atravesando selvas y montes.
No sabía si lo matarían o no, porque este grupo era anti-occidental.
Cada día era un milagro, cada paso podía ser el último.
Pero el padre Urías confiaba en el poder superior y se veía libre y feliz cumpliendo su misión evangelizadora y no le importaba morir como mártir.
Finalmente lo liberaron.
Como estaba extremadamente deshidratado y debilitado lo trasladaron a Europa y allí el Papa Juan Pablo II le dio una audiencia de 10 minutos.
Era tal la felicidad del padre Urías, que en una entrevista publicada en el "Boletín Salesiano" una publicación dedicada a las misiones, dijo que "volvería a pasar esa agónica marcha por la selva con el grupo guerrillero con tal de tener otros 10 min junto al sumo pontífice".
El padre Urías comprendía el principio oriental de que "todo frente tiene su dorso" y que "cuanto mayor es el frente mayor es el dorso".
Esta ley es uno de los fundamentos de la filosofía macrobiótica de la salud, la curación y la felicidad.
Mucha gente quiere el frente pero no quiere el dorso.
Quiere salud pero no quiere la disciplina.
Quiere una relación feliz pero no quiere renunciar a sus privilegios de soltero/a.
Quiere paz interior y sabiduría pero no medita con devoción y compromiso.
Quiere prosperidad y abundancia pero se olvida de hacer sus ejercicios de visualización y no actúa con pasión en las acciones grandes y pequeñas de su vida cotidiana.
Como una joven mujer que comentó en uno de mis videos en You Tube: "pero tanta disciplina ¿no te volverá rígido?"
Tal vez esta joven debería ir junto al padre Urías a conocer las misiones en África y ver las dos caras de la moneda ya que viendo las miserias humanas comprenda lo vital que es la disciplina.
Soñemos en grande, pero plenamente conscientes de que habrá que llevar la moneda completa con su gran cara y gran cruz.
Pero si nuestra pasión es infinita, al igual que el padre Urías seremos felices a pesar del "otro lado" no tan atractivo.
-Martín Macedo-
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