Las mujeres y los hombres se nutren de una forma diferente.
Las personas de gran fortaleza física se nutren distinto que aquellos con salud frágil.
Los ricos no comen lo mismo que los pobres.
Ni los sabios lo mismo que los tontos.
Los violentos y los pacíficos tienen distintas preferencias a la hora de elegir sus platos favoritos.
El alimento tiene una poderosa influencia en el destino.
Si te nutres como los violentos te volverás violento.
Si te nutres como los débiles te volverás débil.
Si te nutres como los sabios te volverás sabio.
La gente no es consciente de que elige sus alimentos para perpetuar sus programas internos.
El hipertenso perpetúa su hipertensión.
Va al cardiólogo, y escucha sus consejos.
Deja la sal y comienza a tomar las medicinas para la tensión.
Pero el resto no cambia.
Sus programas internos no cambian.
Su pasión por las proteínas animales no cambia.
Sus palabras corrientes, sus quejas y sus preocupaciones no cambian.
Sus creencias sobre la vida y la muerte, sobre los ricos y los pobres, sobre quiénes son los culpables de los males del mundo no cambian.
A nadie le gustan las mudanzas.
Porque significan abandonar la zona de confort.
El tonto está cómodo en la zona de los tontos.
El quejoso se ha acostumbrado a su modo de vida.
Y cuando alguien le sugiere que deje de quejarse le resulta casi insoportable renunciar a su antiguo hábito.
En un mundo tan cambiante la gente busca desesperadamente la estabilidad.
La afirmación.
La seguridad.
Por eso cuesta tanto cambiar.
Porque cambiar significa perder toda la seguridad, toda la tranquilidad y toda la certeza.
La baja calidad atraerá vibraciones bajas.
Si tu médico se nutre con comida de cafetería y bebe refrescos cola no podrá darte un consejo sabio.
Porque estos alimentos lo alejarán de la sabiduría.
Para la ciencia sólo hay proteínas, vitaminas y minerales.
Los alimentos son materia fría.
No toma en cuenta las vibraciones simplemente porque están fuera del paradigma científico.
Cuando un médico cambia su forma de alimentarse también cambiará su forma de aconsejar y sus tratamientos.
Cuando yo era estudiante mis colegas se reían de mi vegetarianismo.
En todas las reuniones de confraternización había abundante carne en el parrillero.
Pan de harina refinada y bebidas cola.
La misma dieta básica que los soldados estadounidenses durante la segunda guerra mundial.
Y todos decían que eran las tropas mejor alimentadas de la historia.
-Martín Macedo-
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