jueves, 5 de abril de 2018

La dualidad está en nosotros


La riqueza y la pobreza coexisten en todos nosotros.
La salud y la enfermedad también porque son inseparables.
Lo masculino y lo femenino están en nuestra naturaleza.
También la debilidad y la fuerza.
Pero tendemos a clasificar a las personas en orientales y occidentales, clase alta o clase baja, nivel educativo terciario o secundario, materialistas o piadosas.
Como si fueran categorías definitivas.
Pero todo cambia, así que el último puede subir hasta la cima y el más enfermo puede convertirse en el más sano.
Y el más miedoso en el más valiente del mundo.
Esta idea de cambio, nos abre puertas ilimitadas.
La salud puede aumentar.
Puede crecer mucho como una gran empresa que abre sucursales en todos los países del mundo y se convierte en un gigantesco emprendimiento super exitoso.
Como la salud es la habilidad para incrementar la fuerza vital en las células del cuerpo, este incremento puede volverse infinito.
Entonces habremos creado una salud infinita.
Hay muchos infelices en este mundo.
Pero la felicidad puede aumentar y volverse infinita.
La arrogancia puede volverse infinita.
La debilidad puede aumentar, y la tristeza y el sufrimiento.
La dualidad está en nosotros.
Uno de los lados está en aumento y el otro en disminución.
El lado que disminuye nunca llega a desaparecer, puede quedar infinitamente pequeño pero siempre estará ahí como un potencial.
Todo está en movimiento en el universo.
Y todos los potenciales están allí esperando ser activados.
Uno de los dos aspectos está aumentando ahora mismo mientras pienso y recapacito sobre cuál deseo que aumente.
El movimiento seguirá por más que medite profundamente, como un pensador que se sienta en la orilla del río y contempla el movimiento imparable de las aguas.
Las aguas no se detendrán por mucho que piense.
El corazón no se detiene.
Por esa razón cuando tienes un deseo y le pones toda tu atención y pasión.....éste no tiene otra opción que aumentar.
No hay límites para los deseos humanos.
Nadie puede detenerte, porque trabajas con un poder infinito.
Pero ese mismo poder necesita imperiosamente que definas lo que deseas.
Y por esa razón Jesús nos enseñó: "pide y recibirás".
Nos dio el poder de pedir y el poder de recibir.
Pero no como un mendigo que ha perdido la dignidad.
Sino como los hijos e hijas amadas del poder más grande del universo.
Pero los que no creen ni siquiera lo intentan.
Mientras que los que creen entrarán al Paraíso por la puerta principal y nadie les pedirá explicaciones.

-Martín Macedo-

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