Ama cuando estés íntegro, no cuando te sientas solo. De otro modo, perseguirás infinitas quimeras fuera, cuando el verdadero encuentro consigo mismo, no es sino en tu propio templo interior.
Ama cuando te completes a ti mismo y tomes consciencia de quién eres, o tu reflejo ofrendará un holograma de incompletitud frente a cada relación que comiences.
Ama cuando seas tan feliz, que la compañía sea tan bella cómo el religar en tu propia y profunda intimidad. De otro modo tu contemplación del otro estará tan contaminada, que llevarás a cabo lecturas que unirán elementos no unidos, que llevarán a conclusiones ilusorias de soledad, posesión y ceguera que sofocarán al otro y cercenarán todo posible brote de verdadero amor.
Ama cuando tengas tesoros en mente y alma para ofrecer a raudales, pues lo contrario te hará vivir en la ilusión fantasiosa de la escacez. Serás así entonces, un ser que quiera tomar y arrebatar, más que uno que naturalmente tenga el llamado a cálidamente ofrecer el abanico natural de presentes del verdadero amor que no son sino entender, conectar, religar, cuidar, otorgar, dar, amar.
Ama cuando tengas tanto amor en ti mismo, que toda codicia emocional sea absolutamente inconcebible para tu ser, no cuando sientas que alguien debe darte algo externo para que resplandezcas, pues esta condición es inconmensurable. Lo bello atrae lo bello, lo noble atrae lo noble, y esta condición no se puede emular ni fingir, lo que atraes eres, y lo que no eres, si eres un ser pleno, se deslizará fuera de tu vida por ley natural, sin esfuerzo.
El amor de tu vida no llegará después de mil horas de gimnasio, y mil más de cirugías para hermosear lo que traes sobre el hueso, sino cuando aprendas la lección de oro, que lo que vibres, atraes, y para vibrar elevado, no hay sino un camino, que es despojarse de lo sobrante, los apegos, los miedos, los programas del árbol, los resentires, los ismos, los egos, para ser tú mismo, y amarte tanto en ese cometido que el sólo hecho de estar cerca de ti haga que todas las estrellas de la galaxia dancen contigo y te hagan brillar frente a cada ser. Y he ahí, la verdadera y epifánica hermosura en cada ser.
El amor de tu vida, lo consigues al descubrir que el amor de tu vida eres tú mismo, y desde ese punto, toda relación con todo ser, será amorosa, digna de ti y lo que eres realmente, cada ser que atraigas será una invitación divina hacia una aventura engrandecedora.
El amor de tu vida es amar tú-vida, todo lo demás es una irresistible añadidura exponencial de hechos configurados para acompasar un viaje digno de quién tenga el sagrado arrojo de despojarse de tapujos y caretas para ser sí mismo, y hacerle el gran presente al universo de desplegar todo su talento, su amor y vocación en cada paso que dé en esta y cada vida. Todo amor posterior, dependerá de que logre este esencial paso primero, amarte es la piedra filosofal de todo amor de tu vida.
Roberto García Fuentealba
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