La medicina pretende curar aplicando medios físicos o químicos.
Porque considera que ese es un procedimiento "científico".
El oftalmólogo busca la causa de la enfermedad mirando dentro del ojo.
El cardiólogo examina el corazón y dispone de medios imagenológicos para ampliar el poder de su "visión".
El cirujano palpa el abdomen y recurre a radiografías contrastadas y tomografías para poder ver en detalle.
Se pretende actuar sobre la materia desde la materia.
Cuando los problemas médicos se pretenden resolver maniobrando sobre la física o química del cuerpo las soluciones serán siempre temporales.
Porque no se toma en cuenta el mundo invisible.
Se considera que lo visible es la realidad.
Y lo que no se ve con el ojo desnudo o con máquinas que amplían la capacidad visual (microscopio, oftalmoscopio, otoscopio, cistoscopio) como inexistente.
La ciencia se ocupa del mundo visible.
Y la religión se ocupa del mundo invisible.
Pero como no se comprende la íntima conexión entre lo que se ve y lo que no se ve, se crea una partición.
Y así ni la ciencia ni la religión solucionan los grandes problemas del mundo.
La salud es el bien y la enfermedad es el mal.
La salud debe ser protegida y la enfermedad aniquilada.
La riqueza es el bien y la pobreza debe ser desterrada.
Los amigos defendidos y los enemigos exterminados.
Este bajo nivel de comprensión domina el pensa-miento científico y religioso.
Nosotros no proponemos una transformación de la dieta.
Proponemos elevar el nivel de comprensión en base a la sabiduría de las culturas más avanzadas del mundo.
Ohsawa lo llamó el Juicio Supremo.
Esta forma de comprensión ve más allá de las apariencias y abraza la contradicción.
Porque salud y enfermedad, prosperidad y pobreza, fuerza y debilidad, sabiduría e ignorancia son esencialmente idénticos y se requieren uno del otro para sobrevivir y fortalecerse mutuamente.
Como masculino y femenino.
Son opuestos, compiten, discuten, se aman y pelean.
Pero no pueden existir aisladamente.
Si predomina el juicio inferior pelearán, competirán y tratarán incluso de destruirse el uno al otro.
Pero si se despierta el juicio superior, se ayudarán mutuamente hasta que cada uno pueda expresar su esencia divina en su mayor gloria.
Por esa razón, según el juicio supremo la enfermedad es tan sagrada con la salud, y la falta de dinero tan importante como la prosperidad.
Porque la abundancia sólo puede surgir desde el vacío más tenebroso.
-Martín Macedo-
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