viernes, 6 de julio de 2018

Sólo los que tienen propósitos fuertes alcanzarán el objetivo


En 1985 fui lleno de ilusión a inscribirme en los cursos de medicina en la facultad en Montevideo.

Nos anotamos 1000 jóvenes llenos de determinación y entusiasmo.
Sabíamos que no iba a ser fácil, pero nuestra pasión juvenil hacía que todo se viera maravilloso.
En unos 7 u 8 años nuestro país contaría con 1000 jóvenes médicos decididos a darlo todo por salvar vidas y ayudar a las personas.
Sin embargo sólo 300 alcanzamos a completar los cursos.
Y de esos 300 sólo un pequeño porcentaje conserva el idealismo y las nobles intenciones de los inicios.
Cuando los jóvenes novios celebran su boda están llenos de sueños y del firme propósito de caminar juntos por la vida hasta el final.
Pero el 60% se divorcian.
Muchos sueñan con volverse millonarios y juegan a la lotería todas las semanas durante años.
Pero sólo un pequeño porcentaje consigue su objetivo.
Muchos niños se inician en el baby fútbol con el sueño de ser famosos y jugar en las grandes ligas.
Pero sólo un pequeño número lo logra.
Muchos comienzan la macrobiótica con el propósito de lograr una salud excelente, pero sólo una minoría continúa el tiempo suficiente como para ver realizado su sueño.
Este es un mundo de dualidad.
Hay propósitos claros y fuertes.
Y también propósitos poco definidos y débiles.
En Mateo 7: 24-27 se enseña que el hombre prudente construyó su casa sobre la roca.
Vinieron ríos y soplaron vientos contra esa casa, pero no cayó.
Pero el necio construyó sobre la arena.
Vino la lluvia, crecieron los ríos y golpearon los vientos.
Y la casa se vino abajo, arruinando a la familia.
Sólo los que tienen propósitos fuertes alcanzarán el objetivo.
Sólo los que están dispuestos a morir antes que rendirse subirán hasta la cima.
Sólo los que renuevan diariamente el compromiso de perseverar llegarán hasta el final.
Porque los verdaderos cimientos no son ni de hormigón ni de hierro.
Los verdaderos cimientos están en la mente.
Pero si aún no tienes claro lo que deseas en la vida, todas tus intentos de ser feliz serán como castillos de arena, que se derrumbarán con la próxima ola.

-Martín Macedo-

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