martes, 31 de julio de 2018

Como es adentro es afuera

Hasta un simple globo tiene una boca.
Por la boca entra el alimento del globo.
Nadie pondría monedas en el globo ni granos de cebada.
Por la boca del globo entra gas, pero si entra demasiado deprisa el globo explotará y morirá.
Cuando la fuerza de expansión (yin) es demasiado poderosa la vida física es simplemente destruida.
El problema no es la expansión (yin) o la contracción (yang) sino la falta de control.
Esta preciosa sabiduría es lisamente despreciada por la ciencia moderna y tratada con desdén por la mayor parte de los occidentales.
Pero es considerada una perla de gran valor en oriente.
La mayor parte de la gente consume todos los días alimentos extremadamente yin desde la etapa intrauterina hasta el mismo día de su muerte.
Y también sus médicos, porque ellos forman parte del sistema de consumo y han sido atrapados por estos hábitos extremos.
Hasta en las cafeterías de los hospitales sirven bocadillos que tienen este poder yin formidable (refinado, blanco, blando y delicioso).
Y allí acuden hambrientas las enfermeras, los nutricionistas, los técnicos radiologos y los especialistas más encumbrados.
Sus células son como globos; comienzan a inflarse demasiado rápido y al pasar los 35-40 años no consiguen controlar su peso.
Ni su tensión arterial, ni su nivel de colesterol, ni el azúcar sanguíneo...ni siquiera su ansiedad, ni tampoco su agresividad.
Y también ellos caen en el sistema de consumo basado en medicinas para ayudar a controlar esos numerosos descontroles.
Pero como es adentro es afuera.
Si el interior está sometido a presiones excesivas y el exterior ofrece potentes responsabilidades y exigentes jornadas laborales, el yin extremo por dentro y el yang extremo por fuera termina con la paz, la salud y la felicidad de los trabajadores de la salud.
Y en ese contexto es difícil que aflore la sabiduría.
Porque el sabio ni teme ni se apura.
Mastica tranquilamente su cereal.
Respira profundamente y visualiza el ideal supremo de su vida.
Lo hace cuidadosamente hasta crear calma en su mente y en su corazón.
Y entonces recupera su paz.
De esa forma está en óptimas condiciones de dar un buen consejo.
Porque toda enfermedad se debe a un descontrol de estas gigantescas fuerzas.
Quien las ignora conduce a la gente a una extrema incertidumbre.
Pero quien las comprende trae la llave de la salud infinita para toda la humanidad.

-Martín Macedo-

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