Alessandro Baricco: “Esto nos va a lanzar al futuro definitivamente”. El escritor italiano analiza, desde su casa en Turín, donde permanece confinado, el impacto del coronavirus en esta sociedad hiperconectada.
“Hemos tenido un accidente de coche. Un accidente de coche mundial. Los implicados somos todos. Todavía estamos tratando de sacar a los muertos y los heridos del amasijo de hierro en que ha quedado convertido el monstruoso vehículo en el que viajábamos. Luego empezaremos a preguntarnos cómo fue que pasó, si pudimos evitarlo, si habrá una próxima vez.”
Así define Baricco (62 años) escritor y pensador de “la superficie”, cómo él se define, autor del premonitorio Game (Anagrama), el impacto del coronavirus en el mundo. “La democracia en este momento funciona como sistema de emergencia”, dice a continuación.
Es la ambulancia que acude a nuestro rescate. “De ahí la confianza que, de repente, le tenemos. Venimos de años de crisis profunda de confianza con la clase política y científica, y en una semana es lo único que tenemos. Parece que solo somos capaces de vivir juntos cuando se nos obliga a ser disciplinados. Y esto está siendo solo un ensayo general. Pasaremos los próximos 50 años así. El planeta se está acabando”, dispara Baricco.
El escritor está confinado en su casa de Turín. Lo que el espectador ve es su cara en la pantalla de cualquiera sea el dispositivo desde el que acceda a la web del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.
Sale cada día a comprar, hace la cola en el supermercado y regresa a casa, donde le esperan sus hijos. Es complicado trabajar con sus hijos en casa, dice, en un ejercicio de empatía mundial. El cuadro que hay a su espalda es una icónica imagen de Nueva York “en la época en que aún se fletaban barcos de vela”. A su lado, en la pantalla dividida, puede verse parte de la biblioteca del escritor y también pensador Jorge Carrión, encargado de presentar la charla Humanidad Aumentada, que iba a tener lugar en Barcelona la tarde del lunes 16 de marzo.
Está teniendo lugar de todas formas. Hay 375 personas conectadas, viéndoles. “Es un contexto histórico, terrible y, no obstante, fascinante”, dice Carrión. Baricco le secunda. “Para la mente del intelectual, lo que está ocurriendo, pese a la pena, es una fiesta porque todo lo que ves está cambiando el mundo. El pensador está viviendo un momento mágico”, añade.
En un momento de la charla, que es fluida y alcanza cotas de una profundidad altísima que quizá tenga que ver con la intimidad desde la que, aparentemente, hablan –quién sabe cómo podría haber sido esa misma charla con un público presente, podemos imaginarlo, nunca lo sabremos–, Baricco compara la situación que se está viviendo con lo que “nuestros padres y abuelos contaban de la guerra”. “Ellos contaban cosas peores, si ellos lo soportaron, nosotros podemos hacerlo”.
También cree que esto va a obligar a redistribuir la riqueza del planeta porque “no hay dinero público suficiente para paliar los efectos de la crisis que se avecina”. También habla de lo que psicológicamente está haciendo con nosotros este parón. “Nos sumiremos en una depresión y no tendremos nada que nos distraiga de ella, porque el mundo del espectáculo también está parado”, señala.
La televisión italiana lleva días retransmitiendo los mismos partidos de fútbol. “He visto cuatro veces ya el Atlético de Madrid-Liverpool y la final del Mundial que Italia le ganó a Francia”. ¿Y acaso podía sospechar hacía dos semanas algo así? "Esto está siendo solo un ensayo general. Pasaremos los próximos 50 años así. El planeta se está acabando”, dispara Baricco
Carrión quiere saber si después de esto, se volverá al paradigma cultural del siglo XX, si volveremos a lo tangible, y Baricco sacude la cabeza. “No, todo lo que está pasando es típico del Game”. Para Baricco, el Game es la piel digital de la que estamos hechos desde hace al menos una década. La sociedad de lo lúdico y lo virtual, la sociedad de la superficie.
Aquella en la que, como sugiere al inicio del libro, parece haberse producido una involución en la manera de ser del ser humano, que ahora prefiere “ejecutar las cosas rápida y superficialmente”. “Incapaces de concentrarse, dispersos en una estéril multitarea, siempre pegados a cualquier ordenador, vagábamos por la corteza de las cosas sin otra razón aparente que no fuera la de limitar la posibilidad de una aflicción”, escribió al respecto. De eso no vamos a escapar, añade. “Nada de lo que está ocurriendo habría sido posible antes de la revolución digital.
"Esta es la primera gran epidemia de la época del Game", agrega. Y, por suerte, estamos preparados. “No podríamos cerrar un país de la manera en que lo estamos haciendo sin los instrumentos digitales de que disponemos”, asegura. “Hace diez años, algo así hubiera sido impensable”.
“No habríamos visto imágenes de lo que ocurría en China. Cuando hubiese llegado aquí, todo hubiese sido nuevo. Esto nos va a lanzar al futuro definitivamente”, considera el autor de Seda. Para empezar, está convencido de que algo como lo que está ocurriendo esa tarde de lunes, que esa charla adscrita al ciclo organizado alrededor de, precisamente, Gameplay, la muestra de videojuegos del CCCB, se esté produciendo desde las casas de los interlocutores, empezará a ser más habitual a partir de ahora. “Esto va a llevarnos a interpretar la tecnología como una prolongación del cuerpo, que es lo que yo llamo humanidad aumentada.
Vamos a ver el ordenador como si fuese nuestro brazo, un brazo que pudiese llegar mucho más lejos”, asegura. “Dentro de 20 días nos parecerá muy normal tener una conversación como esta. Lo habremos convertido en algo rutinario”. ¿Qué haríamos si no confinados en casa sin poder salir? “Solo hablaríamos con los que tenemos cerca. La revolución digital es genial en ese sentido”, insiste.
Hablan, también, de la obra de Baricco y de cómo se adelantó a su tiempo sin poder evitarlo. Cree que su primer libro, Seda, tenía ya un diseño instagramer. “Decían que eran haikus, pero yo creo que tenía más que ver con lo que estaba por venir”, dice, anotándose el tanto de visionario. Hablan de la “letal” competencia que el escritor tiene estos días. “Antes competías con otro escritor, ahora, con buenísimas series de televisión y buenísimos videojuegos”. ¿Y no ha cambiado la concepción de obra maestra en este nuevo mundo?
Las obras maestras ya no existen. En un mundo en completo movimiento, no interesa lo que no se mueve, lo que permanece. Diría que la última obra maestra que se ha escrito es Pastoral americana, de Philip Roth”, sentencia. La paciencia, cree Baricco, no es un valor ya. Y nadie necesita los finales. “El final lo pones tú, hoy en día, cuando decides dejar de ver una serie. Se acabaron las novelas que cobraban sentido al final, como Madame Bovary o Moby Dick”, asevera. ¿Se detendrá la sociedad del movimiento por el miedo a un próximo coronavirus? “Dudo de que la gente deje de viajar después de esto, lo necesitamos. No volveremos atrás.
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