miércoles, 25 de julio de 2018

Como los pensa-mientos se convierten en enfermedades

Si no cuidamos nuestros pensa-mientos y procesos mentales, la bioquímica de nuestro organismo sencillamente seguirá un patrón equivocado y nos inundará de toxinas que no juegan a nuestro favor, sino que nos debilitan, primero emocionalmente y después orgánicamente. 

A menudo leemos en libros de autoayuda o autoconoci-miento que los pensa-mientos de carga negativa o destructiva afectan a la salud y pueden crear enfermedades. Que cuidar nuestros pensa-mientos puede tener una incidencia directa en nuestra salud, como poco. 

Este tipo de aseveraciones, así tan resumidas (porque la industria editorial de hoy en día parece premiar los libros comerciales y resumidos, frente a los detallados y más técnicos) son una realidad. El problema es que no se explica el proceso por el cual el pensa-miento de las personas se convierte directamente en parte de su salud, creando enfermedades y patologías o produciendo todo lo contrario: mejoría y curaciones. 

Tan simple de describir como compleja es en su funciona-miento: el hipotálamo se pone a crear hormonas (péptidos) directamente vinculados a los pensa-mientos que nuestro cerebro está teniendo. Es decir, que nuestro hipotálamo creará combinaciones químicas de la misma tipología que los pensa-mientos que nuestro cerebro está produciendo. De este modo, aparecen las “emociones”. 

Nuestro hipotálamo, al segregar e inundar el torrente sanguíneo con esas hormonas vinculadas a nuestros pensa-mientos, hace que nuestro cuerpo cree sensaciones. Por eso nos sentimos bien o mal, alegres o abatidos, calmados o nerviosos, como respuesta a nuestros pensa-mientos. Se trata, sencillamente, de que nuestro centro bioquímico (el hipotálamo) está creando productos químicos como el más perfecto laboratorio imaginable, para “dar forma de sensaciones” a los pensa-mientos que está produciendo nuestro cerebro. 

Nuestro hipotálamo puede crear péptidos que nos hagan actuar deprisa ante situaciones de estrés; o puede segregar hormonas placenteras para adormecernos o para “premiarnos”. En definitiva, puede crear una sustancia química natural para cada proceso mental que esté en ese momento en marcha. 

El problema es que, por desconoci-miento de estos procesos, la gente no es consciente de la importancia que tiene “pensar correctamente”. No se trata aquí de defender un tipo de pensa-miento religioso o moral, ni nada por el estilo. Cuando decimos “pensa-miento correcto” queremos decir, ni más ni menos, que el que sea adecuado y beneficioso para cada uno de nosotros. Ni más ni menos. 

Como la mayoría de las personas desconoce la maquinaria bioquímica que se pone en marca cada vez que nuestro cerebro produce pensa-mientos de un tipo o de otro, la gente simplemente no puede controlar cómo se siente, o lo que es mucho más importante, no puede controlar el hecho de que muchas de esas sustancias químicas vinculadas a pensa-mientos destructivos, están literalmente, envenenando su cuerpo a diario y de ahí surgen enfermedades. 

Pero vayamos por partes, ya que hemos dicho que íbamos a explicar el proceso completo y de forma clara: Si, por ejemplo, permitimos que las tensiones de cada día nos mantengan en un estado de estrés, o de alerta y desconfianza (actividades que realizará nuestro cerebro a través de los pensa-mientos que crea y que no se controlan), nuestro hipotálamo responderá segregando sustancias químicas que colocarán nuestro organismo en modo “ataque/huida” que es la respuesta interna ante el peligro y, por ello, frente a una situación de vida o muerte. 

Síntomas de Un Campo de Energía Roto y Debilitado Esa actividad del hipotálamo que es tan importante y decisiva en momentos puntuales de verdadero peligro, se vuelve autodestructiva cuando se experimenta muy continuada y regularmente. El estrés, la ansiedad, la prisa, la urgencia, la preocupación… hace que nuestro cerebro cree situaciones inexistentes y, como respuesta química a ello, nuestro hipotálamo segrega las hormonas correspondientes a un ataque o a una situación de peligro inminente para nuestra vida… Y así, durante horas al día, y durante días y días al año. 

