No te voy a decir que los cambios no ocurren, porque efectivamente estamos en una constante transformación. Cada uno de nosotros está en un continuo camino de evolución, entendiendo, captando, cosas diferentes a su paso. Sin embargo, muchas veces los cambios que queremos ver en los demás, no llegarán, al menos no en el tiempo en el que nos podría satisfacer.
Ciertamente nos gustaría que quienes nos rodearan se adaptaran a lo que nosotros esperamos de ellos, o mejor dicho, a lo que nosotros preferiríamos que fuesen, ya que muchas veces esperamos de ellos exactamente lo que recibimos, sin embargo, eso es lo que nos genera el desagrado.
Lo cierto es que cada quien tiene su manera particular, la cual es consecuencia de incontables factores, de experiencias vividas, de influencia de otros, de lo que ha leído, de lo que ha visto, de lo que trajo consigo… Y es si se quiere un irrespeto pretender que esa persona cambie para complacernos a nosotros. Incluso cuando los cambios demandados, de acuerdo a nuestro criterio, lo harán una mejor persona, mejorarán sus relaciones, le abrirán sus caminos, etc, etc, etc.
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Debemos entender que cada quien es como es, y básicamente el asunto es así: tal y como es lo queremos en nuestra vida, ¿sí o no? Si la respuesta es sí, pues perfecto, si es no, el trabajo es interno, porque aun cuando podemos hacer nosotros cosas particulares, que quizás generen cambios en el otro, esto no será una norma.
Cuando algo no nos gusta en alguien debemos ver hasta qué punto eso tiene cabida en nuestras vidas, hasta qué punto podemos influye en nosotros, evidentemente que el efecto que algo externo produce en nosotros es nuestra responsabilidad, pero aun a sabiendas de esto, la realidad es que muchas veces ciertas cosas terminan afectándonos intensamente.
El hecho en cuanto a las personas es que los cambios se producen desde su interior, cuando existe una toma de consciencia y la voluntad de hacer las cosas diferentes. Los cambios impuestos o por obligación no prosperan, normalmente son fachadas, que adoptan por complacencia, pero en cuanto exista la más ligera presión se exteriorizará lo que efectivamente está en el interior de cada quien.
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Así que no pierdas tiempo esperando que alguien cambie, nuestro tiempo es lo más valioso, no lo malgastes en frustraciones o decepciones, acepta a esa persona tal cual es y si no es posible, marca distancia, porque vas a ser infeliz tú y le afectarás la tranquilidad a esa persona, que sencillamente no encaja en tus parámetros, pero tiene derecho a decidir quién quiere ser. Si por el tipo de vínculo no puedes alejarte, intenta cambiar tu manera de mirar y aprende a ignorar inteligentemente. Esto también funciona muy bien si sentimos que lo que nos une es más de lo que nos separa.
Pero lo que no debemos hacer es mantenernos en guerra en contra de las actitudes que ya sabemos propias de esa persona, eso representa un desgaste emocional muy grande, lo más probable es que esa persona no cambie en el tiempo deseado o quizás no lo haga nunca y nosotros acabaremos frustrados, tristes y con muchísima  energía desperdiciada.
De igual manera recuerda que todos estamos acá aprendiendo, haciendo lo mejor que podemos y que mientras nosotros queremos que alguien actúe diferente, otra persona puede estar esperando lo mismo de nosotros, y lo mínimo que quisiéramos es que respetaran nuestra manera, nuestros ciclos y la libertad de ser exactamente lo que somos.
Sara Espejo – Rincón del Tibet