Nuestra fuerza es inmensa sólo cuando comprendemos que somos parte de algo inmenso. Cuando nos sentimos inmensos. Formamos parte de la familia humana. Esta familia nos ama y nos da todo lo que requerimos, cuando sabemos pedirlo. Casi todas las personas desean tener una familia.Si necesitan comida o ropa se la piden a un hermano, a un primo o a su tía Pepa y lo tendrá.Porque la familia nos ama y nos contiene. Somos fuertes cuando integramos la familia. Pero si la familia nos expulsa, como a un desterrado, vagamos tristemente por este mundo.Un joven tímido y sin preparación se siente disminuido frente a otros más dotados y formados en buenas escuelas. Entonces forma una pandilla junto a otros similares. Así se siente más seguro, más confiado en su capacidad de lograr "cosas importantes".
En la mayor parte de los países las personas integran hermandades, fraternidades u organizaciones religiosas por la misma razón. El alma humana requiere sentir que forma parte de algo mucho mayor que su propia individualidad. Esa conciencia de pertenencia da un gran alivio a la mente egoica que teme quedar en el último lugar de la sociedad. Así proceden las células cancerosas; se agrupan y se multiplican para sentirse fuertes y seguras.
Las células cancerosas tienen miedo, porque no comprenden.Pero las células sanas no tienen miedo; sienten amor por el gran colectivo celular que es su familia y de la que reciben los cuidados para crecer fuertes y felices. Para curar profundamente es necesario desterrar el miedo de la mente. No se consigue una verdadera cura sólo aplicando técnicas de medicina tradicional china y cambiando la dieta para equilibrar el yin y el yang.
Si el miedo sigue allí, la enfermedad no se ha ido, porque su espíritu sigue allí. Yo soy un hombre pero también soy la humanidad. Me siento parte de la humanidad. Su pasión es mi pasión. Su hambre de grandeza es mi hambre de grandeza. Su juventud es mi juventud.
Porque la humanidad como las olas del mar....Se renueva eternamente. Porque es la inteligencia infinita que nace y muere una y otra vez.
-Martín Macedo-
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