jueves, 5 de abril de 2018

Hay dos medicinas y dos tipos de usuarios

Hay dos medicinas y dos tipos de usuarios.
Los que quieren ser curados y los que están dispuestos a asumir el protagonismo de su curación.
Cuando alguien recibe un diagnóstico de enfermedad hace una valoración de las ventajas y desventajas del enfoque tradicional y alternativo y luego toma una decisión.
La mayoría busca ser curada.
La mayoría descuida su salud durante años y sólo toma medidas cuando la enfermedad ya está bien avanzada.
Para esas mayorías está la medicina oficial.
La medicina oficial es necesaria porque la mayor parte de la humanidad vive frenéticamente ocupada en sobrevivir y lo hace sacrificando su salud y felicidad.
Esas personas esperan a estar muy enfermas para ir a ver al médico y como no están habituadas a los buenos hábitos se sienten abrumadas por la idea de responsabilizarse por su curación.
Entonces aceptan lo que el médico les diga.
Se dejan operar, irradiar, aceptando cualquier fármaco o combinación de fármacos.
Aceptan pagar cualquier suma o incluso organizan colectas para viajar al exterior para someterse a tratamientos en clínicas famosas.
Pero una minoría está dispuesta a todo para lograr su curación.
Está dispuesta a asumir el 100% de la responsabilidad de lo que les ocurre y buscan otro tipo de medicina.
La llamada "alternativa".
Harán lo que sea para intentar conquistar la anhelada salud.
Si hay que hacer una sanación de emociones la harán.
Si hay que meditar todos los días o hacer yoga lo harán.
Si hay que cambiar la dieta lo harán.
Si hay que aprender a cocinar tomarán clases de inmediato y si es necesario aprender a masticar cada bocado lo harán con infinita voluntad y entusiasmo.
Este tipo de personas tienen esa pasión tan necesaria para el éxito.
Para cualquier tipo de éxito, en los estudios, en la profesión, en la vida en pareja, en el desarrollo financiero.
Este tipo de "pacientes" de gran calidad espiritual son los que tienen los mejores resultados con la macrobiótica.
Son una minoría, una maravillosa minoría.
La mayoría todavía debe experimentar ese mundo de contrastes donde el dolor y el placer, la esperanza y el desaliento se alternan como el día y la noche, sin pausa.
Hasta que esos avatares agiten sus fuerzas primordiales y terminan por convertirse en hombres y mujeres dispuestos a hacer uso de su grandeza.
E ingresar en las filas de los apasionados que conquistan todos sus sueños y realizan todos sus deseos.

Martín Macedo-

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