Eso, simplemente, destroza nuestro cuerpo por intoxicación bioquímica, dado que ningún organismo puede vivir permanentemente en estado de shock, de peligro o de estrés/miedo continuado. Esto es lo que da lugar a infartos, anginas de pecho, úlceras gastrointestinales, hipertensión arterial, diabetes y un largo etcétera de patologías que pueden llegar a ser mortales.

Y todo comienza… En nuestros pensa-mientos descontrolados que han dado la orden equivocada a nuestro hipotálamo para que produzca sustancias que, segregadas de manera continuada en nuestro torrente sanguíneo, envenenan nuestro cuerpo. Otro cúmulo de patologías y enfermedades que nuestro cuerpo padece sin que fuera necesario y que están directamente vinculadas a la forma en que pensamos son las infecciones víricas y bacteriológicas. 

El procedi-miento es similar al anterior, pero no idéntico: bajo situaciones constantes de estrés, miedo, ansiedad y preocupación, como hemos explicado, nuestra actividad hormonal pone en marcha procesos de defensa/respuesta. Es decir, tensiona músculos, prepara el cuerpo para la potencial huida, redirige la circulación sanguínea, paraliza procesos internos no vitales, para atender una supuesta amenaza que no existe… pero que estamos imaginando. ¿Qué logra todo esto?… Pues ni más ni menos, que nuestro sistema inmunitario se desgaste, se colapse y no pueda repeler ataques que, en situaciones normales, está combatiendo y rechazando a diario (cuando funciona bien, claro está). 

Así pillamos una gripe, sufrimos alergias, tardamos más en cicatrizar o en repeler infecciones, etc.. etc… Y todo comienza por la actividad mental. También te interesa: Ritual de Revocación de votos Karmicos Debemos tener en cuenta, ahora que sabemos cómo opera la bioquímica de nuestro cerebro, que nuestros pensa-mientos son las “instrucciones” que le dará nuestro cerebro a nuestro hipotálamo para que éste cree las hormonas que correspondan a ese estado mental. Si no cuidamos nuestros pensa-mientos y procesos mentales, la bioquímica de nuestro organismo sencillamente seguirá un patrón equivocado y nos inundará de toxinas que no juegan a nuestro favor, sino que nos debilitan, primero emocionalmente y después orgánicamente. 

Nuestros órganos dejan de funcionar adecuadamente para hacerlo en modo “alerta”, si vivimos bajo situaciones de estrés sostenido, prisa, preocupación y ansiedad. Con ello la circulación sanguínea falla, la tensión se dispara, la actividad nerviosa salta por los aires y aparecen las enfermedades en órganos como el corazón, los riñones, el páncreas y un largo etcétera de variables. Del mismo modo, esas instrucciones incorrectas que no hemos sabido parar y revertir en nuestros pensa-mientos afectan a nuestro sistema emocional: agota-miento, pena, rabia, frustración, depresión, bipolarismo… y un largo etcétera de variables de orden nervioso y emocional. 

Ahora que sabemos cómo se origina el proceso (pensa-miento – hipotálamo – hormonas – envenena-miento del cuerpo – destrucción del sistema inmunitario) podemos también invertir el proceso. Pensa-mientos de confianza, amor, seguridad, tranquilidad, calma, paz, alegría… Inician una secuencia totalmente diferente a la que da lugar a enfermedades. En estos otros casos, nuestro hipotálamo produce hormonas endorfinas, placenteras, de anestesia, calma, tranquilidad etc… Que contribuyen a que nuestro organismo pueda operar con normalidad y no bajo amenazas. 

Nuestro sistema inmunitario puede hacer su trabajo de manera eficiente, el riego sanguíneo sigue el modelo y ritmo óptimos, nuestros órganos operan bajo condiciones perfectas. Y todo comienza con el detonante inicial: los pensamientos: la llave a la bioquímica del cuerpo humano. Ahora, ya sabes qué hay detrás de cada emoción y de por qué te sientes como te sientes en cada momento. Ahora también sabes de qué forma y por qué pasos, un pensamiento se convierte en una toxina y afecta a tu organismo enfermándolo, o todo lo contrario: sanándolo. Y, como siempre que aprendes algo nuevo e importante, ahora tú eres el dueño de hacer los cambios oportunos, porque es tu calidad de vida y tu salud las que están en juego. 

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