El día que ya no esté, no me busques en el cielo,
tan solo pisa un bosque y adéntrate en el silencio.
Allí seguiré estando, cantándote millones de poemas,
inundando a tu ser de la magia divina de la naturaleza.
En cada amanecer y atardecer, convertiré en bendiciones tus problemas
En cada luna nueva y luna llena, te recitaré cantos de las estrellas.
En cada invierno y primavera, te afirmaré que el alma es eterna.
En cada lluvia y tormenta, te recodaré tu fuerza y fortaleza.
El día que ya no esté, no me busques en el cielo,
tan solo pisa un bosque y adéntrate en el silencio.
Allí seguiré estando, cantándote millones de poemas,
inundando a tu ser de la magia divina de la naturaleza.
Seré todos los pájaros cantando un gran himno a la tierra.
Seré todas las águilas mostrándote el poder de tu voz interna.
Seré todos los ríos reflejando tu pureza, tu claridad y tu belleza.
Seré todos los valles llevándote a la profundidad que en ti se encuentra.
El día que ya no esté, no me busques en el cielo,
tan solo pisa un bosque y adéntrate en el silencio.
Allí seguiré estando, cantándote millones de poemas,
inundando a tu ser de la magia divina de la naturaleza.
Allí seguiré estando siempre, cantándote millones de poemas,
inundando a tu ser de la magia divina y bendita de la naturaleza.
- Arnau de Tera -
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