LEY DEL ESPEJO: LO QUE VES EN LOS DEMÁS ES TU REFLEJO.
A la hora de construir cada paso de nuestro creci-miento personal nos enfocamos en exceso tan solo en nuestro interior, cuando gran parte de lo que
podemos aprender reside en el exterior o en nuestro entorno de confianza.
Infinidad de leyendas nos enseñaban desde la antigüedad que lo que vemos en
los demás nos revela información sagrada de lo que somos nosotros mismos.
Muchos han sido los estudios sobre psicología personal que afirman que el exterior actúa como un espejo para nuestra mente. Un espejo donde vemos
reflejadas diferentes cualidades, características y aspectos personales de nuestra propia esencia, de nuestro ser más primitivo.
Hablamos de las situaciones que frecuentemente se nos dan en nuestro día a día cuando observamos algo que no nos gusta de los demás y sentimos un
cierto rechazo, incluso disgusto. Pues bien, estamos ante la ley del espejo, la cual establece que de alguna manera ese aspecto que nos disgusta de
determinada persona existe en nuestro interior.
La ley del espejo establece que nuestra inconsciencia, ayudada por la proyección psicológica que realizamos durante ese momento, nos hace pensar que el
defecto o desagrado que percibimos en los demás solo existe “ahí fuera”, no en nosotros mismos.
La proyección psicológica es un mecanismo de defensa
por el que atribuimos a otros senti-mientos, pensa-mientos, creencias o incluso acciones propias inaceptables para nosotros.
La proyección psicológica comienza a ponerse en marcha durante experiencias que nos suponen un conflicto emocional o al sentirnos amenazados, tanto
interior como exteriormente.
Cuando nuestra mente entiende que existe una amenaza para nuestra integridad física y emocional, esta emite como rechazo
hacia el exterior todas esas cualidades, atribuyéndoselas a un objeto o sujeto externo a nosotros mismos. Así, aparentemente, colocamos dichas amenazas
fuera de nosotros.
Las proyecciones se generan tanto con las experiencias que restan como con las que suman.
Nuestra realidad la trasladamos sin filtro al mundo exterior,
construyendo la verdad exterior con nuestras propias características personales. Una experiencia característica de la proyección psicológica sucede
cuando nos enamoramos y atribuimos a la persona amada ciertas características que tan sólo existen en nosotros.
Proyectamos sobre el entorno nuestra propia realidad
La ley del espejo se refleja cuando afirmamos “conocer” muy bien a otras personas y en realidad lo que hacemos es proyectar sobre ellas nuestra propia
realidad. Cuando se da esta situación estamos superponiendo nuestra visión proyectada de nosotros mismos sobre la imagen física de dicha persona
captada por nuestros sentidos.
Ser conscientes de aquello que proyectamos en los demás nos permite descubrir cómo somos en realidad. El permitirnos tener constancia de este
mecanismo mental nos facilita recuperar el control sobre lo que está sucediendo en nuestro interior para poder hacernos cargo y trabajar aquellos aspectos
de nosotros que no deseamos mantener o queremos transformar en aspectos que sumen.
Es imprescindible recordar que todo lo que llega a través de nuestros sentidos lo damos como cierto, sin reconocer muchas veces la parte de
interpretación o de subjetividad que hay en ello. Vivimos de acuerdo a esta forma de percibir la realidad, creando distorsiones "negativas" o que nos
generan malestar a la hora de relacionarnos con las personas de nuestro entorno, incluso con nosotros mismos.
Si queremos emplear este recurso natural -el proyectar- de forma sana y plena para obtener un creci-miento interior saludable, la meditación nos ayudará a
trazar dicha frontera, facilitándonos el aprender a ver las cosas como realmente son. Siempre recordando la premisa de que “observar dice más sobre el
observador que sobre lo que se observa”.
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